Amar y obedecer a Dios

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Moisés exhorta a Israel a amar a Dios y obedecerlo. Estas son las claves para mantenerse en el propósito y bendición de Dios.

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Amar y obedecer

Deuteronomio 11:1–7
1 Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días. 2 Y comprended hoy, porque no hablo con vuestros hijos que no han sabido ni visto el castigo de Jehová vuestro Dios, su grandeza, su mano poderosa, y su brazo extendido, 3 y sus señales, y sus obras que hizo en medio de Egipto a Faraón rey de Egipto, y a toda su tierra; 4 y lo que hizo al ejército de Egipto, a sus caballos y a sus carros; cómo precipitó las aguas del Mar Rojo sobre ellos, cuando venían tras vosotros, y Jehová los destruyó hasta hoy; 5 y lo que ha hecho con vosotros en el desierto, hasta que habéis llegado a este lugar; 6 y lo que hizo con Datán y Abiram, hijos de Eliab hijo de Rubén; cómo abrió su boca la tierra, y los tragó con sus familias, sus tiendas, y todo su ganado, en medio de todo Israel. 7 Mas vuestros ojos han visto todas las grandes obras que Jehová ha hecho.

Introducción

En este capítulo Moisés concluye las instrucciones generales, para entrar en el capítulo doce con las instrucciones específicas.
Moisés enfatiza constantemente al pueblo a recordar las grandezas de Dios a favor de ellos. Detalla las grandezas de Dios ante sus ojos y finaliza confrontándolos a tomar una desición.

Mandatos principales

En este versículo se presenta la clave para permanecer en el propósito de Dios: Amor y obediencia.
Deuteronomio 11:1Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días.”
Si amamos a Dios será fácil obedecerlo, agradarle, mostrar respeto, lealtad y devoción.
Amar a Dios es la clave para permanecer en Él, si no amamos, todo lo que hagamos para Él será pesado y molesto.
Logramos amar a Dios si le conocemos, y le conocemos si rendimos nuestra vida a Cristo.
Es necesario tomar la firme desición de renunciar al pecado y comprometernos en servirle.
Dios no puede darnos su amor si aun insistimos en deleitarnos en el pecado, si somos renuentes en rendir todo nuestro ser a Él y excusarnos constantemente en servirle. Mateo 7:6No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

La incomparable bendición

Deuteronomio 11:10–12
10 La tierra a la cual entras para tomarla no es como la tierra de Egipto de donde habéis salido, donde sembrabas tu semilla, y regabas con tu pie, como huerto de hortaliza. 11 La tierra a la cual pasáis para tomarla es tierra de montes y de vegas, que bebe las aguas de la lluvia del cielo; 12 tierra de la cual Jehová tu Dios cuida; siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios, desde el principio del año hasta el fin.
Egipto en esa época el país más rico de la región, vemos en el Génesis que los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob acudieron a Egipto para comprar alimento. La ventaja de la prosperidad de Egipto es el río Nilo, uno de los más grandes del mundo, el cual nunca se seca.
Pero ahora Dios promete a Israel que la tierra de Egipto no se compara a la tierra prometida. Pues en Egipto los agricultores deben acarrear agua del Nilo para sus campos.
Dios promete a Israel que Él mismo regará su tierra con lluvia del cielo a su tiempo sin falta.
El salario que recibes, o la ganancia que obtienes de tu negocio puede parecer menor a la de otras personas, pero no se comparan a tus ingresos pues tienen la bendición de Dios. Lo que tienes, sea poco o mucho, servirá para suplir tus necesidades sin falta.
Deuteronomio 28:8Jehová te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Jehová tu Dios te da.

Conocer para obedecer

Moisés le hace ver a los israelitas que, para que puedan obedecer correctamente la Palabra de Dios, es necesario conocerla bien.
Deuteronomio 11:18-20
18 Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. 19 Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes, 20 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas;
Debían esforzarse por tener siempre presente la Palabra de Dios a la vista. Cuando dice que la aten como señal a en su mano y como frontal a sus ojos les quiere decir que siempre la tengan presente para usarla en todos los asuntos que enfrentan en la vida.
Los judíos del tiempo de Jesús mal interpretaron esta ordenanza pues ellos usaban las filacterias, que eran versos bíblicos atados en el brazo o el a frente. Para ellos eran como amuletos.
Pero no es el propósito, Moisés les dice primero que guarden la Palabra en su corazón y que la enseñen a sus hijos.
Que tengan la disciplina de escudriñarla y enseñarla en cualquier oportunidad que se presente, al levantarse, al acostarse, cuando viajan.
Es una buena costumbre tener versos bíblicos colgados en las paredes de nuestra casa para memorizarlos. (Hechos 16:31 anécdota de mi niñez)

Conclusión

Moisés finaliza confrontando a Israel a tomar una desición:
Deuteronomio 11:26–28
26 He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: 27 la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, 28 y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido.
Obviamente todos desean obtener la bendición de Dios y no la maldición. Pero escoger la bendición no solamente se declaraba de palabra, debían confirmar su desición cumpliendo la condición de amar y obedecer a Dios. Pues de lo contrario estarían escogiendo la maldición.
Hoy en día El Señor pone delante de nosotros su bendición, y está dispuesto a dárnosla, pero la condición es la misma: amar y obedecer a Dios.
No es posible obtener los beneficios de Dios si aun insistimos en revolcarnos en el pecado, debemos tomar una desición radical, la cual irá en contra de la mentalidad de este mundo.
Somos llamados a renunciar y aborrecer el pecado. Romanos 6:1-2¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?
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