El desconocido en el camino

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Jesús venció a la muerte, y aún hoy se manifiesta a nuestras vidas para transformarnos y dirigirnos en su voluntad

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Lucas 24:13–35 RVR60
13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. 15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. 17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. 22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; 23 y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. 24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. 25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. 28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? 33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
Lucas 24:13–35 NVI
13 Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. 14 Iban conversando sobre todo lo que había acontecido. 15 Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; 16 pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados. 17 —¿Qué vienen discutiendo por el camino?—les preguntó. Se detuvieron, cabizbajos; 18 y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente? 19 —¿Qué es lo que ha pasado?—les preguntó. —Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. 20 Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron; 21 pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto. 22 También algunas mujeres de nuestro grupo nos dejaron asombrados. Esta mañana, muy temprano, fueron al sepulcro 23 pero no hallaron su cuerpo. Cuando volvieron, nos contaron que se les habían aparecido unos ángeles quienes les dijeron que él está vivo. 24 Algunos de nuestros compañeros fueron después al sepulcro y lo encontraron tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron. 25 —¡Qué torpes son ustedes—les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! 26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? 27 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. 28 Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos. 29 Pero ellos insistieron: —Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche. Así que entró para quedarse con ellos. 30 Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. 32 Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras? 33 Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos. 34 «¡Es cierto!—decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón.» 35 Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.
Lucas 24:13–35 NTV
13 Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban camino al pueblo de Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén. 14 Al ir caminando, hablaban acerca de las cosas que habían sucedido. 15 Mientras conversaban y hablaban, de pronto Jesús mismo se apareció y comenzó a caminar con ellos; 16 pero Dios impidió que lo reconocieran. 17 Él les preguntó: —¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino? Se detuvieron de golpe, con sus rostros cargados de tristeza. 18 Entonces uno de ellos, llamado Cleofas, contestó: —Tú debes de ser la única persona en Jerusalén que no oyó acerca de las cosas que han sucedido allí en los últimos días. 19 —¿Qué cosas? —preguntó Jesús. —Las cosas que le sucedieron a Jesús, el hombre de Nazaret —le dijeron—. Era un profeta que hizo milagros poderosos, y también era un gran maestro a los ojos de Dios y de todo el pueblo. 20 Sin embargo, los principales sacerdotes y otros líderes religiosos lo entregaron para que fuera condenado a muerte, y lo crucificaron. 21 Nosotros teníamos la esperanza de que fuera el Mesías que había venido para rescatar a Israel. Todo esto sucedió hace tres días. 22 »No obstante algunas mujeres de nuestro grupo de seguidores fueron a su tumba esta mañana temprano y regresaron con noticias increíbles. 23 Dijeron que el cuerpo había desaparecido y que habían visto a ángeles, quienes les dijeron, ¡que Jesús está vivo! 24 Algunos de nuestros hombres corrieron para averiguarlo, y efectivamente el cuerpo no estaba, tal como las mujeres habían dicho. 25 Entonces Jesús les dijo: —¡Qué necios son! Les cuesta tanto creer todo lo que los profetas escribieron en las Escrituras. 26 ¿Acaso no profetizaron claramente que el Mesías tendría que sufrir todas esas cosas antes de entrar en su gloria? 27 Entonces Jesús los guió por los escritos de Moisés y de todos los profetas, explicándoles lo que las Escrituras decían acerca de él mismo. 28 Para entonces ya estaban cerca de Emaús y del final del viaje. Jesús hizo como que iba a seguir adelante, 29 pero ellos le suplicaron: «Quédate con nosotros esta noche, ya que se está haciendo tarde». Entonces los acompañó a la casa. 30 Al sentarse a comer, tomó el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos. 31 De pronto, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Y, en ese instante, Jesús desapareció. 32 Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». 33 En menos de una hora, estaban de regreso a Jerusalén. Allí encontraron a los once discípulos y los otros que se habían reunido con ellos, 34 quienes decían: «¡El Señor ha resucitado de verdad! Se le apareció a Pedro». 35 Luego los dos de Emaús les contaron cómo Jesús se les había aparecido mientras iban por el camino y cómo lo habían reconocido cuando partió el pan.
Lucas 24:13–35 NBLA
13 Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén. 14 Conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que habían acontecido. 15 Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados para que no lo reconocieran. 17 Y Él les dijo: «¿Qué discusiones son estas que tienen entre ustedes mientras van andando?». Y ellos se detuvieron, con semblante triste. 18 Uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: «¿Eres Tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?» 19 «¿Qué cosas?», les preguntó Jesús. Y ellos le dijeron: «Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron a sentencia de muerte y lo crucificaron. 21 »Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron. 22 »Y también algunas mujeres de entre nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, 23 y al no hallar Su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía. 24 »Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también las mujeres habían dicho; pero a Él no lo vieron» 25 Entonces Jesús les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 »¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en Su gloria?». 27 Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras. 28 Se acercaron a la aldea adonde iban, y Él hizo como que iba más lejos. 29 Y ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. 30 Al sentarse a la mesa con ellos, Jesús tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos. 32 Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?» 33 Levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos, 34 que decían: «Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón» 35 Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
A veces me pregunto como titular los diferentes pasajes de la Biblia. Este pasaje es presentado como “En el camino a Emaús” por la RVR60 y “De camino a Emaús” en la NVI. Personalmente siento la tentación de presentarlo como “Un encuentro con Jesús”, pero me enfrento al obstáculo de que hay varios encuentros con Jesús en el Nuevo Testamento, aunque no cabe duda de que este fue bien particular, especial.
Los protagonistas de este evento son “dos de ellos”. Lucas se refiere a dos de los discípulos. El grupo de los seguidores de Jesús durante su ministerio no se limitaba a los que conocemos como apóstoles, que eran doce. En el libro de Hechos, el propio Lucas nos informa que había unos ciento veinte reunidos en el momento del derramamiento del Espíritu Santo el día de Pentecostés, un poco más de un mes después de este acontecimiento. Durante el ministerio del Maestro hubieron unas cuántas personas que se comprometieron con Él, creyendo en su evangelio y en su persona. Podemos decir que Nicodemo, José de Arimatea, Lázaro y sus hermanas, y unos cuántos anónimos para nosotros se cuentan dentro de ese grupo.
Consideremos el momento histórico en que se produce esta situación.
Lucas 24:13 RVR60
13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén.
Lucas 24:13 NVI
13 Aquel mismo día dos de ellos se dirigían a un pueblo llamado Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.
Lucas 24:13 NTV
13 Ese mismo día, dos de los seguidores de Jesús iban camino al pueblo de Emaús, a unos once kilómetros de Jerusalén.
Lucas 24:13 NBLA
13 Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba como a once kilómetros de Jerusalén.
Aquel mismo díaes una referencia al día de la resurrección, el tercer día luego de la crucifixión y muerte de Jesús.
¿Qué habían estado viviendo los discípulos de Jesús en ese tiempo? Aquellos tres años del ministerio terrenal del Maestro son difíciles de describir en términos humanos. ¿Te imaginas lo que habrá significado para aquellos hombres y mujeres escuchar en primera fila las enseñanzas, ser testigos presenciales de los milagros, observar a Jesús enfrentar a los opositores y acompañarlo en los poderosos momentos de su vida? Aquella gente sí que podría haber tenido varias conversaciones en las que habrían comentado lo especial y diferente que había sido encontrar a Jesús. Además, habían entendido que Jesús era el Enviado, el Mesías, aquel que Dios enviaba para redimir a su pueblo. Jesús no era “un maestro más”, un buen hombre o “uno de los profetas”. Jesús era aquel, único y especial, a quien Dios había prometido enviar, y que ellos estaban teniendo el privilegio de acompañar.
Pero entonces vinieron a Judea, se metieron en Jerusalén. El impacto inicial también fue poderoso y asombroso, porque pudieron presenciar el recibimiento especial de todo el pueblo, mientras le cantaban alabanzas anunciándolo como el heredero de las promesas a David, echando ramas y telas ante su paso. Eso fue el inicio de la semana, pero todo cambiaría muy rápido. Pronto llegaría la noche de la última cena, el arresto en el Huerto de Getsemaní, el juicio nocturno, la condena pública frente a Poncio Pilato, y entonces la crucifixión. ¿Puedes captar aunque sea un poco del impacto emocional que aquellos discípulos experimentaron ante esos eventos?
No sé si te ha ocurrido personalmente algo que se parezca a aquello. ¿Puedes identificarte con este pasar de la máxima celebración que hayas experimentado a el impacto que solamente la muerte - y una muerte violenta e injusta - puede producir?
Esto es lo que llenaba el corazón de aquellos discípulos, que por algún motivo viajaban a Emaús y que no podían dejar de hablar de aquello mientras caminaban. Has tenido días así. Algo ocurre y sientes que necesitas compartirlo, necesitas procesarlo mientras hablas de ello. Les surgirían muchas preguntas: ¿Cómo podía haber ocurrido? ¿Cómo fue posible que Jesús, tan lleno de autoridad y poder - habían visto ese poder, habían percibido esa autoridad - se dejara atrapar tan mansamente por aquellos jueces injustos? Probablemente fueran hablando de algo de eso en el camino cuando algo inesperado pero normal sucedió: se les unió un desconocido.
Lucas 24:15–16 RVR60
15 Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. 16 Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.
Lucas 24:15–16 NVI
15 Sucedió que, mientras hablaban y discutían, Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos; 16 pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados.
Lucas 24:15–16 NTV
15 Mientras conversaban y hablaban, de pronto Jesús mismo se apareció y comenzó a caminar con ellos; 16 pero Dios impidió que lo reconocieran.
Lucas 24:15–16 NBLA
15 Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados para que no lo reconocieran.
El relato nos explica que “Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos”. La iniciativa la tomó el Señor, no ellos. El mismo Jesús estaba a su lado, caminando con ellos, aunque ellos no eran capaces de percibirlo en aquel momento - “pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados”.
Jesús se presentó para sanarlos, para enseñarles lo que no habían comprendido antes, para revelarles la verdad como nunca antes la habían entendido. Y ellos, en ese momento, no lo percibieron. Pero Jesús, de todas maneras, tocaría sus corazones con su revelación.
El Maestro les pregunta de qué venían discutiendo, quería participar de aquella conversación, porque tenía mucho que decir al respecto. Lucas registra que fue Cleofas quien tomó la palabra (probablemente Lucas se haya entrevistado con él). ¿Cómo alguien podía preguntar algo que para ellos era tan grande, tan evidente, tan conocido? La pregunta de Jesús, “¿Qué es lo que ha pasado?”, era la oportunidad exacta para que aquellos hombres impactados por los acontecimientos soltaran lo que llenaba sus corazones.
Observa cuidadosamente cómo describieron a Jesús.
Lucas 24:17–20 RVR60
17 Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? 18 Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron.
Lucas 24:17–20 NVI
17 —¿Qué vienen discutiendo por el camino?—les preguntó. Se detuvieron, cabizbajos; 18 y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: —¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente? 19 —¿Qué es lo que ha pasado?—les preguntó. —Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. 20 Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron;
Lucas 24:17–20 NTV
17 Él les preguntó: —¿De qué vienen discutiendo tan profundamente por el camino? Se detuvieron de golpe, con sus rostros cargados de tristeza. 18 Entonces uno de ellos, llamado Cleofas, contestó: —Tú debes de ser la única persona en Jerusalén que no oyó acerca de las cosas que han sucedido allí en los últimos días. 19 —¿Qué cosas? —preguntó Jesús. —Las cosas que le sucedieron a Jesús, el hombre de Nazaret —le dijeron—. Era un profeta que hizo milagros poderosos, y también era un gran maestro a los ojos de Dios y de todo el pueblo. 20 Sin embargo, los principales sacerdotes y otros líderes religiosos lo entregaron para que fuera condenado a muerte, y lo crucificaron.
Lucas 24:17–20 NBLA
17 Y Él les dijo: «¿Qué discusiones son estas que tienen entre ustedes mientras van andando?». Y ellos se detuvieron, con semblante triste. 18 Uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: «¿Eres Tú el único visitante en Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?» 19 «¿Qué cosas?», les preguntó Jesús. Y ellos le dijeron: «Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los principales sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron a sentencia de muerte y lo crucificaron.
“Lo de Jesús de Nazaret. Era un profeta, poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo. Los jefes de los sacerdotes y nuestros gobernantes lo entregaron para ser condenado a muerte, y lo crucificaron; ...”
“De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron”.
La exactitud de esta descripción es maravillosa.
Esto nos habla de cómo veían a Jesús aquellos discípulos. ¿Qué era Jesús para ellos? Seguramente no podían explicar mucho de lo que habían visto en Jesús, y esta era su manera de expresarlo. Sabían que no era “normal”, y su manera de expresarlo era que era “profeta”.
Profeta
Poderoso en obras
Poderoso en palabras
Luego describen su perspectiva de lo que sucedió. Esta es la contraparte de todo el poder, la gracia y el amor que Jesús vino a transmitir. Cleofas describe la maldad, la injusticia.
Quienes. Primero detalla quienes “lo hicieron”. Fueron “los jefes de los sacerdotes, y nuestros gobernantes”.
Ellos “lo entregaron”, refiriéndose a que pusieron a Jesús en manos de Poncio Pilato, a quien colocaron bajo presión para que determinara la condena a muerte de Jesús. Esas palabras suenan a decepción: los que tendrían que haber ejercido justicia, los que tendrían que haber acercado al pueblo a Dios, habían hecho todo lo contrario.
Eso derivó en “lo peor”. La entrega fue para que fuera condenado a muerte, “y lo crucificaron”. Esas palabras implican dolor, confusión, decepción.
La siguiente frase es muy reveladora:
Lucas 24:21 RVR60
21 Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido.
Lucas 24:21 NVI
21 pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel. Es más, ya hace tres días que sucedió todo esto.
Lucas 24:21 NTV
21 Nosotros teníamos la esperanza de que fuera el Mesías que había venido para rescatar a Israel. Todo esto sucedió hace tres días.
Lucas 24:21 NBLA
21 »Pero nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Además de todo esto, este es el tercer día desde que estas cosas acontecieron.
“...pero nosotros abrigábamos la esperanza de que era él quien redimiría a Israel.”
“Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel...”
Las personas llegan a Jesús con diferentes expectativas y diferentes percepciones del impacto de su persona y obra. Aquellos discípulos:
Sabían que el Mesías había sido prometido. Tenían presentes las profecías y las promesas de Dios.
Creían que Jesús era el Mesías. Habían entendido que Él era el enviado de Dios.
Todo eso suena muy bien, así que, ¿qué hay de malo en esta declaración?
¿Tú también observaste el tiempo pasado en la conjugación del tiempo “esperar”?
Sí, ellos dijeron “esperábamos”. Podría también traducirse como “teníamos la esperanza”. Cuando tú anuncias que “esperabas” algo, lo más probable es que ya no lo esperes.
Lo que Cleofas y su amigo estaban diciendo era que la crucifixión y muerte de Jesús había echado a volar la esperanza que tenían. Es que, como todos sabemos, la muerte es algo definitivo, determinante, concluyente. No es en vano que muchos repiten el argumento de que “mientras hay vida, hay esperanza”. Pero, ¿qué podían esperar ahora estos hombres que esperaban que Jesús se levantara como el nuevo gobernante de Israel, que lo sacaría del sometimiento ante el Imperio Romano y lo colocaría en una posición de privilegio ante el resto de las naciones?
Hay situaciones en la vida que pueden tener el potencial de robarnos la esperanza. La muerte es muy poderosa para eso, y podemos llegar a pensar que ya todo está perdido, que no se puede hacer nada, que solo queda esperar la derrota final. Pero Jesús lo cambia todo.
Jesús no solamente “era el que había de redimir a Israel”. Jesús es el que redime a Israel, y a todo el que cree en Él. Y cuando decae nuestra fe, cuando se despedaza nuestro concepto del cumplimiento de las promesas de Dios, Jesús se levanta para defendernos y para devolvernos la confianza en Él.
Los discípulos también fueron concretos en señalar cuánto tiempo hacía desde la crucifixión (aquel era el tercer día), y relataron lo que pasó con las mujeres que fueron a la tumba al amanecer de aquel día. Se concretaron a presentar los hechos, sin interpretación, y sin mencionar la posibilidad de que el Maestro se hubiera levantado de entre los muertos.
No se esperaban la reprensión que recibirían a continuación:
Lucas 24:25–27 RVR60
25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.
Lucas 24:25–27 NVI
25 —¡Qué torpes son ustedes—les dijo—, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! 26 ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria? 27 Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras.
Lucas 24:25–27 NTV
25 Entonces Jesús les dijo: —¡Qué necios son! Les cuesta tanto creer todo lo que los profetas escribieron en las Escrituras. 26 ¿Acaso no profetizaron claramente que el Mesías tendría que sufrir todas esas cosas antes de entrar en su gloria? 27 Entonces Jesús los guió por los escritos de Moisés y de todos los profetas, explicándoles lo que las Escrituras decían acerca de él mismo.
Lucas 24:25–27 NBLA
25 Entonces Jesús les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! 26 »¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara en Su gloria?». 27 Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras.
¡Qué torpes son ustedes, y qué tardos de corazón para creer todo lo que han dicho los profetas! ¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?
¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria?
No era la primera vez que Jesús lamentaba la falta de entendimiento. (Mateo 17.17 y el resto de los sinópticos en ocasión de la sanidad del joven con epilepsia, poseído). La vista espiritual de los discípulos era bien corta, tal como la nuestra hoy en día. Tal como ellos, podríamos darnos por derrotados cuando Dios solamente está preparando una victoria épica, más allá de la muerte.
Lucas 24:28–31 RVR60
28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista.
Lucas 24:28–31 NVI
28 Al acercarse al pueblo adonde se dirigían, Jesús hizo como que iba más lejos. 29 Pero ellos insistieron: —Quédate con nosotros, que está atardeciendo; ya es casi de noche. Así que entró para quedarse con ellos. 30 Luego, estando con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31 Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció.
Lucas 24:28–31 NTV
28 Para entonces ya estaban cerca de Emaús y del final del viaje. Jesús hizo como que iba a seguir adelante, 29 pero ellos le suplicaron: «Quédate con nosotros esta noche, ya que se está haciendo tarde». Entonces los acompañó a la casa. 30 Al sentarse a comer, tomó el pan y lo bendijo. Luego lo partió y se lo dio a ellos. 31 De pronto, se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Y, en ese instante, Jesús desapareció.
Lucas 24:28–31 NBLA
28 Se acercaron a la aldea adonde iban, y Él hizo como que iba más lejos. 29 Y ellos le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. 30 Al sentarse a la mesa con ellos, Jesús tomó pan, y lo bendijo; y partiéndolo, les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos y lo reconocieron; pero Él desapareció de la presencia de ellos.
Cleofas y su amigo recibieron el regaño de sus vidas, de boca del desconocido del camino. Les enseñó lo que decía la Biblia, y les hizo entender que la perspectiva que habían tenido del Mesías hasta ese momento era equivocada. No se trataba de un gobernante político ni de un general violento.
No dice que ellos hayan reaccionado ante las palabras del desconocido, pero al llegar a la ciudad lo invitaron a quedarse con ellos. Entonces, en aquel gesto de bendecir el pan y partirlo, se les abrieron los ojos.
…mas ñel se desapareció de su vista.
¿Te puedes identificar con un momento así, en el que contienes el aliento y abres los ojos lo más grandes que puedes al notar algo muy importante que no habías percibido hasta entonces?
¡Habían venido caminando con Jesús todo aquel tiempo! ¡Habían venido escuchando la enseñanza de Jesús una vez más!
Ese “darse cuenta”, ese “momento de revelación” es lo que tú y yo también necesitamos.
NO TENEMOS UN SALVADOR Y SEÑOR MUERTO.
LA TUMBA NO PUDO CON ÉL.
JESÚS ESTÁ VIVO Y SE MANIFIESTA A NUESTRAS VIDAS TAMBIÉN.
¿Alguna vez has interactuado con un desconocido quien de alguna manera te haya ayudado, te haya enseñado algo, y que luego nunca volviste a ver?
Tal vez te pueda pasar como a aquellos.
Lucas 24:32 RVR60
32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
Lucas 24:32 NVI
32 Se decían el uno al otro: —¿No ardía nuestro corazón mientras conversaba con nosotros en el camino y nos explicaba las Escrituras?
Lucas 24:32 NTV
32 Entonces se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?».
Lucas 24:32 NBLA
32 Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?»
Un profundo temor de Dios debe llenar nuestros corazones al considerar estos hechos.
Lucas 24:33–35 RVR60
33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
Lucas 24:33–35 NVI
33 Al instante se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén. Allí encontraron a los once y a los que estaban reunidos con ellos. 34 «¡Es cierto!—decían—. El Señor ha resucitado y se le ha aparecido a Simón.» 35 Los dos, por su parte, contaron lo que les había sucedido en el camino, y cómo habían reconocido a Jesús cuando partió el pan.
Lucas 24:33–35 NTV
33 En menos de una hora, estaban de regreso a Jerusalén. Allí encontraron a los once discípulos y los otros que se habían reunido con ellos, 34 quienes decían: «¡El Señor ha resucitado de verdad! Se le apareció a Pedro». 35 Luego los dos de Emaús les contaron cómo Jesús se les había aparecido mientras iban por el camino y cómo lo habían reconocido cuando partió el pan.
Lucas 24:33–35 NBLA
33 Levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los once apóstoles y a los que estaban con ellos, 34 que decían: «Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón» 35 Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Inmediatamente se convirtieron en testigos, y encontraron a otros testigos. Jesús estaba edificando la fe de sus discípulos con su resurrección.
Pero entonces,
Lucas 24:36–37 RVR60
36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu.
Lucas 24:36–37 NVI
36 Todavía estaban ellos hablando acerca de esto, cuando Jesús mismo se puso en medio de ellos y les dijo: —Paz a ustedes. 37 Aterrorizados, creyeron que veían a un espíritu.
Lucas 24:36–37 NTV
36 Entonces, justo mientras contaban la historia, de pronto Jesús mismo apareció de pie en medio de ellos. «La paz sea con ustedes», les dijo.37 Pero todos quedaron asustados y temerosos; ¡pensaban que veían un fantasma!
Lucas 24:36–37 NBLA
36 Mientras ellos relataban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: «Paz a ustedes». 37 Pero ellos, aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu.
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