El Gozo del Señor es nuestra Fortaleza
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Nehemías 8:10
Nehemías 8:10
Contexto de Nehemías:
El pueblo estuvo cautivo 586 a 537 ac más de 40 años y tras varios intentos de ser obedientes a Dios el pueblo seguía fallando. Habían algunos hombres, profetas y/o temerosos de Dios que fervientemente en su corazón anhelaban el cumplimiento de las promesas para Israel, como el habitar en la ciudad Santa y adorar a Dios en su templo. El caso de Nehemías es particular pues era un hombre de oficio común con un compromiso de agradar a Dios tan grande que lo llevo a hacer lo impensado.
¿Cuál era la labor de un copero y porque el Rey Artajerjes ayudo a Nehemías?
Los asesinatos y los golpes de estado eran comunes en los tiempos bíblicos, por lo tanto, los monarcas antiguos a menudo empleaban coperos para probar las bebidas de los gobernantes y la corte. El copero prevenía el asesinato bebiendo algo de vino para corroborar si estaba envenenado antes de servirlo. Este trabajo requería de una persona de confianza plena, quien por su confiabilidad podía tener una gran influencia con el gobernante. Nehemías era el copero del rey persa Artajerjes (Neh 1:11). Su fiel trabajo sin duda inclinó a Artajerjes a permitirle volver y reconstruir el muro de Jerusalén.
Gén 40:1–23, 1 Rey 10:5, 2 Crón 9:4, Neh 1:11, Neh 2:1
Conocimiento de la tristeza de Nehemías
Nehemías 2:1-20 “Aconteció que en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo di al rey. Yo nunca había estado triste en su presencia, y el rey me dijo: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor, y dije al rey: Viva para siempre el rey. ¿Cómo no ha de estar triste mi rostro cuando la ciudad, lugar de los sepulcros de mis padres, está desolada y sus puertas han sido consumidas por el fuego? El rey me dijo: ¿Qué es lo que pides? Entonces oré al Dios del cielo, y respondí al rey: Si le place al rey, y si tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para que yo la reedifique. Entonces el rey me dijo, estando la reina sentada junto a él: ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y le agradó al rey enviarme, y yo le di un plazo fijo. Y dije al rey: Si le agrada al rey, que se me den cartas para los gobernadores…”
Nehemías dijo a los israelitas arrepentidos que el gozo del Señor sería su fortaleza (Nehemías 8:10).
Efectos positivos en el cuerpo:
Sensación de bienestar: cuando se experimenta felicidad el cuerpo segrega endorfinas que funcionan como neurotransmisores que producen efectos opiáceos o analgésicos y por lo tanto se genera una sensación de bienestar. Los dos principales neurotransmisores que liberan son la dopamina y serotonina que se encargan de la regulación del estado de ánimo, comportamiento social, el apetito, la digestión, el sueño, la memoria, el deseo y la función sexual.Circulación de sangre: con la liberación de neurotransmisores se estimula el sistema circulatorio por lo que el flujo sanguíneo es más rápido.Mejor digestión: al experimentar alegría los músculos lisos que se encuentran en el estómago se contraen y expanden más rápido lo que genera mayor movimiento de los alimentos en el tracto digestivo.Reducción del dolor físico: en estado de alegría un dolor físico, como la migraña, puede reducirse debido a la cantidad de neurotransmisores que se liberan.Músculos relajados: al experimentar felicidad, los músculos que más se relajan son los del rostro por lo que los movimientos se vuelven más relajados y fluidos. La sonrisa se aprecia más auténtica y los ojos brillan.
La iglesia primitiva se caracterizaba por la alegría y el gozo del Señor (Hechos 2:46; 13:52), y el "gozo en el Espíritu Santo" es una marca distintiva del reino de Dios (Romanos 14:17). Los que forman parte del reino comparten el deleite del reino.
El gozo forma parte del fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). De hecho, es nuestro deber cristiano regocijarnos en el Señor (Filipenses 3:1; 4:4; 1 Tesalonicenses 5:16). En Cristo, los creyentes "nos alegramos con gozo inefable y glorioso" (1 Pedro 1:8).
Debido a su origen sobrenatural, el gozo del Señor - nuestra alegría de corazón - está presente incluso en las pruebas que se presentan en la vida. Sabemos que somos hijos de Dios y que nadie puede arrebatarnos de Él (Juan 10:28-29). Somos herederos de "herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible", y nadie puede robárnosla (1 Pedro 1:4; Mateo 6:20). Vemos al Autor y al Consumador de nuestra fe, y, aunque el enemigo se ensañe con nosotros, sabemos quién gana al final (Hebreos 12:2; Salmo 2).