Estudio 1 Corintios

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En esta sección, llegando a usar de fina ironía, el apóstol precave contra esa hinchazón orgullosa.

¿QUIEN TE CREES QUE SOS?

1 Corintios 4:7 RVR60
Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?
Pablo se dirige especialmente a los que crean partidos en la iglesia. ¿quién es el que te da la ventaja sobre nosotros?
Cuán fácil es sentirnos atraídos por un líder espiritual. Cuando alguien nos ayuda, es natural que le brindemos lealtad. Pero Pablo nos advierte que tengamos cuidado del orgullo que puede originar división en la iglesia por tener líderes favoritos. Todo verdadero líder espiritual es un representante de Cristo y no tiene nada que ofrecer aparte de lo que Dios le ha dado. No permita que su lealtad origine pleitos, calumnias o quiebre relaciones. Asegúrese de que su lealtad sincera sea a Cristo y no a sus agentes humanos. Aquellos que emplean la mayoría del tiempo peleando por el liderazgo en la iglesia antes que en declarar el mensaje de Cristo no lo tienen a El como su máxima prioridad.
La actitud del mundo no debe tenerse en cuenta.
Mateo 20:25–28 NVI
Jesús los llamó y les dijo: —Como ustedes saben, los gobernantes de las naciones oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor, y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás; así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.
Cristo describió a las naciones paganas con sus gobernantes y gente importante. En ellas, sus líderes se enseñorean del pueblo y ejercen potestad sobre él. Sin embargo, entre nosotros no debe ser así. El que quiere hacerse grande en el pueblo de Dios y ocupar el primer lugar, debe ser siervo de todos.
No se permite crear un sindicato de esclavos. Nuestro único derecho es ser útiles al Señor y ser sus colaboradores. El nos ha provisto todo lo necesario para realizar su trabajo en forma perfecta y por eso merece toda la gloria.
No hay peor peligro para una iglesia que una actitud de autosatisfacción que denota que se tiene todo lo que se puede esperar.
El eje central del problema en Corinto era que tenían la convicción de que eran una iglesia exitosa, viva, madura, y eficaz. Estaban contentos con su estado espiritual, su liderazgo y su calidad de vida en general. Tenga cuidado cuando se empiece a sentir así. En ese caso, es mejor recordar la grandeza de la gracia de Dios. Ninguno merece lo que ha recibido.
La humildad, sin embargo, es la única posición aceptable de alguien que está en relación con Dios. Él es quien concede una amplia variedad de dones (v. 7a) con base en su gracia (v. 7b) y por lo tanto, sólo él merece alabanza (v. 7c; cf. 1:4–9). Todo esto lo subraya Pablo a través de esta serie de preguntas retóricas.
1 Corintios 15:10 RVR60
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.

RICOS PORDIOSEROS

1 Corintios 4:8 RVR60
Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!
Los corintios pensaban que estaban ya saciados, cuando debían estar hambrientos y sedientos de la justicia práctica que tan desesperadamente necesitaban.
Mateo 5:6 NVI
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Se consideraban ricos, sin necesidad de nada, cuando en realidad, espiritualmente eran el vivo retrato de un pordiosero.
Apocalipsis 3:17–18 NVI
Dices: “Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú. Por eso te aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico; ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista.
Oseas 12:8 NVI
Efraín dice con jactancia: «¡Cómo me he enriquecido! ¡He amasado una gran fortuna! En todas mis ganancias no encontrarán que haya pecado en algo.»
Todos los cristianos deben ser humildes. A los filipenses, Pablo expresó cuál había sido el patrón de la vida de Cristo que se caracterizó primero por la humillación y después por la exaltación. .
Filipenses 2:5–11 NVI
La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús, quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Parece que los corintios querían evitar la primera parte; anhelaban la exaltación inmediata. No deseaban más enfermedad, sufrimiento, o dolor. Tal cosa no es posible ni ahora ni cuando Pablo escribió a los ilusos corintios. Sin embargo, hay quienes todavía se empeñan en seguir ese ejemplo.

LA ESCORIA DEL MUNDO

1 Corintios 4:9–13 NVI
Por lo que veo, a nosotros los apóstoles Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar, como a los sentenciados a muerte. Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo, tanto para los ángeles como para los hombres. ¡Por causa de Cristo, nosotros somos los ignorantes; ustedes, en Cristo, son los inteligentes! ¡Los débiles somos nosotros; los fuertes son ustedes! ¡A ustedes se les estima; a nosotros se nos desprecia! Hasta el momento pasamos hambre, tenemos sed, nos falta ropa, se nos maltrata, no tenemos dónde vivir. Con estas manos nos matamos trabajando. Si nos maldicen, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos; si nos calumnian, los tratamos con gentileza. Se nos considera la escoria de la tierra, la basura del mundo, y así hasta el día de hoy.
Pablo no era tonto. Tampoco le gustaba sufrir. Le hubiera encantado que los corintios tuvieran razón, pero no era así. Los apóstoles seguían a Cristo y su senda de humillación. Así como él marchó hacia la muerte, así hacían ellos.
2 Corintios 2:14 NVI
Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas partes la fragancia de su conocimiento.
Cristo había padecido privaciones y difamaciones, igual que sus siervos, y gracias a su Espíritu, resistían y respondían con gracia.
Lucas 23:34 NVI
—Padre—dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Mientras tanto, echaban suertes para repartirse entre sí la ropa de Jesús.
Los apóstoles vivían el mensaje de la cruz. Pero los corintios se sentían satisfechos y seguros con su “teología de palacio”
Amós 6:1–7 NVI
¡Ay de los que viven tranquilos en Sión y de los que viven confiados en el monte de Samaria! ¡Ay de los notables de la nación más importante, a quienes acude el pueblo de Israel! Pasen a Calné y obsérvenla; vayan de allí a Jamat la grande, bajen luego a Gat de los filisteos. ¿Acaso son ustedes superiores a estos reinos, o es más grande su territorio que el de ustedes? Ustedes creen alejar el día de la desgracia, pero están acercando el imperio de la violencia. Ustedes que se acuestan en camas incrustadas de marfil y se arrellanan en divanes; que comen corderos selectos y terneros engordados; que, a la manera de David, improvisan canciones al son de la cítara e inventan instrumentos musicales; que beben vino en tazones y se perfuman con las esencias más finas sin afligirse por la ruina de José, marcharán a la cabeza de los desterrados, y así terminará el banquete de los holgazanes.
La actitud de los corintios representa un peligro, pues manifestaban jactancia, autosatisfacción y un gran sentido de superioridad cuando se comparaban con otros. Esto era un fuerte contraste con la conducta de los apóstoles, quienes a pesar de su posición privilegiada delante del Señor, se sentían como presos de guerra condenados a morir.
Cuando un general romano conquistaba al enemigo, desfilaba con su ejército victorioso por las calles de la ciudad exhibiendo sus premios. Al final iba siempre un pequeño grupo de cautivos que habían sido condenados para ser llevados al coliseo, donde pelearían contra las bestias y que con toda seguridad morirían. Los corintios se comportaban como esos generales que marchaban al frente, mientras los apóstoles se podrían comparar con el pequeño remanente de presos que iba a morir. Algo andaba mal. ¿Por qué esperaban los corintios que el mundo los honrara?
La diferencia entre la condición de los apóstoles que sufrían por el nombre de Cristo y los creyentes que se vanagloriaban de ser grandes era muy notable. Los primeros sufrían toda clase de insultos y hasta habían sido castigados con látigo como si fueran esclavos rebeldes, mientras estos hermanos estaban en completa paz, peleando entre sí para hacer valer sus derechos.

COMO UN PADRE A SUS HIJOS

1 Corintios 4:14–17 RVR60
No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis. Por esto mismo os he enviado a Timoteo, que es mi hijo amado y fiel en el Señor, el cual os recordará mi proceder en Cristo, de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias.
Impulsado por el amor, Pablo hace una advertencia a los corintios. El propósito de la ironía mordaz de los vv. anteriores no era simplemente avergonzarlos, sino amonestarlos como a hijos … amados. Pero, si esa amonestación no les causaba vergüenza, era porque estaban encallecidos en extremo.
El propósito paulino era provocar un cambio en su corazón y manera de vivir. Su motivación era el amor que sentía por ellos, como el de un padre por sus hijos. Muchos otros ministros podían exhortar, aconsejar e instruir a los corintios, pero sólo uno había sembrado la semilla que les dio vida nueva.
Él, más que cualquier instructor, tomaba en cuenta los intereses de los corintios. Por eso, les escribió: os ruego que me imitéis. Ayos, simples instructores. El griego paidagógos designaba al esclavo que vigilaba al niño y lo llevaba a la escuela.
Pablo expresa su preocupación como un hombre que se interesa por sus hijos. Habría podido corregirles fuertemente y regañarlos de tal manera que se sintieran avergonzados y culpables, pero el apóstol no quería hacer eso. Más bien los amonesta con amor y consejo para que cambien su actitud equivocada. Como un padre cariñoso, quiere animarlos a hacer lo correcto. Utiliza esta forma de expresión porque los consideraba sus hijos en la fe.
Aunque tuvieran muchos guías en su vida espiritual que harían las veces de nodrizas hasta que llegaran a la madurez, sólo tenían un padre, Pablo. Como tal, los unía algo especial que nadie más podía darles. Por eso deseaba que lo imitaran. El apóstol envió a Timoteo para recordarles acerca de las enseñanzas que ellos debían emular.
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