Adivina adivinador ¿qué es algo que recibes para dar?
Gracia Asombroso 8 • Sermon • Submitted
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Gracia Asombrosa 8
Quizá un ejemplo de lo que es el amor y la gracia de Dios se muestra en una historia medio rara, es la historia de Jonás. Los escépticos dicen que no es real, que nadie puede vivir 3 días en la panza de un pez, si quieres aclarar diciendo que fue una ballena, no resuelve nada; pero si es histórico entonces tuvo que ser un milagro. El Señor Jesús hace referencia a Jonás, ÉL creyó que es una figura histórica y que los eventos registrados en el libro de Jonás sucedieron en realidad. Te diré lo que yo creo: siempre me pondré del lado de Jesús en los asuntos debatibles. Y lo hago porque ÉL ¡Se levantó de la muerte! Así que acepto su punto de vista por muy difícil que sea de creer.
Si tienes problemas en creerlo ¡no hay problema! Piensa en la historia como un mito con un mensaje muy profundo. De todos modos, alguna vez te has inspirado con una película o libros de ficción y hasta lloraste ¡torito! Te inspiraron para ser mejor padre, madre o persona.
La historia de Jonás es más que sobre un hombre que es tragado por un pez, es la historia de un hombre que batalla con las contradicciones del amor de Dios. Jonás entendió lo que significa la gracia, pero al mismo tiempo, no estaba dispuesto a extender esa gracia a cierto tipo de personas. Eran personas que él creía que ¡no la merecían! El problema es que ¡nadie la merece! Si tú la merecieras entonces ya no sería gracia, sería una recompensa, y pensar eso es peligroso.
Jonás vivió en un pueblito cerca de Nazaret del siglo 8 a. C. eran tiempos de paz, sus 2 enemigos del norte: los arameos y asirios, los han atacado por décadas, pero de pronto dejaron de pelear, fue un tiempo de paz, por 40 años Israel no fue invadido y en ese tiempo Dios llamó a Jonás para cumplir una misión de misericordia, de gracia y de amor.
“El Señor le dio el siguiente mensaje a Jonás, hijo de Amitai: «Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive. Pronuncia mi juicio contra ella, porque he visto qué perversa es su gente». Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor. Descendió al puerto de Jope donde encontró un barco que partía para Tarsis. Compró un boleto, subió a bordo y se embarcó rumbo a Tarsis con la esperanza de escapar del Señor.” (Jonás 1:1–3, NTV)
Nínive a unos 800 km al noreste de donde vive Jonás y Tarsis está en el extremo sur de la costa de España, a más de 3700 km, en el extremo de mar mediterráneo. Jonás no pudo escoger un destino más alejado que Tarsis. Jonás no está contento con solo decirle NO a Dios, sino que fue en dirección contraria a la orden.
Tarsis no era familiar para Jonás. Si escapas de Dios ¿por qué no ir a un lugar conocido? ¿por qué elegir la ruta más peligrosa para viajar? Los barcos en esa época eran primitivos, el viaje lo llevaría por una de las zonas más peligrosas en esa época; pero esto es lo que hacemos cuando queremos escapar de Dios. Jonás y muchos se precipitan a lo desconocido, a los lugares más peligrosos y se toman las decisiones menos lógicas.
Para ser justos, casi puedo entender a Jonás por no querer ir a Nínive, es la capital de imperio Asirio, uno de los enemigos más crueles de Israel. Los asirios habían hecho de la crueldad un arte. Perfeccionaron la tortura, desmembraban y desfiguraban a los cautivos, los despellejaban vivos, los hervían en aceite y los empalaban en estacas, precursor de la crucifixión. Para Jonás esa gente no vale la pena salvarlas, lo último que quería era ser un mensajero de amor de parte de Dios, porque ellos ¡no merecen esa gracia! Lo que merecen es ¡el juicio!
Así que huyó, fue al puerto más cercano, pagó su boleto al destino más alejado al que podía ir, sin embargo, el profeta rebelde, pronto aprendería una lección importante: puedes intentar escapar de Dios, pero no puedes escapar de Dios.
Jonás cargó sus maletas, respiró aliviado al ver desaparecer la costa de Israel en el horizonte, pero el viaje, ni siquiera ha tomado impulso cuando de pronto una tormenta amenaza convertir el barco en astillas, la tripulación arroja su cargo y pertenencias por la borda para aligerar el peso, mientras hacen oraciones a sus varios dioses.
De alguna forma los marineros concluyen que la tormenta debe ser castigo sobrenatural por alguien que va a bordo, echan las suertes para descubrir quién ha ofendido a su dios, todo apunta a Jonás y los hombres lo confrontan:
“Así que los marineros le reclamaron: —¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En qué trabajas? ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?” (Jonás 1:8, NTV)
Él respondió:
“—Soy hebreo —contestó Jonás— y temo al Señor, Dios del cielo, quien hizo el mar y la tierra.” (Jonás 1:9, NTV)
Los marinos le hacen una pregunta que va acorde con su cosmovisión:
“… —¿Qué debemos hacer contigo para detener esta tempestad?” (Jonás 1:11, NTV)
Como religiosos creían que ese dios envió la tormenta para castigar a quién lo ofendió. Jonás sabe la verdadera razón de la tormenta, no es más que una llamada de atención; para ese momento descubre que no puede escapar de Dios, pero en lugar de arrepentirse y clamar a Dios perdón y misericordia y que salve el barco, Jonás intenta que lo maten y dice a los marineros:
“—Échenme al mar —contestó Jonás— y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.” (Jonás 1:12, NTV)
Jonás prefiere morir antes que ir a Nínive, primero muerto que humilde. Los marinos, aunque paganos, no quieren tirarlo al mar, intentan remar para salir de la tormenta, pero el Señor la hizo más fuerte, finalmente sin poder escapar de las consecuencias de la desobediencia, Jonás ora al Dios de Israel pide perdón y tiran al profeta al mar como pidió. Para los marinos la historia termina ahí, porque el mar vuelve a la calma, quizá regresan a puerto para volver a cargar mercancía y contar lo que les pasó. Para Jonás, la historia apenas empieza.
Al ser tragado por las olas, de pronto se da cuenta que Dios no se ha dado por vencido con él, sólo porque él se ha dado por vencido con Dios. Dios no se ha dado por vencido contigo, aun cuando a veces tú te das por vencido con Dios. Si estás aquí, si escuchas esto en línea, es porque Dios te sigue llamando. Esto es algo que más te vale recordar siempre.
En un contexto más amplio todo lo que va a suceder fue que, aunque Jonás se ha dado por vencido con respecto a los de Nínive ¡Dios no!
“Entre tanto, el Señor había provisto que un gran pez se tragara a Jonás; y Jonás estuvo dentro del pez durante tres días y tres noches.” (Jonás 1:17, NTV)
3 días con sus noches en la panza oscura del pez, entre algas marinas es mucho tiempo. Yo no creo que le haya tomado a Jonás 3 días para arrepentirse por desobedecer, creo que estaba regateando con Dios una segunda oportunidad desde los primeros minutos dentro del pez. Para el fin del día 1 creo que prometió a Dios todo lo que se le ocurrió, si tan solo lo saca de ahí.
Digo esto porque me pasaba lo mismo con mi papá cuando me disciplinaba con el cinturón. Mi rutina de arrepentimiento empezaba antes que la piel vacuna del cinturón tocara mi espalda o trasero; tan pronto como la mano derecha se movía en cámara lenta a desabrochar el cinturón, me invadía un profundo arrepentimiento y decía lo que fuera con tal de evitar ese dolor, pero como mi padre fue un buen padre, de todos modos, me disciplinaba.
Por eso no creo que le tomara 3 días arrepentirse de su decisión, creo que le tomó 3 días aprender la lección. En ese proceso Jonás aprendió algo que nunca olvidaría ¡Dios disciplina! Por eso, esta es una lección que Jonás no necesitaría aprender 2 veces, con 1 es suficiente. Pero no es sólo eso lo que aprendió de los 3 días bajo el mar. Después que su calvario terminó Jonás se sentó y escribió la oración que hizo mientras estaba rodeado de baba, algas y agua salada dentro del pez. Escucha:
“… «En mi gran aflicción clamé al Señor…” (Jonás 2:2, NTV)
En mi gran aflicción ¿cuántas veces hemos hecho eso de rogarle a Dios en nuestra aflicción? ¡muchas! Y suele ser por algo provocado por nosotros mismos, en el caso de Jonás fue igual.
“… «En mi gran aflicción clamé al Señory él me respondió. Desde la tierra de los muertos te llamé, ¡y tú, Señor, me escuchaste!” (Jonás 2:2, NTV)
¿Por qué habría Dios de responder la oración de alguien que le dio la espalda y pide ayuda sólo después de tocar fondo? ¿qué puede ser más egoísta? Aun así, cuando las consecuencias de la decisión de Jonás lo consumen y apenas puede seguir, no tiene a nadie a quién culpar, sino sólo a él mismo. ¡Dios escuchó su clamor! Quizá ahí Jonás se da cuenta que el propósito de la disciplina de Dios ¡no era alejarlo o desquitarse! Sino para acercarlo. La disciplina de dios es una extensión de Su Gracia. Aunque Jonás no lo viera así en ese momento, aunque tú no lo vas así en este momento. El profeta continúa:
“Me arrojaste a las profundidades del mar y me hundí en el corazón del océano. Las poderosas aguas me envolvieron; tus salvajes y tempestuosas olas me cubrieron.” (Jonás 2:3, NTV)
Es cierto que los marinos lo aventaron, pero Dios creó las circunstancias que los llevó a eso, ellos sólo fueron instrumento en la estrategia de Dios para disciplinar al profeta. Pero Jonás no se resintió contra el Señor por esto, algunos sí se enojan. Es común para quienes han pasado un tiempo escapando de Dios, que después le agradecen por las circunstancias difíciles que los llevó de regreso a Dios. La gracia que disciplina es verdad que no es placentera en el momento, pero después es muy valorada.
No creo que le haya tomado 3 días arrepentirse, pero sí que se arrepintió los 3 días, en ese tiempo entendió que correr de Dios es correr de SU gracia. Jonás lo dice así:
“Los que rinden culto a dioses falsos le dan la espalda a todas las misericordias de Dios.” (Jonás 2:8, NTV)
Jonás aprendió que igual que los paganos de Nínive, él también decidió complacer su interés egoísta y en ese momento, perdió de vista la gracia de Dios.
“Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.” (Jonás 2:10, NTV)
Y ¿dónde crees que lo escupió? En Nínive. ¿Te imaginas cómo se vería Jonás? Emulsión de Scotch. Dios le da una 2ª oportunidad de obedecer e ir a Nínive y esta vez, Jonás sí la aceptó.
Está en Nínive, pero su corazón no está con Nínive. Aun está en desacuerdo con la decisión de Dios de darle oportunidad a esos violentos, crueles enemigos de Israel. Quería que los de Nínive pagaran por sus crímenes; en su mentalidad sin nada de compasión, amor, gracia, ellos deben recibir lo que merecen. Jonás no puede dejar de ser prejuicioso. Está atrapado en el conflicto de la gracia: es algo que pide para él mismo, pero no es algo que este dispuesto a dar. Especialmente no a los de Nínive, aún así, sigue siendo el hombre que Dios eligió para enviar y volver a enviar.
Nínive era una ciudad grande para su época, los arqueólogos han encontrado unos 11 km de muros, rodeando unos 7 km. Espacio suficiente para unos 120 mil habitantes y muchos más fuera de esos muros. De acuerdo con Jonás le llevó 3 días enteros dar el mensaje de arrepentimiento por la ciudad. Podemos imaginar a Jonás por las calles de Nínive quizá con un letrero diciendo:
“El día que Jonás entró en la ciudad, proclamó a la multitud: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida».” (Jonás 3:4, NTV)
Quizá no lo decía con la intención de que se arrepintieran, pero el pueblo escuchó y ¡se arrepintió! Creyeron el mensaje y toda la ciudad ayunó, se pusieron ropas de silicio, la forma tradicional de lamentarse y clamaron a Dios que los salvara.
Esto sorprendió a Jonás, un judío llevando un mensaje de Dios, un Dios que Nínive no adoraba ¿por qué tendría impacto su mensaje? La historia revela 3 eventos que pudieron preparar la ciudad para arrepentirse. 1) Vieron un eclipse total de sol, que era considerado un presagio de algo horrible para ellos. 2) Una coalición de tribus los rodeaba para atacarlos y estaban a unos 160 km. 3) La ciudad había sufrido 2 plagas grandes en 5 años que mataron a muchos y eso estaba en la memoria colectiva. Para cuando llegó un profeta del pueblo enemigo y caminó entre sus calles advirtiéndoles de su destino inminente, ellos estaban preparados para arrepentirse.
Aquí podría terminar la historia, Dios estaba en lo correcto, Jonás equivocado, el profeta obedeció y cumplió la misión con rotundo éxito. Pero la historia sigue. Cuando Dios vio el arrepentimiento detuvo la destrucción con que los amenazó, pero en lugar que Jonás respirara aliviado ¡se enfureció! En un berrinche se queda con Dios.
“Entonces le reclamó al Señor: —Señor, ¿no te dije antes de salir de casa que tú harías precisamente esto? ¡Por eso huí a Tarsis!...” (Jonás 4:2, NTV)
Después dice algo profundo sobre la gracia de Dios que está por toda la Escritura. Este es el tipo de declaración que esperarías leer sólo en el NT, no lo esperas de un profeta del AT especialmente no de Jonás. Si dudas de la profunda gracia de Dios, detente y deja que la siguiente frase te llegue por completo. La declaración es un resumen de Dios y Su gracia a pesar de lo mucho que le molestaba a Jonás.
“…Sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a perdonar y no destruir a la gente.” (Jonás 4:2, NTV)
Jonás piensa lo que ha vivido y concluye que Dios busca la oportunidad de extender Su Gracia y compasión. Le toma mucho, mucho tiempo para que se enoje, rebosa de amor, muchas veces prefiere no dar a los pecadores lo que se merecen. Jonás está de acuerdo con esto, cuando esa gracia es para él y para Israel, pero ¿los de Nínive? ¿es una broma? Jonás está molesto por la gracia de Dios para los de Nínive, tanto que casi se avienta solito otra vez al mar.
¡Quiere justicia! Dios insiste en Misericordia. ¡Quiere juicio! Dios en compasión. La teología de Jonás es impecable, pero su aplicación está sesgada.
Poco después de decirle a Dios que prefiere morir antes que ver a los de Nínive salvarse, Jonás encontró un lugar en la orilla de la ciudad, hizo un techito con lo que encontró y esperó a ver qué pasaba ¿sería genuino el arrepentimiento de la gente? ¿por conveniencia? Mientras esperaba el Señor milagrosamente hizo que una vid creciera rápido para darle sombra, eso alegró a Jonás, pero al día siguiente Dios permitió que un gusano comiera la palabra y la cosa se pone peor.
Dios envía un viento que en esa zona se conoce como Sirocco, un viento caliente con 0 humedad acarrea un polvo rojizo muy fino y eleva la temperatura de 5 a 9 grados en cuestión de minutos, desafortunadamente para Jonás no tiene forma de encontrar refugio y una vez más despotrica contra sus circunstancias.
La historia de Jonás termina de repente, con Jonás enredado en un tipo de dilema moral, un dilema sobre la gracia, un dilema parecido al que Jesús tendría cientos de años después. Lo que sigue son las últimas frases del libro. Escucha la pregunta de Dios y veamos Su preocupación.
“Entonces el Señor le respondió: —Sientes lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera. Creció rápido y murió rápido. Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes que viven en oscuridad espiritual, sin mencionar todos los animales. ¿No debería yo sentir lástima por esta gran ciudad?” (Jonás 4:10–11, NTV)
Y el libro termina. Qué forma rara de terminar. Pero al desenredad este final quizá encuentras que en realidad presenta un reto. Lo que dice es: “te has preocupado, has tenido compasión por una planta que te dio comodidad, o porque ¿fue para tu beneficio? YO por otra parte estoy preocupado por una ciudad llena de personas, personas que YO creé. Hombres, mujeres que son como niños en cuanto a lo que entienden de mí.
Decir que esto dejó mal a Jonás es poco. En la lista de preocupaciones de Jonás la gente de Nínive está por debajo del bienestar de ¡una planta! Mientras sigue enojado por la muerte de una planta que creció en una noche, Jonás no mostró compasión, gracia, nada de interés en la vida de la gente de la ciudad de Nínive.
Esto tiene muchas implicaciones para nosotros ¿cuál es nuestro interés en buscar a Dios? ¿hay algún interés en los vecinos, los miles de personas que ni siquiera han escuchado el mensaje de Salvación? ¿me preocupo sólo por mis intereses? ¿lo que puedo obtener de Dios?
La planta representa la gracia de Dios para Jonás, detener el juicio representa la Gracia de Dios para los de Nínive. Jonás está de acuerdo con la primera, pero no con la 2ª. Está agradecido por las muchas expresiones de la Gracia de Dios de las que él es el beneficiario, pero se niega a celebrar la Gracia de Dios por las personas de Nínive. La moraleja de la historia es clara y directa: Recibir la gracia es frecuentemente más fácil que otorgarla.
El pecado de Jonás fue que su religión se trataba sólo de él; es verdad que en un momento se rindió a la voluntad de Dios, pero nunca se rindió al propósito de Dios para el mundo. ÉNFASIS. Aunque era descendiente de Abraham, el hombre por quién todo el mundo sería bendecido, Jonás no pudo ver de forma clara cómo podía extender esa gracia más allá de Israel, a pesar de su papel como profeta de Israel, la nación que fue creada para ser luz a las naciones se resistió a la idea de extender la gracia de Dios más allá de Israel. Por alguna razón Jonás no pudo aceptar, adoptar, abrazar el mensaje global de la Gracia de Dios.
Jonás no fue el único, al leer el NT vemos que el pecado de Jonás era el punto de vista de la mayoría en Israel. La iglesia primitiva estaba dividida por ese mismo asunto y este conflicto de la gracia ha sido tema de debate entre cristianos y la iglesia en cada generación.
Así que antes de ser duros con Jonás, hagamos un repaso ¿quiénes son los Ninivitas en tu vida? ¿a quienes te cuesta extenderles gracia? ¿la desgracia de quiénes celebras en secreto? ¿quiénes deseas que obtengan lo que se “merecen” de acuerdo contigo? Empecemos por algunos grupos: los que tienen menos edad que tú, los delgados, musculosos, los que usan talla 0, los tatuados, de pelo largo, los que van con gorra al templo o con short. Vamos a otros grupos: los pentecostales, bautistas, calvinistas, wesleyanos, los que hablan en lenguas, los que brincan mucho, los que no brincan nada. Otro grupo: tu familia política, los de otra generación, la suegra, los ex’s. O los infieles, el socio que es abusivo, lo saben, lo saben. Etc.
Con qué grupo pensaste: ah, Pero ese grupo sí merece el castigo, esto es diferente.
Pues todos ellos son personas que necesitan la gracia de Dios y quizá un día Dios te llame a ti para compartir con ellos, con ese grupo exactamente y darles SU gracia a través de tu vida, pero eso es entre Dios y tú. Si decide que serás tú el indicado te aseguro que ahí verás al amigo Jonás con otros ojos. La gracia tiene 2 lados: Es algo que recibes y es algo que das. Las 2 están conectadas, pero generalmente una es más fácil que la otra ¿adivina cuál?
Te animo a que tengas en mente ese grupo con quienes no muestras mucha gracia, por ahora ni siquiera te sugiero que hagas algo más, sólo tenlos en mente ¿por qué? Porque podría ser que Dios quiere llevarte a ti más lejos de lo que llevó a Jonás. Puede que Dios quiera ponerte una carga, un pesar de manera que sea casi imposible no extender SU gracia a esas relaciones donde no la has mostrado. Te llegarán más persona así. Cuando la gracia de Dios te toca, es algo que no se puede resistir. De una forma o de otra.
Palabra de Dios
Oremos