¿Eres la iglesia o asistes a ella?

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Existe una profunda diferencia entre asistir a una iglesia y ser la iglesia.

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¿Qué es la iglesia?

Gr. ἐκκλησία = Asamblea de personas reunidas con un propósito conjunto
En nuestro caso, la iglesia es la asamblea de aquellos reunidos en el nombre de Jesús
Entonces, como explica el teólogo Miroslav Volf:
la Iglesia no es cualquier asamblea, sino una asamblea particular, en un lugar específico,
que se reúne con un propósito particular, es decir, para adorar a Jesús.
Lo que constituye la iglesia no es el lugar de reunión, sino el hecho de reunirse bajo la autoridad de Jesús.
Matthew 18:20 NVI
Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

La esencia de la iglesia:

Lo que constituye a la iglesia no es otra cosa que el gobierno de Cristo y la llenura del Espíritu Santo.
Y es esto lo que nos lleva al tema central de hoy:

¿Eres la iglesia o simplemente asistes a ella?

El primer elemento que compone la verdadera iglesia es:

El gobierno de Cristo.

En Efesios 1:22-23 leemos:
Ephesians 1:22–23 NVI
Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo, y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.
En el contexto de este pasaje, el apóstol Pablo está pidiendo a Dios que les muestre a los hermanos en Éfeso la profundidad del llamado de Dios para sus vidas.
Pablo afirma que Dios dio toda la autoridad a Cristo para gobernar sobre todo el universo, pero, la relación de Cristo con la iglesia es especial, es mucho más profunda. De hecho, esta relación es tan profunda que el mismo Pablo se refiere a ella más adelante como a un misterio (Efesios 5:32).
El griego de estos versículos es muy importante:
A Cristo le fue dado el dominio sobre todas las cosas.
Y Cristo fue dado a la iglesia como cabeza. Entonces, la profunda relación entre Cristo y la iglesia es un regalo para la iglesia.
La iglesia es el cuerpo de Cristo. La relación es íntima. No es la misma relación que existe entre Cristo y el mundo, una relación de gobernante a gobernado. Sino que es una relación de profunda unidad, de cabeza con cuerpo.
La llenura de Cristo, su plenitud, se encuentra en SU iglesia.
Entonces, No se puede conocer verdaderamente a Cristo fuera de la iglesia, la cual es su cuerpo.
La asamblea de aquellos reunidos bajo su autoridad, para adorarle y amarle, y para llevar su mensaje al mundo entero.
Es aquí donde debemos detenernos y hacernos la primera gran pregunta:

¿Es Jesús el Señor de mi vida?

Es decir, mi vida es gobernada por Jesús, por su guía, principios, autoridad, etc.
O es que existen otras fuerzas que gobiernan mi vida; por ejemplo mis emociones, sentimientos, cultura, ideas, etc.
El segundo elemento que compone la verdadera iglesia es

La llenura del Espíritu Santo

Muchas cosas se dicen y enseñan acerca de la llenura del Espíritu Santo.
Muchas veces se confunde esta llenura con una serie de sentimientos, emociones, o manifestaciones visibles de “poder”.
Pero, la llenura del Espíritu Santo es algo mucho más sutil y a la vez mucho más profundo que un momento de emoción o que una manifestación de poder.
La llenura del Espíritu Santo es una relación profundamente íntima y transformadora en la esencia misma de cada creyente.

¿Qué significa la llenura del Espíritu Santo?

Vamos a ver cuatro elementos importantes de esta llenura:

1. El creyente es sellado por el Espíritu Santo. Efesios 1.13.

Ephesians 1:13 NVI
En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido.
Es este sello del Espíritu lo que nos identifica con Cristo y su salvación. Es su presencia en nosotros lo que nos une a Cristo como la cabeza.

2. El creyente es adoptado por medio del Espíritu Santo. Romanos 8.15

Romans 8:15 NVI
Y ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino el Espíritu que los adopta como hijos y les permite clamar: «¡Abba! ¡Padre!»
Dios es nuestro Padre por medio de la presencia misma de Su Espíritu en nosotros. Somos adoptados porque tenemos su vida misma en nuestro interior.

3. El creyente es hecho templo de Dios por medio del Espíritu Santo.

1 Corinthians 3:16–17 NVI
¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, él mismo será destruido por Dios; porque el templo de Dios es sagrado, y ustedes son ese templo.
1 Corinthians 6:19–20 NVI
¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios dueños; fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.
La presencia del Espíritu Santo en nosotros nos ha santificado para que Dios mismo habite en nosotros.
Templo: no es lo mismo que pensamos ahora. En tiempos Bíblicos el templo era el lugar donde habitaban las deidades. En la mentalidad judía, la presencia de Dios estaba en el templo de Israel. Los paganos tenían una serie de templos dedicados a diversos dioses donde iban a buscarlos.
¡Lo que aquí Pablo está diciendo es magnifico y revolucionario! Dios mismo habita en nosotros por medio de su Espíritu. No requerimos ir a un templo a un lugar específico, ya que nosotros mismos somos hechos ese templo, llevamos la presencia de Dios en nosotros mismos.
Lo cual nos lleva a hacernos esta profunda y atemorizante pregunta ¿con cuanta comodidad profanamos el templo de Dios?

4. El Espíritu Santo nos une los unos con los otros.

1 Corinthians 12:12–13 NVI
De hecho, aunque el cuerpo es uno solo, tiene muchos miembros, y todos los miembros, no obstante ser muchos, forman un solo cuerpo. Así sucede con Cristo. Todos fuimos bautizados por un solo Espíritu para constituir un solo cuerpo—ya seamos judíos o gentiles, esclavos o libres—, y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.
En realidad, toda la sección de 1 Corintios 12-14 está especialmente enfocada en recordarnos la importancia de la vida en comunidad y unidad entre hermanos. Esto es así porque todos somos parte de un sólo cuerpo, el cuerpo de Cristo, al cual fuimos unidos por el Espíritu Santo que ahora mora en nosotros.
Es por ese mismo Espíritu que mora en nosotros que aprendemos a amarnos unos a otros, porque somos todos parte de un sólo cuerpo.
Es esta unidad en el Espíritu la que nos lleva a manifestar el verdadero amor y la compasión los unos por los otros. Leamos 1 Corintios 12:26
1 Corinthians 12:26 NVI
Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él.
Aun más, es en medio de esta unidad y amor los unos por los otros que la presencia de Dios se hace manifiesta. Los dones de poder, los milagros, sanidades, lenguas, profecías, etc. son manifestadas en medio de este espíritu de amor y unidad.
Como dice el apóstol Pablo al final de este mismo pasaje. Si tenemos todos los dones del Espíritu Santo y todo el conocimiento de Dios, pero el amor no reina entre nosotros, si no sabemos vivir en comunidad honrando a Dios y al prójimo; entonces, en realidad no estamos llenos del Espíritu Santo, sino que simplemente estamos guiados por nuestras emociones al igual que aquellos que no tienen a Cristo.
Entonces, La llenura del Espíritu Santo no es otra cosa que vivir en profunda unidad con Dios y con los hermanos.
Lo cuál nos lleva a la segunda gran pregunta:

¿Estas lleno del Espíritu de Dios?

Es decir, amas a Dios y a tus hermanos con pasión.
Valoras los tiempos de intimidad con tu Padre celestial.
Atesoras los momentos de comunión con tus hermanos en la fe.
Te hacen falta cuando no los tienes con frecuencia
Hemos iniciado el día con una pregunta muy seria: ¿eres la iglesia o solamente asistes a ella?
Esta es una pregunta que solamente tú puedes responder.
Por un lado, Jesús nos advirtió de tener cuidado de no echar el trigo junto con la yerba. Es decir, es imposible para nosotros juzgar con los ojos humanos la realidad o no de tu relación con Dios.
Por otro lado, Jesús también dijo que por los frutos se conoce el árbol. Es decir, tenemos la capacidad de evaluar las acciones que vemos y los resultados de dichas acciones. Es en ese contexto que nos exhortamos, corregimos, alentamos y cuidamos los unos a los otros. Aun, en algunos casos, la Biblia nos invita a romper relaciones con aquella persona que se llamad “hijo de Dios”, pero que no muestra frutos que respalden dicha afirmación
Por otro lado,
es importante recordar que la iglesia no es perfecta, esta siendo perfeccionada por Dios. La iglesia está compuesta por seres humanos imperfectos, pecadores y débiles. Pero fortalecidos por el Espíritu Santo, amados por el Padre y santificados por Cristo. El tema no es buscar una manifestación perfecta de Dios en la iglesia, sino que es aprender a reconocerlo más allá de nuestras imperfecciones, por medio de su amor que obra en medio nuestro.
Sin embargo, más allá de todo eso, la pregunta sigue siendo válida y real para cada uno de nosotros. ¿somos la iglesia, o asistimos a ella?
Ya vimos que para conocer a Cristo verdaderamente, nos es necesario ser parte de su cuerpo, de su iglesia.
Ya vimos que el Espíritu Santo nos une a ese cuerpo divino.
Es imposible pensar en amar a Dios y no amar a su cuerpo.

¿Quién es el que asiste y quién el que es?

El que asiste es el que sólo se aproxima por los amigos, por la comunidad, porque se siente bien, etc.
El que es la iglesia es el que ama. El que ama a Dios y a sus hermanos.
No sé cuál ha sido tu relación con Dios hasta ahora, pero hoy te invito a dar el siguiente paso,
Deja de asistir a la iglesia, ven y forma parte de ella.
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