¿Como se comporta una Iglesia sana? (2)
Tito : Un manual de bolsillo para la i • Sermon • Submitted
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· 37 viewsCaracterísticas de los hombres y mujeres de edad en una iglesia saludable
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LOS ANCIANOS
LOS ANCIANOS
2 Older men are to be sober-minded, dignified, self-controlled, sound in faith, in love, and in steadfastness.
En una iglesia sana, los diferentes miembros viven , de la manera que Dios espera de ellos. Ya vimos que la vida que uno lleva está directamente relacionado con el conocimiento y la obediencia que uno tenga a la palabra de Dios. Que es imposible divorciar conocimiento de acción. También vimos la importancia de nuestro TESTIMONIO, y de cómo puede acercar a la gente a conocer a Dios o puede alejarlas de Él.
El primer segmento de la iglesia que Pablo menciona está dirigido a los ANCIANOS.
Anciano -> presbytés.
A pesar de que una palabra derivada de la misma raíz representa al líder espiritual de la iglesia (Pastor=obispo=anciano). En este pasaje y basado en el contexto y en el uso de la palabra representa a un hombre mayor. Mayor en edad que una persona adulta, pero que todavía no está en la última y menos productiva etapa de su vejez, quizas entre los 50 y 60 años.
Vemos esta palabra siendo usada también en
18 And Zechariah said to the angel, “How shall I know this? For I am an old man, and my wife is advanced in years.”
9 yet for love’s sake I prefer to appeal to you—I, Paul, an old man and now a prisoner also for Christ Jesus—
Pablo comienza a dirigirse a los diversos grupos de edad dentro de la Iglesia y comienza con los hombres mayores.
ntes de considerar las diferentes cualidades morales que deben caracterizar a los ancianos, en la congregación es necesario definir necesitamos aclarar quiénes constituyen este grupo. El Nuevo Testamento sólo conoce dos grupos sociales en la iglesia en cuanto a divisiones por edad: los ancianos y los jóvenes (los niños son caso aparte). ¿Será porque los de mediana edad no necesitan ninguna clase de exhortación espiritual?
Por supuesto que no. Se debe a que, mientras nosotros solemos emplear tres categorías —jóvenes, personas de mediana edad y ancianos—, los antiguos sólo empleaban dos. En nuestros días, dos factores sociales vienen a complicar esta cuestión.
En primer lugar, vivimos en una época que rinde homenaje a la juventud (en cambio, los antiguos lo rendían a la vejez). Por lo tanto, todo el mundo quiere ser joven. Hoy en día ¡hay jovencitos —y jovencitas— de cuarenta años o más!
En segundo lugar, puesto que a nadie le gusta ser asociado con la pérdida de facultades de la vejez, no llamamos anciano a nadie mientras pueda caminar sin bastón. Como consecuencia, para nosotros, los dos primeros grupos son mayoritarios: los jóvenes forman un gran bloque compuesto por todos los que tienen de 15 a 40 años, y los de mediana edad otro que va desde los 40 a los 70 (aproximadamente).
En nuestra sociedad, ¡tanto los jóvenes como los ancianos son cada vez más viejos!
Ahora bien, para aplicar con acierto las exhortaciones a «ancianos y jóvenes» que encontramos en el Nuevo Testamento, tendremos que renunciar a nuestras categorías actuales y volver a las que se empleaban en tiempos apostólicos. Tendremos que entender que, para Pablo, todos los miembros de la congregación están incluidos en estos dos conceptos y tendremos que decidir en cuál de ellos nos clasificamos a nosotros mismos.
Para el pensamiento bíblico, la juventud se caracteriza por el vigor físico, la hermosura, la energía y la fuerza:
29 The glory of young men is their strength, but the splendor of old men is their gray hair.
Todos los ancianos deben llevar vidas santas y ejemplares ante el Señor, ante la iglesia y ante el mundo. Deben abandonar la ligereza, la impetuosidad, la irresponsabilidad y la inestabilidad que son características de la juventud.
Tienen que ser SOBRIOS
Tienen que ser SOBRIOS
En primer lugar es necesario que sean sobrios. El adjetivo nēphalios (sobrios) tiene en su raíz la idea de estar libre de intoxicación.
En su origen etimológico, la sobriedad se refiere a la ausencia de vino o de embriaguez. No podemos rehuir este sentido literal de la palabra, puesto que el mismo Pablo es aun más explícito a este respecto en sus enseñanzas sobre las ancianas, quienes no deben ser esclavas de mucho vino (2:3), y sobre los pastores, que no deben ser dados a la bebida (1:7).
¡Parece ser que el abuso del alcohol era un problema serio en Creta!
Sin embargo, en tiempos de Pablo, la palabra traducida como sobrio se empleaba habitualmente con un sentido más amplio, indicando seriedad, prudencia y sensatez. Los comentaristas debaten acerca de cuál de estos matices tenía en mente el apóstol.
Debemos ver todos los matices de esta palabra; por una parte, los ancianos no deben ser esclavos del alcohol, ni de ningún otro vicio o atadura, sino que deben practicar la moderación y rehuir todo tipo de exceso; pero, por otra parte, deben ser personas racionales y prudentes, con un pleno uso de sus facultades morales y espirituales y con un amplio dominio sobre sí mismos.
Los ancianos que son sobrios están en la capacidad de discernir con mayor claridad cuáles cosas son de mayor importancia y valor. Utilizan su tiempo, su dinero y sus energías con mayor mesura y selectividad que cuando eran más jóvenes y menos maduros. Sus prioridades están en el orden correcto, y se sienten satisfechos con cosas más simples y en menor cantidad.
Tienen que ser ser SERIOS
Tienen que ser ser SERIOS
No se refiere a ser una persona amargada, sin humor alguno, sino a que sea una persona que sepa que vive a la luz de la eternidad, y que no pasará mucho tiempo antes que pase de la compañía de las personas a la compañía de Dios.
La palabra sugiere la gravedad y dignidad de porte que invita al respeto y a la reverencia.
Hiebert, pág 48
Cae por su propio peso el hecho de que el creyente maduro, que ha caminado desde hace años en comunión con Dios y ha adquirido con ello cierto grado de comprensión de la vida según la perspectiva celestial, forzosamente será una persona caracterizada por la dignidad. Puede ser una persona amable y sonriente, con mucha alegría y que resulta una buena compañía; pero, en el fondo, sus actitudes ante la vida serán sobrias, porque convivir con Dios es profundizar en el conocimiento de la santidad divina y de la miseria humana, de la vida abundante y de la perdición eterna, del juicio venidero y del Dios omnisciente que todo lo ve. Convivir con Dios es comprender lo que realmente está en juego en esta vida. Es tomarse la vida en serio.
Los creyentes de más edad han vivido lo suficiente para ver a muchas personas, incluidos buenos amigos y familiares cercanos, experimentar adversidades serias, sufrir gran dolor y quizás morir a una edad temprana.
Aceptan y comprenden mejor su propia mortalidad, las imperfecciones de este mundo presente y la incapacidad de las cosas materiales para suministrar satisfacción duradera y profunda.
Tienen que ser PRUDENTES
Tienen que ser PRUDENTES
La tercera característica deseada para este grupo es “prudencia” o “sensatez” (NVI,
Deben tener el discernimiento, la discreción y el buen juicio que se derivan de haber caminado con Dios durante muchos años. Controlan sus pasiones físicas, rechazan estándares mundanos y resisten las atracciones del mundo. Como Pablo, por la gracia de Dios cada uno de ellos “piensa de sí con cordura” (Ro. 12:3).
3 For by the grace given to me I say to everyone among you not to think of himself more highly than he ought to think, but to think with sober judgment, each according to the measure of faith that God has assigned.
Los hombres maduros deben ser sensatos, considerados y equilibrados. Deben ejercer templanza y dominio propio. Deben saber controlar sus apetitos carnales, instintos primarios y pasiones turbulentas a fin de reaccionar ante las circunstancias de la vida con sabiduría y discreción.
ES LA IDEA CENTRAL QUE RODEA TODO EL CAPITULO.
Crecer en prudencia liibera a los hombres de las diversas motivaciones carnales que la esclavizan y está en condiciones de poder ejercer aquellas virtudes que consideramos más importantes: el amor, la rectitud, la veracidad, la justicia…
Quien no es prudente y no sabe controlar sus motivaciones egocéntricas, no será capaz de manifestar las demás características de Cristo. La prudencia trae consigo toda clase de virtud y bien
La prudencia es en esencia, es la capacidad de entender la vida con los criterios, pensamientos y sentimientos de Dios. Quien no crece en prudencia manifiesta la pobreza de su comunión con el Señor.
Pero el hombre maduro debe serlo también por su larga experiencia de comunión con Dios y por haber aprendido a ver las cosas con los ojos de Dios.
Este primer grupo de virtudes —sobrios, dignos, prudentes— corresponde a las que el mundo antiguo solía considerar propias del anciano. En cambio, el segundo grupo —sanos en la fe, en amor, en perseverancia— consiste en virtudes propias del evangelio cristiano
Tienen que ser SANOS en la FE
Tienen que ser SANOS en la FE
Sanos se deriva del mismo verbo utilizado en el versículo anterior con relación a la doctrina (hugiainō). Se refiere a aquello que es saludable, apropiado y sano, aquello que es como debería ser.
Primero que todo, los ancianos que han pasado cincuenta, sesenta, setenta o más años en esta vida, deben ser sanos en la fe, gracias a que han aprendido que Dios es digno de plena confianza en todos los asuntos de la vida. No ponen en duda su sabiduría, su poder ni su amor, y no pierden la confianza en su bondad y gracia, ni cuestionan la confiabilidad de su plan divino y su sabiduría divina. No dudan de la verdad o la suficiencia de su Palabra ni fluctúan en su esperanza establecida con seguridad divina, de que su plan soberano se cumplirá a perfección.
La fe nos habla de una confiada dependencia del Señor Jesucristo.
Los ancianos deben ser como Abraham, que en la vejez se fortaleció en la fe, en esperanza contra esperanza (Romanos 4:19–20). Su confianza en el Señor y su comunión diaria con él deben ser mucho más grandes y firmes que al principio.
Tienen que ser SANOS en el AMOR
Tienen que ser SANOS en el AMOR
En segundo lugar, los ancianos deben ser sanos… en el amor hacia Dios, hacia su pueblo y hacia aquellos que aún no le conocen. El amor de ellos se manifiesta en que soportan las cargas los unos de los otros cumpliendo así la ley de Cristo
2 Bear one another’s burdens, and thereby fulfill the law of Christ.
Han aprendido a amar cuando su amor no es merecido y a continuar amando cuando es rechazado e incluso cuando sufren a causa de ese amor. Perdonan por amor y sirven por amor
A veces, los viejos se vuelven ariscos, intolerantes, gruñones, egoístas, quejumbrosos y críticos con los demás. Su conversación se centra en sus propios achaques físicos y ansiedades económicas. Se caracterizan por el malhumor y la impaciencia. Pero los hombres maduros en Cristo no deben ser así. Antes bien, deben ser ejemplos de amabilidad y ternura; deben ser afables en el trato, mostrando consideración y paciencia, y preocupándose no por sus intereses egoístas, sino por el bien de los demás.
El anciano piadoso cree y practica: ”
7 Beloved, let us love one another, for love is from God, and whoever loves has been born of God and knows God.
Sabe que
8 Anyone who does not love does not know God, because God is love.
y que ha “pasado de muerte a vida [porque ama] a los hermanos” (3:14). Ha “conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros”, y también que “Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él” (4:16).
No tiene miedo alguno porque “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor” (v. 18). Sabe que es capaz de amar porque el Señor “nos amó primero” (v. 19) y que la marca de nuestro amor por Dios es que guardamos “sus mandamientos”, los cuales “no son gravosos” (5:3).
11 Beloved, if God so loved us, we also ought to love one another.
Tienen que ser SANOS en la PACIENCIA
Tienen que ser SANOS en la PACIENCIA
En tercer lugar, los ancianos deben ser sanos… en la paciencia. Deben exhibir la capacidad de soportar penalidades, aceptar la desilusión y el fracaso, y estar satisfechos a pesar del malogro de sus deseos y planes personales. Han aprendido a vivir con gratitud en medio de dificultades tales como debilidad física, soledad, y el hecho de no ser bien entendidos ni apreciados. No se descorazonan cuando las cosas no salen como lo habían esperado, ya que tienen la plena confianza de que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” Ro. 8:28
28 And we know that for those who love God all things work together for good, for those who are called according to his purpose.
LAS ANCIANAS
LAS ANCIANAS
3 Older women likewise are to be reverent in behavior, not slanderers or slaves to much wine. They are to teach what is good,
La palabra asimismo introduce el siguiente grupo a los que Pablo se va a dirgir.
En tiempos del Nuevo Testamento, las ancianas servían a la iglesia de diferentes maneras. Como Pablo menciona más adelante en el pasaje presente, una función clave de las mujeres de edad consistía en enseñar y animar a las mujeres más jóvenes en las cosas del Señor. También se ministraban unas a otras y a mujeres en la iglesia de todas las edades, fuesen solteras, casadas o viudas. Visitaban a los enfermos y a los que estaban en prisión. Suministraban hospitalidad a cristianos itinerantes, en especial aquellos que ejercían alguna forma de ministerio.
Las mujeres que son reverentes en su porte “se atavían de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad” (1 Ti. 2:9–11)
Deben ser REVERENTES
Deben ser REVERENTES
En realidad, lo que Pablo dice acerca de las ancianas mediante la frase reverentes en su porte es lo mismo que ha dicho acerca de los ancianos —sobrios, dignos, prudentes—, pero expresado de otra manera.
Los que miran a las hermanas maduras en Cristo deben ver un reflejo auténtico de la santidad y del caminar con Dios en sus vidas
NO deben ser CHISMOSAS
NO deben ser CHISMOSAS
Pero, además de ser santas en su manera de comportarse, las mujeres deben aprender a ser discretas en su conversación: no calumniadoras.
Se niegan a escuchar y mucho menos propagar, chismes y palabras calumniadoras o degradantes acerca de otros. Así como los hombres están más inclinados a abusar de otros físicamente, las mujeres están más inclinadas a abusar de los demás verbalmente, lo cual puede incluso ser más destructivo.
Pablo no solo se está refiriendo a charlas ociosas y desfavorables acerca de una persona, por malo que sea tal hábito.
La palabra griega que el apóstol emplea es diabólos. Las ancianas de la iglesia no han de ser «diablos». No han de ser cómo ciertas «brujas y marujas» de la calle que dedican el día a comentar y criticar los asuntos del vecindario. Quien dice cosas negativas acerca de los santos colabora con el acusador de los hermanos.
No deben ser ESCLAVAS del vino
No deben ser ESCLAVAS del vino
En tercer lugar, no deben ser esclavas de mucho vino. Éste es un detalle curioso que nos hace pensar que, como ya hemos dicho, la iglesia de Creta tenía serios problemas con el alcoholismo. El vino de Creta era famoso en el mundo antiguo por su fuerza. Posiblemente, Pablo mismo había visto escenas desagradables de borrachera durante su estancia en la isla.
En realidad ésta es la misma idea que ya se ha expresado en cuanto a los ancianos varones: que sean sobrios. Pero ahora el apóstol emplea una frase aun más gráfica: esclavas del vino. Las mujeres, como los hombres también, no deben permitir que en ningún sentido el vino las domine. No deben permitir que el apetito de vino las lleve a sufrir alcoholismo ni tampoco deben emborracharse puntualmente y comportarse de maneras indignas dictadas por el alcohol.
Pablo no prohíbe beber vino con moderación, ni aquí ni en ningún otro lugar, pero lo que sí prohíbe es que el vino llegue a esclavizar a la persona.
El significado literal de douloō es esclavas, “ser retenido y controlado contra la voluntad propia“
La adicción en vez de transformarse en una forma de escape es una prisión.
Un creyente anciano que adquiere una adicción a tal extremo trae descrédito al nombre del Señor, estropea la reputación de la iglesia y casi siempre conduce a otros a seguir su ejemplo de impiedad.
Deben ser maestras del BIEN
Deben ser maestras del BIEN
Y, después de estas características negativas que no deben darse en las mujeres maduras de la iglesia, el apóstol resume las virtudes que sí deben hallarse en ellas diciendo que deben ser maestras del bien. La mujer calumniadora comunica ideas destructivas, pero la mujer cristiana debe desear comunicar ideas instructivas, no para difamar sino para edificar. Deben ser maestras de lo que es excelente.
Casi todos nosotros podemos dar gracias a Dios por la enseñanza que hemos recibido de nuestras madres. Supieron enseñarnos muchas cosas buenas. Bien —dice Pablo—, ¡que sea siempre así! El mismo apóstol afirma en otro lugar 1 Timoteo 2:12
12 Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio.
Pablo dice que no es apropiado que la mujer ejerza la docencia pública en la iglesia, pero aquí establece que no por esto la mujer carece de terrenos donde ejercer aquella enseñanza que el Señor quiere de ella.
Pero Pablo tiene muy claro que no es apropiado que los varones enseñen a las mujeres jóvenes cuáles son sus deberes en el hogar y con respecto a sus maridos.
Es así por al menos dos motivos. En primer lugar, porque una enseñanza adecuada de estos temas requiere llegar a niveles de mucha confianza al hablar de asuntos de la vida doméstica y matrimonial. Los pastores difícilmente pueden dar esta clase de enseñanza a las mujeres jóvenes sin vulnerar la intimidad de la pareja y sin exponerse, ellos mismos, a ciertos peligros y tentaciones.
En segundo lugar, no es apropiado porque es ofensivo para las mujeres que los varones les enseñen sus obligaciones hacia los varones. Es mucho menos ofensivo que se las enseñe otra mujer.
Por lo tanto, Pablo mismo se distancia de este tema y exhorta a Tito a hacer lo mismo. Ellos son responsables de enseñar a las mujeres maduras para que ellas, a su vez, enseñen a las mujeres jóvenes.
Aquí surgen dos problemas. En primer lugar, las mujeres maduras pueden ser reticentes en el momento de asumir esta responsabilidad.
En segundo lugar, las mujeres jóvenes pueden no aceptar de buena gana ser enseñadas por sus hermanas mayores. Aqui surge el problema de que las mujeres jóvenes pueden, muy fácilmente, mirar a las más maduras de la iglesia y decir: Son de otro mundo; nunca van a entender mi situación, ni puedo adaptarme a su mentalidad y manera de ser.
Las mujeres de edad deben enseñar y ser modelos de vida piadosa con el fin de animar a las mujeres jóvenes de la iglesia en las formas particulares que Pablo menciona aquí. Sōphronizō (enseñar) tiene el significado literal de “hacer que alguien tenga mente sana y autocontrol”.
Aunque las mujeres tienen vetado enseñar o tener autoridad sobre los hombres (1 Ti. 2:12), sí tienen la responsabilidad dada por Dios de enseñar tanto formal como informalmente a los niños, en especial sus propios hijos, así como a las mujeres jóvenes en la iglesia. Cuando las mujeres cristianas no se aseguran de inculcar las cosas de Dios en la generación más joven, la iglesia sufre como un todo y se ve abocada a una situación deplorable..