Porque quiero que sepan qué gran lucha tengo por ustedes y por los que están en Laodicea, y por todos los que no me han visto en persona.2 Espero que con esto sean alentados sus corazones, y unidos en amor, alcancen todas las riquezas que proceden de una plena seguridad de comprensión, resultando en un verdadero conocimiento del misterio de Diosd, es decir, de Cristoe,3 en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.4 Esto lo digo para que nadie los engañe con razonamientos persuasivosb.5 Porque aunque estoy ausente en el cuerpo, sin embargo estoy con ustedes en espíritu, regocijándome al ver su buena disciplinab y la estabilidad de la fe de ustedes en Cristo.6 Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, así anden en Él;7 firmemente arraigados y edificados en Él y confirmados en su fe, tal como fueron instruidos, rebosando de gratitud.