La Santidad: Nº2 - Santificación

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Una serie de estudios sobre la "Santidad" entendiendo cuáles e su naturaleza, obstáculos, dificultades y raíces, tomando en cuenta el libro de J.C. Ryle "La Santidad".

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Introducción

Repaso del tema anterior, las dos primeras diapositivas.
Cita bíblica: Juan 17:17 “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.”
1 Tesalonicenses 4:3 “pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de fornicación;”

I. La verdadera naturaleza de la santificación

El que supone que Jesucristo sólo vivió, murió y resucitó a fin de proveer justificación y perdón de pecados a su pueblo, tiene todavía mucho que aprender” J.C. Ryle, Santidad, 34.
Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla.” (Ef. 5:25-26)
Vamos a presentar una serie de proposiciones conectadas que serán útiles para definir la naturaleza exacta de la santificación.
Es es el resultado invariable de esa unión con Cristo que la fe autentica da al cristiano. (Jn. 15:5; Stg. 2:17-20)
Es es el resultado y consecuencia inseparable de la regeneración. “El que es nacido de nuevo y hecho una nueva criatura, recibe una nueva naturaleza y nuevos principios de vida, y vive siempre una vida nueva.” Ro. 6:4.
Debo analizar tres cosas en mi vida: Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, ama a su hermano, se guarda a sí mismo y vence al mundo (1 Jn. 2:29; 3:9; 5:4, 18).
Es la única certeza de la evidencia de que el Espíritu Santo mora en él, lo cual es esencial en la salvación (Ro. 8:9).
El espíritu no se mantiene dormido, siempre da a conocer su presencia por el fruto que causa que nazca del corazón (Gá 5:25, Ro. 8:14).
Es la única señal segura de la elección de Dios. (1 P. 1:2; 2 Ts. 2:13; Ro. 8:29; Ef. 1:4; 1 Ts. 1:3, 4)
Es una realidad que siempre es posible ver. (Lc. 6:44)
La persona realmente santificada puede estar tan vestida de humildad que sólo puede ver en sí misma, sus propias debilidades y defectos.
La santificación se nota en la normalidad de la vida regenerada (Mt. 25:37)
Es algo por lo cual cada creyente es responsable. Cada uno tiene el poder de perder su alma (Mt. 16:26) Fil. 2:12-13.
Es un proceso que admite crecimiento y grados.
Los santificados ven más, saben más, sienten más, hacen más y creen más al ir al creciendo en su vida espiritual y en proporción a cuan cerca caminan de Dios. (2 P. 3:18, 1 Ts. 4:1).
Es algo que depende mucho del uso diligente de las Escrituras.
Leer la biblia, orar en privado, asistir regularmente al culto público, escuchar regularmente la Palabra de Dios y participar regularmente de la Cena del Señor.
No es algo que previene al hombre de tener muchos conflictos espirituales interiores. (Gá 5:17) Así como en el creyente debe haber paz, también se libra una guerra dentro de él.
Es algo que será indispensable como testigo de nuestro carácter en el gran Dia del juicio.
Evidencias, evidencias, evidencias, será lo requerido ante el gran trono blanco cuando se habrán los libros, cuando sepulcros entreguen a sus ocupantes, cuando los muertos comparezcan ante el tribunal de Dios. Sin alguna evidencia de que nuestra fe en Cristo fue real y auténtica, nos volveremos a levantar para ser condenados (Jn 5:29).

II. La señales visibles de la santificación

No consiste en hablar acerca de religión.
Dios no quiere que su pueblo sea como vasijas vacías, como metal que resuena ni címbalo que retiñe. Tenemos que ser santificados no sólo “de palabra, ni de lengua, sino en hecho y en verdad” (1 Jn. 3:18).
No consiste en sentimientos religiosos temporales.
Son como las semillas sembradas en pedregales, “oye la palabra, y al momento la recibe con gozo” (Mt. 13:20) Pero al poco tiempo se aparta, vuelve al mundo y es más duro y peor que antes.
No consiste de un formalismo externo ni de una devoción externa.
Tener una participación activa dentro de la iglesia, asistir, participar de la cena, ayunar.
No consiste en retirarnos de nuestro lugar en la vida, ni en la renunciación de nuestros deberes sociales. Pensar que debemos irnos a un monasterio para alejarnos del pecado y del mundo es lo que no nos mandó el Señor (Jn. 17:15).
No consiste en el cumplimiento ocasional de las acciones correctas.
Esto es motivado en personas que hacen muchas cosas correctas bajo la influencia de alguna enfermedad, aflicción, muerte en la familia, calamidad pública o un repentino remordimiento de conciencia (2 Cr. 31:21)
Se muestra por un respeto habitual a la ley de Dios. (1 Ti. 1:8; Ro. 7:22)
Se muestra por un esfuerzo habitual por hacer la voluntad de Cristo y vivir según sus preceptos prácticos. Jn 15:14
Se demuestra en una atención habitual a las gracias activas. Jn. 13:34, 35.
Esto es por medio de los mandamientos recíprocos. El hombre santificado tratará de hacer el bien en el mundo, reducir la tristeza y aumentar la felicidad a su alrededor.
Se demuestra en una atención habitual a las gracias pasivas.
Esto es todo lo que tiene que ver con el dominio propio: Celos, iras, vanaglorias, paciencia, benignidad, mansedumbre, resentimiento, odio, desprecio, perdón . Estas son más dificiles que cumplir. Podemos servir al Señor en todo pero esto es lo que cuesta más.

Conclusión

Despertemos del estado peligroso de muchos cristianos (He 12:14)
Asegurémonos de nuestra propia condición y no descansemos hasta sentir y saber que nosotros mismos estamos siendo santificados.
Si queremos ser santificados, nuestro camino es claro y sencillo: Tenemos que comenzar con Cristo. Acudir a él como pecadores.
Si queremos crecer en santidad y ser más santificados, tenemos que seguir continuamente tal como empezamos. Ef. 4:15-16
No esperemos demasiado de nuestros corazones aquí en la tierra. Encontraremos todos los días razones para sentirnos humillados y descubrir cada hora que somos deudores, necesitados de misericordia y gracia.
No nos avergoncemos nunca de darle importancia a la santificación y aspirar lograr más y más santificación. Mt 11:30.
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