Salvados por Dios

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Introducción

Todo este virus comenzó con un maldito animal porque llevó la muerte a toda la humanidad. Su equipaje es invisible, su furia indetenible. No hay riqueza en el mundo que de él te libre. Ha sembrado el temor por donde avanza, también la desconfianza y otros que de él sacan ganancias. Y ancias no faltan de volver a abrazarnos, pero ni en familia estamos libres de contaminarnos. Quién podrá salvarnos? Al final volvimos a encerrarnos, a reír para tapar el llanto. aferrados a mascarillas que fabricamos, mas todo lo que manipulamos contaminamos. Las naciones tiemblan, quieren controlarlo, cual naranja mecánica configurarlo, pero ninguna medicina se ha encontrado y no te hablo de coronavirus, te hablo del pecado.
“Buenas noticias” esta es una frase muy común pero que puede variar de acuerdo a de quién se trate, para algunos una noticia específica puede ser buena y para otros, esa misma noticia puede ser irrelevante. Las buenas noticias son “buenas” cuando conocemos primeramente las malas.
Cita bíblica: 1 Co. 15:1-4 “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”

I. Aceptación de la condición

“el cual también recibisteis”
El Evangelio que predicó el Apóstol Pablo a los de la iglesia en Corinto es el que encontramos plasmado desde el verso 3 al 4. Este es el verdadero evangelio. El evangelio que presenta a Cristo como aquel que murió, fue sepultado y resucitó por cada uno de nosotros. Este evangelio tiene el poder de liberar y de ser buenas noticias cuando entendemos y aceptamos cuál es nuestra condición.
Ese es el evangelio recibido. “recibisteis” aquí significa “Aceptar la presencia de una persona con amabilidad”. el hecho mismo de recibir el evangelio tiene que ver con que, primeramente, debe ocurrir una aceptación de la condición en la que el ser humano se encuentra.
La condición en la que el ser humano se encuentra es separado del Señor (Ro. 3:23 ) y condenado por el pecado (Ro. 5:12). Aceptar esta realidad no es fácil, de hecho, al principio, nadie quiere aceptar que esto es verdad (Juan 1:11). Pero si revisamos la historia nos damos cuenta claramente que esto ocurre así en la vida de cada ser humano. Te encuentras condenado, y no son por mis palabras, sino por las verdades del Señor, verdades que demuestran nuestra naturaleza caída. Estamos lejos del Señor, pero no lejos de su gracia. Las malas noticias pasan cuando entiendes y aceptas tu condición de pecado y te asomas a la gracia de Dios.
La iglesia en Corinto Aceptó su condición envuelta de pecado y separado de Dios, para de esa forma abrazar la gracia de Dios.

II. Perseverancia en la profesión

“en el cual también perseveráis”
Es en el mismo evangelio que el creyente persevera. El llamado a perseverar es un llamado a estar firmes en el evangelio. Firmes implica estar bien arraigados en la fe al Señor. El llamado a perseverar es fuerte. El mismo término con el cual se nos llama a perseverar es usado para expresar la perseverancia de Satanás en la mentira (Jn 8:44).
Hemos profesado salvación del Señor en nuestra vida. No podemos negar esa profesión con nuestros hechos.

III. Permanencia en la verdad

“si retenéis la palabra que os he predicado”
El apóstol Pablo menciona algo muy contundente en su carta a los Gálatas 1:6-9. El que predica un evangelio diferente es un maldito. Ahora, en 1 Co. se nos dice que el retener esa palabra predicada es muestra de salvación en nuestra vida, caso contrario el creer es en vano.
Esto nos habla de permanencia en el evangelio.
El evangelio predicado muestra cada una de las áreas en las que nosotros nos encontramos representados con Cristo.
Muerte (Ro. 6:6; Gá. 2:20)
Sepultura (Ro. 6:4a)
Resurrección (Ro. 6:4b; 1 Co. 15:51-53)

Conclusión

Si te encuentras lejos del Señor, yo te invito que puedas recibir la gracia, la gracia de ser perdonado y ser hecho justo por él. La gracia de ser quitado de la condenación eterna lejos del Señor. ¿Qué de tu pasado? Pues tu pasado ya pasó (2 Co. 5:17). Ven al Señor y podrás gozar del privilegio de ser hecho hijo de Dios (Juan 1:12) Ven al Señor y tu alma estará segura para vida y no condenación.
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