La oración y la trinidad (Pt. 1)

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*La oración y la trinidad*
Lectura: Mateo 6: 5-15
Comienza un año nuevo, y hay muchas cosas que seguir aprendiendo en nuestro caminar cristiano. Siempre debemos tener metas nuevas, y buscar como ser mejores hijos de Dios. Iniciando este nuevo año me hice una pregunta: ¿Qué es lo que más anhelo espiritualmente para este 2021? Y la respuesta siempre se resume en 2 cosas: crecer en oración y crecer en Su Palabra (Hechos 6:4). Y me gustaría compartir y extender con ustedes algo muy esencial con respecto a la oración.
He aprendido que la oración es algo en lo que tengo que trabajar diariamente. Es decir, tengo que esforzarme para que sea una disciplina continua. Pero hace poco he entendido y descubierto el por qué he estado fallando tanto en esta área, y tal vez sea su caso hermano (a), y es que vemos la oración solamente como una disciplina. Debemos entender que la oración aparte de mirarla como una disciplina también un deleite en Dios. Si nunca se lo han dicho o lo ha pensado de esta forma se lo repito: por medio de la oración nos _deleitamos en Dios._
En el libro “Sed de Dios” de John Piper (que por cierto se los recomiendo muchísimo) hay una frase que dice “En el acto de la oración se reúnen de manera especial dos metas: la búsqueda de la gloria de Dios y la búsqueda de nuestro gozo” y esto es tan cierto y real, muchas veces nosotros pensamos que la oración es para cambiar las cosas exteriores, y en realidad no nos enfocamos en que la oración cambie las cosas interiores; que la oración nos de paz y gozo.
En la confesión de Fe bautista de 1689 la primera pregunta que resume C. Spurgeon es:
-¿Cuál es la finalidad principal del hombre?
R/ La finalidad principal del hombre es glorificar a Dios (1 Corintios 10:31) *y disfrutar de Él para siempre (Salmo 73: 25-26).*
Yo pienso que siempre descuidamos la segunda parte, miramos las cosas espirituales solo como una obligación y un deber más que una necesidad.
Es por eso que pienso que la oración es el deleite de escuchar, hablar y meditar en Dios. Es negarme a depender de mí mismo, y empezar a depender en la soberana voluntad de Dios. La oración es el arma que mata mi orgullo y mi pecado. Por eso debemos deleitarnos en la oración y la comunión con Dios.
Y en estos 2 días de devocional quiero compartir una perspectiva de la oración y la trinidad. Sabemos que nuestro Dios es trino, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. 3 personas en una misma esencia, todos al mismo nivel de importancia. Y en nuestras oraciones deben estar los 3: *Es venir a DIOS por medio de CRISTO y guiado por el ESPÍRITU SANTO.*

1. El fundamento de la oración: la santificación del nombre de Dios.

El cristiano debe entender que la oración busca de principio a fin toda la atención sea dada al buen y soberano Dios que escucha la oración.
Y muchas veces nos equivocamos en esto, porque el centro de nuestras oraciones somos nosotros mismos. “Lo que yo quiero, como yo me siento, cuando quiero mi respuesta, yo, yo, yo”
Pero Jesús nos enseña que el centro de la oración es Dios. Hagámonos un par de preguntas: ¿al venir a Dios en oración nuestra primera petición es que Su Nombre sea glorificado? ¿Buscamos que de la manera que Él vaya a contestar Su Nombre sea glorificado? Puede que estemos mal en esto, y de algo que si estoy seguro es que Dios siempre busca nuestro bien, pero nuestro bien espiritual. Como aprendíamos hace unos días en Jeremías 29: 11. Y Dios en sus repuestas siempre buscará cuidarnos y a veces eso implicaría negarnos algo porque nuestro corazón está amando y deseando más las beneficios que aquel que da los beneficios; DIOS ETERNO.
Por eso hermanos, lo primero que debemos buscar, no son nuestros deleites y deseos terrenales. Claro que tendremos necesidades, pero hay algo más importante y esa es la gloria de Dios. Cuando nosotros nos despojamos de nuestros deseos y ponemos primero la voluntad de Dios nuestras vidas se llenan de paz y gozo. Cada vez que nos dirijamos a nuestro Señor en oración tengamos presente esto, *LE ORAMOS AL PADRE POR MEDIO DE SU HIJO Y GUIADOS POR EL ESPÍRITU SANTO.*
Oración: Padre Eterno, me humillo ante ti reconociendo tu gran poder y majestad. Perdóname porque en muchas de mis oraciones pierdo el enfoque y me centro en mí mismo, y no en tu gloria. Pero reconozco que nada valgo sin tu presencia en mi vida. Es por eso Señor que quiero recordar cada día lo importante y valioso que eres para mí, ayúdame con tu Santo Espíritu a darte la gloria y a no quedármela yo. Oro también para que mi vida se pueda alinear a tu voluntad y no a lo que yo quiero. Te ruego por todos mis hermanos de Renacer, que Tu Palabra nos haya edificado y confrontado. En nombre de Jesús, Amen.
_Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras. –Salmo 73: 28_
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