Gracia Asombrosa 6
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Estamos estudiando sobre la Gracia de Dios. Veremos una historia que oí por primera vez cuando era niño; es una historia de guerras: la conquista de Jericó. La lección era que no debes temer enfrentar obstáculos o enemigos porque tenemos un Dios poderoso que nos ama y ha prometido pelear por nosotros; ya de adulto, esta historia y su contexto la entiendo de otra forma; leamos una parte y veamos qué descubrimos de la Gracia de Dios.
“Cuando el pueblo oyó el sonido de los cuernos de carnero, gritó con todas sus fuerzas. De repente, los muros de Jericó se derrumbaron, y los israelitas fueron directo al ataque de la ciudad y la tomaron. Con sus espadas, destruyeron por completo todo lo que había en la ciudad, incluidos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, ovejas, cabras, burros y todo el ganado.” (Josué 6:20–21, NTV)
Imagina la escena, los sonidos, gritos, olores de ese día sangriento. La violencia que se desató mientras el ejército de Israel mata todo ser viviente en Jericó. Lo leemos y quizá recuerdes guerras en el medio oriente, África, nuestro país, o Ucrania. Lees esto y es como descubrir una parte oscura de Dios que nos ayuda a entender a quienes se niegan a creer en el Dios de la Biblia y rechazan al Dios del AT como un Dios primitivo, comparado con el amoroso Dios del NT.
Ese contraste puede crear cierta tensión y no insultaré tu inteligencia queriendo explicarlo, el hecho que sí: Dios es terrorífico y misericordioso. La temible hermosura de Jesús . Dios odia la maldad y ama a las personas. Castiga el pecado y extiende Su gracia a los pecadores. No comparto en lo absoluto los que dicen que el Dios del AT es otro al del NT. Creer eso es conveniente, pero es crear un Dios con el que me siento cómodo y eso siempre será un error. Saber que es el mismo Dios nos deja con algunas cosas por explicar, como esta carnicería en Jericó.
Para tener el panorama completo, necesitamos examinar el contexto que llevó a esto, veamos la historia y sus eventos como si fuera la primera vez que lo aprendemos. Casi 650 años antes de la batalla de Jericó, Dios hizo un pacto incondicional con Abraham. Le promete que sería el padre de una gran nación, recibirá una bendición especial y sus descendientes recibirían el territorio de Canaán como herencia perpetua. Por eso los israelitas llaman a ese territorio; “La Tierra Prometida”, porque eso le prometió Dios a Abraham, sin embargo, el Señor también predijo que los descendientes de Abraham serían una gran nación y así sucedió, pero no lo lograron en Canaán sino en Egipto.
“Después el Señor dijo a Abram: «Ten por seguro que tus descendientes serán extranjeros en una tierra ajena, donde los oprimirán como esclavos durante cuatrocientos años; pero yo castigaré a la nación que los esclavice, y al final saldrán con muchas riquezas...” (Génesis 15:13–15, NTV)
Unas semanas atrás vimos que esto fue exactamente lo que sucedió. 430 años después, una familia de 45 personas creció hasta ser una nación de casi 3 millones de personas y…
“Tiempo después, subió al poder de Egipto un nuevo rey que no conocía nada de José ni de sus hechos.” (Éxodo 1:8, NTV)
A pesar de la resistencia de ese régimen hostil, Moisés lideró a los israelitas fuera de Egipto a instalarse en la Tierra Prometida o sea, traerlos de regreso a su patria, que abandonaron por 430 años. En ese tiempo los antiguos vecinos de Abraham en Canaán también se multiplicaron, edificaron ciudades, cultivaron la tierra, desarrollaron diferentes culturas; así que cuando los Israelitas llegaron a la frontera de la tierra prometida, preparados para ocuparla, como Dios les dijo, resulta que esa tierra ¡estaba ocupada! Y dan a los ocupantes 3 opciones:
1. Salir de su tierra prometida a Israel e instalarse en otro lugar.
2. Destinar sus recursos e intentar derrotar a los israelitas.
3. Rendirse a los israelitas y ahora sean ellos los esclavos de Israel.
La idea de una invasión puede sonar ofensiva, pero lo estamos viviendo con la guerra en Ucrania y Rusia. Aún así, se oye como algo malo, después de todo, ¿no es eso lo que ha creado conflicto en el Medio Oriente? La respuesta es ¡sí! Pero las Escrituras nos dicen que la posesión de la tierra prometida descrita en el AT, tiene un plus, porque incluye una promesa de Dios a Abraham concerniente el regreso de su familia y poseer la tierra, es el siguiente:
“Cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes regresarán aquí, a esta tierra, porque los pecados de los amorreos no ameritan aún su destrucción».” (Génesis 15:16, NTV)
Es importante saber el contexto para que el significado de un texto quede claro. Mientras Israel se convertía en una nación bajo la opresión de faraón, los grupos, clanes que viven en la tierra prometida, crean su propia cultura que, incluso para el estándar de la época eran súper paganos.
Tenían poca o nula consideración por la vida humana, la adoración a ídolos desenfrenada. La Escritura y la arqueología revelan civilizaciones inmersas en algunas de las prácticas más aberrantes y abominables que puedas imaginar: zoofilia, incesto, bestialidad, abuso sexual sobre la mujer institucionalizado, sacrificio de niños, etc.
“»No se contaminen con ninguna de estas prácticas, porque los pueblos que estoy expulsando delante de ustedes se contaminaron haciendo todas esas prácticas. Debido a que toda la tierra se ha contaminado, voy a castigar a los pueblos que viven en ella. Haré que la tierra los vomite.” (Levítico 18:24–25, NTV)
Esas naciones fueron tan perversas que Dios decidió que era mejor borrarlos por completo, eran culturas que no se podían redimir, ¡no la gente! Sino las culturas.
“Cuando hayan pasado cuatro generaciones, tus descendientes regresarán aquí, a esta tierra, porque los pecados de los amorreos no ameritan aún su destrucción».” (Génesis 15:16, NTV)
La frase “no ameritan aún”, nos dice que Dios les dio tiempo y oportunidad para dejar esas prácticas malvadas; el hecho que su pecado, en ese momento aún no llega al colmo, indica que Dios está esperando para juzgar esas naciones; eventualmente les pediría cuentas de sus acciones y al leer el libro de Josué, podemos entender que Dios usa a Israel para juzgar y castigar esas culturas paganas. Todo esto nos lleva a unas preguntas: ¿cómo sabrían los cananeos que sus prácticas ofenden a Dios? ¿Cómo sabrían lo que es pecado? ¿pecado contra quién? ¿qué sabían de Dios? La respuesta a esas preguntas es: ¡no lo sé! Pero podemos conjeturar sin estar tan equivocados, que Dios esperó un tiempo para juzgarlos por sus pecados. Más de 400 años.
Eso implica que probablemente habían sido advertidos. Sabiendo eso y lo que vemos en el AT podríamos creer que quizá Dios envió un profeta para advertirles del juicio si no se arrepentían. Dios lo hizo en otra ocasión, cuando Jonás fue enviado a Nínive, una nación no judía, para pedirles que se arrepintieran. Aunque no sabemos si así fue para los cananeos, sí sabemos que Dios pone atención a lo que está sucediendo en la tierra prometida.
Israel cruza el Jordán, entra a Canaán, pero no solo vinieron a conquistar, sino a limpiar la tierra, ten eso en mente. Dios le da a Israel instrucciones estrictas con respecto a la invasión: No se pueden casar con no creyentes de esa tierra. Cuando Israel conquistaba un pueblo debían destruir todo lo de valor para esa gente. No se deberían enriquecer con los despojos de la guerra, como era la costumbre. Algunas ciudades debían ser destruidas por completo y nunca ser reconstruidas.
Para algunos leer esto, suena extremo y como que no característico del Dios que se nos presentó de niños; pero recuerda el efecto del pecado en el mundo es igual de extremo. Todo el mundo había sido contaminado por el pecado. Dios está tomando medidas extremas para asegurar que esta nación que empieza de la nada, tenga un buen inicio.
Los primeros años son el fundamento de la nación, pero también son los años más peligrosos y frágiles. Nada puede dejarse al azar. Como padres primerizos que quieren proteger a su recién nacido de cualquier cosa que pueda lastimarlos, así Dios, cuidó su nación y ¡lo entendemos! Esta era una nación como ninguna otra. La reubicación de los descendientes de Abraham en la tierra prometida era algo muy importante en la historia redención que Dios tenía pensado. Pero el éxito depende de esa reubicación. Así que Dios tomó medidas extremas para asegurar que Israel estaría protegido de la influencia de las culturas que le rodean, porque sabía que un día, de esta nación recién creada vendría Uno a través de quién se ofrecería la Gracia a todas las culturas y reinos del mundo. Volvamos a la historia de Jericó.
Como buen militar Josué envió hombres a explorar la tierra, investigar las defensas de la ciudad, se hicieron pasar como viajeros buscando habitación y encontraron una en un lugar dentro de los muros de la ciudad. Era la casa de una prostituta Rajab. Desafortunadamente, justo antes de caer la noche, los espías fueron descubiertos y se corrió la voz que están en casa de Rajab. La noticia le llegó al rey que ordenó a Rajab que entregara a esos huéspedes hebreos.
“Pero alguien le avisó al rey de Jericó: «Unos israelitas vinieron aquí esta noche para espiar la tierra». Entonces el rey de Jericó le envío una orden a Rahab: «Saca fuera a los hombres que llegaron a tu casa, porque han venido a espiar todo el territorio».” (Josué 2:2–3, NTV)
Pero ella decide esconderlos aún al costo de arriesgar su vida. El rey la hubiera ejecutado por esconder espías; aún así, ella miente a los oficiales cuando la confrontan.
“Rahab, quien había escondido a los dos hombres, respondió: «Es cierto, los hombres pasaron por aquí, pero yo no sabía de dónde venían. Salieron de la ciudad al anochecer, cuando las puertas estaban por cerrar. No sé hacia dónde fueron. Si se apresuran, probablemente los alcancen». (En realidad, la mujer había llevado a los hombres a la azotea de su casa y los había escondido debajo de unos manojos de lino que había puesto allí).” (Josué 2:4–6, NTV)
Los oficiales salen apresurados, momentos después las puertas de la ciudad se cierran. Rajab regresa al techo donde los había escondido.
En ese momento les dijo que expone su vida para salvarlos y lo que dice revela su motivación, pero, además, les dice la situación emocional de los cananeos. Les dice:
“Esa noche, antes de que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea para hablar con ellos. Les dijo: —Sé que el Señorles ha dado esta tierra. Todos tenemos miedo de ustedes. Cada habitante de esta tierra vive aterrorizado. Pues hemos oído cómo el Señor les abrió un camino en seco para que atravesaran el mar Rojo cuando salieron de Egipto. Y sabemos lo que les hicieron a Sehón y a Og, los dos reyes amorreos al oriente del río Jordán, cuyos pueblos ustedes destruyeron por completo. ¡No es extraño que nuestro corazón esté lleno de temor! A nadie le queda valor para pelear después de oír semejantes cosas. Pues el Señor su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra.” (Josué 2:8–11, NTV)
Rahab les dice lo que ella cree: el Único y Dios Verdadero les ha dado esta tierra; por lo visto la promesa dada a Abraham 650 años antes, era de conocimiento público entre los cananeos. Mientras los hijos del pacto se preparan para cruzar el Jordán, los que viven en la Tierra prometida entienden qué significa eso. Han escuchado los milagros del éxodo, sus victorias militares sobre otras tribus cananeas, Rahab describe lo que piensa y comparte el sentir de sus compatriotas:
“¡No es extraño que nuestro corazón esté lleno de temor! A nadie le queda valor para pelear después de oír semejantes cosas. Pues el Señorsu Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra.” (Josué 2:11, NTV)
En otras palabras: muchos cananeos reconocen lo real que es el Dios de los hebreos y es el gobernante Supremo sobre el Universo. Creen que les ha dado Canaán a los israelitas y que se están preparando al otro lado del Jordán, listos para reclamar su herencia. La diferencia es que Rahab reacciona de forma diferente. Mientras que todos se preparan para la guerra, ella se rinde y pide protección. Antes que los espías huyan en la oscuridad, ella les rogó:
“»Ahora júrenme por el Señor que serán bondadosos conmigo y con mi familia, ya que les di mi ayuda. Denme una garantía de que, cuando Jericó sea conquistada, salvarán mi vida y también la de mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas y sus familias.” (Josué 2:12–13, NTV)
Los espías prometen que guardarán su vida y la de su familia el día de la batalla. Después de un largo rato que los soldados se han ido, los espías suben los muros y por una ventana y una soga dejan la ciudad. En ese tiempo, la ciudad estaba rodeada por 2 muros separados unos 5 metros, en ese espacio, ponían polines para formar una estructura, poner piso y usarlo como habitación, así era el cuarto de Rahab, que además tenía una ventana hacia el exterior.
Antes de irse los espías le dicen que amarre un listón rojo en la ventana para que el ejército sepa que esa es su casa y los perdonen. Todos los que estén dentro de la casa, serían perdonados.
Hay un parecido entre este evento y la pascua, la noche de la última plaga en Egipto. El ángel de la muerte pasó por el territorio, tomando la vida de los primogénitos varones, pero toda casa que tuviera la sangre del cordero en los marcos de las puertas sería perdonada. Así como Dios extendió Su Gracia a los egipcios, los esclavizadores de Israel, así, ÉL extiende SU gracia a la prostituta pagana que no sabía nada más que el Nombre del Dios de Israel.
Josué ocupa el lugar de Moisés como líder de la nación y ahora es un general maduro.
Al atacar a Jericó quizá habría usado sus tácticas y estrategias de asedio; pero el Señor intervino con un plan fuera de la común. Esta es la parte que la mayoría recuerda.
“Tú y tus hombres de guerra marcharán alrededor de la ciudad una vez al día durante seis días. Siete sacerdotes caminarán delante del arca; cada uno llevará un cuerno de carnero. El séptimo día, marcharán alrededor de la ciudad siete veces mientras los sacerdotes tocan los cuernos.” (Josué 6:3–4, NTV)
Algunos han pensado que pudo ser un intento de guerra psicológica, los hombres de Jericó tienen miedo del Dios de los israelitas, así que la marcha que empieza con el Arca del Pacto, el símbolo de la presencia de Dios, habría sido un toque de genialidad, aún más, los espías se enteran que los cananeos están aterrorizados y han perdido la voluntad para pelear. Una táctica bien ejecutada alentaría a los hombres a entregar la ciudad voluntariamente. Es una idea interesante, sólo que Dios planeaba conquistar la ciudad de forma sobre natural desde el principio. Dijo:
“Cuando oigas a los sacerdotes dar un toque prolongado con los cuernos de carnero, haz que todo el pueblo grite lo más fuerte que pueda. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y el pueblo irá directo a atacar la ciudad».” (Josué 6:5, NTV)
Si así va a ser ¿para qué el desfile? ¿por qué molestarse marchando alrededor de la ciudad por 6 días? ¿Por qué no marchar una sola vez, gritar y que caigan los muros el primer día? ¿podría ser que el Señor le dio a Jericó 6 noches para pensar y decidir si oponerse o no a Israel? ¿esperaba que los oficiales de la ciudad abrieran las puertas abandonando sus dioses falsos, abolir sus costumbres degradantes y reconocer al Dios de Israel como el Único Dios verdadero?
En los 6 días de marcha, cualquiera pudo refugiarse en la casa de Rahab, si descubrieron que los espías se metieron ahí ¿no podrían enterarse de esa oferta? Los espías no limitaron la oferta sólo a familia, sino que garantizaron la seguridad a cualquiera que estuviera en la casa; pero pasaron 6 días y nadie más que Rahab y su familia buscaron la misericordia de Dios.
El 7º día los israelitas marcharon alrededor de la ciudad 7 veces. Después de la 7ª vuelta los sacerdotes tocaron las trompetas de carnero (alabanza) no de metal (guerra) y los muros cayeron. Hay muchas teorías sobre esto, unos dicen que la vibración de miles de voces derribó los muros, otros que, al machar cerca de los muros, debilitó la cimentación. No sabemos exactamente y a finde cuentas ¡no importa! Lo que sí sabemos es que Dios recibió todo el crédito por la victoria de Israel. Y si las naciones de Canaán tenían miedo antes, ahora ese miedo creció después de la victoria en Jericó.
Cuando los muros colapsaron siguió el caos. El ejército Israelita entró en la ciudad siguiendo las instrucciones del Señor al pie de la letra. Mataron a todas las personas de la ciudad, sacrificaron al ganado, destruyeron los edificios y prendieron fuego a lo que quedó. Pero en medio de todo ese caos, Dios perdonó toda la casa de Rahab. Todo por la fe de una prostituta cananea, al final del día, nada quedó de Jericó, excepto Rahab, su familia y posesiones.
“Mientras tanto, Josué les dijo a los dos espías: «Cumplan su promesa con la prostituta. Vayan a su casa y sáquenla de allí junto con toda su familia».” (Josué 6:22, NTV)
Los jóvenes hicieron lo que Josué les ordenó.
En el pandemónium de la batalla, mientras las casas arden, las espadas suenan, un pequeño escuadrón rescata a Rahab, sus padres, hermanos y todo lo que les pertenecía, los escoltan a un lugar seguro.
“Luego los israelitas quemaron la ciudad y todo lo que había en ella. Sólo conservaron las cosas hechas de plata, de oro, de bronce y de hierro para el tesoro de la casa del Señor. Así que Josué le perdonó la vida a la prostituta Rahab y a los parientes que estaban en su casa, porque ella escondió a los espías que él había enviado a Jericó. Y Rahab vive con los israelitas hasta el día de hoy.” (Josué 6:24–25, NTV)
La última frase es muy importante. El narrador escribe años después del evento, pero antes de la muerte de Rahab. El epílogo es sorprendente, es algo así como: “una prostituta cananea, que de otra manera hubiera sido apedreada bajo la recién ley dada por Moisés, llegó a ser un miembro aceptado de la comunidad, una hija adoptiva del pacto.”
Su confianza en Dios y su aceptación en la comunidad le permitió recibir una porción de la tierra prometida a los descendientes de Abraham. Al renunciar a su derecho ilegítimo a la tierra y al aceptar la misericordiosa oferta de Dios y SU perdón, se convirtió en hija adoptiva en la familia de Dios y heredera de la promesa de Abraham.
Pero la historia no termina ahí. El evangelio de Mateo revela que Rahab no sólo NO vivió en la periferia de la sociedad, comiendo las sobras de la leche y miel. A pesar de su pasado manchado de pecado, un joven llamado Salmón vio en Rahab a una joven hermosa, una mujer de fe y le dice a su familia que quiere casarse con ella. Salmón y su esposa dan a luz un hijo a quien llaman: Booz. Quizá Booz sabiendo la historia de sus padres, se casa con una viuda desamparada de Moab llamada: Rut. Booz y Rut llegan a ser bisabuelos de nada más y nada menos que: el rey David.
Ya no es más una prostituta que apenas sobrevive en el rango más bajo de la sociedad; llegó a ser un miembro de la comunidad hebrea. Con el tiempo dejó de ser conocida como Rahab la ramera, para ellos llegó a ser Rahab la esposa de Salmón, mamá de Booz, llegó a ser una mujer prominente en la historia hebrea. Llegó a ser madre de reyes, progenitora de la más grande dinastía que el mundo ha conocido. ¡Aún más! El Mesías, Rey de reyes, llegaría a nacer de su linaje, generaciones admirarían a Rahab como una de las mujeres más afortunadas que encontró refugió en la misericordia de Dios.
Al final, Rahab recibió mucho más de lo que originalmente entregó. Recibió Gracia sobre gracia y el favor divino, más allá de lo que su loca imaginación pudo siquiera soñar.
Su historia ilustra la maravillosa gracia de Dios. Aunque es una historia sui generis, su historia no es diferente de nuestras historias. Antes que Israel apareciera fuera del muro de Jericó, Rahab tenía una etiqueta, sus vecinos, paisanos, clientes, incluso sus padres la conocían como Rahab la ramera, la prostituta.
Las personas de Jericó puede que no le importara las etiquetas como a nosotros, pero no dudo que ella sabía lo indigno de su ocupación, sin importar su cultura o religión, las mujeres normalmente no llegan a la prostitución a menos que se vean forzadas a ello. Pero cuando se le da la oportunidad de morir con sus paisanos o rendirse a Dios. Ella escoge lo segundo. Como resultado, recibió una nueva etiqueta ¡Rahab la madre de reyes!
Su historia es mi historia, tu historia. Cada uno de nosotros tiene una etiqueta, quizá la has escondido la mayor parte de tu vida y prefieres que quede en secreto. Dejas que la gente ignore tu pasado o no pregunten. Evitas a quienes te conocieron en el pasado, evitas esos recuerdos porque tu etiqueta te provoca vergüenza, es más, quizá por esa etiqueta no te quieres acercar a Dios, quizá tu etiqueta es la razón por la que dudas de llegar a una iglesia, si es así, piensa lo siguiente:
¿No es interesante que cuando los espías ofrecen perdonar la vida de Rahab, ellos no mencionan para nada su estilo de vida? no le dijeron que dejara su estilo de vida, eso no fue parte del trato, que cambiara su estilo de vida no estuvo en la discusión. Ella reconoció al Dios de Israel como el Dios más poderoso y por eso escondió a sus siervos ¡eso fue todo! La etiqueta de Rahab no fue un obstáculo para Dios ¡Tampoco lo son las tuyas! La realidad y vergüenza que refleja la etiqueta no es obstáculo para la Gracia de Dios. Tú, igual que Rahab eres invitado ¡tal como eres! Tú, cómo Israel has sido invitado a unirte a una relación con Dios que empieza por la fe ¡no que te adhieras a un conjunto de reglas! ¡así es la Gracia!
Así es como ha sido desde el principio. La gracia no pide que la gente con etiquetas vergonzosas se quite esas etiquetas como un prerrequisito. La gracia es lo que te empodera para poder hacerlo. La gracia no exige, la gracia te asiste. Cuando vez la historia de Rahab dentro del contexto de la paciencia de Dios con esa nación que habita la tierra prometida, el mensaje no deja lugar a dudas: La gracia es lenta para juzgar y rápida para salvar.
Esto es súper personal. Cuando se trata de etiquetas, presentes o pasadas, Dios es lento para juzgar y más que dispuesto para salvar. No después que tú mismo te has librado o distanciado de esas etiquetas de vergüenza, sino como parte de un proceso. De hecho, la gracia te provee de etiquetas propias: perdonado, aceptado, amado.
No sabemos cuanto tiempo le tomó a Rahab sacudirse por completo ese pasado. No sabemos cuánto tiempo pasó antes que ella misma ya no se viera a través del lente de su pasado. Sospecho que fue un proceso, tomó tiempo que terminó con ella totalmente abrazada a su nueva vida, su nueva identidad y posición con Dios. De la misma forma, puede que tome algún tiempo antes que puedas abandonar tus etiquetas una vez por todas. Mientras eso sucede, te quiero animar a empezar a renovar tu mentalidad, que aceptes una nueva etiqueta que es tuya por medio de la gracia de tu Padre Celestial.
Para ayudarte en el proceso repite esta sencilla oración, es una forma de decir que reconoces y aceptas la invitación de Dios. Si quieres tómale foto a la pantalla y la lees después. Las viejas etiquetas no caen fácilmente, algunas toman más tiempo para que las nuevas se adhieran.
“Padre Celestial: creo que tu gracia es más poderosa que mi etiqueta. Creo que Cristo murió para pagar la falta del pecado que mi etiqueta representa. Creo que me ofreces una nueva etiqueta: Perdonado, aceptado, amado. Hoy declaro que lo que dices de mí es verdad. Soy perdonado, soy aceptado, soy amado. Enséñame a vivir de acuerdo con lo que tú dices que soy, en el Nombre de Jesús, Amén”.
Palabra de Dios
Oremos