ORANDO COMO JESÚS. ESTUDIO 3
Orando como Jesús. • Sermon • Submitted
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· 18 viewsNuestra oración en momentos diifíciles, debe ser que Dios sea glorificado en todo.
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INTRODUCCIÓN:
INTRODUCCIÓN:
Ya nos encontramos en los últimos días de Jesús durante su ministerio terrenal.
Atrás habían quedado eventos como:
La entrada triunfal a Jerusalén.
La maldición de la higuera,
La segunda purificación del templo.
Ahora, vemos que algunas personas que iban llegando a la capital de Judea desde distintos lados, con motivo de la celebración de las Pascuas, querían conocer a Jesús.
Sin embargo, estando a horas de ser hecho pecado por todos nosotros, lo encontramos en medio de una gran aflicción.
Es en este contexto que él pronuncia esta pequeña oración.
Texto: Juan 12:27-28
27 Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
Esta oración es una petición, Jesús conocía perfectamente las profecías del Antiguo Testamento, y sabía cuán terrible sería el dolor de la cruz.
El salmista había descrito la agonía del Mesías (Sal. 22) y el profeta Isaías (cap. 53) había anunciado que sobre Cristo estaba cargado el pecado del mundo.
Hay dos aspectos que debemos considerar en la oración que Jesús hace en ese momento.
I. JESÚS CONFIESA AL PADRE COMO SE SIENTE. (v. 27)
I. JESÚS CONFIESA AL PADRE COMO SE SIENTE. (v. 27)
Jesús dice: Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.
La turbación del alma pura y santa del Señor Jesús es lo primero que sobresale en el pasaje.
Turbada traduce una forma del verbo tarassō, que literalmente quiere decir “agitada” o “revuelta”
Turbado en el diccionario, tiene un sentido de inquietud, alterado su ánimo, sin sabe que hacer, ni qué decir.
En el caso de Jesús, la anticipación de cargar con el oprobio del pecado, experimentar la ira de Dios y separarse del Padre, provocó que su alma se turbara, el enfrentaría el menosprecio, el maltrato, los latigazos, las heridas y la cruz, como hombre.
Pablo así lo presenta; Filipenses 2: 7-8
7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Entonces, el estado de turbación de Jesús, nos muestra que experimentaba una agitación espiritual o mental severa, él como Dios sabía lo que le esperaba, y estaba enfrentando una lucha muy fuerte, pero, como hombre no era algo fácil de experimentar.
Esto nos indica que nuestro Señor y salvado, no fue a la cruz con indiferencia, sin sentirlo, no estaba ahí como el acto de una obra o una película, que solo cumple un papel, sin apasionase por lo que hace.
Jesús, en su humanidad, sintió todo el dolor asociado con cargar con la maldición del pecado, así lo describe Pablo (Gá. 3:13).
13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
Por causa de ese dolor, ofreció “ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente”, así lo describe el escritor de Hebreos. (He. 5:7).
7 Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.
Ahora el Señor dice en su oración:
“ ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora?”
Y esta expresión, nos muestra que a pesar de que Jesús, Aquí, como en Getsemaní, agonizaba por la muerte vergonzosa, cruel e injusta que le esperaba, estaba claro que en su petición, nunca podría decirle al padre, “Yo quiero que me libres del terrible mal que me espera”
En esencia es la misma oración que haría en Getsemaní: “No se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42)
Por eso la expresión “ ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora?”, suena como algo hipotético.
Y por eso también termina diciendo:
“Mas para esto he llegado a esta hora”
A pesar de su estado de turbación, el Señor Jesús, iba a completar la misión asignada por el Padre.
Y una vez resuelto a cumplir el plan que el padre ya había determinado, la oración continúa con una declaración, muy importante.
II. JESÚS GLORIFICA AL PADRE.(v. 28)
II. JESÚS GLORIFICA AL PADRE.(v. 28)
28 Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
En esta parte de la oración el sentir que Jesús tenía, es hacia la glorificación del Padre.
A pesar de todo, ese temor y ese dolor que sentía, él simplemente se dirige al Padre pidiéndole que glorifique su nombre.
Jesús dice al padre que sólo eso importaba, porque
¿Qué sentido tenía pedirle que lo libre de la aflicción que tenía, si en definitiva a esa había venido a la tierra?
¿Iba acaso a orar en contra de lo que el Padre quería?
Aunque el saber esto no reducía en lo más mínimo su dolor. Lo único que lo hacía permanecer firme en el cumplimiento de sus propósitos era su deseo de que el Padre sea glorificado.
Él estaba dispuesto a negarse a sí mismo y a padecer, con tal de que el nombre del Padre fuera magnificado.
Inmediatamente, vemos como Dios responde esta oración confirmando que a partir de lo que Cristo estaba haciendo, su nombre era efectivamente glorificado.
Entonces vino una voz del cielo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.
De este modo, el Padre estaba respondiendo la oración del Hijo para que, a partir de esto, pudiera perseverar en el camino que le quedaba por delante.
Hermanos, de la misma manera, nosotros, aunque en mucha menor medida respecto a Cristo, vamos a tener que sufrir si queremos cumplir con los propósitos que Dios tiene para nosotros.
Muchas veces nos va a doler muchísimo hacer la voluntad de Dios, siguiendo las pisadas de Cristo. Pero debemos seguir adelante, porque tenemos que tener en claro que ya no vivimos para nosotros mismos, sino que todo lo hacemos para la gloria de Dios.
Hermanos Dios es la única razón de nuestra existencia; para él vivimos y para él morimos.
Todo lo que hacemos, todo lo que sufrimos, debemos hacerlo para que su nombre sea glorificado.
Y, entonces podemos tener la certeza de que, si en nuestros corazones está este sentir, él nos va a sostener sin importar cuán difícil sea la circunstancia que tengamos que atravesar.
Concluimos:
Concluimos:
¿Cuántas veces, te has sentido turbado, inquieto, sin encontrar la salida, a un problema o una situación?
¿Cómo haz glorificado a Dios en ese momento de turbación?
Hermanos, como Jesús, en esos momentos difíciles, de mucha inquietud y turbación, oremos como Jesús, sometamonos a la voluntad de Dios, busquemos el plan o el propósito de Dios en ese problema o situación que estemos enfrentando y demos la gloria a Dios, dejemos que Dios se glorifique en nosotros.
Que ese sea nuestro sentir en esta noche de oración.
Vamos a orar.