Catorce deberes del Cristiano
Teología Práctica de los deberes del cristiano
1 tesalonicenses: 5:12-22
Breve resumen
1. Las Cartas a los Tesalonicenses facilitan un entendimiento formidable sobre Pablo como misionero y como pastor. Aquí lo encontramos estableciendo una iglesia en poco tiempo, y seguir orando y preocupándose por su crecimiento, su desarrollo y su ministerio.
2. Lo vemos proclamando fielmente el evangelio, preocupado por los conversos; exhortándolos, elogiándolos, guiándolos y enseñándoles, amándolos, y aun dándoles de sí mismo. Estaba emocionado con el progreso de esta congregación hasta ese momento, pero también estaba decepcionado por lo poco que habían madurado.
3. En estas epístolas encontramos a un celoso siervo de Cristo, lleno de amor y ardor por una iglesia pequeña y creciente. Ambos eran fieles, ambos fueron usados por Dios y se sirvieron mutuamente de una manera cristiana que rara vez se da en el pueblo de Dios.
La ciudad de Tesalónica
1. Breve historia de Tesalónica
a. Tesalónica estaba ubicada en la cabecera del Golfo Termaico. Era una pequeña ciudad costera sobre la carretera romana central, la Vía Egnatia (el «Camino de las naciones»), que corría al este de Roma. Un puerto marítimo cercano a una llanura fértil y bien irrigada. Estas tres ventajas hicieron de Tesalónica el centro político y comercial más grande e importante de Macedonia.
b. El nombre original de Tesalónica era Terma, originado en las aguas termales que se encuentran en la región. El historiador antiguo, Plinio el anciano, se refiere a las ciudades de Terma y Tesalónica como coexistentes. De ser así, Tesalónica rodeó a Terma y la integró como parte de su territorio (León Morris: Primera y Segunda Epístolas a los Tesalonicenses, Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Publishing Company, 1991. p. 11). Sin embargo, la mayoría de los historiadores creen que Casandro, uno de los generales de Alejandro Magno, fue quien cambió el nombre de Terma en el 315 a.C. y, en honor a la hija de Filipo de Macedonia, media hermana y esposa de Alejandro Magno, Tesalónica (Estrabón VII, fragmento 21). En algún momento a lo largo de los primeros siglos, durante la expansión del cristianismo, Tesalónica fue denominada «la ciudad ortodoxa» por su carácter cristiano (Dean Farrar: Vida y obra de San Pablo. Nueva York: Cassell y Co. Ltda., 1904, p. 364). Actualmente, Tesalónica es conocida como Salónica y todavía es una ciudad griega importante.
c. Tesalónica era una metrópoli cosmopolita, similar a Corinto, habitada por gente de todo el mundo conocido.
(1) Allí vivían pueblos algunos bárbaro-germanos que llevaron consigo su religión pagana y su cultura.
(2) También vivían los griegos, procedentes del sur de Acaya y de las islas del mar Egeo, quienes aportaron su elegancia y su filosofía.
(3) Los romanos de Oriente vivían en la ciudad; por lo general eran soldados jubilados y aportaban su fuerza de voluntad, su riqueza y poder político.
(4) Finalmente, los judíos llegaron en gran número desde Medio Oriente y se dice que, con el tiempo, un tercio de la población llegó a ser hebrea. Estos llevaron su fe y su ética monoteísta, así como sus prejuicios nacionalistas.
d. Tesalónica, con una población de aproximadamente doscientos mil habitantes, realmente era una ciudad cosmopolita; un centro de recreación y salud gracias a sus aguas termales. Asimismo, era un centro comercial por su puerto marítimo estratégico, sus fértiles valles y su cercanía a la Vía Egnatia.
e. En su carácter de capital y ciudad metropolitana, Tesalónica también era el centro político de Macedonia. Como capital provincial romana y residencia de muchos soldados romanos —en su mayoría retirados—, se convirtió en una ciudad libre. Tesalónica no pagaba ningún tributo y era gobernada por las leyes romanas, porque sus ciudadanos, además, eran ciudadanos romanos. Por eso, los gobernantes de Tesalónica eran llamados «politarcos», título que no aparece en ningún lugar de la literatura, pero que se ha preservado en una inscripción del Arco del Triunfo de Tesalónica, también conocido como la Puerta de Vardar (Farrar, p. 371).