Cadenas misionales
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¿Puede nuestra cosmovisión cristiana limitar nuestra misión?
¿Puede nuestra cosmovisión cristiana limitar nuestra misión?
De hecho sí. La manera en que percibimos el evangelio y a las personas que nos rodean puede limitar que nos unamos al plan misional de Dios.
8 Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
La promesa del Espíritu Santo implicaba un desafío en la cosmovisión de la primera Iglesia, pero ellos no lo sabían.
Cuando empezaron, en Jerusalén, todo parecía fácil y todo era conocido pero una vez que se empezó a salir de Jerusalén se empezó a complicar el asunto.
Los judíos tenían un doble conflicto:
Se veían a sí mismos como el pueblo escogido, ellos eran exclusivos de Dios.
Veían a Dios como suyo, Dios era exclusivo de ellos.
En Hechos 15 ya vemos las implicaciones de ese choque interno que sufrió la Iglesia.
El primer concilio
El primer concilio
Los discípulos se reunieron para debatir sobre un asunto: cómo podrían ser salvos los gentiles.
1 Algunos que habían llegado de Judea a Antioquía se pusieron a enseñar a los hermanos: «A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos.»
Para nosotros parece un tema menor, pero para los judíos no. Un fuerte sector de los judíos creía que el cristianismo era la reforma a la religión judía y por lo tanto, todo nuevo convertido debía judaizarse para alcanzar la salvación.
Nuestra cosmovisión cristiana (o del evangelio) puede muchas veces ser una cadena que no nos permite unirnos a Dios en la misión.
Creo que nos pasa como a los judíos:
Nos sentimos exclusivos de Dios, como si fuéramos demasiado especiales a diferencia de los no cristianos (por eso los identificamos como “perdidos” y rechazamos/discriminamos a otros).
Sentimos que Dios es exclusivo de nosotros y que se lo damos solo a quienes nos parece que puede cambiar o que lo necesita (nosotros emitimos ese juicio).
Rompiendo las cadenas
Rompiendo las cadenas
Pedro, en medio del concilio, dijo unas palabras que marcaron el rompimiento de la cosmovisión de la Iglesia y puede ser un primer paso para nosotros también.
8 Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros. 9 Sin hacer distinción alguna entre nosotros y ellos, purificó sus corazones por la fe. 10 Entonces, ¿por qué tratan ahora de provocar a Dios poniendo sobre el cuello de esos discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros antepasados hemos podido soportar?
Dios sabe lo que tú no sabes. Él está haciendo algo y no tiene porqué decírtelo porque Él no trabaja para ti (es al contrario).
Aprende a pedirle a Dios oportunidades para compartir de su amor con las personas con las que te encuentras.
No vas a saber todo lo que Dios está haciendo. No trates de saberlo. Tu razón o conocimiento no son la base para cumplir la misión. Alguien a tu alrededor podría estar muy cerca de Dios y tú ni te has dado cuenta.
El Espíritu Santo sabe hacer su trabajo. Únete a su misión.
Aprende a pedirle dirección al E.S. en cuanto a qué decir y cómo responder.
Dios no hace distinción de personas.
Nosotros nos ponemos las barreras para no compartir. Dios no mira el pecado, el nivel social o la preferencia política.
Tus ideas sobre lo que se debe o no hacer son muchas veces una barrera para compartir y una excusa...
La misión no se trata de ti.
Debemos aprender que no tenemos potestad para determinar la salvación, tenemos que ver en cada persona un cristiano, en cada cristiano un discípulo y en cada discípulo un servidor.
Tus limitaciones, preferencias, creencias y experiencias no son la base para compartir, se trata de Dios y su amor por la humanidad.
Tú mismo no puedes cumplir todos los requisitos y estás excluido de la salvación si se tratara de tus méritos.
Facilitadores de la gracia
Facilitadores de la gracia
19 »Por lo tanto, yo considero que debemos dejar de ponerles trabas a los gentiles que se convierten a Dios.
Espero que este texto resuene para nosotros y nos haga revalorar nuestra cosmovisión cristiana.
Debemos dejar de usar el evangelio como una traba para acercarse a Dios y mostrarlo como lo que es: un acceso al Padre…Jesús, el camino al Padre.