LA MUERTE DE JESÚS
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JUAN 19:28-37
JUAN 19:28-37
28 Después de esto, sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la Escritura, dijo*: Tengo sed. 29 Había allí una vasija llena de vinagre; colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. 30 Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre, dijo: ¡Consumado es! E inclinando la cabeza, entregó el espíritu. 31 Los judíos entonces, como era el día de preparación para la Pascua, a fin de que los cuerpos no se quedaran en la cruz el día de reposo (porque ese día de reposo era muy solemne), pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y se los llevaran. 32 Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y también las del otro que había sido crucificado con Jesús; 33 pero cuando llegaron a Jesús, como vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas; 34 pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua. 35 Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis. 36 Porque esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: No será quebrado hueso suyo. 37 Y también otra Escritura dice: Miraran al que traspasaron.
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
A lo largo del evangelio de Juan vemos que Jesús conocía de antemano todo lo que le sobrevendría. No tenía necesidad de que se le informara respeto a lo que pensaban o sentían los hombres, Él sabía lo que había en el corazón de ellos (Jn 2:25). Cuando le llevaron a Pedro por primera vez dijo: “Tu eres Simón, hijo de Jonas, serás llamado Cefas (que quiere decir Pedro)” (Jn 1:42). Cuando vio a Natanael dijo: “He aquí un verdadero Israelita en quien no hay engaño” (Jn 1:47). A los Judíos que le acusaban de haber sanado durante el día de reposo les dijo: “mas yo os conozco que no tenéis amor de Dios en vosotros” (Jn 5:42). A muchos de lo que decían creer en Él, les dijo: “…hay alguno de vosotros que no creen”, Juan indica que dijo esto “porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar” (Jn. 6:64). Es más, a los doces les dijo: “¿No os escogí yo a vosotros, los doce, y sin embargo, uno de vosotros es diablo?”. Ya al final de su ministerio los discípulos reconocieron su divinidad a partir de su omnisciencia: “Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte, por esto creemos que has salido de Dios” (Jn.16:30).
Pero el Señor no solo conocía lo más profundo del carácter del hombre, también conocía los tiempos con precisión. Cuando los griegos se le acercaron a Felipe rogándole poder ver a Jesús, Él dijo: “A llegado la hora de que el hijo del Hombre sea glorificado” (Jn. 12:23). Durante la última cena dejó claro que la traición que recibiría, aunque escandalosa, no lo tomaría por sorpresa: “En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará” (Jn 13:21), anunció al traidor “Es aquel a quien yo daré el bocado que voy a mojar” (Jn 13:26) e incluso le dio la indicación de que su momento había llegado: “Lo que vas a hacer, hazlo pronto” (Jn 13:27). Un poco después de salir del aposento dijo a sus discípulos: “Ahora es glorificado el hijo del Hombre, y Dios es glorificado en Él” (Jn 13:31) y anunció que Pedro le negaría tres veces antes que cantara el gallo (Jn 13:38). La oración que elevó al Padre deja claro que el Señor conocía las sazones: “Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti (Jn 17:1). De hecho, cuando le arrestan “Jesús, pues, sabiendo todo lo que le iba a sobrevenir, salió y les dijo*: ¿A quién buscáis? “ (Jn 18:4).En esta porción de la historia Juan comienza y termina enfatizando el hecho de que este Jesús a quien han tratado como un criminal en realidad es Dios encarnado.
I. LA VICTORIOSA MUERTE DE JESÚS
I. LA VICTORIOSA MUERTE DE JESÚS
A. Jesús es el verdadero Cordero de Dios
A. Jesús es el verdadero Cordero de Dios
Juan nos indica que ese mismo poder omnisciente esta presente durante todo su padecimiento, lo que sin duda agudiza su dolor y exalta su obediencia. Juan nos dice que sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, es decir, que todo se había realizado de manera perfecta o completa, para que se cumpliera la Escritura que dice: “Como un tiesto se ha secado mi vigor, y la lengua se me pega al paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte” ( Sal 22:15) dijo*: Tengo sed. Los centuriones que estaban cuidando a Jesús escucharon sus palabras, y Había allí una vasija llena de vinagre; es decir, una recipiente que contenía una mezcla de vino ligero llamado acetum (vinagre), que usaban los soldados para beber[1] . Colocaron, pues, una esponja empapada del vinagre en una rama de hisopo, y se la acercaron a la boca. Con este acto se cumplía entonces el salmo: Y por comida me dieron hiela, y para mi sed me dieron a beber vinagre (Sal 69:21). ¿De quién era la recipiente? ¿Quién lo había dejado ahí? ¿Quien le dijo a los soldados que empaparan una esponja con el vinagre? Jesús solo dijo: “Tengo sed” y todo lo demás ocurrió de tal manera que se cumplió la Escritura.
Mateo y Marcos cuentan que uno de los soldados corrió tomó una esponja la empapó en vinagre y poniéndola en una caña, le dio a beber (Mat. 27:48-49; Mc. 15:36). La caña (gr. κάλαμος) era un tallo largo y más o menos resistente lo que hacía posible que con un objeto como este el saldado pudiera acerca la esponja empapada hasta la boca de Jesús con mayor facilidad. Sin embargo, lo que Juan dice es que la esponja fue colocada en una rama de hisopo, que aunque también era una rama su tamaño no excede los 50 cm. Esto hubiese dificultado que el soldado hubiese podido llevar la esponja hasta el rostro de Jesús. Algunas personas han intentado explicar, que la palabra en realidad debió ser “jabalina” la cual suena muy parecida y que por su longitud el soldado si hubiese podido llevar acabo la acción. [2]
Pero puede haber algo más afondo. El término hisopo puede ser una referencia al AT. El hisopo se utilizaba en algunos rituales de purificación como p.ej. para purificar una tienda en la que hubiese muerto un hombre, o para alguien que hubiere entrado en contacto con huesos, un cadáver o con un sepulcro (Nm. 19:14-18). Para la purificación de un leproso se requería “dos avecillas vivas, limpias, y madera de cedro, grana e hisopo” (Lev. 14:2,4). David embargado por el arrepentimiento y un deseo de ser limpio de su pecado clamó al Señor: “Purifícame con hisopo, y seré limpio; Lávame, y seré más blanco que la nieve” (Sal 51:7). Estas referencias al hisopo como un instrumento usado en la purificación pudo estar presente en la mente judía de Juan al narrarnos lo sucedido y en la de quienes leyeron su evangelio en aquel entonces.
Pero sin duda la mayor referencia es a la pascua. Recordemos que el Señor pasaría por Egipto y daría muerte a todos sus primogénitos y prometió no tocar la casa de los israelitas si rociaban con la sangre del cordero los dinteles de las puertas. Para ello, Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir. Guardaréis esto por estatuto para vosotros y para vuestros hijos para siempre (Éx 12:21–25).
Juan al referirse a este objeto con el que le acercaron la esponja empapada de vinagre a Jesús como un hisopo, está indicado que Jesús en la cruz está haciendo purificación por nuestro pecados, que las palabras de Juan el Bautista eran ciertas cuando dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Jn 1:29–30). Jesús era el verdadero Cordero de Dios, Aquel al que tantos cientos de miles de corderos apuntaban. Cristo, nuestra pascua, estaba siendo sacrificada por nosotros (1 Co. 5:7).
B. El grito triunfal
B. El grito triunfal
Entonces Jesús, cuando hubo tomado el vinagre dijo ¡Consumado es!, esto no fue un suspiro moribundo ni el eco de una derrota, fue un “fuerte grito”(Mc 15:37), un clamor “a gran voz” (Mt. 27:50). Como dijo Spurgeon: “Fue el clamor de un Conquistador; se pronunció a una gran voz. No hay nada de angustia en él, no hay lamentos en él. Es el clamor de alguien que ha completado una labor tremenda.” [3]. El verbo Consumado (gr. telestai) que Jesús usó para demostrar que había ganado significa: “totalmente consumado” o “todo se ha logrado”. Se encuentra en tiempo perfecto lo que enfatiza que la obra se ha completado totalmente.
Finalmente, en esa cruz Jesús había pagado la totalidad de la deuda moral que su pueblo tenía con Dios. Todos los sacrificios y ceremonias religiosas habían sido consumadas en Él como el Arquetipo de todo aquello. Ya no habría necesidad de ningún sacrificio más, la justicia de Dios estaba satisfecha, toda la ley había sido cumplida y las maldiciones bebidas hasta lo último. Todas las promesas ahora eran “si y amén” en Cristo. Todas las profecías mesiánicas estaban cumplidas. El plan de redención se había completado ahora el poder del pecado, la muerte y Satanás había sido despojado.
Mateo y Marcos relacionan este grito de Jesús con el rasgado de “arriba abajo” que sufrió el velo del templo (Mt. 27:50-51, Mc. 15:37-38). Este velo que hacía “separación entre lugar santo del lugar santísimo” (Éx 26:33) se había roto, ya no había división, Jesucristo el gran Sumo Sacerdote había ofrecido el sacrificio perfecto en esa cruz y ahora el pueblo tenía libre acceso a la presencia de Dios.
Lucas registra que además de !consumado es! Jesús dijo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” Lc 23:46, de nuevo vuelve el sublime Padre a los labios de Jesús. Ahora el “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Mt. 27:46 es sustituido por el tierno “Padre...” ya la horrible transacción que produjo esa separación filia había terminado, la oscuridad había pasado para el Señor ahora solo vislumbraba el brillo de la Gloria.
Luego del grito triunfal Juan fue impresionado con un gesto que hizo Jesús antes de morir: “inclinando la cabeza, entregó el espíritu”. Después de muchos años de que este evento sucediera el apóstol recuerda y considera que lo que sus ojos vieron no fue el desplome de una cabeza, como le sucedería a cualquier hombre que ha sido vencido por la muerte, fue algo más delicado y sublime. La palabra que usa para describir el momento proviene de un verbo que significa inclinar o recostar, se usaba para indicar el declinar del día (Lc. 9:12, 24:29) y también la usó Jesús cuando indicó que “Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Mt 8:20, Lc. 9:58) una referencia a que el Hijo de Dios no tenía un lugar fijo donde dormir.
Para Juan, Jesús no está lleno de pánico como quien es arrancado de la tierra por el rey de los terrores sino como quien voluntariamente dio su vida o entregó el espíritu. Con este gesto Jesús está demostrando el total control que dijo tener cuando afirmó: “...yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar...” (Jn 10:17–18).
Además, vale mencionar que el término entregó Juan lo viene usando con frecuencia: (1) Para referirse a Judas quien entregaría a Jesús a los judíos (Jn 18:2). (2) Para referirse a los lideres judíos quienes lo entregarían a Pilato, y para mencionar que Pilato entregaría a Jesús a las demandas de los judíos (Jn: 18:30). Al usar este mismo término para indicar que Jesús entregó su espíritu no está apuntando a una verdad muy elevada: “Después de todo Jesús libremente ha entregado su vida”. Como lo comenta John Gill: “entregó el espíritu; su espíritu o alma en las manos de su Padre; dando libremente esa preciosa vida suya que ningún hombre podría quitarle.” [5]
II. LOS LIDERES JUDIOS MEZCLA LA HIPOCRECIA CON LA CRUELDAD
II. LOS LIDERES JUDIOS MEZCLA LA HIPOCRECIA CON LA CRUELDAD
Los Romanos solía dejar al crucificado colgado por varios días agonizando hasta que las aves de rapiña y las fieras del lugar comieran sus cuerpos. Sin embargo, para los judíos tales cosas estaban prohibidas:
“Si alguno hubiere cometido algún crimen digno de muerte, y lo hiciereis morir, y lo colgareis en un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche sobre el madero; sin falta lo enterrarás el mismo día, porque maldito por Dios es el colgado; y no contaminarás tu tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.” (Dt 21:22–23).
Los judíos entonces, movido por su celo hipócrita por guardar la ley y que era el día de preparación para la Pascua, a fin de que los cuerpos no se quedaran en la cruz el día de reposo (porque ese día de reposo era muy solemne), pidieron a Pilato que acelerara las muerte de los malditos que contaminaban la tierra. Entre ellos la de Jesús el propio Creador de la tierra. A este procedimiento se le conocía como curifragium [4]. Esto se hacía tomando un mazo de hierro y dandole un golpe certero a las piernas del crucificado para que se quebraran. Al no poder seguir impulsándose con sus piernas para respirar y depender solo de sus brazos, llegaba rápidamente el cansancio y con este, la muerte por asfixia.
Haciendo caso a las peticiones de los judíos Pilato envió algún grupo de soldados encargados de la certificación de la muerte. Y Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas del primero, y también las del otro que había sido crucificado con Jesús.
III. EL CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA
III. EL CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA
Pero cuando llegaron a Jesús como vieron que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas. Ya Jesús estaba muerto, era evidente para estos hombres experimentados en este tipo de ejecución pero dado lo particular que ha sido el caso y la importancia que ha tenido el reo uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al momento salió sangre y agua.
Se ha discutido mucho si esta parte del relato de Juan es verdadero o mera simbología y la pregunta que se formula para cuestionarlo es la siguiente: ¿Cómo un hombre que está en posición vertical y cuyo corazón ha dejado de latir, y por ende, su sangre se ha espesado, coagulado y dejado de circular puede sangrar por una herida en su costado? Para responder a esta pregunta se debe considerar lo siguiente:
Primero, debemos saber que el proceso conocido como rigor mortis toma unas 4 horas en iniciar, y el livor mortis unos 12 minutos después de la muerte, si Jesús tenía unos pocos minutos de muerto es viable que sangrara.
Segundo, “Aquellos que eran azotados a menudo entraban en un shock hipovolémico, un término que se refiere al bajo volumen de sangre. En otras palabras, la persona habría perdido tanta sangre que entraría en shock. Los resultados de esto serían: (1) El corazón se aceleraría para bombear la sangre que no estaba allí. (2) La víctima colapsaría o se desmayaría debido a la baja presión sanguínea. (3) Los riñones se detendrían para preservar los fluidos corporales. (4) La persona experimentaría una sed extrema ya que el cuerpo desea reponer los fluidos perdidos. Hay evidencia en las Escrituras de que Jesús experimentó un shock hipovolémico como consecuencia de ser azotado. Cuando Jesús llevó Su propia cruz al Gólgota (Juan 19:17), se desplomó, y un hombre llamado Simón se vio obligado a llevar la cruz o a ayudar a Jesús a llevar la cruz hasta el final de la colina (Mateo 27:32-33; Marcos 15:21-22; Lucas 23:26). Este colapso indica que Jesús tenía baja presión sanguínea. Otro indicador de que Jesús sufrió un shock hipovolémico ha sido el hecho de que dijo que estaba sediento en el momento en que fue colgado en la cruz (Juan 19:28), indicando el deseo que tenía Su cuerpo de reponer líquidos.
Antes de la muerte, los rápidos y continuos latidos del corazón causados por el shock hipovolémico también provocan que el líquido se acumule en la bolsa alrededor del corazón y de los pulmones. Esta acumulación de líquido en la membrana alrededor del corazón se llama derrame pericárdico, y el líquido que se acumula alrededor de los pulmones se llama derrame pleural. Esto explica por qué, después de la muerte de Jesús y de que un soldado romano atravesara el costado de Jesús con una lanza, perforando tanto los pulmones como el corazón, salió sangre y agua de su costado tal y como Juan registró en su Evangelio.” [6]
“podría ser..” -dice McArthur- “...que el corazón del Señor Literalmente estallara por la agonía y la pena mental asociada con cargar el pecado y el abandono del Padre.” [7] Si este fue el caso, al reventarse el corazón la sangre se mezcló con el liquido del pericardio y cuando el soldado atraviesa el costado con la lanza lo rompe y sale está mezcla de agua y sangre. De haber sido así, entendemos las palabras del salmista cuando dijo: “Mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas” (Sal 22:14).
Cualquiera que haya sido el caso, no estamos tan interesados en una respuesta fisiológica sino teológica. La sangre y el agua en el AT era símbolos claros de sacrificio y limpieza y eso es lo que Juan está viendo cumplido en Jesús. Sin sangre no puede haber remisión de pecados (Heb 9:11-13,22 ) y en los tiempos de Ezequiel se prometía para el nuevo pacto “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré” (Ez 36:25). Por su parte Zacarías anunciaba: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zac 13:1). Con la muerte de Jesús las fuentes bendita que lavarían a su pueblo se habían abierto y ahora todos podrían venir libremente a lavarse en ella.
Pero nada de esto es un cuento inventado por Juan o una historia que le contaron y que él repite sin la autoridad que proporciona ser testigo ocular. Juan deja bien en claro que todo esto por sorprendete que parezca es verdad: Y el que lo ha visto ha dado testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que vosotros también creáis.
Para Juan todo lo que ha acontecido tiene una razón fundamental para que se cumpliera la Escritura. Específicamente, aquella que dice: No será quebrado hueso suyo. En la institución de la pascua se había dicho: Se comerá en una casa, y no llevarás de aquella carne fuera de ella, ni quebraréis hueso suyo (Éx 12:46, Nm. 9:12) el salmista escribió: Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová. El guarda todos sus huesos; Ni uno de ellos será quebrantado (Sal 34:19–20).
Y también la otra Escritura que dice: Miraran al que traspasaron, la cual es una referencia a la profecía de Zacarías que dice: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” Zac 12:10. Para Juan Jesús crucificado era Dios encarnado y traspasado por su pueblo a quien mirarán y se lamentarán de haber rechazado y traspasado.
APLICACIONES PARA LA VIDA
APLICACIONES PARA LA VIDA
1. Los fariseos han demostrado una crueldad que impresionan, ellos estaban preocupados por no contaminar la tierra con los cadáveres a la misma vez que asesinaban precisamente al creador y sustentador de ella. Hasta dónde puede llegar la hipocresía de los hombres que actúan una religión externa. Los formalismos y las estructuras de nuestras iglesia no pueden sustituir al arrepentimiento, la fe y la santidad. Es bien sabido, que aquellos que comienzan dar una importancia desmedida a las “cosas de la religión” han descuidado la verdadera religión, la religión del corazón.
2. Hubo dos ocasiones en las cruz en la que Jesús demostró el estado de su relación con el Padre. Cuando el está siendo el objeto de la ira de Dios y la transacción judicial aun no se ha llevado acabo, Él dijo: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” En este momento es la primera y única ocasión en la que el se refiere a Dios no como su Padre sino como Dios, la eterna relación filial entre ambos había sido dejada a un lado para que el Hijo ahora fuer pecado. Una vez que esa transacción término, ocurre que Jesús se refiere a Dios nuevamente como su Padre: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” Lc 23:46. El velo se ha rasgado Jesús el Sumo sacerdote ha entrado una vez y para siempre y junto con él todo su pueblo, ahora nosotros podemos acercarnos confiadamente al trono de la gracia en los mismo términos: “Padre nuestros...”. La oración es una privilegio que el Señor ha ganado para su pueblo. Cuando no oramos, inevitablemente estamos menos preciando el sacrificio de Cristo. El rasgo el velo, pero los que no oran lo intentan cocer desde afuera.
3. Resulta muy significativo las palabras de Jesús “tengo sed” sobre todo porque provienen de Aquel que un día exclamo con todas sus fuerzas “..Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: «De lo más profundo de su ser[b] brotarán ríos de agua viva». Jn 7:37-38. A simple vista parece una contradicción no le parece? pero en realidad no lo es, el Señor manifiesto tener esta terrible necesidad humana, de ser hidratado, los otros evangelios registran la burlas de quienes escucharon esta sensible petición. Pero ese, que fue puesto en escarnio por su sed, estaba consiguiendo para todo aquel que tuviera sed en su alma que las fuentes de vida eterna brotaran en su ser.
4. Es imposible describir todo el sufrimiento que conllevó el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo por amor a su pueblo. Nosotros podríamos aventurarnos a describir el amor de una madre por sus hijos, de una esposa por su esposo o el dulce amor que hay entre algunos amigos, pero el amor de Cristo es muy profundo, y solo mirando el sufrimiento que lo acompaña podemos hacernos una modesta idea ¿Qué es lo que puede acabar con los amores superficiales y débiles que encontramos entre los hombres? Es precisamente el sufrimiento, casi nadie está dispuesto a sufrir mucho tiempo por amor. Por el contrario, el Señor ha demostrado su amor en el sufrimiento. Entonces ¿Qué lo podrá acabar o tambalear? !nada! no hay dificultad o sacrificio con que el bendito amor de Cristo por su pueblo no haya sido probado. Es a este Salvador Amante que la Biblia nos invita a confiar y a creer que el cuida amorosamente de nosotros y que está más interesados que nadie en amarnos y en demostrarnos ese amor. La respuesta a este amor no puede ser otra que una expresión mucho menor y débil de ese amor: “Nosotros amamos, porque Él nos amó primero” (1 Jn 4:19).
5. La expresión !consumado es! tiene un significado tan profundo que la mente humana no puede comprender en todo su esplendor, pero seguramente el Señor tenía en mente lo siguiente: el pago total de la deuda moral que su pueblo tenía con Dios. Todos los sacrificios y ceremonias religiosas había sido consumadas en Él. Ya no habría necesidad de ningún sacrificio más, la justicia de Dios estaba satisfecha, toda la ley había sido cumplida y las maldiciones bebidas hasta lo último. Todas las promesas ahora eran “si y amén” en Cristo. Todas las profecías mesiánicas estaban cumplidas. El plan de redención se había completado ahora el poder del pecado, la muerte y Satanás había sido despojado. Hay tenemos crucificado al único hombre que ha cumplido la ley de manera perfecta y sin embargo dejó que la ley lo castigara con todo su rigor, para que a los que creyeran en él se les tratara con todos sus privilegios y bendiciones.
4. Si a Jesús se le estalló el corazón como pensamos y esto debido a la indecible agonía y le pena mental que tenía por el castigo del pecado y el abandono de su Padre. Podríamos decir que lo más amargo y sufrido del castigo que llevó Cristo no lo sabemos ni lo entenderemos en esta vida. Esto, como ninguna otra cosa, debería levantarse como una solemne advertencia a todos aquellos que juegan con la religión, y en sus corazones siguen inconversos. Aquellos que viven una “vida cristiana” sin ninguna clase de evidencia y con tanta superficialidad deberían recordad que el castigo por el pecado que Dios aplicó sobre Jesús hizo que su corazón s se derritiera como la cera en medio de sus entrañas.
[1] Ventura, S. V. (1985). En Nuevo diccionario biblico ilustrado (p. 1209). TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
[2] Craig S. Keener. (2017). Comentario del contexto cultural de la Biblia Nuevo Testamento (p. 311). El Paso (Texas). Editorial Mundo Hispano.
[3] Charles Spurgeon. Comentario David Guzic. Extraído de E-Sword.
[4] John McArthur. Comentario del Nuevo Testamento: Juan. (p. 888).
[5] John Gill. Comentario a Juan 19. Extraído del E-Sword.
[6] Got Question Ministrie. Artículo: ¿Por qué salió sangre y agua del costado de Jesús cuando fue traspasado. Consultado el 13/05/2022 a las 3:20 p.m. en: https://www.gotquestions.org/Espanol/sangre-agua-Jesus.html
[7] John McArthur (p. 889).