RESTAURANOS
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Restáuranos, oh Dios; haz resplandecer tu rostro sobre nosotros, y sálvanos.
Este verbo proviene de un vocablo latino que se utiliza para denominar la acción y efecto de restaurar, reparar, recuperar, recobrar, volver a poner algo en el estado primitivo, poner algo en valor.
Según la definición que el diccionario da acerca de la restauración; la restauración es: reponer, reparar, renovar de un estado actual y decrepito a su estado original.
La restauración en el concepto secular consiste en la simple renovación; sin embargo el Señor nos lleva mas allá y nos enseña que un acto de restauración por parte de Dios nos lleva a un estado que es mucho mas privilegiado y mejor que el original, antes estábamos lejos de el y ahora pasamos a formar parte de él, de su familia siendo hijos.
1) RESTAURACIÓN CON DIOS.
1) RESTAURACIÓN CON DIOS.
Antes de hablar de cualquier clase de restauración debemos mencionar que no es posible una verdadera y profunda restauración sino comenzamos a restaurar nuestra relación con Dios.
Y cuando hablamos de relación con Dios, debemos entender que no es en base a nuestras necesidades, sino, en base al propósito de Dios.
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
Dios nos amó primero por eso nosotros le amamos, Él envió a Su Hijo en sacrificio por nuestros pecados, él tomó la iniciativa siempre en querer restaurar nuestra relación con él.
Desde el pecado original de Adán y Eva, Dios diseño un plan para restaurar su relación con el hombre y volver a tener comunión con él.
Nosotros en realidad respondemos a su iniciativa. Por eso, no se trata de lo que yo quiero, sino de lo que Dios quiere. Así que nosotros tenemos que alinear nuestra vida a la de él, nosotros nos desviamos y tenemos que volver.
Es por eso que tenemos que arrepentirnos y convertirnos.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
Nosotros vamos a él, respondemos a su llamado de amor a volver.
Necesitamos “Restaurar” nuestra relación con Dios. Y entender que Cristo, no es para mí, sino que yo soy para Cristo.
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.
Cuando uno decide seguir a Cristo, debe estar dispuesto a perderlo todo, y aún la vida misma con tal de ganarlo a él.
Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.
Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
Y es lo que Dios nos pide y lo que él espera de nosotros.
2) RESTAURACIÓN ESPIRITUAL, FÍSICA Y EMOCIONAL.
2) RESTAURACIÓN ESPIRITUAL, FÍSICA Y EMOCIONAL.
Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Nuestro ser, está compuesto por el espíritu, el alma y el cuerpo. Y cuando hablamos de salvación, debemos hablar de salvación integral, presente y eterna.
Cuando Jesús vino, cumplió su misión salvadora alcanzando las tres áreas del ser humano.
El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados;
a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones.
Todas las personas necesitamos sanidad del alma y liberación del espíritu.
En efecto, el ser humano tiene tres partes; el espíritu, el alma y el cuerpo.
3) RESTAURACIÓN RELACIONES PASADAS, PRESENTES Y FUTURAS.
3) RESTAURACIÓN RELACIONES PASADAS, PRESENTES Y FUTURAS.
Mucho de lo que retiene a la gente en la vida, son sus sentimientos sin resolver y sus juicios respecto a sus relaciones, incluso relaciones del pasado lejano.
Las personas intentan seguir adelante, por supuesto. Quieren que su vida continúe, y por tanto siguen adelante, pero lo hacen con toda su limitación interna.
Y cada vez que conocen a alguien que les recuerda esta pasada relación tienden a ser muy críticos e irracionales, pensando que no les gusta esta persona, pero realmente no saben por qué es así, pues ni siquiera la conocen, hay algo en ella que les recuerda a otra persona que no han perdonado y con la que tienen problemas, disputas, pesar o resentimiento.
Por eso, debemos entender que cuando Dios viene para restaurar nuestras vidas, también es necesario restaurar nuestras relaciones pasadas, y presentes para que cambie la forma de relacionarnos hacia el futuro.
¿Por qué lo decimos así? Porque en base a cómo fueron nuestras relaciones en el pasado es como nos relacionamos hoy y proyectamos esa forma de relacionarnos al futuro.
Por eso es tan importante empezar a resolver las relaciones hacia atrás, para que cambie nuestra forma relacionarnos hoy y poder relacionarnos para adelante sanamente.
Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó.
Vemos en el caso de Job, cómo Dios le restauró aún las relaciones pasadas cuando él perdonó y la cosa cambió hacía el futuro.
Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más de lo que antes tenía.
También lo vemos en el caso de José, cómo Dios restauró toda la familia cuando él perdonó y reconoce que él no es Dios.
—No tengan miedo—les contestó José—. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios?
Es verdad que ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios transformó ese mal en bien para lograr lo que hoy estamos viendo: salvar la vida de mucha gente.
En este texto encontramos dos principios fundamentales para restaurar nuestras relaciones; en primer lugar, José pregunta: ¿acaso estoy yo en lugar de Dios? y en segundo lugar, entender que Dios usa todas las circunstancias para bien.
La enseñanza bíblica sobre las relaciones nos desafía a trabajar para sanar y mejorar nuestras relaciones interpersonales. No hay escape a este trabajo. No hay posibilidad de esquivar este trabajo. No hay posibilidad de huir de tu pasado. No hay posibilidad de esconderte, negar o rechazar algo que es real dentro tuyo.
Si todavía te sentís contenido para relacionarte por lo que te pasó en tu vida anterior, entonces todo eso debe salir a la luz para ser sanado.
Debes ser libre para expresar la tristeza, la decepción o el enojo que sentiste y te ató, te condicionó. Sino vas a ser como una persona retenida por cadenas, encadenada a una pared.
Y la mejor manera de ser libre si bien es expresar, confesar nuestros sentimientos, es imprescindible perdonar.
Sean comprensivos con las faltas de los demás y perdonen a todo el que los ofenda. Recuerden que el Señor los perdonó a ustedes, así que ustedes deben perdonar a otros.
Esto no es fácil, es más es imposible desde nuestra humanidad, desde el humanismo, que busca la justicia propia. La única manera de hacer esto es estando en Cristo.
Cuando uno aprende a perdonar y a superar los ataques de los demás, la indiferencia, el rechazo, la envidia, el chusmerio, etc.; entonces nos hacemos fuertes, maduros, sanos, etc. Y las cosas que hacen los demás ya, no sólo que no nos afectan o si nos afectan lo resolvemos enseguida, sino que también, estamos dispuestos a servir y ayudar a los demás.
Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada.
Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.
El secreto de esta clase de vida, no está en el razonamiento, sino en aprender a vivir como Cristo, siendo conscientes de que tenemos Su Espíritu viviendo en nosotros.
Ya no nos importamos nosotros mismos, sino que estamos para alentar, sostener, ser pacientes, etc. con todos los demás.
CONCLUSIÓN
CONCLUSIÓN
Tu vida fue diseñada para que vivas sirviendo y ministrando para Dios. Ese es tu máximo y único propósito en la vida. No hay otro para los que hemos creído en Cristo.
Sea de una forma u otra, el amor de Cristo nos controla. Ya que creemos que Cristo murió por todos, también creemos que todos hemos muerto a nuestra vida antigua.
Él murió por todos para que los que reciben la nueva vida de Cristo ya no vivan más para sí mismos. Más bien, vivirán para Cristo, quien murió y resucitó por ellos.