Sermón sin título
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Transcript
El apóstol Pedro escribió: «como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo» (1 Pedro 1:15-16).
¿Cuán probable es que se lo identifique a usted como cristiano en cualquier momento? ¿Sería posible grabar su vida por treinta minutos y ver que su vida refleja que Cristo vive en usted?
Tratar de vivir como Cristo en cada hora y cada día no es popular en nuestra cultura.
No es popular hablar de «santidad» en nuestra sociedad ya que esto significa que debemos reconocer lo opuesto: el pecado.
Hablar de la santidad significa que debemos hablar del arrepentimiento, y ni el arrepentimiento ni el pecado es un concepto políticamente correcto.
Lea las palabras de Jesús en Mateo 5:48: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto».
¿Es este mandamiento parte de nuestra conversación? ¿Es este mandamiento parte de nuestros pensamientos? ¿Nos sentimos más cómodos reconociendo que somos pecadores y que no somos perfectos que diciendo que estamos tratando de ser santos?
«El sermón del monte» es un mensaje solemne que demanda que los seguidores de Dios tengan un estándar de vida más alto—uno más alto que incluso el estándar que Dios requirió de los judíos bajo la Ley. Dios mismo es santo (Levítico 11:45; 19:2; 20:7; 21:8).
Dios no estuvo bromeando cuando dijo que requiere que obedezcamos todo lo que manda. Esta no es una sugerencia; ¡Él quiere que seamos santos!
Si la iglesia del Señor no fija límites, si nosotros no hacemos el esfuerzo consciente de tener una vida diferente a la del mundo (Romanos 12:1-2), entonces la iglesia no será diferente a la gente del mundo.
Desafortunadamente, muchos cristianos influenciados por la religión moderna piensan que lucir, pensar y hablar como el mundo les ayudará a alcanzar más al mundo.
Incluso en la iglesia del Señor, algunos que han sido influenciados por la misma corriente religiosa piensan y actúan como si hubiera alguna clase de gloria en la publicación de su vida pasada impía—como si esto fuera alguna insignia de espiritualidad. Otra vez, lea las palabras inspiradas en 1 Tesalonicenses 4:1-8.
En vez de «gloriarnos» en el hecho de que una vez nadábamos en el lodo del pecado, ¿por qué no empleamos más tiempo y energía animándonos mutuamente a tener vidas santas? Los cristianos hemos muerto al pecado (Romanos 6:2 et.seq.); no nos gloriemos en tal vida.
En cambio, ¡exhortémonos al amor, las buenas obras y la santidad (cf. Hebreos 10:25)!