El primer amor
Las 7 iglesias • Sermon • Submitted
0 ratings
· 47 viewsEscuchemos la reprensión de nuestro Señor y volvamos al primer amor.
Notes
Transcript
Introducción:
Creo que todos conocemos ese entusiasmo. Cuando tenemos algo nuevo no nos queremos apartar de ello.
Esto es algo que les sucede a los niños. Les regalas algo, les encanta y luego los ves aferrado a ese regalo todo el tiempo. Y cuando van a dormir, ¿adivinas de qué se abrazan? Sí, del regalo.
Pero no solo sucede con los niños. Puede ser que algunos recuerden cuando finalmente pudieron comprar aquel auto, el que tanto les gustaba, con el que habían soñado. Hay personas que, tal como los niños, aquella noche se fueron a dormir al auto. Luego, seguro que se ofrecían para hacer mandados, para llevar personas, para ir de aquí para allá, con tal de ir en el auto. Sí, te sentabas en él con una sonrisa.
Pero, ¿qué pasó luego de los primeros seis meses? Pues, tenerlo ya cayó en la costumbre, ya fue habitual, ya no fue lo mismo. Uno ya no se ofreció para salir y prefirió otras actividades, puso otros pretextos.
Es de eso que hay que tener cuidado.
Las 7 similitudes en las cartas
Las 7 cartas de Jesús a las iglesias tienen ciertas cosas en común. Analicémoslas brevemente.
1. El recipiente de la carta: Las cartas son dirigidas “al ángel de la iglesia”. Quiere decir que Jesús se dirige directa y especialmente al pastor, el líder de la iglesia. Sin embargo, estas cartas están abiertas y disponibles para que cada miembro de la iglesia las lea y escuche su contenido. En la visión de Juan, Jesús tiene a los ángeles (los pastores) en su mano derecha, firmemente contenidos por él, representados por estrellas. Aquí ya encontramos algo muy especial: a Jesús le importa la iglesia, y le importan las vidas de sus líderes, que tanta influencia tienen sobre la iglesia, muchas vidas y familias y sobre la comunidad.
2. Una presentación simbólica de Jesús, el autor de la carta. Esta presentación le otorga a la carta todo el peso de la autoridad y dominio de Jesús. Es una llamada de atención que dice claramente: “¡Presta atención! ¡Es Jesús mismo, el que tiene toda la autoridad y todo el dominio, a quien le importas, quien te está hablando!”. Otra vez, “¡Presta atención!”. No te pierdas una sola palabra de lo que está a punto de decirte.
3. La declaración de Jesús que dice: “Yo conozco tus obras”. Este punto me parece vital. Jesús tiene el mismo poderoso mensaje para transmitirle a cada iglesia, aquellas y las de hoy en día: ¡Él nos conoce, y sabe perfectamente lo que hacemos! Esto es válido para los “ángeles”, las estrellas firmemente afirmadas en las manos de Jesús, pero también para cada uno de nosotros los miembros de la iglesia. Considera esto con cuidado, y tiembla, con temor reverente delante del Todopoderoso, el que ha de juzgar a vivos y muertos: Él conoce tus obras. Dios sabe perfectamente lo que has hecho, lo que haces y lo que harás. Nada hay oculto ante sus ojos (Hebreos 4:13).
4. Un detalle de las cosas que Jesús sabe acerca del pastor y la iglesia. Jesús no se limita a “decir” que conoce las obras de cada uno sino que lo demuestra, habla de lo que sabe que ha estado ocurriendo en la vida del pastor y la iglesia. ¿Qué pasaría si el Señor se pusiera aquí a hacer un relato, una descripción, de las cosas que sabe de nosotros? Él vé lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto. ¡Abramos nuestros corazones ante su presencia!
5. Todas las iglesias menos una (Filadelfia) reciben una reprensión, un desafío a arrepentirse y cambiar. El Señor no pretende destruirnos sino restaurarnos, y Él conoce exactamente lo que necesitamos hacer para encaminar nuestras vidas conforme a sus propósitos. Tenemos que alegrarnos profundamente de recibir la reprensión del Señor, aunque duela, porque su reprensión nos conduce al arrepentimiento.
6. El llamado a los que pueden entender, “el que tiene oído para oír, que oiga” que tantas veces reiteró durante su ministerio. El mensaje de Jesús es un mensaje clasificado. Solamente lo pueden comprender los que tienen oído, sus verdaderos discípulos, los hijos de Dios. Así como hubieron personas durante su ministerio que escucharon su predicación y sus parábolas y no lograron recibir ni comprender la Palabra, así sucede ahora. La gran pregunta es: ¿tú tienes oídos? ¿Eres capaz de recibir y entender el mensaje de Jesús? Pablo les enseñó a los corintios que “el hombre natural no puede comprender las cosas que son del Espíritu de Dios, y no las puede entender, porque para él son locura y se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14). ¿Puedes entender la Palabra? ¡Es muy importante!
7. Poderosas promesas dirigidas “al que venciere”. Es decir, estas promesas no son para todas las personas, y tampoco son para los que abandonan la lucha en medio de la batalla. Son para los vencedores. ¿Los vencedores de qué? Apocalipsis asume que todos los cristianos, desde la época de Juan, cuando fue escrito el Apocalipsis, hasta ahora, estamos atravesando el perído de la Gran Tribulación, un período de lucha y persecución para la iglesia. La lucha es real y difícil, pero Jesús nos transmite poderosísimas promesas que nos alientan a seguir adelante confiando en Él.
No debería sorprendernos que la cantidad de las cosas que las cartas tienen en común sea siete, siendo que este es uno de los números reiterados una y otra vez en Apocalipsis.
Todo esto debe conducirnos a temer al Señor y a tener muy en cuenta su exhortación, con humildad y temor de Dios.
1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
1 »Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso:
Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro: 2 Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son falsos. 3 Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte.
4 Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. 5 ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. 6 Pero tienes a tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
7 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
1 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Éfeso. Este es el mensaje de aquél que tiene las siete estrellas en la mano derecha, del que camina en medio de los siete candelabros de oro:
2 »Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Sé que no toleras a la gente malvada. Has puesto a prueba las pretensiones de esos que dicen ser apóstoles pero no lo son. Has descubierto que son mentirosos. 3 Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido.
4 »Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio! 5 ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, vendré y quitaré tu candelabro de su lugar entre las iglesias; 6 pero tienes esto a tu favor: odias las obras malvadas de los nicolaítas, al igual que yo.
7 »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
1 »Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso:
“El que tiene las siete estrellas en Su mano derecha, Aquel que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto:
2 ‘Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos.
3 ’Tienes perseverancia, y has sufrido por Mi nombre y no has desmayado.
4 ’Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.
5 ’Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes.
6 ’Sin embargo tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco.
7 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios’ ”».
Encabezado: quién escribe y quién recibe la carta.
1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto:
1 »Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso:
Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en medio de los siete candelabros de oro:
1 »Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Éfeso. Este es el mensaje de aquél que tiene las siete estrellas en la mano derecha, del que camina en medio de los siete candelabros de oro:
1 »Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso:
“El que tiene las siete estrellas en Su mano derecha, Aquel que anda entre los siete candelabros de oro, dice esto:
Jesús se dirige a la iglesia directamente. Este no es un mensaje general, “para todos”, una exhortación que se pueda perder entre muchas. La orden para Juan es “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso”. Me pongo en la piel de aquel pastor y tiemblo.
Entonces me doy cuenta de que Jesús también tiene una carta para mí y para nuestra iglesia. “Escribe al ángel de la iglesia...”. “Me inclino ante ti, Señor, con humildad, con reverencia, para escuchar lo que me tengas que decir.
Si bien aquel mensaje fue originalmente dirigido al pastor de la iglesia en Éfeso, luego este mensaje se difundió a todas las iglesias de todas las épocas. El contenido de estas cartas nos prepara a todos los cristianos para saber sobre qué cosas tenemos que salir vencedores para acceder a las preciosas promesas de nuestro Salvador.
Jesús es quien envía la carta, pero se toma la libertad de aclarar sin lugar a dudas quién es el remitente:
El que tiene las siete estrellas en su diestra… Jesús conoce a los suyos. Resuenan en mi corazón sus palabras: “14Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, 15así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas (Juan 10:14-15). No solamente eso, sino que el Señor nos tiene en sus manos y nadie nos arrebatará de allí: 27Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano (Juan 10:27-28). La iglesia le pertenece a Jesús, Él la organiza, establece sus líderes y los sostiene en su mano. Nuestra posición espiritual en Cristo Jesús es de extrema importancia.
El que anda en medio de los siete candeleros de oro… Sí, es Jesús, y anda en medio de los siete candeleros. La iglesia está ante su atenta mirada. Sí, ve el mundo y todo lo que sucede en Él. No es ajeno a nada de lo que ocurre. Pero la iglesa, particularmente está ante su mirada. Jesús le dedica su atención particularmente a su iglesia. Jesús nos mira, ve como nos relacionamos, las intenciones que tenemos. Él sabe el rol vital que le corresponde a la iglesia en favor de la comunidad. Cuando pasas a formar parte de la iglesia, te colocas ante la atenta mirada de Jesús, quien es cabeza de la iglesia, por sobre todo lo que existe.
2. Jesús conoce nuestras buenas acciones y nuestra sana doctrina.
2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
2 Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son falsos. 3 Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte.
2 »Yo sé todo lo que haces. He visto tu arduo trabajo y tu paciencia con perseverancia. Sé que no toleras a la gente malvada. Has puesto a prueba las pretensiones de esos que dicen ser apóstoles pero no lo son. Has descubierto que son mentirosos. 3 Has sufrido por mi nombre con paciencia sin darte por vencido.
2 ‘Yo conozco tus obras, tu fatiga y tu perseverancia, y que no puedes soportar a los malos, y has sometido a prueba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos.
3 ’Tienes perseverancia, y has sufrido por Mi nombre y no has desmayado.
Sí, estamos bajo su atenta mirada, y Él quiere que lo sepas.
¿Qué hiciste ayer? Él lo sabe. Conoce lo que hiciste, lo que pensaste, lo que te propusiste. Conoce tus obras, todas, sin excepción. Otra vez, todas las cosas están desnudas y abiertas ante aquel a quien tenemos que dar cuenta (Hebreos 4:13).
¿Cómo te sientes al considerar cómo te conoce al Señor?
Mira lo que le dice a la iglesia en Éfeso de lo que conoce de ella. Conoce:
...tu arduo trabajo y paciencia… Sí, Jesús había estado mirando. Cuando la iglesia y el pastor le sirvieron, Él estaba mirando. Es cierto que a veces nos puede parecer que el fruto se demora, que los cambios no llegan inmediatamente, pero aquí el Señor nos quiere recordar que Él lo vio todo y sí va a traer el fruto. Él nos vio en nuestro esfuerzo, trabajo, y sabe cuánta paciencia hemos tenido hasta ahora. ¡Gracias Jesús por vernos!
...y que no puedes soportar a los malos… En las iglesias a veces tenemos que tomar decisiones y asumir posiciones en cuanto a lo que sucede a nuestro alrededor. No podemos ser insensibles en cuanto a lo que sucede a nuestro alrededor. Y a veces, hay que tomar una posición firme de rechazo hacia políticas, posiciones, filosofías y estilos de vida que se oponen a la voluntad de Dios. Donde dice que no puedes soportar se refiere a que no apoya ni respalda a quienes hacen y enseñan el mal. El Señor conoce perfectamente nuestra enseñanza y lo que rechazamos.
...has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos… Cuando leo estas palabras me doy cuenta de cuán detalladamente nos conoce el Señor, y como tiene dominio por sobre toda la historia. Él ya conocía que en diferentes momentos de la historia se iban a levantar falsos apóstoles, como sucedía en el tiemo de Juan y tal como sucede ahora. Jesús rechaza las falsas pretensiones de liderazgo y la autoexaltación de quienes pretendan ser líderes de la iglesia. ¡Cuidado! Tenemos que busar servir al Señor con humildad y respeto, procurando siempre andar en su voluntad.
...y has sufrido… No escuches la voz del enemigo cuando te viene a sugerir que el Señor no ha visto tus lágrimas ni tus luchas. Es todo lo contrario. Con toda propiedad, Jesús revela que Él ve (ha visto y verá) el sufrimiento de los suyos. Sí, aún en aquellos que consideraríamos nuestros peores momentos, Jesús estaba allí, nos ha visto, y ha extendido su mano para sostenernos.
...y has tenido paciencia… ¿Conocerá el Señor el corazón de los suyos? ¡Por supuesto! Notarás que esta es la segunda ocasión en que Jesús hace referencia a la paciencia de la iglesia (Apocalipsis 2:2). En la vida cristiana muchas veces las cosas no llegan al instante. A veces las respuestas esperan el momento perfecto de parte de Dios, el momento exacto en que los poderosos propósitos de Dios se llevarán a cabo. Dios ha visto cuando has tenido paciencia. Le has tenido paciencia a tu esposo o esposa. Has tenido paciencia ante una larga enfermedad o una situación que ha demorado en cambiar. Él lo ha visto, y lo ve. No temas. Él está mirando.
...y has trabajado arduamente por amor de mi nombre… Sí, no es la primera vez que Jesús hace referencia al trabajo duro de la iglesia. También lo mencionó en el versículo anterior (Apocalipsis 2:2). ¿Trabajaste duro? ¿Qué has hecho para servir al Señor? ¿Has ayudado a otros? ¿Has estudiado su Palabra (a veces es trabajo duro)? ¿Has dado? ¿Has dedicado tiempo? El Señor lo sabe. También sabe que lo hiciste para Él. Distingue perfectamente cuando una persona sirve para ser visto por los demás o para honrar al Señor (ver Gálatas 1:10). ¡Qué maravilla que Jesús nos puda decir esto! ¡Gracias, Señor, por tu atenta mirada sobre nosotros!
...y no has desmayado. Algunas de las circunstancias que enfrentamos podrían amenazarnos al punto de llevarnos a la extenuación. Podríamos desmayar por el camino. Sin embargo, la salvación es para los que perseveran hasta el fin (Mateo 24:13). El premio de las promesas de Dios es para los que alcanzan la victoria. Hasta ahora no has desmayado, y el Señor lo sabe. Sigue adelante. Levanta tu esperanza. No desmayes. Él te fortalecerá.
3. La reprensión
4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
4 Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor.
4 »Pero tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio!
4 ’Pero tengo esto contra ti: que has dejado tu primer amor.
Jesús le habla a la iglesia, y quiere lo mejor para ella. La iglesia es su iglesia, la proyección de sí mismo. Ha visto, ve y verá todo lo relacionado con ella, y es capaz de reconocer y elogiar cada una de sus buenas obras.
Y, también por su bien y por el amor que tiene por ella, tiene que corregirla.
Me recuerda aquellas palabras de Hebreos:
4Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado; 5y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor,
Ni desmayes cuando eres reprendido por él;
6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo. (Hebreos 12:4-6)
Dios te ama, y por eso te llama la atención.
El que conoce tus obras sabe que has dejado tu primer amor.
Así como el que ha perdido entusiasmo por algo material y lo deja a un lado, así también nosotros, muchas veces, perdemos la intensidad de nuestra relación con Dios. Empezamos a dejar por sentado que Él nos ama, que “está allí”, que cumple sus promesas. Pero dejamos de actuar como antes. Ya no nos esforzamos por Él, no lo dejamos todo por Él, no lo colocamos en la posición de mayor privilegio en nuestras vidas. Y nos llenamos de pretextos.
Sí, estamos ocupados, tenemos poco tiempo, nos cansamos, los otros actúan en nuestra contra y más. Pero pase lo que pase, debemos reconocer que hemos dejado nuestro primer amor.
4. La medicina
5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
5 ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. 6 Pero tienes a tu favor que aborreces las prácticas de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco.
5 ¡Mira hasta dónde has caído! Vuélvete a mí y haz las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, vendré y quitaré tu candelabro de su lugar entre las iglesias; 6 pero tienes esto a tu favor: odias las obras malvadas de los nicolaítas, al igual que yo.
5 ’Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio. Si no, vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar, si no te arrepientes.
6 ’Sin embargo tienes esto: que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales Yo también aborrezco.
Gracias a Dios, Jesús siempre tiene un remedio, una solución para nosotros. La reprensión de Dios a nuestras vidas siempre llega en el momento adecuado para que corrijamos nuestro sendero y nos volvamos a Él.
¿Qué hay que hacer cuando reconocemos que hemos dejado nuestro primer amor?
Presta atención a la prescripción del Señor:
Recuerda, por tanto, de dónde has caído… El primer ejercicio tiene que ser el de nuestra memoria. La medicina tiene que pasar primero por nuestros pensamientos. ¿Recuerdas? ¿Cuáles han sido tus mejores momentos con el Señor? ¿Cuáles han sido tus mejores esfuerzos por Él? ¿Cuáles han sido tus mejores momentos de oración, lectura de la Palabra, servicio, compañerismo? ¡Recuerda! De allí vienes, ese ha sido tu camino.
...arrepiéntete… Sí, tenemos que reconocerlo: en la vida cristiana no solamente nos arrepentimos aquella primera vez cuando nos encontramos con Jesús. Muchas veces nos vamos a tener que arrepentir y volver humillados ante Él en busca de restauración. Arrepentirse implica cambiar. Tiene que ver con sentirse mal por lo que ha sucedido sí, y lamentarlo, pero eso es solo el principio. Arrepentirse es cambiar, salirse del mal camino y proponerse conducirse por dónde el Señor nos está mostrando. Así que, ¡arrepiéntete!
...haz las primeras obras… Allí está el ingrediente del cambio. Jesús nos indica que recordemos, nos volvamos a Él en arrepentimiento y que nuestro sentir y reconocimiento se transforme en acciones. No se trata de que hagamos exactamente lo que hicimos antes, sino que repliquemos la actitud, la intensidad, la actitud con la que obramos anteriormente. ¿Recuerdas con cuánto amor ofrendabas? ¿Y luego se transformó en rutina? ¡Recupera tu buena actitud al ofrecerle al Señor de lo que te ha dado! ¡Es tiempo de volver! ¿Recuerdas con cuánta audacia le hablabas a otros de tu Salvador? ¡Ahora sabes más que antess, le conoces mejor, tienes más experiencias para contar! ¡Da testimonio de Jesús! Simplemente, vuelve a aquella intensidad, haz las primeras obras.
La reprensión de Jesús viene con una severa advertencia. Si uno no escucha su exhortación se expone a los resultados de a negligencia. ¿Cuáles pueden ser?
...si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido.
¡Cuidado! ¡Ninguno de nosotros se puede tomar la libertad de ignorar la reprensión del Señor y seguir adelante como si no hubiera dicho nada! ¡Vuelve! Por lo general nos alegramos de que Jesús venga a nosotros, pero Él también puede venir para corregir lo que está mal. Aquí la reprensión es muy fuerte.
Esta es una palabra muy fuerte para la iglesia. Una iglesia puede perder su lugar de privilegio ante la atenta mirada de Jesús si no se vuelve a Él de todo corazón y procura andar en las obras que Él quiere que ande.
Iglesia: volvámonos al Señor en arrepentimiento y nuevas obras. No queremos que Jesús retire a la iglesia del lugar de privilegio que tiene ante su mirada. Reaccionemos, cambiemos.
La respuesta correcta no pasa solamente por decir que el Señor tiene razón, sino por arrepentirse. Así que respondamos en busca de la restauración de parte de Dios.
Jesús sí reconoce nuestra sana doctrina y nuestros buenos pensamientos. Sabe que rechazamos las enseñanzas que apartan de Él, aún teniendo apariencia de piedad. Pero el desafío está planteado. Volvámonos a Jesús en arrepentimiento.
Conclusión. El llamado a la atención y la promesa
7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.
7 El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
7 »Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias. A todos los que salgan vencedores, les daré del fruto del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios.
7 ’El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios’ ”».
Las palabras de nuestro Salvador nos llegan con el peso de su autoridad.
Por eso, prestemos atención.
El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Es interesante notar que esta exhortación fue en primer lugar dirigida a la iglesia en Éfeso. Sin embargo, Jesús anuncia que el Espíritu Santo les está hablando a las iglesias. Sí, también a la nuestra. Pero no todos tienen oído. Así como sucedió con los muchos que escucharon las enseñanzas del Maestro y no llegaron a ser sus discípulos, las iglesias y los cristianos de hoy en día podrían escuchar materialmente sin oír de verdad la voz de Dios que les llama al cambio, al arrepentimiento. El que verdaderamente oye va a cambiar, no va a seguir adelante sin experimentar una renovación que involucre sus actitudes y acciones. ¿No entiendes que el Señor te está hablando? Tal vez entonces tengas que analizar tu relación con Dios.
Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. Esta hermosísima y poderosísima promesa no es para todos, sino para el que venciere. ¿Que venciere qué? Que venciere la tentación de no escuchar, de no hacer caso, de permanecer indiferente ante la reprensión del Señor. El que vence es el que no se deja moldear por este mundo y que sí se deja transformar por la Palabra de Dios, a cada paso, hasta que Cristo regrese. Levántate vencedor. Levántate para andar en los caminos y las promesas de Dios. ¿Cuál es la promesa? Vuelve a leer y conmuévete: ...le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. ¿Te das cuenta de que Jesús habla del paraíso en tiempo presente? No se está refiriendo a él en pasado, sino que nos está con esto anunciando que el paraíso todavía existe, está vigente, y que hacia allí vamos los que caminamos de verdad con Él. El árbol al que se refiere fue aquel del que Adán y Eva, teniendo acceso a él, no comieron, sino que prefirieron probar del árbol del conocimiento del bien y del mal. ¿Te puedes imaginar llegar a aquel huerto con el Señor? Hasta allí llegó el ladrón de la cruz aquella tarde, y tú y yo estamos siendo invitados a llegar también la huerto y probar de la fruta de la vida.
La reprensión y la promesa están planteadas.
¿Qué vas a escoger? ¿Cómo vas a actuar de aquí en adelante?