FIJA TU MIRADA!
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EL EJEMPLO A SEGUIR
EL EJEMPLO A SEGUIR
Hebreos 12:2 “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz, despreciando la vergüenza, y se ha sentado a la diestra del trono de Dios.”
Viendo todos esos hombres y mujeres de Heb 11 como marcharon con una fe bien simentada y allaron y favor de Dios hay más allá de todo eso, hay un ejemplo a quien miramos: mirar a Jesús. 2 Timoteo 2:8, Pablo dice allí, después de haber animado Timoteo , a correr la carrera, a ser un soldado fiel, para hacer todos los sacrificios supremos, Pablo le dice Timoteo"Acuérdate de Jesucristo". Recuerda a Jesucristo. Literalmente, el griego dice: apartar la mirada y ponla hacia Jesús. Aparta la vista del entorno inmediato; apartar la mirada y ponla hacia Jesús.
Y aquellos de ustedes que han corrido en competencias saben que deben mantener la vista al frente. No puedes correr de manera efectivamente mirando tus pies. Mirando tus pies, tropezarás y caerás. Donde pones tus ojos es absolutamente crítico.
Ponemos nuestros ojos en Cristo. Esto es de regreso a Filipenses 3 9-10 Es el modelo perfecto. No miras a las personas que te rodean y dices: “Eh, soy mucho más rápido que Joe aquí. Soy muchísimo más rápido que Alice aquí.
Pones tus ojos en Jesús, y Él es el modelo. ¿Por qué? Porque Él es el autor – archēgos – el autor. Él es la razón por la que tenemos fe, ¿no es cierto? Él nos dio eso como un regalo.
En Hebreos 2:10 a Jesús se le llama el autor de la salvación. Aquí es el autor (archēgos) de la fe. Es el pionero y originador, quien comienza y lidera. Jesús es el autor, el originador, de toda la fe. Él originó la fe de Abel, de Enoc, de Noé, de Abraham, de David, de Pablo y la nuestra.
El enfoque de la fe también es quien la origina. Pablo lo explica: (1 Co. 10:1, 3–4).
El significado principal de archēgos aquí es el de líder o ejemplo principal. Para ser el lider tuvo que padecer al igual que nosotros right?
“Fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (He. 4:15). Cuando el diablo le tentó en el desierto, cada una de las respuestas de Jesús fue una expresión de confianza en su Padre y su Palabra. (Mt. 4:1–10). Jesus Confió en su Padre, por todo y en todo. (Jn. 5:30). En el huerto de Getsemaní, justo antes del arresto, juicio y crucifixión, Jesús dijo al Padre: (Mt. 26:39). Cualquiera que fuera la probabilidad de dificultad o sufrimiento, Él confiaba en su Padre. La voluntad del Padre era para lo cual Él vivía y por lo que moriría. Fue lo único que Jesús consideró.
¿Quería Jesus ir a la cruz? Bueno, desde un punto de vista humano, Él dijo: “Padre, pase de mí esta copa”. ¿Confió en Su Padre para llevarlo a través de la cruz y salir por el otro lado? Absolutamente. ¿Confió Él en que la vergüenza solo sería temporal por un breve tiempo en la Tierra, culminando en Su horrible muerte en la cruz? Absolutamente. Él creía que Dios lo llevaría a través de esa cruz, al otro lado de la tumba, y lo pondría a Su diestra en el cielo.
Eso es fe. Esa es la fe que enfrentó una crisis como la que ningún ser humano enfrentaria. Así de grande era Su fe. Alejarse de Dios, cargar con todos los pecados de todas las personas a lo largo de la historia humana.
La fe de todos los héroes juntos del capítulo 11 no podía igualarse a la del Hijo de Dios. Ellos fueron testimonios y ejemplos maravillosos de fe, pero Jesús es un ejemplo aun más maravilloso. La fe de aquellos fue verdadera y aceptable a Dios; la de Él era perfecta e incluso más aceptable.
Además de que Jesús es el autor de la fe archēgos , también es su consumador (teleiōtēs) el que la completa.
Continuó confiando en su Padre hasta que pudo decir: “Consumado es” (Jn. 19:30). Estas palabras, junto con “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:46), fueron las últimas de Jesús antes de morir. Terminó su obra no solamente en el sentido de completarla, sino de hacerla perfecta.
En la cruz, la obra de Jesús quedó consumada: se hizo perfecta. Su obra logró exactamente lo que debía lograr porque, desde el nacimiento hasta la muerte, entregó toda su vida en las manos de su Padre.
De vuelta en el versículo 6 de Hebreos 11, dice: "Sin fe es imposible" - ¿hacer qué? Sin fe es imposible agradar a Dios. No podemos agradar a Dios sin creerle. ¿Y qué dijo el Padre acerca de Jesús? Marcos 1:11 . Dios estaba complacido con Cristo porque Él siempre creyó en Su Padre.
Él es el autor, pero también no es solo el archēgos, el prototipo de la fe, Él es el teleiōtēn; Lleva la fe hasta su plenitud. Él es la ilustración perfecta de la fe. Elevó la fe a su perfección y estableció el más alto ejemplo de fe. Él es entonces la fuente de la fe.
Mantenemos nuestros ojos en Él.
QUIEN POR EL GOZO PUESTO DE LANTE DE EL SOPORTO LA CUZ-
¿Dónde encontró Su gozo al correr una carrera de fe tan difícil? Creyó en Dios. El creyó a Dios; Él nunca titubeó. Fue fiel a la Palabra de Dios. Agradó a Dios, y sin fe es imposible agradarle. Él era perfecto en Su fe.
¿Por qué soportaría la vergüenza, soportaría la cruz y tendría, al mismo tiempo, gozo? Porque vio más allá de eso, vio lo que habia despues de LA CRUZ la meta de estar sentado a la diestra del trono de Dios. ¿Necesito recordarte que también hay un asiento para nosotros en Su trono con Él?
EL FINAL DE LA CARRERA
- el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (12:2b)
Su motivación era infinitamente mayor. su motivacion claramente fue la gran explicacion porque soporte lo que soporto.
Jesús corrió por dos cosas: por el gozo puesto delante de él y para sentarse a la diestra del trono de Dios.
Corrió por el gozo de la exaltación del Padre. Jesús dijo (Jn. 17:4–5). Jesús obtuvo su recompensa glorificando al Padre mientras estuvo en la Tierra, y glorificó a Dios exhibiendo totalmente los atributos del Padre y haciendo completamente la voluntad del Padre.
El premio por el cual deben correr NOSOTROS LOS cristianos no es el cielo. Si somos cristianos verdaderamente, si pertenecemos a Dios por la fe en Jesucristo, el cielo ya es nuestro. Corremos por el mismo premio que corrió Jesús, lo alcanzamos de la misma forma en que Él lo alcanzó. Corremos por el gozo de la exaltación que Dios nos prometió si le glorificábamos en la Tierra como lo hizo su Hijo. Y glorificamos a Dios permitiendo que sus atributos brillen a través nuestro caminar y obedeciendo su voluntad en todo lo que hacemos.
Me encanta lo que dice en Juan 15:11. Compartimos la misma alegría porque un día también nos sentaremos a la diestra del Padre, entronizados con Jesús como coherederos con Él.
El gozo en esta vida nos lo da la confianza de la recompensa en la siguiente.Incluso si sufrimos para el Señor, debemos estar en capacidad de decir así con Pablo: (Fil. 2:17).
Y aunque, como Pablo, aún no somos perfectos, también debemos olvidar lo que queda atrás y avanzar a lo que está adelante, (Fil. 3:13–14).
Deberíamos ser capaces de anhelar el día en que nuestro Señor nos diga: (Mt. 25:21).
Dice el apóstol: (2 Ti. 4:8).
Y cuando lleguemos al cielo, podemos unirnos a los veinticuatro ancianos, lanzando nuestras “coronas delante del trono, diciendo: Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder” (Ap. 4:10–11).
Cuando Jesús fue a la cruz, soportó todo lo que aquella exigía. Despreció la vergüenza y la aceptó voluntariamente, por la recompensa del Padre y la alegría de anhelar que se la entregaran. A medida que corremos la carrera de la vida cristiana, podemos correr anhelando alegremente esa misma recompensa: la corona de justicia que un día lanzaremos a sus pies como evidencia de nuestro amor eterno por Él.
LA EXHORTACIÓN
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. (12:3)
Debemos leer este versículo cuando nos cansemos en la carrera, cuando nuestra fe se agote y creamos que Dios nos ha dado la espalda, cuando parezca que nunca saldremos del caos en que estamos y estemos seguros de que nuestra fe no aguantará mucho más. Parte del propósito de poner nuestros ojos en Jesús es el mismo de considerar la grande nube de testigos: nuestro estímulo. Aquellos santos fueron héroes de la fe; Él es el autor y consumador de la fe. Nada de lo que estemos llamados a soportar se comparará a lo que Él tuvo que soportar.
No vivimos en nuestro propio poder, sino en el suyo; tal como en la Tierra Él no vivió en su propio poder, sino en el del Padre. Podemos decir con Pablo: (Gá. 2:20)
“Dios siempre nos hace triunfar en Cristo”, dijo Pablo a los corintios. “Recibiremos una corona de vida, una corona de alegría. Seremos recompensados en la eternidad”.
Entonces, la exhortación final de estos pasajes, es para que corramos la carrera en una exhortación completa y rica. Y cuando ponemos nuestros ojos en Jesús y en la meta final, es más fácil hacer todos los sacrificios necesarios para ganar esa recompensa eterna final.