Santidad y limpieza de los adoradores
Enseñanza • Sermon • Submitted
0 ratings
· 314 viewsLa santidad, pureza y limpieza son elementos importantes para mantener una comunión segura con Dios.
Notes
Transcript
La Santidad y limpieza de los adoradores
La Santidad y limpieza de los adoradores
Introducción
Introducción
El presente capítulo contiene diversas leyes sobre diferentes materias, veremos algunas de ellas: Personas que deben ser excluidas de la congregación de Israel y normas sanitarias.
Estas normas nos revelan la importancia de la pureza, la santidad, pero también de la higiene que todo hijo de Dios debe procurar para mantener la intima comunión con Dios.
Excluidos de la congregación
Excluidos de la congregación
Deuteronomio 23:1–2 1 “No entrará en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril. 2 No entrará bastardo en la congregación de Jehová; ni hasta la décima generación no entrarán en la congregación de Jehová.”
Las personas extrajeras podían incorporarse a la ciudadanía israelita mediante la renuncia a sus raíces paganas y siendo conocedor, obediente y practicante de la ley de Dios.
Eunucos
Eunucos
Sin embargo, habían algunos que por ningún motivo eran permitidos debido a que fueron dedicados a deidades paganas por medio de ritos.
En la congregación de Israel estaba totalmente prohibida la castración, en ella no habían eunucos, los que se mencionan en la Biblia son de pueblos paganos: como los Babilonios, Persas, Etíopes, etc.
Los hombres que eran castrados o mutilados lo hacían para ser dedicados a sus dioses paganos.
Bastardos
Bastardos
Los bastardos eran hijos ilegítimos, de relaciones fuera del matrimonio, estos también estaba excluidos de la congregación de Israel.
Cuando una mujer era violada, el hombre debía ser condenado a muerte (Deuteronomio 22:25). Con esto se estaba evitando que hubiesen hijos bastardos.
Un israelita se constituía en ciudadano por medio del nombre de su padre, pero aquellos que no tuvieren padre eran como extranjeros, sin nacionalidad.
Estas normas nos hacen ver la imposibilidad de ley para limpiar la maldición generacional del hombre.
Ahora por la sangre de Cristo podemos entrar a la congregación de los santos, la cual rompe toda maldición de nuestros antepasados, y nos acepta aun cuando seamos los más viles y rechazados por la sociedad.
1 Juan 1:7 “pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.”
Leyes sanitarias
Leyes sanitarias
Deuteronomio 23:9–11 “9 Cuando salieres a campaña contra tus enemigos, te guardarás de toda cosa mala. 10 Si hubiere en medio de ti alguno que no fuere limpio, por razón de alguna impureza acontecida de noche, saldrá fuera del campamento, y no entrará en él. 11 Pero al caer la noche se lavará con agua, y cuando se hubiere puesto el sol, podrá entrar en el campamento.”
Vemos aquí dos aspectos de la limpieza: la higiene personal y la salud pública.
Higiene personal
Higiene personal
Cuando una persona fuere contaminada por alguna secreción de su cuerpo, y esto causare mal olor y contaminación, debía salir fuera del campamento todo el día, debía limpiar toda impureza con agua limpia y podía regresar al caer la noche.
En Levítico 16 encontramos que los sacerdotes debían lavar sus cuerpos con agua y vestir la vestimenta sacerdotal limpia para entrar al lugar santísimo en el día de la expiación.
Cada vez que entraban al lugar santo debía lavar sus manos y sus pies.
Hoy en día no tenemos leyes tan exigentes para entrar a la presencia de Dios, pues existen ocasiones muy particulares en los que no tenemos acceso a la limpieza. Como cuando los cristianos eran perseguidos o los tenían aprisionados.
Pero en la medida de lo posible, mantengamos la higiene personal porque somos templo y morada del Espíritu Santo.
La higiene personal no solamente es buena para la buena salud, sino también para la santidad.
La salud pública
La salud pública
Deuteronomio 23:12–14 “12 Tendrás un lugar fuera del campamento adonde salgas; 13 tendrás también entre tus armas una estaca; y cuando estuvieres allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento; 14 porque Jehová tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti; por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti.”
La tierra donde se establecía el campamento de Israel se constituía en tierra santa pues ahí habitaba la presencia de Dios, representada en el tabernáculo.
Por tanto, la tierra no debía ser contaminada ni con pecado ni con suciedad.
Números 35:34 “No contaminéis, pues, la tierra donde habitáis, en medio de la cual yo habito; porque yo Jehová habito en medio de los hijos de Israel.”
Además de la higiene personal, debían mantener limpio el lugar del campamento. No debían tener suciedad en el campamento porque ahí moraba la presencia de Dios.
Debían apartar un lugar donde hacían sus necesidades, usar una estaca para hacer un agujero y así enterrar la suciedad.
La suciedad es figura del pecado y la limpieza es figura de la santidad, por lo tanto, el lugar donde habita la presencia de Dios debía estar limpio.
Un aliado importante de la limpieza es el orden. En Números 2 y 10 Dios les había establecido el orden en el que debían acampar y marchar. Los israelitas debían respetar estas normas para que la presencia de Dios no se apartara de ellos.
Esto nos enseña que nuestra casa, lugar de trabajo, vecindario y lugar de adoración deben estar limpios, para que la presencia de Dios habite en medio de nosotros.
Estos nos muestra que un israelita no podía estar sucio en su cuerpo ni en su ropa. Tampoco debía estar sucio su entorno, debían mantener la limpieza, símbolo de pureza y santidad.
Seremos sabios y prudentes si acatamos estas indicaciones.
Prudencia en las promesas
Prudencia en las promesas
Deuteronomio 23:21–23 “21 Cuando haces voto a Jehová tu Dios, no tardes en pagarlo; porque ciertamente lo demandará Jehová tu Dios de ti, y sería pecado en ti. 22 Mas cuando te abstengas de prometer, no habrá en ti pecado. 23 Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.”
Existen ocasiones en las que prometemos cosas a Dios, como una ofrenda, un promesa de servicio, de perseverancia, de oración, etc. y no las cumplimos.
Aunque algunas veces creemos que no son validas porque no lo expresamos de una manera formal, por ejemplo en oración o en el templo como una ceremonia especial. El echo que lo hayamos expresado con nuestros labios en cualquier lugar, es tomada en cuenta por Dios como una promesa. Deuteronomio 23:23 “Pero lo que hubiere salido de tus labios, lo guardarás y lo cumplirás, conforme lo prometiste a Jehová tu Dios, pagando la ofrenda voluntaria que prometiste con tu boca.”
Muchas veces he escuchado personas decir, en tal fecha haré esto para el Señor. Otros dicen había prometido esto para el Señor pero se me presentó este inconveniente por eso ahora no lo podré hacer.
No menospreciemos las promesas que hacemos al Señor. Ofender a Dios es la peor desgracia que puede pasarnos, no se compara con ningún inconveniente o desgracia que te haya sucedido en la vida.
Por eso es muy importante ser prudentes en nuestras palabras, pues muchas veces prometemos algo sin darnos cuenta que lo hacemos. Las palabras de nuestra boca son muy importantes para Dios.
Conclusión
Conclusión
Vemos que las reglas que Dios estableció a Israel como leyes, aun son vigentes para nosotros como mandatos que nos ayudan a vivir de en paz y bendición son con el hecho de obedecerlas.
Procuremos pues ser personas prudentes, diligentes y sabias en nuestra vida, prestando atención a la Palabra de Dios.