Del Temor a la Paz

Semana Santa 2022   •  Sermon  •  Submitted
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La Autoridad es con el propósito de proclamar SU Evangelio

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Del temor a la Paz
Hay sentimientos que son generales en el ser humano, o sea que todos los experimentamos: alegría, sufrimiento, dolor, miedo. Creo que la mayoría los hemos sentido.
Lo que provoca esos sentimientos cambia de persona a persona: En una familia, el hecho que se vaya el internet provoca diferentes sentimientos a los abuelos, los padres y a los hijos. Tú tienes tu propia historia de algunas de esas emociones. Algunas las puedes recordar y te da risa, otras más, las recuerdas y continúa la misma emoción de ese momento. Tienes tus propias historias con todas esas emociones agradables y algunas no tan agradables.
Cuando algo te da miedo ¿qué haces para calmarte? Intentas hacerte el fuerte, pensar que todo pronto pasará y algunas veces funciona por un rato. O quizá te apoyas en alguien más que sea “menos” miedoso que tú. ¿Cómo quitar ese miedo que paraliza? Cualquiera sea tu situación, ya sea por una enfermedad, un problema familiar, el negocio que va mal; de eso hablaremos, cómo pasar del temor a la paz y podemos hablar de este tema ¡por que Jesús ha resucitado!
En la historia de Jesús y sus discípulos, también vemos esas emociones; en una semana los discípulos pasaron de la alegría al ver a Jesús entrar a Jerusalén y ser recibido como rey, con palmas y cantos a ver a su líder ser torturado, tratado injustamente. Vieron a quién consideraron Mesías padecer dolor cuando lo vieron morir en la cruz. Todos sus sueños y creencias se cayeron a pedazos. Tuvieron miedo cuando supieron que ellos serían los próximos en ser perseguidos.
Ese miedo que sientes al saber que habrá un desenlace inevitable, cuando tienes que abrir tu corazón y confesar, cuando sabes que mañana te dirán el diagnóstico del examen, cuando sabes que tienes que pagar esa deuda y no hay dinero, cuando a pesar del tratamiento la salud no mejora. Cuando creíste una promesa de parte de Dios y aún no se cumple, miedo cuando los años pasan y no tienes nadie con quien compartir tus sueños o ese dolor y sufrimiento.
Así están estos hombres. Es el primer día de la semana: domingo. Están encerrados, escondidos, pensando en lo que sucederá el día siguiente. Jesús, su líder ha muerto. Se preguntan ¿qué hacer? ¿tienen que salir de la ciudad? Seguramente han estado orando. Quizá se preguntan si Jesús, después de todo, no es el Hijo de Dios. Pero siguen creyendo en Dios y esperando al Mesías. En las últimas horas han escuchado rumores de que Jesús está vivo, algunas mujeres dicen que lo han visto. En ese momento están escuchando el relato de 2 amigos que vienen de Emaús.
Al reunir la información de los evangelios, puedes trazar la cronología de ese día que Jesús se levantó de la muerte. Se le apareció a María Magdalena, después a Cleofas y un amigo en el camino a Emaús, después a Pedro. Juan el narrador nos dice que es el primer día, pero oficialmente ya es el segundo día. El sol se ha metido.
Las noticias del día empiezan con el reporte de María Magdalena que ha platicado con Jesús, al principio pensó que era el cuidador de huerto, pero Jesús la llama por su nombre y le dice que vaya a avisar a sus hermanos, pues ÉL ya va al Padre. Jesús se queda 40 días más entre ellos.
Para entonces ya estaban cerca de Emaús y del final del viaje. Jesús hizo como que iba a seguir adelante, pero ellos le suplicaron: «Quédate con nosotros esta noche, ya que se está haciendo tarde». Entonces los acompañó a la casa.” (Lucas 24:28–29, NTV)
Pero regresemos y veamos cómo empieza la historia de hoy:
Ese domingo, al atardecer, los discípulos estaban reunidos con las puertas bien cerradas porque tenían miedo de los líderes judíos. De pronto, ¡Jesús estaba de pie en medio de ellos! «La paz sea con ustedes», dijo.” (Juan 20:19, NTV)
Ya casi es media noche, Jesús llega y sin tocar la puerta, aparece en medio de ellos. En otras veces Jesús ha desaparecido o ha cubierto los ojos de los demás para que no lo puedan ver.
Aquí es diferente, Jesús ha tenido una transformación de lo temporal a lo eterno, de lo físico a lo espiritual. Y estos hombres están a punto de tener otra transformación, van a pasar de ser un grupo temeroso a ser uno lleno de valor, pasarán de ser espectadores a ser los protagonistas, que narran su testimonio. Están a la espera de una transformación aún en medio del temor a la Paz.
Creían que las puertas cerradas los pueden proteger de los religiosos judíos, pero eso no los aísla, no puede dejar fuera a su Señor.
De la misma forma, quizá crees que el miedo, la vergüenza te pueda aislar, y que mientras estés bien escondido nada te pasará, pero Dios tiene la forma de llegar al lugar más escondido.
El grupo está formado por los discípulos y algunas mujeres, todos están con ansiedad, miedo y dudas de si su Señor en realidad ha resucitado. Tomás no está presente. Algunos estudiosos dicen que están en el mismo lugar donde tuvieron la última cena. Es una reunión privada, no se atrevían a aparecer en público. Las puertas están cerradas, sólo los íntimos, los cercanos saben dónde están. Estas ovejas han sido dispersadas, pues su pastor había sido herido.
Jesús se aparece en medio de ellos y lo primero que dice es: ¡Shalom! Paz. ¿Acaso no es eso lo primero que queremos escuchar cuando tienes miedo? Ten paz ¡SOY YO!
Tienen miedo, y no es para menos. Varios de ellos abandonaron a Jesús cuando estaba en la cruz, y ahora, ese Jesús está ahí enfrente de ellos, en forma corpórea, no espiritual. Un evangelio dice que pidió algo de comer y le dieron un pescado asado a las brasas. ¡qué hará Jesús! ¿les va a reprochar? ¿los va a regañar?
Ven su rostro, no cabe duda ¡es el mismo Jesús! Oyen Su voz y la reconocen, ven su sonrisa y se les ilumina el rostro, es verdad. Tienen muchas preguntas dudas, miedo, pero es Jesús, y está ahí, en medio de ellos.
Eso les da consuelo, porque no importa si estamos reunidos 3 o 7 en una casa, una cama de hospital, una celda, en el baño ¡no hay cerraduras que puedan impedir la presencia de nuestro Señor Jesús! Incluso, si estás encerrado en ti mismo, en tu silencio. ¡ÉL puede llegar!
Quizá no te has aislado físicamente, pero tu corazón ha estado duro por mucho tiempo, y aunque estás aquí, es por costumbre, tradición, o temor. Dios quiere llegar a ese corazón duro, aunque tengas miedo. Si quieres tener paz y dejar de buscar, lo mejor que puedes hacer es ¡recibirlo! Quizá los discípulos recuerdan esas palabras que Jesús les dijo unos días antes:
»Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.” (Juan 14:27, NTV)
Al ver su situación, creo que nosotros tampoco tendríamos paz ¿qué pasaría si se corre el rumor de la resurrección de Jesús? ¿cómo lo estarías esperando? ¿avergonzado, temeroso? Con miedo que te recrimine por ser débil, por no haberlo esperado fuera de la tumba, por tener miedo, aun cuando ÉL te dijo que todo estará bien.
¿Cómo reaccionarías si de repente Jesús se te aparece hoy? ¡Jesús qué bueno que vienes! ¡estoy listo para irme contigo! O quizá le dirías: Señor, me hubieras avisado, habría limpiado mi vida, que diga mi casa.
Pero, así como en una ocasión calmó las olas del mar de Galilea, ahora calma sus corazones temerosos y les quita el miedo ¡La Paz sea con ustedes! Inmediatamente se llenan de alegría:
Mientras hablaba, les mostró las heridas de sus manos y su costado. ¡Ellos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor!” (Juan 20:20, NTV
Les muestra las heridas como para que no duden que es ÉL, para que no crean que es una ilusión o visión colectiva. Les muestra esas heridas que son prueba de Su victoria sobre la muerte. Por esas heridas es que les puede dar paz, la paz que les había prometido. Tienen la certeza que es Jesús, no es alguien que se parece, tiene un cuerpo real, manos, costado.
Por esas heridas hemos sido sanados ¡Shalom! Esas heridas quedaron como prueba de Su resurrección, es como la herida del guerrero que regresa de la batalla y las muestra como evidencia del triunfo. Esas heridas muestran que es ÉL quien ha derrotado al demonio, al pecado, la muerte, todo eso en la Cruz del Calvario.
Estos hombres que no creyeron las palabras de las mujeres, de los amigos de Emaús, ahora ¡lo han visto! Estoy seguro de que esta semana o en tu vida ¡Tú lo has visto! Pero ¿cuál ha sido tu reacción?
En aquel día, la gente proclamará: «¡Este es nuestro Dios! ¡Confiamos en él, y él nos salvó! Este es el Señor en quien confiamos. ¡Alegrémonos en la salvación que nos trae!».” (Isaías 25:9, NTV)
Ahora ya no tienen miedo, están listos para recibir lo que Jesús les diga o les entregue. Ellos se alegran ¡Jesús ha resucitado! Es verdad, al principio dudaron, se asustaron, pero ahora ¿cómo dudar?
Quizá te asuste acercarte a Dios. Quizá dudes si es Su Voz la que te llama, pero después, con toda certeza lo vas a reconocer. Ahora la pregunta para ti es ¿qué necesitas para creer? Estoy seguro de que has visto SU gracia, misericordia, incluso milagros, cosas que te han pasado que no puedes explicar, has sentido SU Paz, cuando las cosas no han ido bien ¿cómo vas a reaccionar? ¡Debe haber una respuesta de tu parte! Ningún discípulo dijo: Jesús, ¡nos fallaste! Jesus, no vuelvas a hacer eso, Jesús de ahora en adelante dinos por adelantado lo que va a suceder.
Contrario a lo que nosotros hacemos, ¿cuántas veces queremos pedirle cuentas a Dios?
Recuerda ¡ÉL Es Dios! Primero asústate, sorpréndete, pero después ¡alégrate! ÉL ES DIOS. Es tiempo de dejar nuestro miedo ¡Es Jesús!
Una vez más les dijo: «La paz sea con ustedes. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes».” (Juan 20:21, NTV)
Estos muchachos, por sobre todas las cosas ¡necesitan paz! ¿qué necesitas hoy? ¿no es paz? Jesús les confirma, les dice ¡estamos bien! ¡los amo!
Pero veamos algo más, inmediatamente después de darles paz, empieza el complemento: el llamado. Tener la bendición de Dios, tener Su Paz, lleva implícita una tarea. No es para ser sólo seguidores sino para ¡cumplir una misión! No es para nuestra comodidad. Por eso ese sentimiento de que falta algo y creemos que falta que Dios haga algo más y ¡no es así! Lo que falta es que pongas en acción el llamado, tu respuesta, tu acción.
Está a punto de enviarlos a todo el mundo, pero no solo para compartir lo que han visto, sino que los capacita, les da autoridad para que continúen lo que ÉL ha empezado, los arma del poder divino y entonces: ¡los envía!
Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío al mundo.” (Juan 17:18, NTV)
Así como Jesús es el enviado de Dios para redimir a Su pueblo, ahora la misión de estos hombres no es redimir ¡eso lo hizo nuestro Señor! Su misión, nuestra misión es dar el mensaje, ofrecer esa redención al mundo.Así como el Padre lo envío, ahora ÉL los envía. El sentido en el original es “Los estoy enviando”, es una acción continua que terminará hasta que Cristo venga otra vez.
Así como Jesús estuvo sujeto al Padre, ahora los discípulos están sujetos a ÉL, a SU Palabra y bajo la guía del Espíritu Santo. Hasta nuestros días seguimos teniendo SU Palabra, Su Espíritu Santo, pero lo que ya no hay ¡Son discípulos! Personas dispuestas a dar su vida en servicio a Dios y cada vez hay más personas que quieren tener a Dios a su servicio.
Jesús sabe, que ellos no podrán hacerlo en sus fuerzas, no van a poder, así que les da algo más:
Entonces sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban al Espíritu Santo.” (Juan 20:22, NTV)
Les da SU autoridad para enseñar, hacer milagros; la tarea sigue vigente para la iglesia, para ti y para mí. Esa estafeta ha sido dada a nosotros, y nosotros a su vez la daremos a nuestros hijos.
Ese acto de soplar nos recuerda al Génesis:
Luego el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.” (Génesis 2:7, NTV)
Así como el aliento dio vida al primer hombre, así el aliento del Salvador le da nueva vida a estos hombres. Con el aliento les da Su Gracia, Su Espíritu. Si te entregas y rindes todo, ten por seguro que ÉL sopla sobre tu vida.
Les da instrucciones. La presencia del Espíritu Santo es con un propósito.
Porque ahora estos hombres transformados, van a estar expuestos a la furia de los judíos. Les da poder para hablar y ese poder es el Espíritu Santo, que hasta nuestros días seguimos necesitando cada día. El Espíritu Santo quiere derramarse, pero lo hemos impedido con nuestra necedad, incredulidad o con nuestro pecado. Pero si mi pueblo sobre el cual mi Nombre es invocado se humilla, se arrepiente sabemos que ÉL escucha nuestra oración.
Déjenme hacerles una pregunta: ¿recibieron al Espíritu Santo por obedecer la ley de Moisés? ¡Claro que no! Recibieron al Espíritu porque creyeron el mensaje que escucharon acerca de Cristo.” (Gálatas 3:2, NTV)
La instrucción es esta:
Si ustedes perdonan los pecados de alguien, esos pecados son perdonados; si ustedes no los perdonan, esos pecados no son perdonados».” (Juan 20:23, NTV)
Algunos usan este verso para querer tomar un poder que no les corresponde. Por el contexto de lo que Jesús ha hecho, ahora Jesús se lo dice a hombres y mujeres que están en ese cuarto. Esta autoridad va ligada con la misión de la predicación. Cuando predicas, compartes, hablas y alguien acepta ese mensaje, entonces puedes declarar que sus pecados han sido perdonados. Si rechaza el mensaje, rechaza a Jesús, entonces, los pecados no han sido perdonados.
El mensaje es Sólo Dios perdona los pecados. Si alguien más te dice: Yo te perdono tus pecados, esa absolución no recibe ninguna confirmación en el cielo. Es Dios quien perdona, por medio de Su Hijo Jesucristo, pero el hecho de decirle a esa persona que efectivamente sus pecados han sido perdonados, eso es algo poderoso. No es el predicador quien perdona o no los pecados con el mensaje, sino el oyente por recibir el mensaje y nosotros, la iglesia, ejercemos esa autoridad porque somos los que damos ese mensaje de Salvación.
Los apóstoles necesitan ese consuelo. ¿Cómo estaban al principio del tema? Al principio de la historia están temerosos, débiles. Si vemos con nuestros ojos, podríamos pensar ¿tienen derecho a ser apóstoles? ¿acaso serán dignos representantes de Cristo? Y tendrías razón…en parte. Ellos por sí mismo, no, pero, porque tuvieron un encuentro con Jesús resucitado ¡sí pueden! Porque es SU Autoridad.
Ese mismo día que empezaron con temor, termina lleno de gozo y con algo que no esperaban.
¿Cuál es tu llamado? Dar a conocer el mensaje. ¿cómo estás dando el mensaje? ¿estás metido en tu cuarto, sobándote las heridas? ¿necesitas la Paz de Dios? Su Paz viene aparejada con un llamado, con un propósito.
¿Qué buscas en la tumba? Deja los escombros de tu pasado, ya no vayas allá, Dios te da Su Espíritu y porque ÉL se levantó de la muerte, puedes pasar del temor a la paz, para pode compartir el mensaje con valentía.
Palabra de Dios
Oremos
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