LA PRUEBA DE LA PUREZA

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Una decisión

Génesis 39:8–9 NTV
Pero José se negó: —Mire —le contestó—, mi amo confía en mí y me puso a cargo de todo lo que hay en su casa. Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.
Biblia de estudio MacArthur (Chapter 39)
José explicó, al ser tentado por primera vez, que el adulterio sería una crasa violación de sus convicciones éticas que exigían 1) el más absoluto respeto por su amo y 2) una vida de santidad delante de su Dios. Había más involucrado en ello que el cumplimiento a la letra de un antiguo código legal del Cercano Oriente, muchos de los cuales prohibían el adulterio, más bien la obediencia a las reglas morales que pertenecían a uno que andaba con Dios, y ello mucho antes de que fuesen de aplicación las prescripciones del código mosaico (cp. Sal. 51:4
Salmo 51:4 NTV
Contra ti y sólo contra ti he pecado; he hecho lo que es malo ante tus ojos. Quedará demostrado que tienes razón en lo que dices y que tu juicio contra mí es justo.

pecar contra Dios. José es el modelo de la apropiada respuesta a la tentación. El identifica la lisonja y la llama por lo que es: una gran maldad. Y que la indulgencia sensual era en verdad una traición contra Dios.

Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 1: Genesis 4. DIOS ESTÁ CON JOSÉ EN CASA DE POTIFAR EL EGIPCIO, 39:1-18

En nuestros tiempos, especialmente fuera de la comunidad cristiana, es conocido que las relaciones sexuales son solamente un asunto de consentimiento entre los participantes. La conveniencia, el placer, y las relaciones sociales minimizan la gravedad del asunto, pero qué diferente fue la actitud de José. El consideró que el adulterio era un pecado mayúsculo en contra de Dios. Esta dimensión es tan necesaria si esperamos salvaguardar la familia y a nuestra sociedad

Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 1: Genesis 4. DIOS ESTÁ CON JOSÉ EN CASA DE POTIFAR EL EGIPCIO, 39:1-18

Cuando los inocentes sufren…

39:20

La experiencia de José cuando fue echado a la cárcel por las calumnias de la mujer de Potifar (39:20) nos enseña que algunas veces una persona inocente es victima de los poderosos y tiene que sufrir. Desafortunadamente esta historia se repite con mucha frecuencia hasta el punto que los inocentes comienzan a preguntarse, ¿dónde está la justicia de Dios? La Biblia nos recuerda que el Señor no deja pasar por alto estos actos de opresión y que él tiene un propósito que está llevando a cabo. Al fin, los justos serán vindicados y los opresores puestos en evidencia y desgracia.

1 Tesalonicenses 4: 1-6 Nueva Traducción Viviente (Capítulo 4)
1 Finalmente, amados hermanos, les rogamos en el nombre del Señor Jesús a que vivan de una manera que le agrada a Dios, tal como les enseñamos. Ustedes ya viven de esta manera, y los animamos a que lo sigan haciendo aún más. 2 Pues recuerdan lo que les enseñamos por la autoridad del Señor Jesús.3 La voluntad de Dios es que sean santos, entonces aléjense de todo pecado sexual. 4 Como resultado cada uno controlará su propio cuerpo y vivirá en santidad y honor, 5 no en pasiones sensuales como viven los paganos, que no conocen a Dios ni sus caminos. 6 Nunca hagan daño ni engañen a un hermano cristiano en este asunto, teniendo relaciones sexuales con su esposa, porque el Señor toma venganza de todos esos pecados, como ya les hemos advertido solemnemente. 7 Dios nos ha llamado a vivir vidas santas, no impuras. 8 Por lo tanto, todo el que se niega a vivir de acuerdo con estas reglas no desobedece enseñanzas humanas sino que rechaza a Dios, quien les da el Espíritu Santo.
Comentario Bíblico Mundo Hispano Tomo 1: Genesis 4. DIOS ESTÁ CON JOSÉ EN CASA DE POTIFAR EL EGIPCIO, 39:1-18

La mujer intenta su deseo con más osadía: A la orden verbal añade un intento físico de seducción. El manto era una camisa larga, atada con cinto por la cintura y usada como prenda de entrecasa. José reacciona con firmeza y prontitud haciendo dos cosas: Primero, deja su manto en las manos de la mujer. Esta decisión vino seguramente después de intentos de librarse de la mujer sin que ella le soltara. Más tarde, la mujer usa este manto como evidencia para calumniar a José. Segundo, se escapa y se aleja de ella. Ya no era momento de argumentar o dar razones. José interpreta muy bien la gravedad de la situación y actúa acorde con ello. No había otra salida sino la de escapar y alejarse de la mujer. Los consejos del sabio Salomón (Prov. 5:1–14) son claros en insistir que la única manera de evitar este pecado es alejándose de la seducción. El apóstol Pablo también aconseja con autoridad no caer en el pecado de fornicación (1 Cor. 6:12–20).

1 Corintios 6: 12-147
Traducción en lenguaje actual (Capítulo 6)
12 Algunos de ustedes dicen: «Soy libre de hacer lo que yo quiera.» ¡Claro que sí! Pero no todo lo que uno quiere, conviene; por eso no permito que nada me domine. 13 También dicen: «La comida es para el estómago, y el estómago es para la comida.» ¡Claro que sí! Pero Dios va a destruir las dos cosas. En cambio, el cuerpo no es para que lo usemos en relaciones sexuales prohibidas. Al contrario, debemos usarlo para servir al Señor Jesús, pues nuestro cuerpo es de él.
Proverbios 5:1–14 (NTV)
Hijo mío, presta atención a mi sabiduría, escucha cuidadosamente mi sabio consejo. Entonces demostrarás discernimiento, y tus labios expresarán lo que has aprendido. Pues los labios de una mujer inmoral son tan dulces como la miel y su boca es más suave que el aceite. Pero al final ella resulta ser tan amarga como el veneno, tan peligrosa como una espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte, sus pasos conducen derecho a la tumba. Pues a ella no le interesa en absoluto el camino de la vida. Va tambaleándose por un sendero torcido y no se da cuenta. Así que ahora, hijos míos, escúchenme.
Nunca se aparten de lo que les voy a decir: ¡Aléjate de ella! ¡No te acerques a la puerta de su casa! Si lo haces perderás el honor, y perderás todo lo que has logrado a manos de ente que no tiene compasión. Gente extraña consumirá tus riquezas, y otro disfrutará del fruto de tu trabajo. Al final, gemirás de angustia cuando la enfermedad consuma tu cuerpo. Dirás: «¡Cuánto odié la disciplina! ¡Si tan sólo no hubiera despreciado todas las advertencias!
¿Por qué no escuché a mis maestros?
¿Por qué no presté atención a mis instructores?
He llegado al borde de la ruina
y ahora mi vergüenza será conocida por todos».
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