LA PRUEBA DE LA PUREZA
Una decisión
pecar contra Dios. José es el modelo de la apropiada respuesta a la tentación. El identifica la lisonja y la llama por lo que es: una gran maldad. Y que la indulgencia sensual era en verdad una traición contra Dios.
En nuestros tiempos, especialmente fuera de la comunidad cristiana, es conocido que las relaciones sexuales son solamente un asunto de consentimiento entre los participantes. La conveniencia, el placer, y las relaciones sociales minimizan la gravedad del asunto, pero qué diferente fue la actitud de José. El consideró que el adulterio era un pecado mayúsculo en contra de Dios. Esta dimensión es tan necesaria si esperamos salvaguardar la familia y a nuestra sociedad
Cuando los inocentes sufren…
39:20
La experiencia de José cuando fue echado a la cárcel por las calumnias de la mujer de Potifar (39:20) nos enseña que algunas veces una persona inocente es victima de los poderosos y tiene que sufrir. Desafortunadamente esta historia se repite con mucha frecuencia hasta el punto que los inocentes comienzan a preguntarse, ¿dónde está la justicia de Dios? La Biblia nos recuerda que el Señor no deja pasar por alto estos actos de opresión y que él tiene un propósito que está llevando a cabo. Al fin, los justos serán vindicados y los opresores puestos en evidencia y desgracia.
La mujer intenta su deseo con más osadía: A la orden verbal añade un intento físico de seducción. El manto era una camisa larga, atada con cinto por la cintura y usada como prenda de entrecasa. José reacciona con firmeza y prontitud haciendo dos cosas: Primero, deja su manto en las manos de la mujer. Esta decisión vino seguramente después de intentos de librarse de la mujer sin que ella le soltara. Más tarde, la mujer usa este manto como evidencia para calumniar a José. Segundo, se escapa y se aleja de ella. Ya no era momento de argumentar o dar razones. José interpreta muy bien la gravedad de la situación y actúa acorde con ello. No había otra salida sino la de escapar y alejarse de la mujer. Los consejos del sabio Salomón (Prov. 5:1–14) son claros en insistir que la única manera de evitar este pecado es alejándose de la seducción. El apóstol Pablo también aconseja con autoridad no caer en el pecado de fornicación (1 Cor. 6:12–20).