LA VID VERDADERA. Parte 3 La Palabra Produce Frutos Verdaderos

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INTRODUCCIÓN

Juan 15.1-2 “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.”
Estos dos versículos nos han enseñado que Jesús es la vid, el Padre el labrador, los pámpanos verdaderos llevan fruto y que existen falsos pámpanos, que se les permite estar en la vid por un tiempo, pero luego son podados al no dar fruto y desean dañar la vid. Como ya se ha dicho, los dos tipos de ramas representan las dos clases de discípulos que profesan externamente adherencia a Jesús: las ramas auténticas que permanecen en Él y las que no.
Hoy continuamos la tercera parte de la serie: LA VID VERDADERA Parte 3
Juan 15.3 al 5

BODY

Solo la Palabra Puede Limpiar al Hombre.
Juan 15.3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
¿Quiénes son esos vosotros?
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¿Qué significa limpio?
¿Qué significa estar sucio y quiénes están sucios?
Lo más importante: ¿cómo puedo estar limpio?
Estamos en la última semana del ministerio terrenal de Jesús, jueves por la noche. Cuando empezó la cena, Judas estaba entre el grupo, pero en un momento determinado, ya no está, solo están 11 apóstoles, y es cuando Jesús dice: “Ya vosotros estáis limpios”
Los once eran salvos. Los once ya había recibido a Jesús como Señor y Salvador. No como el joven rico que solo quería a Jesús como tiquete al cielo.
Juan 3.3 “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.”
Los 11 apóstoles ya había nacido porque Jesús se los confirmó: v3 “vosotros ya estáis limpios”
Lo mejor que le puede pasar a alguien, es ser perdonado por Dios. Como lo expreso el salmista:
Salmo 32.1 “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.”
¿Hay que hacer rituales para ser limpio? ¿mil ayunos? ¿Cuál es el instrumento que usa Dios para limpiar al hombre que nace en pecado?
La Palabra es el instrumento en la limpieza inicial y la salvación del creyente. Primero, lo salva, y luego lo purga, lo poda y limpia constantemente:
Romanos 1.16 “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.”
“del evangelio” No dice: “De los evangelios” Solo es Uno
Los seres humanos tienen un deseo innato de cambiar o de ser cambiados. Muchas personas quieren ser cambiadas en su interior, en alguna dirección que les haga sentirse menos culpables y más satisfechas con la vida y consigo mismas. Existe un sinnúmero de programas, filosofías y religiones que prometen satisfacer esos deseos. Muchos esquemas fabricados por el hombre tuvieron éxito en hacer sentir mejor a las personas con respecto a sí mismas, pero las ideas promovidas por ellos no tienen poder para quitar el pecado que trae los sentimientos de culpa e insatisfacción.
A través de Jeremías, el Señor dijo:
Jeremías 13:23 “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?”
El hombre no tiene en sí mismo el poder para cambiar su propia naturaleza. Cuando reprendió a los saduceos que trataron de tenderle una trampa, Jesús dijo:
Mateo 22:29 “Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios”
Únicamente el poder de Dios tiene la capacidad para derrotar la naturaleza pecadora del hombre e infundirle vida espiritual.
La Biblia dice claramente que los hombres no pueden ser cambiados o salvados espiritualmente por buenas obras, por la iglesia, por rituales, o por cualquier otro medio humano. Los hombres no pueden salvarse ni siquiera guardando la misma ley de Dios que fue dada para mostrarle a los hombres su absoluta incapacidad para cumplir con las exigencias y los parámetros de Dios en sus propias fuerzas.
Pablo le recordó a la iglesia en Corinto que :
1 Corintios 1:18 “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”
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Juan 15.3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
La gente del mundo, de los billones que existern, unos están sucios de pecado y otros se encuentran limpios porque un día escucharon y CREYERON la Palabra. Dios usa su Palabra como el cuchillo de podar, porque ella es:
Hebreos 4.12 “Viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón
Hermanos(as), no nos gusta las pruebas, la aflicción. Hasta existe una secta que se llama: “PARE DE SUFRIR”, pero sabía que Dios usa la aflicción que ha llegado a nuestros vidas como medio para prepara a su pueblo para la poda que hace la Palabra. El salmista afirmó la relación entre la aflicción y la obra de la Palabra en su vida cuando escribió:
Salmo 119: 67 “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra.”
¿Cómo llegó este salmista a ser limpio por la Palabra? Confiaba en la palabra de Dios.
¿Cónfías en la Palabra de Dios?
Vea la secuencia que usa el salmista para llegar a tener confianza en la Palabra de Dios. El salmista confiaba en que el Señor trataría con él conforme a su palabra:
Salmo 119.65 “Bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová, conforme a tu palabra.”
Luego le pidió más orientación para evitar descarriarse:
Salmo 119.66-68 “Enséñame buen sentido y sabiduría, Porque tus mandamientos he creído. Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; Enséñame tus estatutos.”
Declaró su confianza en Dios en medio de muchas ataque de conocidos:
Salmo 119.51 “Los soberbios se burlaron mucho de mí, Mas no me he apartado de tu ley.”
El Salmo 94:12 también establece esa conexión sobre la limpieza del corazón del hombre y cuál es el único intrumento dado por Dios:
Salmo 94:12 “Bienaventurado el hombre a quien tú, JAH, corriges, Y en tu ley lo instruyes,”
Juan 15.3Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
Los discípulos estaban limpios, santificados, para el propósito que Dios tenía para ellos. El medio de santificación era la Palabra que Jesús les había dicho. Palabra procedente del Padre y en plena identidad con Él. En la oración del Señor se hará referencia a esto:
Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”
La Palabra opera en los creyentes. El mensaje del evangelio trae como resultado la justificación del pecador que cree, porque son palabras de vida eterna, como lo expreso Pedro:
Juan 6.68 “Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
Solo la Biblia, solo las enseñanzas de ella, conducen al creyente por la senda de la santificación. La palabra es el instrumento divino eficaz para:
2 Timoteo 3:16 “redargüir, corregir, e instruir”
“redargüir”. La Biblia es útil para reprender a las personas por su conducta errónea o sus creencias equivocadas.
“corregir” La restauración de algo a su condición íntegra y correcta.
“instrucción” La Biblia nos brinda edificación. Nos da los materiales necesarios para vivir una vida cristiana exitosa hasta que el Señor nos lleve con Él.
Juan 15.3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
Estos “vosotros”, los apóstoles habían estado vinculados con Jesús durante tres años, aprendiendo la palabra, que son todas las que escucharon de Él. Es sorprendente que en el tiempo actual se busque la santificación de los creyentes y no se enseñe la Palabra. Los mensajes de exhortación, muchas veces son meras palabras de hombres revestidas de piedad aparente que marcan senderos humanistas:
“Si la Biblia desaparece del púlpito, el pecado aparecerá en los creyentes”
Un ministerio sin Biblia es un entretenimiento que conduce a vidas sin propósito.
La Biblia hace lo mejor que te puede pasar, te dice la verdad. Por ejemplo:
“Si tú pones una calcomonía en tu carro que dice: !Sonríe Dios te ama!, y eso no está en la Biblia. ¿Por qué no pones: !Dios está airado con el impío todos los días! del Salmo 7:11 Probablemente te quedarías sin carro.”
La aceptación por fe de la palabra que Jesús les había dado, produjo un cambio de orientación en la vida de ellos. Habían comprendido que no se trataba de una limpieza ceremonial y religiosa, sino espiritual y de vida. Todos ellos estaban enseñados por la tradición a agradar a Dios mediante obras piadosas reguladas en mandamientos. Con Jesús habían aprendido que el único que agrada a Dios es el Señor mismo.
Explicado, lo leemos de nuevo:
Juan 15.3 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado.”
2. La Verdad se Refleja en Conduca Espiritual Salvífica.
Juan 15.4-5 “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Es de nuestro conocimiento, que todos los creyentes verdaderos, permanecen en Cristo y Él en ellos, producirán fruto espiritual. Es decir, no existe un cristiano infructuoso.
Juan el Bautista retó a sus oyentes a dar:
Mateo 3:8 “frutos dignos de arrepentimiento”
Les advirtió que:
Mateo 3:10 “todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”
La segunda, los creyentes no pueden dar fruto por sí mismos, porque Él declaró tajantemente: v 4-5 Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Puede haber ocasiones en que los creyentes tengan deslices, cuando no sean fieles a su vida en Cristo. Pero las ramas verdaderas, por quienes fluye la vida de la vid, no pueden dejar de producir fruto a la larga. Te pregunto, ¿Eres una rama verdadera? Una rama verdadera da frutos:
Salmo 1.3 “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.”
Proverbios 11.30 “El fruto del justo es árbol de vida”
Proverbios 12.12 “Codicia el impío la red de los malvados; Mas la raíz de los justos dará fruto.”
Romanos 7.4 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.”
Colosenses 1.10 “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;”
¿Cuáles son tus frutos? ¿Cómo sé que es un fruto? ¿Cuáles son los frutos de salvación? Permitame ayudarle a aclararle sobre el fruto.
Un error popular iguala el fruto con el éxito externo. Por ese estándar usual, se considera fructífera la religión externa, la justicia superficial, tener una iglesia grande, un ministerio popular o un programa exitoso. Pero la Biblia no iguala por ninguna parte el fruto con los resultados o el comportamiento externo, imitable por los hipócritas y engañadores, así como por los cultos y religiones no cristianas. En su lugar, las Escrituras definen el fruto en términos de calidad espiritual. Pablo recordó esto a los gálatas: Gálatas 5:22-23 “El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”
Tales rasgos a semejanza de Cristo son la marca de aquellos por quienes fluye su vida.
La alabanza ofrecida a Dios también es fruto. El escritor de Hebreos exhorta así a sus lectores:
Hebreos 13:15 “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre”
La Biblia dice también que el amor sacrificial para satisfacer las necesidades de los demás es fruto. Con referencia a la ofrenda monetaria que Pablo estaba recolectando para los creyentes necesitados en Jerusalén, escribió a los romanos:
Romanos 15:28 “Así que, cuando haya concluido esto, y les haya entregado este fruto, pasaré entre vosotros rumbo a España”
También puede definirse el fruto en general como el comportamiento santo, justo y que honra a Dios. Tal conducta es un fruto digno de arrepentimiento, el fruto que produce la buena tierra:
Mateo 13.23 “Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.”
Pablo oró pidiendo que los colosenses estuvieran:
Colosenses 1.10 “para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;”
¿Por qué un cristiano debe llevar frutos?
Porque los cristianos fueron:
Efesios 2:10creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”
Juan 15.3-5 “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
Cristo pone sobre la responsabilidad de los discípulos la de permanecer en Él, del mismo modo que Él permanece en ellos. Es una mutua inmanencia. Cristo en los cristianos, estos en Él. La comunión nunca se quiebra por Él sino por nosotros. La figura del pámpano y la vid es elocuente. El pámpano está en la vid y mientras esté en esa posición recibe de ella todo cuanto necesita para llevar fruto. No puede tratarse de salvación, puesto que la permanencia de ella no es del hombre sino de Dios que lo mantiene unido a Él. La salvación no puede perderse porque nadie podrá arrebatar de la mano del Padre y de la del Hijo a ninguna de Sus ovejas (Jn.10:28–29). Otra cosa es la rotura de la comunión cuando hay pecado sin confesar en la vida del cristiano. Este estado impide llevar fruto.
La advertencia es solemne puesto que Cristo no les dice que sin Él poco podían hacer, afirma que nada podéis hacer. Cuanto el creyente haga por sus propias fuerzas sin recibir la provisión de poder y de vida de Cristo, serán simplemente apariencias piadosas, pero en realidad obras humanas que no glorifican a Dios. Fuera de la gracia el cristiano no solo no puede producir nada, sino que él mismo es nada:
1 Corintios 15.10 “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy”

CONCLUSIÓN

¿Cuáles son tus frutos? ¿Te limpias a diario con la Biblia? ¿Estás unido a la Vid?
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