LAS COSAS NO SON LO QUE PARECEN
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«Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión» (Pr. 16:2).
La gente puede considerarse pura según su propia opinión, pero el Señor examina sus intenciones.
1. Las sendas de los malos: muchas de éstas son «limpias» o «buenas» en sus propios ojos. Para justificar este autoengaño:
a) Le dan bonitos nombres al pecado.
b) Piensan mal de los demás, diciendo que son mucho peor que ellos, y encontrando así una excusa para justificarse.
2. Las sendas del que profesa una religión exterior parecen «limpias»:
a) Sus observancias de las ceremonias.
b) Su asistencia regular a los servicios.
c) Su profesión abierta a la religión.
d) Su generosidad a la causa, e interés general en las cosas buenas.
3. Las sendas del profesante mundano: piensa que es una persona «limpia».
Permitámosle considerar si es verdaderamente «limpio»:
a) ¿En su vida secreta? ¿En sus indulgencias privadas y ocultas?
b) ¿En sus placeres y diversiones?
c) ¿En su compañía y conversación?
d) ¿En la Biblia que tiene olvidada, su tibieza en la religión, etc.?
4. Las sendas del apóstata seguro, que sueña con que su senda es «limpia», mientras que un poco de observación le harían ver muchos lugares sucios en su vida:
a) Disminución de la oración privada ( Job. 15:4).
b) Gradualmente el pecado le va ganando terreno (Jer. 15:10).
c) Conversaciones insuficientemente espirituales (Ef. 5:4).
d) Escasa lectura de las Escrituras (Os. 8:12).
e) El corazón se va endureciendo (He. 3:13).