Como Oveja Fue Llevado al Matadero
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Introducción
Introducción
Hoy nos acercamos a este lugar para conmemorar la muerte de Jesús.
¿Qué ha representado en el pasado el viernes antes del domingo de resurrección?
Ha sido el momento en que los creyentes se han reunido para conmemorar la muerte de Jesús de entre los muertos.
Hoy nos reunimos para considerar una porción de las Escrituras para proclamar la muerte de Jesucristo como un evento histórico que vino a traer vida los que ponen su confianza en él.
Hoy recordamos este evento a través de la historia de Felipe y el etíope eunuco en Hechos 8:26:40. Consideraremos:
El encuentro con Felipe
El encuentro con el cordero
El encuentro con la vida eterna
I. El encuentro con Felipe
I. El encuentro con Felipe
La Iglesia de Cristo ha crecido. Jesús ha ascendido a los cielos y su iglesia ha sido llena del Espíritu Santo y a estado proclamando el evangelio en todo lugar.
Hechos 8 narra la historia de uno de los discípulos de Jesús del primer siglo - Felipe el diácono. La Biblia declara:
Un ángel del Señor le dijo a Felipe: «Levántate y ve hacia el sur, al camino que desciende de Jerusalén a Gaza». Este es un camino desierto.
Dios envía a Felipe a un camino lejano. De hecho, el camino a donde Dios lo envía se le describe como “un camino desierto”.
¿Qué podría esperar Felipe encontrar en un camino tan poco transitado?
Sin embargo, Dios ha hablado y Felipe no puede mas que obedecer a la orden de Dios.
Él se levantó y fue. Y había un eunuco etíope, alto oficial de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba encargado de todos sus tesoros, que había venido a Jerusalén para adorar.
Es aquí donde conocemos al personaje principal de nuestro pasaje - el eunuco etíope.
Se nos dan algunos datos acerca de esta persona.
En primer lugar, es un “alto oficial de Candace, reina de los etíopes”.
Candace no es un nombre propio sino el título de la reina madre, reina de los etíopes. Es como llamar al rey Egipcio “Faraón” o al emperador Romano “César”.
Este hombre era un persona muy importante puesto que estaba encargado de todos los tesoros del reino.
En segundo lugar, era un etíope.
En aquel tiempo esta palabra se puede referir al área del Sudan, que es uno de los países al norte de Africa.
Lo más probable es que este hombre era de piel negra pues esa zona (el moderno Sudán hasta Kartum) era poblado por la raza nubia.
En tercer lugar, era un eunuco.
El eunuco en el mundo antiguo era un hombre que se sometía a la castración.
Después de haber sido castrado se le permitía cuidar el harén del rey (donde estaban sus esposas/concubinas).
En varias culturas del mundo antiguo era una honra convertirse en eunuco ya que era algo que distinguía a la persona. Le abría las puertas a puestos de influencia en el país.
Tal vez este había sido el caso de nuestro personaje.
Por último, había ido a Jerusalén para adorar.
Esto quizá es el detalle que más nos debe sorprender.
Este hombre había viajado unas 750 millas en un carruaje jalado por un buey.
Era un viaje lento de unos 30 días de ida y otros 30 de regreso.
Es posible que este hombre haya estado fuera del reino unos tres meses - todo por ir a Jerusalén para adorar.
Este hombre ha de ver sido muy piadoso para emprender un viaje tan largo, e invertir tiempo y dinero.
Aunque este hombre no era un hebreo, había algo que lo motivaba a hacer este esfuerzo y adorar a Dios junto con el pueblo elegido de Dios.
Tal vez usted se imagina al etíope ir a Jerusalén en su carruaje escoltado por y gran séquito (acompañantes).
Tal vez imaginamos al hombre ver de lejos al monte Sión.
Su corazón empieza a palpitar porque puede ver a lo lejos, tras la montaña la ciudad de David, la ciudad del gran Rey, como la Biblia lo describe:
Hermoso en su elevación, el gozo de toda la tierra
Es el monte Sión, en el extremo norte,
La ciudad del gran Rey.
Tal vez lo imaginamos ir a los establos para comprar unos corderos o unos bueyes para llevarlos al templo para ofrecerlos a Dios como una ofrenda de olor fragante.
Pero, si así nos imaginamos a este hombre estaríamos equivocados.
No estaríamos equivocados en su deseo de estar en Jerusalén, o de llegar junto con el pueblo de Dios.
No estaríamos equivocados en su deseo de estar cerca del Dios de los hebreos.
Pero estaríamos muy equivocados si imaginamos al etíope dentro de los atrios del templo de Jerusalén, contemplando el altar de bronce, mirando al las cortinas del lugar santo, etc.
Este hombre era un eunuco.
Aunque en las demás sociedades el ser eunuco era algo especial, para la nación de Israel era todo lo contrario.
El Antiguo Testamento contiene varías leyes que Dios dio a Israel para que fueran diferentes a las demás naciones de la tierra.
Algunas leyes regulaban su alimentación y su forma de vestir.
En el Antiguo Testamento vemos que Dios había prohibido marcar el cuerpo con cicatrices o mutilarlo.
¿Y qué es lo que era este hombre? Era un eunuco. Es decir, había sido privado de parte de su cuerpo. Era un hombre mutilado. La ley declara:
»Ninguno que haya sido castrado o que tenga cortado su miembro viril entrará en la asamblea del Señor.
Así que al ser un hombre mutilado no podría entrar al templo de Dios.
El etíope habría de llegar a Jerusalén y quedarse con el deseo de estar mas cerca de Dios.
Había venido de lejanas tierras solamente para permanecer fuera del templo pues su condición, que era permanente, jamás le permitiría entrar dentro de las instalaciones del templo de Jerusalén.
Él podía ver a los adoradores entrar y salir.
Así que, aunque iba a Jerusalén con el deseo de adorar a Dios, era de de cierta manera un viaje frustrado porque jamás iba a tener el privilegio de contemplar el interior del templo y ofrecer su sacrificio a Dios.
II. El encuentro con el cordero
II. El encuentro con el cordero
Pero Dios tiene algo maravilloso preparado para el etíope.
Regresaba a su país sentado en su carruaje, y leía al profeta Isaías.
Y el Espíritu dijo a Felipe: «Ve y júntate a ese carruaje»
Cuando Felipe se acercó corriendo, le oyó leer al profeta Isaías, y le preguntó: «¿Entiende usted lo que lee?»
El eunuco le respondió: «¿Cómo podré, a menos que alguien me guíe?». E invitó a Felipe a que subiera y se sentara con él.
Felipe se acerca al carruaje y puede escuchar que el alto oficial está leyendo al profeta Isaías, en voz alta. Los antiguos leían en voz alta para beneficio de los demás ya que muchos no podían leer.
Isaías contiene 66 capítulos. Así que podría estar leyendo cualquiera de las porciones de Isaías.
Pero, el Espíritu Santo de Dios está obrando. Dios va a hacer algo en la vida de este hombre y Dios está usando a Felipe para alcanzarlo.
Felipe le pregunta si entiende lo que lee. Y el hombre responde abriendo la puerta de su corazón e invita a Felipe a que suba y lo acompañe en el camino.
El pasaje que el etíope estaba leyendo era Isaías 53:7-8, el cuerpo canto del siervo sufriente de Isaías 53.
El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era este:
«Como oveja fue llevado al matadero;
Y como cordero, mudo delante del que lo trasquila,
No abre él Su boca.
»En Su humillación no se le hizo justicia;
¿Quién contará su generación?
Porque Su vida es quitada de la tierra».
El etíope lo leía como quien lee pero sin entendimiento.
El etíope estaba confundido porque no sabe si el cordero de quien habla Isaías era Isaías mismo o alguien mas:
El eunuco le dijo a Felipe: «Le ruego que me diga, ¿de quién dice esto el profeta? ¿De sí mismo, o de algún otro?»
Pero, para Felipe y todos los demás creyentes en Jerusalén, este pasaje es como el Monte Everest del Antiguo Testamento porque no se refiere a nadie más que al Señor Jesucristo.
Por tanto la Biblia nos dice:
Entonces Felipe, comenzando con este pasaje de la Escritura, le anunció el evangelio de Jesús.
Los eventos estaban muy frescos en la mente de Felipe.
No había pasado mucho tiempo desde que en Jerusalén se había formado una turba de gente liderado por Judas el Iscariote.
Habían llegado Judas y las autoridades judías al jardín de Getsemaní para arrestar a Jesús.
Esa misma noche/madrugada Jesús sería juzgado por el sanedrín en un juicio clandestino.
Luego sería llevado ante Poncio Pilato quien no pudo entender porque es que lo acusaban de haber cometido un delito.
Finalmente se Pilato se declara libre de culpa y se lava las manos de lo que está por suceder.
Todo apunta a que él quiere dejar ir a Jesús - pero la gente quiere sangre, la gente quiere verlo muerto, la gente no quieren que lo dejen libre, prefieren que dejen libre al asesino Barrabás.
Jesús finalmente es condenado a morir:
Su espalda es latigada.
Una corona de espinas es puesta sobre su cabeza.
Le ordenan a cargar la cruz hasta el lugar de su ejecución.
Acuestan la cruz mientras y a él sobre ellas mientras clavan sus manos y pies lastimados.
Levantan la cruz.
La gente lo mira, se burla, lo escupe…y todos esperando a que finalmente muera.
Es por eso que Isaías 53, el capítulo que leía el etíope, declara:
¿Quién ha creído a nuestro mensaje?
¿A quién se ha revelado el brazo del Señor?
Creció delante de Él como renuevo tierno,
Como raíz de tierra seca.
No tiene aspecto hermoso ni majestad
Para que lo miremos,
Ni apariencia para que lo deseemos.
Fue despreciado y desechado de los hombres,
Varón de dolores y experimentado en aflicción;
Y como uno de quien los hombres esconden el rostro,
Fue despreciado, y no lo estimamos.
Ciertamente Él llevó nuestras enfermedades,
Y cargó con nuestros dolores.
Con todo, nosotros lo tuvimos por azotado,
Por herido de Dios y afligido.
Pero Él fue herido por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre Él,
Y por Sus heridas hemos sido sanados.
Todos nosotros nos descarriamos como ovejas,
Nos apartamos cada cual por su camino;
Pero el Señor hizo que cayera sobre Él
La iniquidad de todos nosotros.
Fue oprimido y afligido,
Pero no abrió Su boca.
Como cordero que es llevado al matadero,
Y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda,
Él no abrió Su boca.
Por opresión y juicio fue quitado;
Y en cuanto a Su generación, ¿quién tuvo en cuenta
Que Él fuera cortado de la tierra de los vivientes
Por la transgresión de mi pueblo, a quien correspondía la herida?
Este cordero, el varón de dolores, experimentado en quebranto, llevó nuestro pecado, llevó nuestra maldad, murió en nuestro lugar.
Murio para recibir sobre él mismo la ira de Dios por nuestro pecado.
Sufrió el castigo de Dios por nuestra maldad.
Hizo propiciación (satisfizo la ira de Dios) y expiación (quitó nuestra culpa) por nuestra maldad.
El hombre eunuco no solo tuvo un encuentro con Felipe sino que ha tenido un encuentro con Cristo Redentor.
Pudo entender el propósito por el cual Dios se hizo carne.
Pudo entender que en Cristo Dios estaba ofreciendo a la humanidad el único medio de salvación - mediante la muerte de su hijo Jesucristo.
Pudo entender que Jesús fue voluntariamente a la cruz (como oveja fue llevado al matadero, y como cordero, mudo delante del que lo trasquila, no abre él su boca).
Jesús murió voluntariamente por amor.
…y fue en ese momento en que pudo percibir el gran amor de Dios para la humanidad.
Pudo entender que no era solamente un hombre cuyo cuerpo jamás le permitiría entrada al templo de Jerusalén.
Puedo entender lo que significa ser hecho un hijo de Dios, no un hijo según la carne, sino que ha recibido el derecho de ser hecho hijo de Dios tras haber puesto su fe en Jesús.
Ha tenido un encuentro con el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
III. El encuentro con la vida eterna
III. El encuentro con la vida eterna
Oh hermanos, es maravilloso ver a una persona nacer de nuevo.
Es hermoso ver a una persona pasar de la muerte a la vida.
Es hermoso cuando somos testigos de como Dios cambia la vida del ser humano.
Este hombre ahora ha tenido un encuentro con la vida eterna.
Ve agua y pide ser bautizado en obediencia al mandamiento de Cristo.
Yendo por el camino, llegaron a un lugar donde había agua; y el eunuco dijo*: «Ahí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?»
Y Felipe le dijo: «Si usted cree con todo su corazón, puede». «Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios», respondió el eunuco.
Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, y Felipe lo bautizó.
Nunca pudo ser parte de los adoradores dentro del templo de Jerusalén.
Pero, ahora que ha conocido la salvación que ofrece Jesucristo - quiere identificarse con él.
Quiere testificar que ahora él es de Cristo y que Cristo es de él.
Pero, veamos lo que dice la Biblia acerca de nuestro viajero:
Al salir ellos del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y no lo vio más el eunuco, que continuó su camino gozoso.
Su vida jamás será igual.
Ahora su vida ha sido llena del gozo que solo Dios puede traer al alma cansada y sedienta.
Ha recibido el gozo de la salvación.