La misión que casí termina antes de empezar
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Introducción
Introducción
Existen personas que entrenan meses para participar en un maratón.
Un maratón es una carrera de 26.2 millas.
Muchos entrenan meses para poder estar en buena condición y poder llegar a la meta final.
Ahora, imaginemos a una persona que ha entrenado por más de tres meses, y el día del maratón, el corredor escucha: ¡En sus marcas, listos, fuera!
Suena la pistola.
Usted siente la adrenalina, ha analizado cada subida/bajada/curva de la ruta.
Usted se ha hidratado, ha tenido un régimen alimenticio muy estricto, etc.
Pero, en su primer paso que da, su pie derecho se dobla su tobillo al pisar termina con un tobillo falseado.
No podrá terminar la carrera de 26.2 millas.
Sus esperanzas de llegar a la meta final se esfuman.
Su carrera termina antes de empezar. En su primer paso, ha terminado su carrera.
Lo mismo casi sucede con Moisés en nuestra lectura de hoy.
Y aconteció que en una posada en el camino, el Señor le salió al encuentro a Moisés y quiso matarlo.
Moisés, el libertador de Israel, emprende su marcha hacía a Egipto, pero en el camino casi pierde la vida.
Hoy queremos estudiar este momento tan aterrador en la vida de Moisés y su esposa y ver que tiene Dios que enseñarnos:
Yahvé es el Dios de su pueblo, su hijo primogénito
Los planes de Dios jamás se ven frustrados/impedidos
El pueblo de Dios debe observar la señal del pacto
I. Yahvé es el Dios de su pueblo, su hijo primogénito
I. Yahvé es el Dios de su pueblo, su hijo primogénito
Si usted estudia el Antiguo Testamento rápidamente se dará cuenta en sus primeras páginas que Dios estableció un pacto con los descendientes de Abraham:
Y el Señor dijo a Abram:
«Vete de tu tierra,
De entre tus parientes
Y de la casa de tu padre,
A la tierra que Yo te mostraré.
»Haré de ti una nación grande,
Y te bendeciré,
Engrandeceré tu nombre,
Y serás bendición.
»Bendeciré a los que te bendigan,
Y al que te maldiga, maldeciré.
En ti serán benditas todas las familias de la tierra».
Este mismo pueblo, el pueblo del pacto, es esclavo en Egipto.
Dios los eligió para que fueran bendición a todas las familias de la tierra pero ahora viven bajo el yugo de esclavitud.
En lugar de servir a Dios ahora sirven a los Egipcios quienes los han subyugado.
Pero, Dios ha enviado a su siervo Moisés para liberar a Israel de la opresión. Moisés se pone en marcha:
Moisés se fue y volvió a casa de su suegro Jetro, y le dijo: «Te ruego que me dejes ir para volver a mis hermanos que están en Egipto, y ver si aún viven». «Ve en paz», le contestó Jetro.
Y el Señor dijo a Moisés en Madián: «Ve, vuelve a Egipto, porque han muerto todos los hombres que buscaban tu vida».
Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó sobre un asno y volvió a la tierra de Egipto. Moisés tomó también la vara de Dios en su mano.
Dios la ha prometido a su siervo que él está con él y que Dios hará señales para convencer a los hebreos de que Dios está con él.
Para Moisés, a quienes él va a liberar son sus “hermanos”, mientras que para Dios son su “hijo” su “primogénito”.
»Entonces dirás a Faraón: “Así dice el Señor: ‘Israel es Mi hijo, Mi primogénito.
Notemos la relación tan cercana que Dios considera tener con su pueblo.
Para Dios, su nación elegida, no es solo un grupo de nómadas esclavos en Egipto.
Dios está interviniendo para librar a su propio hijo de la opresión de los Egipcios.
A Dios le interesa liberar al pueblo, porque todo Israel, toda la nación, es como si fuera el hijo de Dios.
No son hijos de un vecino, un pueblo necesitado sin relación a Dios, son su propio pueblo, su propia familia, su hijo.
Pero notemos también que son considerados el “primogénito” de Dios.
En el mundo de los hebreos la primogenitura (el primer hijo) era una posición importante.
El primogénito recibía una herencia especial.
sino que reconocerá al primogénito, al hijo de la aborrecida, dándole una porción doble de todo lo que tiene, porque él es el principio de su vigor; a él le pertenece el derecho de primogenitura.
Comparado con sus demás hermanos, el primogénito recibía el doble que los demás.
Si eran cuatro hermanos, una herencia de $100,000 sería divida en partes iguales: $25,000 cada uno.
Pero, según la ley de la primogenitura, la repartición sería:
$16,666 para los tres hermanos y $50,000 para el primogénito.
Era pues una posición de distinción y digna de respeto entre sus hermanos.
Así que Dios mira a su pueblo con esta misma identidad - es su propio hijo y el hijo heredero de la doble porción del hogar.
Aquí es donde nos damos cuenta el celo y el amor intenso que Dios tiene por su pueblo - su hijo primogénito.
Por tanto, las consecuencias de que Faraón no deje ir al pueblo van a ser devastadoras para Egipto.
»Entonces dirás a Faraón: “Así dice el Señor: ‘Israel es Mi hijo, Mi primogénito.
’Y te he dicho: “Deja ir a Mi hijo para que me sirva”, pero te has negado a dejarlo ir. Por tanto mataré a tu hijo, a tu primogénito’ ”».
Si Faraón no deja ir al pueblo de Dios, al hijo primogénito de Dios, Dios va a matar al primogénito del Faraón.
Dios no está jugando con Faraón.
Dios es celoso por su pueblo.
Tocar al pueblo de Dios es como tocar la niña de los ojos de Dios:
Porque así dice el Señor de los ejércitos, cuya gloria me ha enviado contra las naciones que los despojaron, porque el que los toca, toca la niña de Su ojo:
Esta misma promesa la vemos revelada en el Nuevo Testamento en cuanto a su iglesia amada al confrontar Dios al malvado Saulo de Tarso.
Al caer a tierra, oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?».
Perseguir a la Iglesia de Cristo es como perseguir al mismo Cristo resucitado.
Somos el pueblo de Dios y por tanto consideremos el alto privilegio que hemos recibido al tener la promesa del cuidado y protección del Dios vivo.
II. Los planes de Dios jamás se ven frustrados/impedidos
II. Los planes de Dios jamás se ven frustrados/impedidos
Dios eligió a un pueblo de entre todas las naciones de la tierra, pero ahora su pueblo es esclavo en Egipto.
Sin embargo, vemos que Dios llama a Moisés para liberar a Israel.
Tarde o temprano el pueblo de Dios va a adorar a Dios en el desierto, al pie del monte de Dios (Horeb).
Lo que parece ser imposible, pronto se realizará porque Dios es soberano.
La soberanía de Dios se refiere a que Dios hace lo que él quiere, en la forma que quiere, en el tiempo que quiere - en base a su voluntad.
Nada se podrá interponer ante la voluntad divina.
Los planes de los hombres se derrumban ante la voluntad de Yahvé.
Dios lo ha hablado y su palabra se cumplirá:
’Porque Yo, el Señor, hablaré, y toda palabra que diga se cumplirá. No se demorará más, sino que en sus días, oh casa rebelde, hablaré la palabra y la cumpliré’ declara el Señor Dios”».
Dios ha determinado salvar a Israel. Su pueblo será libre porque así lo ha determinado Dios.
Dios está consciente que el Faraón no dejará ir libre a Israel:
Y el Señor dijo a Moisés: «Cuando vuelvas a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano. Pero Yo endureceré su corazón de modo que no dejará ir al pueblo.
»Entonces dirás a Faraón: “Así dice el Señor: ‘Israel es Mi hijo, Mi primogénito.
’Y te he dicho: “Deja ir a Mi hijo para que me sirva”, pero te has negado a dejarlo ir. Por tanto mataré a tu hijo, a tu primogénito’ ”».
Notemos que en este caso la Biblia dice que Dios mismo es quién endurecerá el corazón del Faraón.
En otros casos nos dice que Faraón mismo endureció su corazón (8:15, 32; 9:34).
En otros casos solo dice que fue endurecido el corazón de Faraón (7:13).
Muchas hacen la pregunta - quién endureció su el corazón: ¿Dios? ¿el Faraón?
Ambos...
Dios quien es soberano utiliza tanto las acciones/deseos/intenciones malas y buenas del hombre para cumplir sus propósitos.
Dios no es culpable ni responsable de los actos del hombre, pero lo utiliza para cumplir su voluntad.
En este caso, vemos que Dios utilizó a Faraón y su corazón obstinado, y dejó que se resistiera, para que pudiera mostrar su mano poderosa en la liberación de Israel.
La esperanza para nosotros es que podemos confiar en las promesas de Dios que siempre se cumplirán en base a su soberanía.
Nada ni nadie podrá impedir que se cumplan las promesas de Dios en nuestra vida.
Si Dios ha dispuesto salvarnos, bendecirnos, librarnos, etc… así será.
Esto nos recuerda la promesa de Dios en Romanos:
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito.
III. El pueblo de Dios debe observar la señal del pacto
III. El pueblo de Dios debe observar la señal del pacto
Ahora llegamos a la escena más intensa de este capítulo:
Y aconteció que en una posada en el camino, el Señor le salió al encuentro a Moisés y quiso matarlo.
Pero Séfora tomó un pedernal, cortó el prepucio de su hijo y lo echó a los pies de Moisés, y le dijo: «Ciertamente tú eres para mí un esposo de sangre»
Entonces Dios lo dejó. Pues ella había dicho: «Eres esposo de sangre», a causa de la circuncisión.
Moisés va en camino a Egipto para cumplir con el llamado de Dios de liberar a Israel.
Sin embargo, de pronto se le parece Dios en el camino quien está a punto de matarlo…está a punto de quitarle la vida.
La misión está en riesgo de terminar antes de cumplirse.
El libertador está a punto de morir a manos de Dios mismo.
Sin embargo, la amenaza de Dios desaparece cuando la esposa de Moisés toma una piedra afilada y práctica el rito de circuncisión con su hijo (que suponemos que es Gersón).
¿Qué tiene que ver esta escena?
Para entender esta escena necesitamos ir a Génesis 17:9-11.
Dijo además Dios a Abraham: «Tú, pues, guardarás Mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, por sus generaciones.
»Este es Mi pacto con ustedes y tu descendencia después de ti y que ustedes guardarán: Todo varón de entre ustedes será circuncidado.
»Serán circuncidados en la carne de su prepucio, y esto será la señal de Mi pacto con ustedes.
En este pasaje Dios confirma con Abraham el pacto y establece el rito de circucisión.
Este rito se convierte en la señal del pacto de Dios con Israel.
Todo Israelita varón debía ser circuncidado en obediencia al mandato divino. El no hacerlo tendría consecuencias graves.
»Pero el varón incircunciso, que no es circuncidado en la carne de su prepucio, esa persona será cortada de entre su pueblo. Ha quebrantado Mi pacto»
Al no cumplir con el rito de circuncisión era como quebrantar el pacto que Dios hizo con su pueblo.
Así que si regresamos a nuestra historia llegamos a la conclusión:
Moisés seguramente fue circuncidado cuando aun estaba con su madre. Ya que la hija del Faraón lo encontró cuando tenía tres meses de edad. Los niños varones eran circuncidados al octavo día.
Pero, para este tiempo, Gersón, el hijo de Moisés, ya había nacido.
Se entiende pues que Gersón no había sido circuncidado.
Ya habían pasado 40 años desde que Moisés había salido de Egipto y alejado de sus hermanos los hebreos.
Por tanto, cuando nació su hijo, Moisés ya había asimilado la vida y costumbres de los madianitas.
Pero, esto le quitaba la obligación de guardar los mandatos de Dios.
Ahora vemos al libertador de Israel en camino a Egipto.
Él va a liberar al pueblo del pacto.
Va a liberar al pueblo en base a las promesas que Dios hizo cuando estableció su pacto con Abraham.
Sin embargo, hay un gran problema - Moisés no ha cumplido con la señal de pacto en su propio hijo.
Esto se convierte en un acto de violencia contra el pacto de Dios porque es como quebrantar el pacto de Dios.
Esto pone en riesgo la misión del siervo de Dios. No puede rescatar al pueblo de Dios si primero no ha cumplido con la ordenanza más básica del pacto de Dios con Israel.
La esposa de Moisés entiende lo que Dios quiere que se haga.
Se entiende que su esposo está tirado moribundo y ella toma una piedra afilada y cumple con el mandato de Dios.
Ahora, si - su hijo es miembro de la familia del pacto con Dios y pueden seguir adelante.
El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento observaba la señal del pacto mediante la circuncisión.
El pueblo del Nuevo Pacto, en la sangre de Cristo, observamos la señal del pacto que es el bautismo.
El bautismo en agua, por immersión, es la manera en que nos identificamos como miembros del cuerpo de Cristo, miembros del pueblo del nuevo pacto.
Es por eso que debemos elevar el significado del bautismo - y aunque el bautismo no es un acto que confiere salvación - debemos valorarlo por lo que es.
Es la manera en que marcamos a alguien como miembro de la familia de Dios.
Es la manera en que marcamos a alguien como miembro del cuerpo de Cristo.
…sin olvidar que es posible que alguien reciba la marca del bautismo sin fe. En este caso el bautismo no le beneficia en nada.
Conclusión
Conclusión
Finalmente vemos al libertador del pueblo de Dios que casí falla en su misión.
Vemos al siervo de Dios finalmente dispuesto a ir - tras resistirse al llamado de Dios.
Vemos al siervo de Dios caminar y amenazado de muerte por no cumplir con los requisitos del pacto.
Vemos al siervo de Dios casi fallar en su misión.
De haber fallado Moisés, esto significaría que Israel seguiría esclavizado. Dios libraría a su pueblo de alguna manera - aunque no fuera por Moisés.
Pero, hoy recordamos al gran salvador, al gran redentor, al gran rescatista del pueblo del nuevo pacto.
Jesús durante sus 33 años de edad cumplió al pie de la letra los requisitos de la ley de Dios.
Fue circuncidado a los 8 días de nacido, cumplió con los ritos de la Pascua y las demás fiestas de Israel, cumplió con el día de reposo, cumplió con los ritos de alimentos, etc…no falló en ningún aspecto de la ley.
Fue obediente en todo al padre.
Se sometió a la ley de Dios.
…porque así sería el Cordero de Dios (sin mancha, sin defecto) suficiente para morir por los pecados del mundo.
Fue este salvador perfecto, apto para llevar nuestro pecado, y así morir por nosotros para que tuviéramos nosotros vida por su muerte.
Es por esto que cada mes recordamos su muerte porque así recordamos:
Fue perfecto en su vida cumpliendo cada aspecto de ley de Dios.
Por tanto, al morir sobre la cruz recibe el castigo por nuestro pecado, pero no muere por su pecado pues fue libre de pecado.
Muere en nuestro lugar para que nosotros pudiéramos obtener el perdón de pecados y la promesa de la vida eterna.