Gracias Por Amarme
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· 61 viewsLa Biblia es un recopilado de actos de amor del Creador por su creación. Dios ha salido al rescate de los perdidos, quienes aún estando en condiciones deplorables, nos buscó para llenarnos de su amor, y además, volvernos como Él, dadores de ese amor poderoso para salvar.
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Un rostro desfigurado y un cuerpo contaminado
Un rostro desfigurado y un cuerpo contaminado
Este tema surgió hace un par de semanas, cuando platicando con un hermano, hablábamos de las marcas que Pablo dejaba ver en su rostro y cuerpo lastimados, y aún con su siniestro pasado, los hermanos de las diferentes iglesias que sembró para Dios, le amaban intensamente y le dedicaban innumerables tiempos de oración para que pudiera seguir adelante en la expansión del reino a los gentiles.
Al ver mi rostro y mi cuerpo en el espejo, es indudable mirar las muchas marcas de las cosas que hice mal en mi vida y que ese rostro que veo hoy, refleja definitivamente el gran amor que he recibido de parte de mi Padre que está en los cielos. A pesar de mí, Él me ha regalado amor cada uno de mis días.
La historia de Naaman, el gran guerrero de Siria, nos da una vista de el amor que Dios nos da sin merecerlo, y el propósito que tiene en regalarnos tanto.
1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán.
3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.
4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel.
5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos.
6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.
7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
8 Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.
9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo.
10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado.
13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
Después de leer esta historia, lo único que me puedo preguntar es ¿Hay a caso límites en el amor de Dios por la humanidad? Y la respuesta inmediata me la da su misma Escritura.
16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Testificando el amor de Dios y su plan
Testificando el amor de Dios y su plan
Te llevo ahora a la antigua Roma, un hombre está frente a una multitud que desea ver su cabeza rodar sin vida, ya que es un hombre de los peores, se la vive contaminando la mente de la gente con un supuesto mensaje de salvación a través de un tal Jesús de Nazaret, su nombre: Pablo, antiguamente conocido como Saulo de Tarso.
1 Varones hermanos y padres, oíd ahora mi defensa ante vosotros.
2 Y al oír que les hablaba en lengua hebrea, guardaron más silencio. Y él les dijo:
3 Yo de cierto soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero criado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel, estrictamente conforme a la ley de nuestros padres, celoso de Dios, como hoy lo sois todos vosotros.
4 Perseguía yo este Camino hasta la muerte, prendiendo y entregando en cárceles a hombres y mujeres;
5 como el sumo sacerdote también me es testigo, y todos los ancianos, de quienes también recibí cartas para los hermanos, y fui a Damasco para traer presos a Jerusalén también a los que estuviesen allí, para que fuesen castigados.
6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues.
9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron; pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,
13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.
14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.
16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en el templo me sobrevino un éxtasis.
18 Y le vi que me decía: Date prisa, y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio acerca de mí.
19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba en todas las sinagogas a los que creían en ti;
20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba las ropas de los que le mataban.
21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré lejos a los gentiles.
Nuevamente mi mente me cuestiona constantemente ¿Cómo es que Dios quiso usar a un hombre como Saulo? Por su gran amor y propósito.
8 y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí.
9 Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios.
10 Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.
El príncipe que cambió de nombre
El príncipe que cambió de nombre
Quiero hablarte de un príncipe de una tribu de África llamado Kaboo, Príncipe Kaboo. Vivió escasamente 20 años antes de partir a la presencia del Señor, pero su vida marcaría un testimonio de lo que Dios puede hacer en la vida de alguien que no sabía que tenía una misión de parte del cielo.
Su padre era el jefe de la tribu, y el Príncipe Kaboo lo amaba y le consideraba alguien que era capaz de hacer mucho por su pueblo
Un día, una tribu vecina rompió su pacto de paz y los conquistó y sometió a esclavitud, manteniéndolos con vida solamente si les daban todas sus cosechas a cada temporal
Como Kaboo era el príncipe, ese pacto había sido condicionado a tomar como esclavos a todos los jóvenes, dentro de los que Kaboo como Príncipe, sería sometido a duros y constantes castigos
Al tiempo de la cosecha, el papá de Kaboo fue a entregar la ofrenda, que al enemigo le pareció muy poca y decide acabar con la tribu, comenzando con Kaboo, que tenía entre 10 y 12 años de edad
Atado Kaboo a un mástil, clama con fuerza diciendo: “¡Padre, ayúdame!”, mientras una lanza se dirigía a su rostro para acabar con su vida
Entonces, desde el cielo, un resplandor brillo, mientras las ataduras de Kaboo se soltaban y una voz del cielo decía: “Huye Kaboo, vete!”
La lanza no lo mató y Kaboo, ahora libre, huyó del lugar, corriendo temeroso por lo sucedido y todos en el lugar se quedaron espantados
Al poco tiempo, Kaboo logra llegar a su tribu para descubrir una lamentable escena: todos habían sido cruelmente asesinados
Tomando un rumbo incierto, Kaboo comienza a buscar un refugio, y en el camino se encuentra con un amigo de la infancia, y este último lo lleva a su cabaña, donde hace una extraña oración a su Padre en los cielos por la vida de su amigo Kaboo
El pequeño príncipe no entendía estas palabras, pero inmediatamente su amigo lo lleva a conocer a su congregación, ya que era cristiano y vivía en una pequeña comunidad formada por diferentes pobladores y un grupo de misioneros americanos que compartían la Palabra de Dios
En la reunión, la misionera que compartía el mensaje comienza hablar de Saulo de Tarso cuando este fue interrumpido en su viaje a Damasco. Entonces el pequeño Príncipe se levantó de su silla y gritaba: “Esa es la misma luz que me salvo a mí, y esa misma voz la que oí”
Aquel día, el Príncipe Kaboo habría de encontrarse con su Salvador, su amado Padre, y su nombre pasaría a ser ahora Samuel Morris
Al tiempo, Samuel se prepararía para poder ser misionero en su nación, pero su maestra llegó a un punto de no poder enseñarle más, así que le contó acerca de quien fu su maestro en New York, el Pastor Steven Merry
Samuel aquel día emprendería un viaje en barco, donde se encontraría con un capitán que le haría imposible el viaje, pero Samuel no dejaba de presumir a su Padre quien lo llevaría a su destino final
Ese barco sufre posteriormente un accidente y en medio de las reparaciones, Samuel le ponía todo el empeño a repararlo porque entre más pronto se arreglara más pronto llegaría a su destino y aprendería más de la Palabra de Dios
Al salir de nuevo el barco reparado, una nueva crisis se presentaría, ya que se amotinó la tripulación contra el capitán, y teniendo este último un fusil en el rostro, Samuel se interpondría para impedir que lo mataran, repitiendo una y otra vez: “No peleen, mi Padre no quiere que peleemos unos con otros” y el capitán fue perdonado
Impresionado el capitán por esta acción, exigió a Samuel le explicara por qué había intervenido y lo amenazó con explicarle sino ahí mismo le quitaría la vida, para lo que Samuel solo supo decir: “Mi Padre que está en los cielos no te quiere muerto”
Aquel día el capitán recibiría el regalo de la salvación y se volverían grandes amigos
Al llegar a New York, Samuel pronto encontraría el camino a su destino, que resultó ser la Universidad Taylor, la cual pasaba por una crisis económica que la llevaba a cerrar pronto, y el buen Steven Merry resultó ser uno de los maestros de esa Universidad, y quien intercedería por Samuel para que fuera instruido en la Palabra y regresara a evangelizar a su gente
Al poco tiempo ahí, Samuel les contó su testimonio y el director de la Universidad escribiría un libro con su historia, cuyas copias se vendían por montón y con esto, la Universidad volvería a tener vida para educar misioneros para el mundo
Ahora Samuel era un hombre muy solicitado en diferentes partes para dar testimonio de lo que Dios había hecho en su vida, mientras estudiaba arduamente para llevar a cabo su misión de volver a África a predicar el Evangelio
Fue en una nevada, en el año de 1893, cuando al poco tiempo de planear su regreso a casa, una enfermedad de muerte cayó sobre el ahora joven Samuel Morris, quien antes de morir, y con lágrimas en los ojos diría: “no lloro de tristeza, es una alegría grande la que tengo, porque mi Padre me está llamando a casa”
Quienes presenciaron este momento, le preguntaban, pero Samuel, tu misión, ¿Qué va a pasar con ese trabajo que te encomendó Dios?, a lo que él respondió: “Si Dios me eligió para llegar hasta aquí y hacer las cosas que hice, Él escogerá a su misionero para África, porque esta es su obra”
Gracias por amarnos
Gracias por amarnos
La vida de Naaman no se resume en el milagro que recibió, sino en lo que hizo posteriormente a ser sanado de la lepra.
15 Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.
16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso.
17 Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová.
18 En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo.
19 Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra.
Pablo es conocido por haber escrito nadamas y nada menos que trece de los veintisiete libros del Nuevo Testamento, y considerado uno de los hombres que más ha impactado la vida de las personas a través de sus viajes misioneros y sus numerosas cartas para edificar a la iglesia.
Reede, el Presidente de la Universidad Taylor dijo una vez:
“Samuel Morris fue un mensajero de Dios a la Universidad Taylor y a la África; él creía que había venido a América para prepararse para su misión con su pueblo. Pero su llegada sirvió para preparar a la Universidad Taylor con todo el mundo”.
Todos los que conocieron a Samuel Morris, testificaron haber sido impactados con su gran fe en Dios, tan sublime y a la vez tan sencilla.
Gracias Dios por amarme tanto, esas palabras no las dejes de decir, pero también puedes añadir: “esta es la muestra de mi amor, saliendo a testificar, el gran amor que tienes conmigo y con el mundo”.
Gloria a Dios. AMÉN!