PREDICA A TIEMPO Y FUERA DE TIEMPO
2 Timoteo 4: 1- 8
1Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 5Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
6Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. 7He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
MIREMOS DE CERCA NUESTRO PASAJE:
LA RAZÓN DEL PORQUE TIMOTEO DEBE SER DILIGENTE EN LA OBRA DE PREDICAR:
3.- OTROS QUE SIGUIERON PREDICANDO:
El cambio, es decir, la remoción de Pablo de este mundo al otro, estaba muy cercano y era inminente, y el apóstol estaba plenamente consciente de él; con todo, miraba al pasado con calmada satisfacción, miraba al futuro con una dulce seguridad y miraba a su entorno con el más profundo interés en la misión que había absorbido su vida. Como habrán notado mientras leíamos el capítulo, en su caso “la pasión dominante era potente en la muerte.” Escribiendo la que muy bien sabía que sería la última carta que escribiría jamás, su principal tópico es el cuidado por la iglesia de Dios—ansiedad por la promoción de la verdad—y celo por el progreso del Evangelio. Cuando muera y abandone el puesto de servicio, la escena de sufrimiento y el campo de actividad, ¿a quién le quedará el manto? Pablo desea encontrar en Timoteo a un digno sucesor, poseedor de una sólida fe, de un sincero corazón y, además, de un intrépido valor, alguien que blandiera la espada y sostuviera el estandarte una vez que su mano quedara paralizada por la muerte
Prioridades en su mente son la prosperidad de la iglesia cristiana y el progreso de la santa causa del Evangelio. ¡Oh, que viviéramos enteramente para Cristo y muriéramos también para Él! Que esto fuera siempre primordial en nuestros pensamientos: “¿Cómo puedo hacer progresar el reino de nuestro Señor y Salvador? ¿Por qué medios puedo bendecir a Su iglesia y a Su pueblo?”
2.- Agrégate a la lista de aquellos que Predican a tiempo y fuera de tiempo:
Pero si el tiempo de mi partida está cercano y estoy satisfecho porque todo está bien conmigo, ¿no hay para mí un llamado para hacer todo lo que pueda por mi casa? Padre, el tiempo de tu partida está cercano. ¿No es salva tu esposa? ¿Pasará otra noche sin que le hables amorosamente de su alma? Esos amados muchachos ¿no son regenerados? ¿Es todavía negligente esa muchacha? Él tiempo de tu partida está cercano. Tú puedes hacer un poco más por los muchachos y por las muchachas. Puedes hacer un poco más por la esposa y por el hermano. ¡Oh, haz lo que puedas ahora! Hermana, tú estás tísica; pronto habrás partido. Tú eres la única cristiana en la familia. Dios te envió allí para que fueras una misionera. Que no tengas que decir, cuando te estés muriendo: “La última esperanza de mi familia se está desvaneciendo, pues no me he preocupado por sus almas.” Jefes, ustedes tienen subalternos en torno suyo y pronto serán llevados de aquí. ¿No harán algo por las almas de ellos? Yo sé que si hubiese una madre que está a punto de irse a Australia, y tuviera que dejar a algunos de sus hijos, se inquietaría si pensara: “No he hecho todo lo que necesitaría hacer por mis pobres hijos. ¿Quién se preocupará por ellos ahora que su madre se marcha?” ¡Bien, pero haber descuidado algo necesario para su comodidad temporal sería poco en comparación con no haberse preocupado por sus almas! ¡Oh, no permitan que así suceda! Que no sea una espina en su almohada mortuoria el hecho de que incumplieron las obligaciones con sus parientes mientras tuvieron una oportunidad. “El tiempo de mi partida está cercano.”
Que se me permita intentar concluir todo mi trabajo, no sólo en relación a mi deber para con mi familia, sino con respecto a todo el mundo hasta donde mi influencia o habilidad pudieran alcanzar. Ricos, sean sus propios albaceas. Hagan lo que puedan con su riqueza mientras la posean. Hombres de talento, hablen por Jesús antes de que su lengua ya no pueda articular nada y se convierta en una pieza de arcilla. George Whitefield nos proporciona un fino modelo de esta consistencia uniforme. Él era tan ordenado y preciso en sus hábitos y tan escrupuloso y santo en su vida, que solía decir que no le gustaría retirarse a la cama para dormir si hubiera un par de guantes en la casa que estuvieran fuera de lugar, y mucho menos si algo que hubiera querido hacer estuviera pendiente, o si alguna parte de su deber estuviere incumplido hasta donde él supiera. Deseaba que todo estuviera bien, y deseaba estar plenamente preparado para cualquier cosa que pudiera suceder, de tal manera que, si no se despertara nunca de los sueños de la noche, nadie tendría una causa para achacarle algo que hubiera dejado sin hacer, que implicara un problema innecesario para su esposa o para sus hijos. Tal cuidado puesto sobre lo que algunos considerarían como nimiedades es un hábito digno de nuestra imitación. La principal obra de la vida podría ser arruinada tristemente por una negligencia en las cosas pequeñas. Esta es una impactante prueba del carácter. “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.” ¡Oh, entonces, el tiempo vuela y la diligencia es urgente; recoge tus pensamientos, aviva tus manos, apresura tu paso, pues Dios te manda que te apresures! Si tienes algo que hacer, has de hacerlo pronto. Las ruedas de la eternidad están chirriando detrás de ti. ¡Acelera tu paso! Si has de correr una carrera has de correrla rápido, pues Muerte pronto te alcanzará. Ya casi puedes sentir el cálido aliento del caballo blanco de Muerte en tus mejillas. Oh, Dios, ayúdanos a hacer algo antes que nos vayamos de aquí y no seamos vistos más. Fue algo grande de parte del apóstol que al mismo tiempo que dijera: “El tiempo de mi partida está cercano,” dijera también: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.” Que podamos decir lo mismo cuando llegue el tiempo de nuestra partida.