soy un sacerdote
exodo 32.1-4
Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido. 2Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos. 3Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; 4y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto
5Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová. 6Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.
Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido
8Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.
masseká; de 5258; prop. verter sobre, i.e. fusión de metal (espec. imagen fundida); por impl. libación, i.e. liag; concr. cobertor (como si fuera regado):—cobijar, cubierta, (imagen de) fundición, fundir, manta
21Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado? 22Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal. 23Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido
24Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro
Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos, 26se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví
Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. 28Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. 29Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros
28Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres
Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón
3sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias
Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. 14Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos
1. eidololatres (εἰδωλολάτρης, 1496), idólatra (de eidolon, ídolo; véase más adelante; y latris, asalariado). Se halla en 1 Co 5.10,11; 6.9; 10.7. La advertencia es para poner en guardia a los creyentes a no apartarse de Dios en pos de la idolatría, tanto «abierta como secretamente, consciente o inconscientemente» (Cremer) (Ef 5.5; Ap 21.8; 22.15).¶
2. kateidolos (κατείδωλος, 2712), véase ENTREGAR, C, Nº 2.
B. Nombre
eidololatria (o—eia) (εἰδωλολατρία, 1495), de donde procede el término castellano, idolatría (de eidolon, ídolo; latreia, servicio). Se encuentra en 1 Co 10.14; Gl 5.20; Col 3.5; y, en forma plural, en 1 P 4.3.¶
Los sacrificios paganos eran ofrecidos a los demonios (1 Co 10.19). Había una horrible realidad en la copa y mesa de los demonios y en la comunión con los demonios que ello involucraba. En Ro 1.22–25, se asocian la idolatría, el pecado de la mente contra Dios (Ef 2.3) y la inmoralidad (los pecados de la carne), y son relacionados con la falta de reconocimiento de Dios y de gratitud hacia Él. Un idólatra es un esclavo de las depravadas ideas que representa su ídolo (Gl 4.8,9); y, por ello, de concupiscencias diversas (Tit 3.3). (Véase Notes on Thessalonians, por Hogg y Vine, p. 44.)
Las puertas y las entradas son lugares de transición. Pasamos por ellas hacia el exterior u otra estancia para saludar a otras personas; las cerramos para encontrar tranquilidad y soledad. La puerta es un símbolo importante para los escritores bíblicos. La entrada, el *portón o la portada se asocian a menudo con la llegada a zonas de gran importancia espiritual. Los diversos atrios del *templo se señalaban con muros y portales, y el lugar santísimo del templo estaba sellado excepto un día al año (ver Espacio sagrado). Ese día, el *sumo sacerdote, después de las ceremonias adecuadas, entraría para representar al pueblo delante de Dios.
Jesús emplea esta imagen, con un sentido hiperbólico, cuando insta al pueblo a no orar como los hipócritas que oran en público de forma llamativa: «Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará» (Mt 6:6 NVI). La privacidad sería una comodidad escasa en la Palestina del primer siglo. Muchas de las casas solo disponían de una puerta interior, la de un armario de almacenaje.
Jesús emplea la imagen de la puerta cerrada que no responde al llamar. Llegará el día en que aquellos que lo han rechazado serán excluidos de las festividades por una puerta cerrada que no se abrirá (Mt 25:10; Lc 13:25; Ap 3:7).
La puerta como entrada espiritual. Jesús se refiere a sí mismo como «la puerta» (Jn 10:9). Por el contexto, está hablando sin duda de ser una puerta para las *ovejas y por tanto una entrada a la salvación. Cuando el Cristo resucitado llega a la puerta y llama («Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo»), la misma simboliza la necesidad de tomar una decisión y la exclusión potencial de Cristo
Las imágenes de la puerta también se utilizan también para dar una palabra de alivio a los cristianos atormentados cuando Cristo declara: «Conozco tus obras. Mira que delante de ti he dejado abierta una puerta que nadie puede cerrar. Ya sé que tus fuerzas son pocas, pero has obedecido mi palabra y no has renegado de mi nombre» (Ap 3:8 NVI). Pablo empleó la metáfora de Dios abriendo «la puerta de la fe» (Hch 14:27), mostrando el camino exclusivo de la fe como el portal a través del cual las personas entran en el *reino de Dios
La puerta como una oportunidad para el evangelio. Pablo emplea las imágenes de la puerta en tres ocasiones para describir de forma figurada oportunidades provistas para la difusión del evangelio. Este simbolismo contiene la idea de que la puerta abierta hace posible lo que una puerta cerrada no podría. Estas referencias se remontan a Oseas 2:15, que habla en términos salvíficos de una «puerta de esperanza que el Señor proveerá. Pablo habla de que se le ha «abierto puerta grande y eficaz» para la obra (1 Co 16:9 RVR1960). Cuando visitó Troas, el apóstol vio que el Señor había abierto «puerta» para él; más adelante, oró «a fin de que Dios nos abra las puertas para proclamar la palabra» (Col 4:3
2. (Génesis 14:21-24) Abram rechazó tomar el botín de la batalla.
El cuidado y transporte del precioso tabernáculo y la preparación de todo lo necesario para el servicio sagrado no podían ser encomendados a un solo individuo, ni tan sólo a una familia sola. Eran muchas personas las que debían participar en esta honrosa tarea
En la salida de Egipto, cuando los primogénitos de Egipto fueron muertos en la décima plaga, los hebreos tuvieron que poner la sangre en el dintel de las puertas y en los postes en cada casa, a fin de proteger a los primogénitos de los israelitas. Con ello, vinieron a ser propiedad de Jehová y le fueron así consagrados (Éx. 13:11–16); sin embargo, en lugar de verse al servicio del santuario, los primogénitos de todas las tribus se vieron sustituidos por los levitas
La razón de este cambio es que ellos fueron los únicos de Israel que se dieron decididamente al servicio de Jehová, mostrando su celo por Él, en la ocasión en que el pueblo apóstata se había dado a la adoración del becerro de oro
Deberes de los levitas. Éstos eran el transporte del tabernáculo y de sus materiales al levantar el campamento; montar la tienda, tomar cuidado de todos los utensilios, y ayudar a los sacerdotes en sus diversos trabajos
Límite de edad. Los levitas empezaban sus funciones a los 30 años (Nm. 4:3; 1 Cr. 23:3–5), a los 25 años (Nm. 8:24) y más tarde a los 20 años (1 Cr. 23:24, 27
los levitas no recibieron una parte del territorio como las otras tribus.