Jesús salvador
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Siete palabras...
Siete palabras...
Jesús caminó entre nosotros, nos mostró su gloria y maravillas. Jesús Dios, hombre, sanador y maestro pero también salvador. Estuvo dispuesto a ir a la cruz porque su plan redentor significaba el cumplimiento de las profecías pero no solo eso sino el plan de Dios para restaurar su creación.
Así que Jesús fue a la cruz. Fue colgado en un madero porque debía morir siendo inocente, como un cordero que era sacrificado para pagar por los pecados de los hombres. Solo que murió una sola vez.
Estando en la cruz, ya completando el plan, Jesús pronunció unas pocas palabras. Sus discursos más extensos ya habían pasado, ahora estaba hablando con hechos porque su cuerpo ahí colgado hablaría más que mil sermones. Así que apenas habló siete veces.
¿Pueden representar algo para nosotros esas últimas palabras? ¿Pueden tener algún valor en nuestro caminar cristiano?
Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 17: Juan (4) La muerte de Jesús, 19:28–30.
Se entiende que Jesús pronunció siete palabras desde la cruz en este orden: petición de perdón para los enemigos (Luc. 23:34); promesa al ladrón penitente (Luc. 23:43); el encargo de su madre al discípulo amado (Juan 19:26 s.); la exclamación de desolación (Mat. 27:46); el anuncio de sed (Juan 19:28); “¡Consumado es!” (Juan 19:30); y la entrega del espíritu (Luc. 23:46).
1. Perdón
1. Perdón
34 —Padre—dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
Nuestro caminar cristiano debe estar caracterizado por el perdón.
No solo los soldados o los líderes judíos pertenecían al grupo de los que “no sabían lo que hacían”. La ignorancia parece caracterizar al mundo. Estamos cegados y no queremos ver la verdad, optamos por la mentira y el engaño.
20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.
Si estamos crucificados con Cristo, ¿estamos dispuestos a perdonar?
2. Esperanza
2. Esperanza
43 —Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso—le contestó Jesús.
Las siguientes palabras de Jesús se dirigieron a un ladrón que fue colgado a su lado.
Para aquel ladrón no había condena, crítica o recriminación. Jesús le dio esperanza.
Aun en el momento de mayor colapso físico y mental Jesús pudo tener la serenidad para ver la necesidad de alguien más y animarlo.
Si estamos crucificados con Cristo, si estamos padeciendo por su causa, si estamos enfrentando momentos difíciles, ¿todavía tenemos una palabra de esperanza para quienes nos rodean?
¿Somos capaces, desde nuestra realidad, cualquiera que esta sea, de brindarle esperanza al mundo?
3. Autocontrol
3. Autocontrol
26 Cuando Jesús vio a su madre, y a su lado al discípulo a quien él amaba, dijo a su madre: —Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Jesús mira a su madre, reconoció su dolor y supo cómo ayudar. Quizás la tentación más obvia era bajarse de la cruz y evitarle el dolor a su madre, pero Jesús tenía una misión que cumplir, entonces le brindó compañía a su madre.
Las palabras de Jesús ofrecen compañía, él sabe cómo hacerlo, conocer sus posibilidades y brinda seguridad. Sabe que no es él quien debe darle esa compañía porque de hacerlo dejaría de cumplir su misión, pero provee un camino.
Cumplir nuestra misión nos enfrentará a situaciones donde las emociones nos intentarán sacar del propósito, tenemos que ejercer dominio sobre nosotros, no siendo ajenos a la situación sino brindando la ayuda que podemos brindar.
4. Desolación
4. Desolación
46 Como a las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: —Elí, Elí, ¿lama sabactani? (que significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”).
Jesús no negó su dolor o sufrimiento, él estaba consciente de lo que sentía y no reprimió sus emociones.
Si antes lo vimos en control de sus emociones no era porque las negaba sino porque las aceptaba, aquí lo vemos expresándolas.
Este grito de Jesús es un consuelo para nosotros, que tantas veces enfrentamos el dolor y la angustia. ¿Es un reclamo a Dios? ¿Tan solo una pregunta? Sea como sea, lo que Jesús hace es mostrar lo que siente.
¿Expresas tu dolor? ¿Eres capaz de reconocer que algo te duele o te afecta? Ser cristiano no te hace un robot sin sentimientos, te hace un ser humano capaz de reconocer que incluso, a veces se siente abandonado por Dios.
5. Cumplimiento
5. Cumplimiento
28 Después de esto, como Jesús sabía que ya todo había terminado, y para que se cumpliera la Escritura, dijo: —Tengo sed.
“Tengo sed” era más que un grito que respondía a una necesidad física, aunque había una deshidratación obvia por todo lo acontecido.
Este era un grito espiritual que respondía más a las escrituras que a su necesidad.
Sí, este grito revela la humanidad de Jesús, es un grito que nos recuerda que era hombre pero que en su condición humana estaba cumpliendo las escrituras.
Este era el hombre de quien se hablaba en las profecías, era el hombre que marcaría la historia, el hombre que tendría sed y no se avergonzaría de reconocerse hombre…aunque fuera Dios.
Dios conoció la bajeza humana y no se avergonzó de hacerse hombre. Él no tenía vergüenza por su creación aun conociendo los actos vergonzosos de los que él mismo había sido víctima, él tenía amor por su creación.
6. Victoria
6. Victoria
30 Al probar Jesús el vinagre, dijo: —Todo se ha cumplido. Luego inclinó la cabeza y entregó el espíritu.
¡Todo se ha cumplido! ¡Consumado es! Jesús alzó la voz y ahora sus palabras no denotan tristeza, derrota o aflicción. Las palabras de Jesús indican victoria.
Lo que Jesús está haciendo es poner el sello de “cancelado” en la factura que nos tocaba pagar a nosotros a causa de nuestro pecado.
Aquí parece que Jesús ya dijo todo lo que tenía que decir. La misión llega a su punto más dramático cuando Jesús sabe que llegó hasta el final.
Pero Jesús no está vencido en la cruz. Tampoco es malhechor que se vergüenza de su comportamiento. No mira con nostalgia como si hubiera dejado cosas sin hacer. Mucho menos siente que triunfaron sus enemigos. Jesús está alzando la voz en victoria. Él sabe que ganó.
7. Entrega
7. Entrega
Sin embargo el final no era su victoria. Jesús era demasiado íntimo con su Padre como para asumir el crédito y no reconocer que se debía a alguien más. Jesús grita en victoria pero entonces se entrega, en humildad, a su Padre.
46 Entonces Jesús exclamó con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto, expiró.
Antes había alzado la voz al cielo preguntándose por qué lo había abandonado. Aquella vez lo llama “Dios mío” pero ahora lo llama Padre. Si la frase anterior sonaba cercana esta parece íntima. Si aquella mostraba distancia esta representa intimidad.
Jesús se entrega. Victorioso. Triunfador. Dejó todo en la cruz y a la vez, lo ganó todo.
Podía ser el peor momento pero Él se entregó. Podríamos interpretarlo como el mejor momento y de igual forma se entregó.
Jesús expiró y entonces la distancia se disipó. La culpa se quitó. La deuda se pagó. En aquella cruz encuentra...
Perdón el transgresor.
Esperanza el desahuciado.
Compañía el olvidado.
Libertad el oprimido.
Valor el despreciado.
Victoria el derrotado.
Y un Padre aquel que se siente huérfano.