El Tribunal de Cristo

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Proposición: Fil.3:14 “14 prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”

Juicio de los Santos

2 Corintios 5:10 (NTV)
10 Pues todos tendremos que estar delante de Cristo para ser juzgados. Cada uno de nosotros recibirá lo que merezca por lo bueno o lo malo que haya hecho mientras estaba en este cuerpo terrenal.
El juez será Jesucristo mismo: Juan 5:22 “22 Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo,”
Debe observarse cuidadosamente que el problema aquí no es determinar si el que es juzgado es creyente o no. La cuestión de la salvación no está siendo considerada. La salvación dada al creyente en Cristo lo ha librado perfectamente de todo juicio.
Pridham escribe:
Un santo jamás irá otra vez ajuicio por causa de su iniquidad natural o heredada, por cuanto ya está judicialmente muerto con Cristo, y ya no es conocido o tratado en base a su responsabilidad natural. Como hombre ha sido pesado en balanza y ha sido hallado falto. Nació bajo condenación, en una herencia natural de ira, y nada bueno se ha descubierto en su carne; pero su culpa ha sido borrada por la sangre de su Redentor, y ha sido gratuita y justamente perdonado por causa de su Salvador. Por cuanto Cristo resucitó de entre los muertos, ya no está en sus pecados. Es justificado por la fe, y es presentado ante Dios en el nombre y por los méritos del Justo; y de este nuevo y siempre bendito título de aceptación, el Espíritu Santo es el sello y el testimonio vivos. Por lo tanto, de su propia cuenta, no puede presentarse ajuicio.

Todo será revelado

Hebreos 4:13 (NTV)
13 No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante sus ojos; y es a él a quien rendimos cuentas.
La palabra que se tradujo "comparecer" en 2Co_5:10 podría mejor traducirse ser puesto de manifiesto, de manera que el versículo se lea: "Porque es necesario que todos nosotros seamos puestos de manifiesto". Esto sugiere que el propósito del bimá es hacer una manifestación, demostración o revelación pública del carácter y motivos esenciales del individuo. La observación de Plummer: "No seremos juzgados en masse, o en clases, sino uno por uno, de acuerdo con el mérito individual",7 confirma el hecho de que este es un juicio individual de cada creyente ante el Señor.
Las obras del creyente son sometidas a juicio, es decir, "lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo" (2Co_5:10), para poder determinar si son buenas o malas.
Por tanto, el juicio no es para determinar lo que es éticamente bueno o malo, sino más bien aquello que es aceptable y aquello que es inútil. No es el propósito del Señor aquí castigar a su hijo por sus pecados, sino recompensar su servicio por aquellas cosas hechas en el nombre del Señor.

Nuestras obras al Fuego de Prueba

1 Corintios 3:10–15 (NTV)
10 Por la gracia que Dios me dio, yo eché los cimientos como un experto en construcción. Ahora otros edifican encima; pero cualquiera que edifique sobre este fundamento tiene que tener mucho cuidado. 11 Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo.
12 El que edifique sobre este fundamento podrá usar una variedad de materiales: oro, plata, joyas, madera, heno u hojarasca; 13 pero el día del juicio, el fuego revelará la clase de obra que cada constructor ha hecho. El fuego mostrará si la obra de alguien tiene algún valor. 14 Si la obra permanece, ese constructor recibirá una recompensa, 15 pero si la obra se consume, el constructor sufrirá una gran pérdida. El constructor se salvará, pero como quien apenas se escapa atravesando un muro de llamas.
En 1Co_3:14-15 se declara que habrá un resultado doble de este examen: una recompensa recibida o una recompensa perdida.
Lo que determina si uno recibirá o perderá la recompensa es la prueba de fuego, porque Pablo escribe: "La obra de cada uno se hará manifiesta (la misma palabra que se usa en 2Co_5:10); porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cual sea, el fuego la probará" (1Co_3:13). En esta declaración es evidente, primero que todo, que es la esfera de las obras del creyente la que está pasando por el examen. Además, se ve que el examen no es un juicio externo, basado, en una observación externa, sino más bien en una prueba que determina el carácter interno y su motivación. Todo el propósito de la prueba de fuego es el de determinar aquello que es destructible y aquello que es indestructible.
El apóstol afirma que hay dos clases de materiales de construcción que los "obreros juntamente con Dios" pueden usar en la construcción del edificio sobre el fundamento que ya está puesto. El oro, la plata, las piedras preciosas son materiales indestructibles. Estos son obras de Dios, que el hombre solo se apropia y los usa. Por otra parte, la madera, el heno, la hojarasca son materiales destructibles. Esto son las obras de los hombres, que el hombre ha producido con sus propios esfuerzos. El apóstol está revelando el hecho de que el examen en el bimá de Cristo es para determinar aquello que fue hecho por Dios a través del individuo y aquello que el individuo hizo por sus propias fuerzas; aquello que fue hecho para la gloria de Dios y aquello que fue hecho para la gloria de la carne. No puede determinarse por observación externa en qué clase cae cualquier "obra", de manera que esa obra tiene que ser puesta en el crisol para poder probar su verdadero carácter

Sacrificios temporales para recompensas eternas

1 Corintios 9:24–27 (NTV)
24 ¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero sólo una persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! 25 Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. 26 Por eso yo corro cada paso con propósito. No sólo doy golpes al aire. 27 Disciplino mi cuerpo como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede descalificado.
Habrá una recompensa otorgada por la obra que demuestra ser indestructible por la prueba del fuego. En el Nuevo Testamento hay cinco aspectos en los que específicamente se menciona una recompensa:
(1) una corona incorruptible para aquellos que obtengan dominio sobre el viejo hombre (1Co_9:25 )
(2) una corona de gozo para los ganadores de almas (1Ts_2:19)
(3) una corona de vida para aquellos que resisten las pruebas (Stg_1:12)
(4) una corona de justicia para los que aman su venida (2Ti_4:8)
(5) una corona de gloria por la disposición de apacentar la grey de Dios (1Pe_5:4).
En Apo_4:10, donde se ve a los ancianos colocando sus coronas delante del trono en un acto de culto y adoración, se aclara que las coronas no serán para gloria eterna del receptor, sino para gloria del Dador. Por cuanto estas coronas no son consideradas como una posesión permanente, surge la cuestión acerca de la naturaleza de las recompensas.
En las Escrituras aprendemos que el creyente fue redimido para poder dar gloria a Dios (1Co_6:20). Este viene a ser su destino eterno. El acto de colocar la señal material de una recompensa a los pies de Aquél que está sentado sobre el trono (Apo_4:10) es un solo acto en esa glorificación. Pero el creyente no habrá terminado entonces su destino de glorificar a Dios. Este continuará por toda la eternidad. Por cuanto las recompensas están asociadas con resplandor y brillo en muchos pasajes de la Escritura (Dan_12:3 ; Mat_13:43; 1Co_15:40-41, 1Co_15:49), puede ser que la recompensa dada al creyente sea la capacidad para manifestar la gloria de Cristo por toda la eternidad. Mientras mayor sea la recompensa, mayor será la capacidad otorgada para dar gloria a Dios. De esa manera, en el ejercicio de la recompensa del creyente, Cristo será el glorificado y no el creyente por la recompensa. Las capacidades para irradiar gloria variarán, pero no habrá un sentido personal de falta de capacidad, ya que cada creyente será lleno hasta el límite de su capacidad para "anunciar las virtudes de aquel que lo llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1Pe_2:9)

¡Sigue Adelante!

Filipenses 3:13–14 (NTV)
13 No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así 14 avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús.
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