LA APARICION DE JESÚS A LOS DIEZ DISCIPULOS

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PASAJE

19Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. 20Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. 21Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. 22Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. 23A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. (Jn 20:19–23).

INTRODUCCIÓN

La Biblia nos registra varias apariciones de Jesús luego de su resurrección. En primer lugar a María Magdalena (Jn. 20:11-18); luego al grupo de mujeres (Mt. 28:8-10), también a los dos discipulos camino a Emaús (Lc. 24:13-32); a Pedro (Lc. 24.34); a os diez discipulos mientras Tomás estaba ausente (Jn 20.19-25); y otra vez a los discipulos con Tomás presente (Jn 20: 26:31), a los discipulos que se encontraban pescando en el mar de galilea (Jn. 21:1-25), A los quinientos discipulos que menciona Pablo (1 Co. 15:6), a Santiago (1 Co. 15:7) y a Pablo (1Co. 15:9).
Estas apariciones de nuestro Señor Jesucristo son la prueba cumbre de que Él es quien dijo ser, a saber, el Hijo de Dios. Y que Dios aceptó su sacrificio como el pago justos por los pecados de su pueblo. Si Jesucristo no hubiera resucitado todo lo que dijo referente a su persona y a Dios hubiese sido puesto en tela de juicio; el cristianismo no hubiese surgido y para este momento, nada quedara de la memoria del Jesús de Nazaret. Además, seguiríamos en la miseria de nuestro pecado y condenado a muerte. Como lo dijo Pablo, de todos los hombres seríamos los más dignos de lastima.
El Diccionario Teológico al respecto de la resurrección de Cristo dice:
“Si Jesús de Nazaret realmente se levantó de entre los muertos con su propio cuerpo, en el tercer día, como lo había anunciado, todas las demás afirmaciones de la fe cristiana adquieren coherencia, incluyendo las que corresponden a nuestro destino final; si tal hecho no ocurrió históricamente, Pablo lo dice, nuestra fe es vana, nuestra predicación es vana, y todavía estamos en nuestros pecados.” [1]
En este sentido la resurrección se vuelve un verdadero problemas para el incrédulo, aceptar la resurrección de Jesús tiene implicaciones serias para él, significa que está condenado a muerte por su pecado, tal como Jesús lo dijo y que requiere de un Salvador para ser redimido. Pero el incrédulo busca ferozmente derribar el monumento de la resurrección porque sabe que si lo logran todo el cristianismo se vendría a bajo y podría persistir en su pecado. Pero a pesar de los esfuerzos que haga no lo conseguirá jamás.
Por su parte la Biblia habla abiertamente acerca de la resurrección. En el AT hay algunos destellos de la idea de la resurrección y en el NT vemos que se corre el velo y con mayor claridad se aprecia la resurrección del Hijo de Dios como parte de la obra de gracia y primicia del resto de sus Hijos.
Jesús mismo habló ampliamente de la resurrección, y en varías ocasiones resucitó a personas para demostrar que en efecto Él era “la resurrección y la vida”. Los evangelistas toman caminos distintos para dar a conocer el ministerio del Señor Jesús y su divinidad pero todos ellos concluyen con Su resurrección como su obra cumbre. La elección de los apóstoles dependía del hecho de que fueran testigos de Su resurrección y su predicación evangélica tuvo este hecho como base.
El día de la resurrección de Jesús es memorable. No solo por la trascendencia del hecho que haya vaciado la tumba sino que en la ocasión se dispuso hacer una muestra inmensurable de amor y misericordia hacia sus discipulos.
Recordemos que ese día se le apareció en primera instancia a Maria Magdalena (Jn. 20:10-18); luego al grupo de mujeres (Mt. 28:9), a Simón (Lc. 24:13) y a dos discipulos en el camino a Emaús (Lc. 24:13).
La aparición que nos compete estudiar hoy es la aparición corporal que hizo Jesús a sus 10 discipulos (Tomás no estaba presente) luego de su resurrección.
Juan nos indica que Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Analicemos esto punto por punto.

I. CUANDO OCURRIÓ LA APARICIÓN

En primer lugar, destaca el hecho de cuando ocurrió esta aparición. Juan nos dice que esta aparición ocurrió aquel mismo día. Es decir, el mismo día de su resurrección y el mismo día que ocurrieron las cuatro apariciones restantes. Prestemos especial interés a este detalle.
A través de los años se ha querido negar la resurrección de Cristo explicando que Jesús en realidad no murió sino que había caído en un estado de coma del cual se recuperó durante su estancia en la tumba. Esta argumento es insatisfactorio desde cualquier punto de vista.
(1) No explica como la guardia Romana pudo equivocarse al momento de hacer la certificación de la muerte de Jesús (Mc 15.44-45). Y aunque se haya equivocado cómo Jesús pudo haber sobrevivido a la herida mortal en su costado.
(2) De haber estado en coma o en un estado de catalepsia cómo pudo haber sobrevivido a las condiciones propias de la tumba, cómo respiraba con el sudario puesto en la cara y cómo logró desatarse de los lienzos y los apróx. treinta kg. de especies que tenía encima. Recordemos que cuando Lázaro resucitó hubo necesidad de desatarlo para dejarlo ir (Jn 11:44).
(3) Cómo logró mover la piedra considerando que estaba herido brutalmente y tenía varios días sin comer, beber ni dormir.
(4) Cómo logró salir de la tumba y burlar la experimentada guardia romana.
(5) El azote romano era una práctica brutal que en ocasiones mataba a los reos, les desmembraba la espalda; en otros casos les inducía un shock por la perdida de sangre y podían quedar locos a causa del dolor infligido; aunado a esto, la crucifixión propiamente era agotadora y mortal, las manos de las víctimas quedaba inutilizadas al ser perforadas y sus tendones destrozados; los pies también eran perforados lo que hacía sumamente difícil y doloroso el caminar. Jesús sufrió ambos castigos fue azotado y crucificado.
Ahora bien, cómo se explica que Jesús haya tenido la capacidad de hacer todo lo que hizo dentro de la tumba: desatarse los lienzos, quitarse y acomodar el sudario, y remover la pesada piedra. Que además pudiera aparecerse a tantas personas el mismo día y en distintos lugares. Incluso la Biblia registra que con alguno de sus discipulos tuvo una larga caminata y hasta comió. De dónde sacó las fuerzas y el semblante para que en vez de lastima provocara adoración.
Finalmente, cómo se las arregló para convencerlos a todos de que en efecto, había resucitado, vencido la muerte, al punto, que esta resurrección se volvió la bandera de proclamación de estos discipulos y por la cual dieron sus vidas con tal de anunciarla y defenderla.
Todas etas cosas debemos considerarlas cuando leemos que todo esto ocurrió Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana.

II. COMO OCURRIÓ LA APARICIÓN

En segundo lugar destaca cómo ocurrió la aparición: Juan indica que esto ocurrió estando la puerta cerrada.
El motivo por el cual la puerta se encontraba cerrada era por miedo y esto es importante que se tenga presente. Juan indica explícitamente que Jesús apareció “estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos” Para este momento los discipulos no tenían un espíritu rebelde ni valeroso dispuesto a vindicar el nombre de su Maestro, ellos tenían miedo. El rumor que las autoridades judías habían hecho correr con mucho dinero fue este: “Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron” Mt 28:13–14. Así que era muy probable que la hostilidad que habían desatado hacia Jesús ahora la dirigieran contra ellos, eso los atemorizó.
Pero nótese con cuidado como este miedo, al igual que muchas otras debilidades, será usado para la Gloria de Cristo y el bien de su iglesia por todos los siglos. Este miedo que les hizo estar reunidos a puerta cerrada nos indica lo fantasioso que puede llegar a ser pensar que estos discipulos estuvieran dispuestos a arriesgar su vida intentando robar el cuerpo de Jesús. Se ha intentado argumentar que los discipulos fueron a la tumba de Jesús sacaron el cuerpo y lo llevaron a una fosa común para desaparecerlo y así montar toda la trama de Su resurrección. Pero sí Pedro el discípulo más atrevido, lo negó frente a una sirvienta, y ahora se encuentra encerrados llenos de miedo ¿Qué nos hace creer que estos discípulos tenían lo que se necesitaba para ser capaz de enfrentarse a la guardia romana, y a los cargos penales que les impondría por robarse un cuerpo?
Por otra parte, debemos considerar que de alguna manera Jesús entró al lugar con la puerta cerrada. Para Calvino Jesús hizo que la puertas se abrieran de manera inesperada y súbita como se abriría la puerta de hierro donde estaría Pedro preso (Hch. 12:10) , y para otros, de corte más luterano, el Señor simplemente apareció en la habitación. Ninguno piensa que Jesús haya traspasado la pared o las puertas. Como lo haya hecho en realidad importa poco, lo que verdaderamente tiene valor es que un poderoso milagro ha sucedido y el Señor lo ha hecho para aumentar la fe de estos discipulos y dar testimonio al mundo
. J.C. Ryle comenta:
“Es obvio que el cuerpo resucitado de nuestro Señor debía tener la facultad de moverse de un lado a otro y de ser visible o invisible a su antojo y de una forma que somos incapaces de comprender. En todo caso, debemos tener muy presente que se trataba de un cuerpo real, material; un cuerpo que podía tocarse, verse y sentirse y que, sin embargo, era un cuerpo especial y sobrenatural. Con un cuerpo así, nuestro Señor podía aparecer con toda facilidad en medio de una habitación con las puertas cerradas o bien abrir las puertas (tal como hizo con las puertas de la prisión de Pedro) y entrar en la habitación como otro hombre más.” [2]

III. EL PROPÓSITO DE LA APARICIÓN

En tercer lugar destaca el propósito de la aparición. Y aquí se hace necesario considerar varios aspectos:

(1) Para darles aliento y esperanza

Juan nos dice: y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. el termino puesto significa “puesto en pie firme”. Jesús está parado en medio de ellos mostrando su victoria sobre la muerte, no como un moribundo que necesita auxilio urgente.
En ese instante el miedo en el corazón de los discipulos por los judíos se mezcla con otro tipo de miedo, el que generan los espíritus. En su relato Lucas incluye lo siguiente: “Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu” Lc. 24:37. Así que ante esta mezcla de sentimientos y emociones Jesús rompiendo el silencio les dijo: “Paz a vosotros.”
Es cierto, que la expresión Paz a vosotros era el típico saludo oriental, pero estas palabras sugieren más que un simple deseo de bienestar y prosperidad. Debido a que las repite dos veces en la misma ocasión considero que tienen un sentido salvífico.
Al Señor morir en la cruz del Calvario cargando nuestros pecados y resucitar ganó para nosotros la paz, la cual no es un estado de nirvana o el sentimiento que surge de una vida sin problemas, es la paz con Dios; el estado que surge luego que la justicia de Dios se ha satisfecho por el sacrificio expiatorio de Cristo y el hombre, apropiándose de eso por la fe, es considerado justo: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Rom. 5:1.
Pero la expresión “Paz a vosotros” aunque es excelentes considera desde el punto de vista anterior también son reconfortantes dado todo lo que ha sucedido entre ellos y Jesús. Recodemos que unos días antes hubo traición, negación, abandonó e incredulidad ¿Qué clase de sentimiento o ideas pudieron llenar el corazón de estos hombres? Vergüenza, frustración, traición, culpabilidad, etc. Sin embargo Jesús aparece en los términos más amorosos y compasivos que podamos imaginar, los alienta y anima y toma por asalto la vergüenza que les generaba el recordar como había actuado contra su Maestro.

(2) Para afirmar su fe.

La expresión “Paz a vosotros”, no hace a un lado la necesidad de los discipulos de que su fe fuera afirmada. De hecho, Marcos nos indica que mientras ellos estaban sentados a la mesa Jesús “les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.” Mc. 16:14.
Jesús les reprocha amorosamente su incredulidad. Pero sabía que necesitaban mas que una exhortación para aumentar su fe, requerían de evidencias, entonces, ocurre el milagro: les mostró las manos y el costado. Lucas lo explica que Jesús les dijo así: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo”. Jesús apeló a los sentidos físicos de estos hombres para que aumentaran su fe (palpad, ved). incluso Lucas nos dice: “Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él lo tomó, y comió delante de ellos.”
Por su puesto, no fue el hambre lo que movió a Jesús a pedir comida sino la falta de fe de sus discipulos. Lo cierto es que Jesús ha dado una gran enseñanza aquí. Él jamás le pidió a sus discipulos que creyeran algo que fuera en contra de la razón. Es cierto que en la fe cristiana hay cosas difícil de comprender y que incluso van más allá de la razón pero nunca van en contra de ella. Nuestra fe sigue el rumbo normal de la razón, aunque se eleve por encima de ella. Quienes ofrecen una fe irracional, no están ofreciendo más que una falsa religión.
La presencia corpórea del Señor en el lugar, la buena nueva de “Paz a vosotros” acompañado de la amorosa exhortación, generó una respuesta muy alegre en los discipulos. Juan nos dice que ellos se regocijaron viendo al Señor.

(3) Para comisionarlos

Al parecer el Señor Jesús procura afirmarlos en la gloriosa verdad de su nuevo estatus o relación con Dios y para ello les dijo otra vez: Paz a vosotros. Pero junto con estás palabras está la gran comisión: Como me envió el Padre, así también yo os envío.
No pasemos por alto lo que está sucediendo aquí. Se hace patente el poder de la resurrección en estos hombres. Hace un instante estaban confundidos; llenos de temor por los judíos; de miedo por la aparición de un posible “fantasma” y faltos de fe ¿Quién podría confiar en semejantes hombres? Pero, Aquel que había recibido toda potestad tanto en la tierra como en el cielo (Mt. 28:16). Ahora les encomienda la tarea más grande y difícil que se la ha podido asignar a grupo de hombre alguno. Ese es el poder de la resurrección toma a hombres comunes para obras extraordinarias.
De misma manera en que el Padre le había dado una tarea y que él cumplió con toda obediencia, los discipulos eran enviado a hacer lo propio. Así com Jesús dependió en todo momento del Padre ellos dependerían de Él para su éxito. La diferencia radica en que Jesús era el autor de la salvación ellos los mensajeros de esa salvación.
Luego de estas palabras el Señor hace un acto simbólico: sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo ¿Por qué sopló el Señor Jesús sobre sus discipulos? mi opinión la expresaré en dos puntos: Primero, dado que el Señor ha tenido que hacer varias demostraciones externas para afirmar su fe, consideró apropiado hacer de nuevo una acción perceptible a los sentidos que pudiera indicarles que interiormente estaba ocurriendo y por ocurrir algo poderoso. De esto, se desprende mi segundo punto, este símbolo les recordaría la creación de Adán en Génesis, cuando Dios sopló aliento de vida en su nariz para que fuera un ser viviente y pudiera cumplir con la tarea encomendada de administrar la tierra del Edén en su Nombre. Así Jesús estaba preparando a estos hombre para cumplir la tarea que se el encomendaba de ir por todo el mundo anunciando en Su nombre la restitución del Edén perdido. Esta preparación hallaría su clímax en el derramamiento del Espíritu Santo en el pentecostés.
De ningún modo las palabras “Recibid el Espíritu Santo” deben tomarse como si estos discípulos no estuvieran regenerados. Los discipulos ya habían sido salvos por la obra del Espíritu; ellos ya habían nacido de nuevo. Aunque admito la dificultad que entraña dicha expresión, pienso que el Señor al usarla se está refiriendo primeramente a un nueva comprensión de la Escrituras, las cual solo se obtienen por medio del Espíritu Santo. Si ese es el caso, como pienso que es, la expresión es sinónimo de las palabras que registró Lucas en su relato: “Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras”. Lucas indica que en esa ocasión Jesús les dijo a los discipulos: “Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día.”
En segundo lugar al usarla esta expresión Jesús esta señalando o anticipando el derramamiento del Espíritu Santo que vendría sobre ellos en pocos días, lo que les traería una relación aún más íntima con el Espíritu Santo. Esta idea también tiene su paralelo con las palabras que registró Lucas: “He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.”
Los siguiente que les dice es: “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” Y sin duda esta es otra expresión compleja de entender, pero así como mencioné que la frase “Recibid el Espíritu” tenía su sinónimo en el relato de Lucas, pienso que esta expresión también lo tiene.
Pero antes de abordar el punto, debo decir que la iglesia católica ha considera que aquí está la base para su doctrina de la absolución de pecado. Con esta doctrina se le da autoridad a algunos hombres de perdonar pecador por medio de la confesión privada y la penitencia. Pero esto es un gravísimo error. Es evidente que el perdón de pecado es una prerrogativa que solo Dios posee. Solo Él puede perdonar pecados. Aún los fariseos sabían eso, cuando ellos escucharon a Jesús decir: “Hombre, tus pecados te son perdonados” comenzaron a decir: “¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” Lucas 5:20-21. Y en esto tenían la razón lo que ellos no sabían es que Jesús de Nazaret era Dios encarnado.
Lo cierto es que parece poco probable que el Señor le esté dando el privilegio de estos hombres de perdonar pecados. Jesús no le hubiese asignado a hombres falibles el juzgar si un arrepentimiento es verdadero o falso, porque sencillamente no pueden hacerlo con perfección. La condición del corazón humano es muy complejo. A los apóstoles en ninguna parte del NT se les ve absolviendo pecados. Lo que si se les ve es llamando a los hombres al arrepentimiento, y ese parece ser el significado concreto de esta expresión. Y el paralelo de esta expresión la vemos en el relato de Marcos: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Incluso en el de Lucas: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.
Por lo tanto con esta expresión el Señor los está haciendo ministros del evangelio de la gracia, este evangelio anunciará el perdón de pecado para quienes se arrepientan y la retención de esos pecados para aquellos que lo rechacen.

IV. APLICACIÓN PARA LA VIDA

1. Piense por un momento en la expresión “paz a vosotros”. Casi nadie puede definir la paz concretamente pero de alguna manera todos la deseamos. pienso que uno de los impulsos que mueven al hombre para hacer lo que haces es encontrar la paz. El dinero es buscado entre otras cosas porque brinda seguridad lo que se traduce en algo que llamamos paz. Las relaciones que escogemos no lo hacemos pensando en que queremos estar en un continuo estado de tormento sino en eso que llamamos paz. Las decisiones que tomamos, acaso no procuran alcanzar aunque sea un poco de paz. Bueno, la paz, que para los hebreos era sinónimo de prosperidad, parte de un estado de correcta relación con Dios.A través de Cristo, se hace esa declaración forense sobre nosotros y entonces estamos en paz, aunque puede que no sintamos paz, lo estamos.
2. Tengamos cuidado de considerar la fe cristiana como algo anti racional como si seguir a Jesús implicara dejar el cerebro en la puerta de la iglesia. Esto no es así, nada hay en nuestra fe que sea ilógico o irracional. Esta verdad debe ser del especial interés de los padres con hijos adolescentes. El “mundo académico” les hace creer que el cristianismos es para personas mediocres o “de poco cerebro” y que no se puede ser científico y cristiano a la vez. Yo pienso lo contrario, y de hecho, es lo contrario, no se puede ser un científico veraz y no ser cristiano a la vez. He conocido algunos de los científicos más brillantes en su campo diciendo que debemos darle gracias al universo por la vida. Violando todo principio de la racionalidad me piden que agradezca a un ser impersonal, por aquello que solo puede hacer un ser personal.
3. Notemos con cuanta conmiseración el Señor trató la debilidad de sus discipulos en su incredulidad. Es cierto que los reprendió por la dureza de us corazón pero no los dejó en ese estado, los guió a creer, hizo uso de sus sentidos humanos para comprender cosas que son espirituales.
En el mismo orden notemos como el Señor pudo hacer uso del miedo de los discipulos para patentar la veracidad de su resurrección. Sin ese momento de la muerte de Jesús los discipulos hubieses salido llenos de valor a vindicar el nombre de Jesús, los enemigos de la resurrección tuvieran la ocasión ideal para decir que el cuerpo de Jesús fue robado por este grupo de hombres fanáticos, pero no fue el caso. Más adelante tratará con sus miedo y los envestirá de valor. El Señor usa las debilidades y las fortalezas de los suyos con tal delicadeza que es digno de adorar. Aquellos que están entregado al servicio y ven sus propias debilidades y se atormentan por ellas, recuerden a que Señor están sirviendo a uno que es inmensamente amoroso.
4. Es común que en algunas iglesias se sople sobre las personas con la finalidad de que reciban el Espíritu Santo. Lo han hecho una practica pensando que así el Señor lo enseñó. Sin embargo, esta practica jamás se llevó a cabo en la iglesia histórica, la practica es de data muy reciente, y esto se debe a dos razones principalmente. Primero, no hay un ordenanza explícita en todo el nuevo testamento. y segundo, es contradictorio con la doctrina cristiana, es decir, solo el Señor Jesús tiene la prerrogativa de enviar, de dar o derramar el Espíritu Santo, pensar que por medio de soplar ha alguien la persona recibirá el Espíritu Santo no solo es una arbitrariedad orgullosa sino una terrible ofensa contra la gloria de Cristo. El que alguna vez cometió semejante practica debe arrepentirse.
5. Notemos que el Señor, a excepción de Saulo de Tarso, se le apareció solamente a discipulos. No procuró llamar a los incrédulos a la fe a través de apariciones milagrosas. La tarea fue asignada a la iglesia por medio de la proclamación del evangelio. Resulta conmovedor e incluso humilde, que el Señor pudiendo usar cualquier otro método para llamar a los hombres a la obediencia, decida hacerlo a través de su iglesia. Eso es algo que debe llamarnos al arrepentimiento y a una disposición mayor al servicio; porque el Señor, pudiendo dar a conocer por sí mismo con mayor excelencia y gloria Su nombre, decidió que fuéramos nosotros los que lo hiciéramos.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] Smith, W. M. (2006). RESURRECCIÓN. En E. F. Harrison, G. W. Bromiley, & C. F. H. Henry (Eds.), Diccionario de Teología (p. 529). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
[2] J.C. Ryle. Meditaciones sobre el evangelio según San Juan (p. 856). Editorial Peregrino. Formato Digital.
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