LA SOBERANÍA DE DIOS
Las Doctrinas de la Gracia • Sermon • Submitted
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INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Evitemos limitar la soberanía de Dios a algunos aspectos de la salvación y luego vivir como si Satanás, la suerte o la naturaleza tuvieran el mismo poder que Dios. Si presionáramos un poco sobre este asunto de la soberanía muchos confesaríamos que en ocasiones ha sucedido cosas “tan extrañas” que hemos dudado de parte de quien provienen o que las provocó. Y es que parecen ser demasiado poderosas como para culpar a Satanás por ellas; demasiado racionales como para apuntar a la suerte o al infortunio; muy personales como para mirar con suspicacias a las fuerzas naturales; pero demasiado malas como para responsabilizar a Dios por ellas y entonces, nos preguntamos ¿Quién lo hizo? o ¿quién es responsable de todo esto? Sin embargo, la Biblia no suele tomar este camino ambiguo. Por el contrario nos dice claro y sin disculpas que todas las cosas han sido ordenadas por Dios para su Gloria.
Dios mismo dijo: “Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios, y no hay otro; yo soy Dios, y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho...” Esto no puede considerarse solamente como el conocimiento queDios tiene acerca de eventos futuros porque aún añade: “...Yo digo: «Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré»...En verdad he hablado, ciertamente haré que suceda; lo he planeado, así lo haré. (Is. 46:9-11).
Pero no debemos pensar que estos es así solo para las grandes hazañas milagrosas, lo es también para las calamidades. Amós dijo: Si se toca la trompeta en la ciudad, ¿no temblará el pueblo? Si sucede una calamidad en la ciudad, ¿no la ha causado el Señor? (Am 3:6). Job dijo después de la muerte trágica de todos sus hijos y la perdida de todos sus bienes: “Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor dio y el Señor quitó; bendito sea el nombre del Señor...” ¿Estaba culpando Job a Dios de su desgracia? De ningún modo, la Biblia añade: “En todo esto Job no pecó ni culpó a Dios.” (Job 1:21–22). El propio Job dice a su mujer: “¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?...” ¿Estaba calumniando Job a Dios de actuar con maldad? de ningún modo, la Biblia añade: “En todo esto Job no pecó con sus labios.” Job 2:10. Sabemos que la mano de Satanás estaba detrás de toda la calamidad que le sobrevino a Job, pero era una causa secundaría. Fue Dios quien ordenó a Satanás y limitó sus acciones.
En el libro de Efesios se describe a Dios como “...aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad” (Ef 1:11). Y aquí puede surgir la pregunta ¿A qué se refiere Pablo cuando indica “todas las cosas”? Pero aunque la respuesta parezca simplista, “todas las cosas” se refiere precisamente a “todas las cosas concernientes a la salvación del hombre”. Y aquí puede surge otra pregunta similar ¿Está la salvación del hombre limitada a una esfera particular de su vida? ¿o implica toda la vida del hombre? Esto lo abordaremos más adelante con detalle, pero por lo pronto diremos que la salvación del hombre implica toda la vida del hombre por lo tanto lo el acontecer del hombre sigue la linea marcada por el consejo de la voluntad divina.
I. ¿En verdad es importante tener un sólido fundamento de esta doctrina?
I. ¿En verdad es importante tener un sólido fundamento de esta doctrina?
Esta doctrina de la soberanía de Dios es particularmente importante, de alguna manera se vuelve la base que sostiene el resto de las doctrinas de gracia, y de hecho, toda la fe cristiana (la vida cristiana). La fe cristiana guarda una esperanza inamovible porque Dios es soberano. Quitar la soberanía de Dios es dejar a Dios sin divinidad y al cristiano con una religión más.
Y es que aunque la mayoría de nosotros puede confesar la soberanía de Dios creerla es algo muy diferente ¿Cree y vive a la luz de esta verdad? ¿Cómo asume los eventos de su vida, aun aquellos que traen consigo sufrimiento y dolor? El hombre le gusta atribuir el destino de su vida a sus desiciones y negar así la eficacia de la soberanía divina y un remanente de esta naturaleza también se encuentra presente en el creyente. Por eso el tema de la soberanía es tan importante.
Por otra parte, solemos limitar a la soberanía de Dios a los aspectos salvíficos del hombre como la elección incondicional, la depravación, el llamado eficaz, la fe y el arrepentimiento, etc. Aunque esto es cierto, debemos considerar que la salvación del hombre, en efecto, incluye todos los aspectos de la vida del hombre, absolutamente todos. La salvación del hombre no se lleva acabo en algunas áreas fragmentadas de su vida. Antes bien, es la implantación de un nuevo principio en su vida. Es una nueva criatura salva por gracia y esto no solo redunda en el culto religioso sino en todos los aspectos de su existencia. La vida del hombre es una vida religiosa, toda la actividad del hombre bajo el sol es una tarea de adoración. Por su parte el cristiano es un hombre que antes vivía en tinieblas adorando a otros dioses y a sí mismo y ahora vive en la luz admirable del Hijo adorando al Dios trino. En consecuencia todo lo que es y hace lo baña con esa bella luz. La Biblia lo llama la “luz del mundo”. La soberanía de Dios se extiende a lo largo de toda la vida del hombre incluso antes de que llegara a la vida y después de que parta de esta vida.
¿Cómo puede un Dios que no controla todos los eventos de la vida garantizar la salvación si quiera de un solo hombre? Imagine por un momento que Dios ha decidido desde antes de la fundación del mundo salvar el domingo 10 de julio a un hombre durante un servicio dominical que se lleva a cabo a las 8:00 am, pero resulta que camino a la iglesia ocurre un accidente fatal y este hombre muere. El plan de Dios se vería frustrado, Dios tiene que controlar todos los aspectos de la vida (y muerte) de ese hombre y además de todo lo que le rodea de una manera que desconocemos.
Seamos menos fatalistas y supongamos que ese día de julio, dado que es invierno, el hombre no puede salir de casa y llegar al servicio para escuchar el evangelio. Si Dios ha de garantizar la salvación de ese elegido, debe controlar también la naturaleza. O que tal si el bus no llega, o si el auto no le enciende, o si se le enferma su hijo, o se le pierde la llave, ¿lo ve? Dios no puede garantizar la salvación de nadie ni el cumplimiento de todas sus promesas al menos que lo controle todo, absolutamente todo.
Incluso piense en esto: ¿Cómo la Biblia puede exigir que demos gloria a Dios en todo momento, si él nos es soberano en todo momento? Podríamos estar dando gloria a Dios por algo que Él no hizo, ordenó o provocó. Pero si es soberano debo glorificarle siempre. La Biblia nos enseña que aún en los más terribles juicios Dios recibe honores: “He aquí, estoy contra ti, Sidón, y seré glorificado en medio de ti; y sabrán que yo soy el SEÑOR, cuando ejecute juicios en ella, y manifieste en ella mi santidad. Enviaré a ella pestilencia y sangre a sus calles; los heridos caerán en medio de ella por la espada que está sobre ella por todos lados; y sabrán que yo soy el SEÑOR.” Ez. 28:22-23.
Es más ¿Cómo podríamos acercarnos a Dios con confianza en oración si no fuera soberano? la Biblia nos anima a presentar a Dios todas nuestras necesidades no importa el ámbito al que pertenezca, sabiduría, paz, gozo, fe, necesidades físicas, etc., ¿cómo podríamos confiar que Dios actuará sino no lo controla todo?
Aún la santidad nuestra estaría profundamente comprometida si no fuera Dios soberano ¿cómo podríamos concluir que Dios está dirigiendo nuestra vida de tal manera que nos está perfeccionando si Él no fuera Soberano? ¿cómo podríamos cooperar con el Espíritu Santo ante las diversas situaciones reales que vivimos si no sabemos sí Dios las está usando para instruirme en algo o puede usarlas para disciplinarlas?
Además, si Dios no fuera Soberano ¿Cómo podríamos sostener que es omnisciente y omnipotente? Si hay cosas que escapan de su absoluto control la pregunta sería ¿Por qué no las controla? si decimos que es porque no sabía que ocurrirían, entonces Dios no sería omnisciente, y si decimos que es porque no puede controlarlas, entonces no sería omnipotente.
¿Podemos concluir entonces que la soberanía de Dios está limitada solo a la vida de los elegidos? De ningún modo, el centro al rededor del cual giran las acciones soberanas de Dios son su Gloria y sus elegidos, pero no está restringidos a ellos. La propia palabra soberano no permite limitar a Dios en este sentido. La soberanía de Dios es absoluta o no es soberanía en absoluto, si Dios no puede controlar los cabellos de una cabeza, o los pajaritos que caen a tierra no es soberano. O tiene el control de todo, o definitivamente no es soberano.
II. La soberanía de Dios se revela a lo largo de la Escritura
II. La soberanía de Dios se revela a lo largo de la Escritura
Como bien sabemos los nombres en las Escrituras tienden a proporcionarnos información relevante acerca del propósito y destino de la personas. En el caso de Dios un nombre que define su soberanía es el de Señor, este título o nombre define a Dios como alguien que tiene autoridad sobre todo y todos, y pone inmediatamente a toda la creación como su súbdito.
En el Antiguo Testamento tenemos el término ADONAI “Adon” significa controlador o uno que está al mando. EL sufijo “Ai”es un enfático que implica realmente en control. Lo traducimos como mi Señor. En el Nuevo Testamento tenemos el término Despota que se traduce como soberano (Jud. 4) o Señor (Hch. 4:24, Ap. 6:10) e incluso Soberano Señor (NVI) y significa uno que mantiene completo poder o autoridad sobre otro.
Pero el Señor no solo es soberano a modo de un Título real. Este no es un nombre que se le da solo para que se le compongan himnos que se cantarán el domingo por la mañana. Él ejerce su soberanía sin que puede ser detenido, estorbado u obligado, Dios es un ser absoluta e incomprensiblemente libre para planear, decretar y actuar: Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? Dan. 4:35.
Dios es el Creador de todo, Él dueño último de todo y por lo tanto tiene toda la autoridad y el derecho sobre toda su creación:
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra… Hch. 17:24
Otro Título importante que se adjudica a Dios a lo largo de la Escritura es el de Rey, este no solo denota soberanía y gobierno, sino que además afirma la realeza, poder y majestad que tiene. Nuestro Soberano Dios es el Rey de los reyes el cual gobierna con una gloria insuperable todo lo que su mano ha creado, Pablo lo llamó el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores. 1 Tim. 6:15
Y el mismo Dios dijo:
“Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.” Mal. 1:14
III. La voluntad de Dios y su soberanía
III. La voluntad de Dios y su soberanía
La pregunta que suele salir en estas discusiones es ¿Si Dios es un Dios bueno y soberano por qué existe el mal? yo suelo hacer otra pregunta ¿Si Dios es un Dios bueno y soberano por qué existen los malos? No deja de ser Dios Soberano porque permita la existencia del mal y la use para sus propósitos, pero ciertamente, habrá un día donde ya no existirá el mal. Pero comprender mejor soberanía de Dios y no dudar de ella aun cuando exista el mal es necesario entender que la voluntad de Dios en un sentido puede ser quebrantada y en otro sentido no puede serlo y debemos aprender a vivir con esta tensión. Los teólogos a lo largo de la historia han intentado explicar esta tensión de diferentes maneras y con distintos nombres, pero la esencia es esta: Siendo el Señor un ser racional posee una voluntad santa y perfecta. En las Escrituras se revelan dos aspectos distintos de esta voluntad. Al primer aspecto de la voluntad divina se le ha llamado el aspecto preceptivo. Este aspecto aborda el tema de los preceptos o mandamientos de Dios. Dios ha establecido y ha dado a conocer sus voluntad a través de los mandamientos. Aunque el Hombre no tiene la autorización ni el derecho de quebrantarlos los quebranta y este es el principio del mal. En este sentido podemos decir que el hombre quebranta “la voluntad de Dios” p.ej. cuando miente, roba, mata, codicia, etc. Es este aspecto de la voluntad de Dios que tenemos en mente cuando pedimos en oración “Hágase tu voluntad...” e incluso cuando pedimos que nos de fuerza para cumplir “su voluntad” pues sabemos que podemos frustrarla y resistirla.
El segundo aspecto de la voluntad divina trata el tema de los consejos, propósitos y decretos divinos. En este caso, se considera el aspecto soberano, decretivo, “oculto” e irresistible de la voluntad de Dios. Lo que Dios decreta no puede ser obstaculizado, quebrantado y frustrado. Dicho de otra manera todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá ha sido decretado por Dios. Según el libro de Hebreos la realidad es el producto de los decretos de Dios: “Por la fe entendemos que el universo fue preparado por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve no fue hecho de cosas visibles” (He 11:3). Él termino que se traduce aquí como universo, significa “edad” o “era”. La idea del autor no sigue el sentido de que Dios creo a través de su palabra las cosas que cuelgan en el universo como las estrellas, los planetas, las nubes, y todo lo que vemos. Sino que el estado actual de las cosas, tal como se presentan fueron constituidas por los decretos de Dios. El Señor ha decretado soberanamente la realidad a través de su Palabra.
Debemos saber que la Biblia habla acerca de la extensión de la soberanía de Dios sobre todas las cosas algunas buenas y otras no, p.ej.: En el mundo animal (Mt.10:29); en la persecución de su pueblo (Sal. 44:11); En los gobierno y las decisiones de los reyes (Dan 2:21, Pr. 21:1); En el mundo del saber (Dan. 2:21); en la salud y la enfermedad (Ex. 4:11); aun en la enfermedad de los niños (2 Sa. 12:15); en el ámbito de las finanzas (1Sa. 2:7); en el sufrimiento y dolor de los santos (1 Pe. 4:19), en la persecución cristiana (He. 12:4-7), en lo concerniente a la salvación de las almas (2 Ti. 2:25, Fil 1:29); en lo que se refiere a la Madurez cristiana (Heb. 6:1-3), en los planes de viajes (Stg. 4:15); en el arrepentimiento de las almas (2 Ti. 2:25); aún en el regalo de la fe (Fil. 1:29); En la búsqueda de la santidad (Fil. 3:12-13) y en la madurez cristiana (He. 6:1-3). En fin en todo lo que concierne a la vida y la muerte Dios es soberano (1 Sa. 2:6).
John Piper comenta:
“Como Dios gobierna todos los eventos del universo sin pecar, sin quitar al hombre su responsabilidad y con resultados compasivos, es verdaderamente un misterio. Pero ¿qué nos enseña la Biblia? Dios "hace" todas las cosas según el designio de su voluntad"...” Es el derecho inalienable de Dios de hacer Su voluntad (Salmo 50:1; Isa. 40:15; 1 Tim. 6:15) con Su creación y con cada una de sus criaturas. Esto implica que El no puede ser coaccionado por ninguna influencia ajena, y asimismo que tiene la capacidad de ejercer Su derecho según Su voluntad.”
IV. Aplicaciones para la Vida
Si no tenemos claro el tema de la soberanía de Dios inevitablemente nos vamos a ver metidos en un aprieto teológico, entraremos en duda y no podremos descansar en las firmes promesas de nuestro Señor. Cualquier circunstancia difícil por la que atravesemos nos robará el gozo. Todo lo que nos sucede ha sido ordenado por Dios y en ultima instancia Dios es responsable. Permítame explicarlo de otra manera: Sí nada puede ocurrir en esta vida sin que Él lo permita, entonces, es responsable de permitir que algo suceda o lo que es lo mismo es responsable de no haberlo evitado. Ahora como Dios hace estas cosas sin pecar, seguir siendo bueno y sin agradarse de la desgracia humana es un misterio que no sabremos en esta vida, pero el Señor está en control de todo.
En un mundo caído es perfectamente compresible que Dios frecuentemente use el mal y el dolor para llevar acabo sus planes sin violentar la voluntad de los hombres y sin el ser el autor del mal. A Dios le basta con orquestar las circunstancias precisas para que los hombres actúen conforme a lo que hay en sus corazones sea bueno o sea malo y así cumplir con los decretos divinos. Dios había decretado la traición de Judas pero no obligó a Judas a que lo hiciera. las condiciones se desarrollaron de tal manera que Judas se dejó llevar por su amor al dinero y así entregó al Hijo.
La soberanía de Dios es algo que hace rechinar los dientes de los hombres impíos, nadie quiere a un Dios soberano que demande adoración y devoción pero es exactamente ese Dios el que adoramos los cristianos. Para los cristianos es una fuente de consuelo que nuestro Padre sea el todo controlador de este universo y que lo está gobernando todo para su gloria y el bien de su pueblo.
La soberanía es algo que suele empañarse cuando las circunstancia en la que estamos envueltos son de sufrimiento y dolor. Nos cuesta ver la bondad de Dios detrás del cancer, o de la pobreza, de la muerte de un hijo o de una desgracia nacional. Solemos preguntarle a Dios ¿Por qué? Detrás de esta pregunta hay una antropología (doctrina del hombre) deficiente y una compresión de la gloria de Dios muy pobre. La pregunta porqué reprocha las acciones de Dios partiendo de la idea de que el hombre es un criatura que no merece sufrir. Parte de la falsa presuposición de que Dios le debe al hombre una vida sin dolor ni sufrimiento. Pero ¿Qué es lo que dice nuestra Biblia al respecto? que todo lo que nosotros somos y tenemos es por pura gracia, ha sido la infinita misericordia de Dios en Cristo la que nos ha alcanzado. En realidad lo único que Dios le debe al hombre es una dolorosa muerte eterna en las llamas del infierno, esa es la porción que le corresponde en esta vida, todo lo demás es un regalo en Cristo. Si comprendiéramos y aceptáramos esto como una verdad la pregunta no sería ¿por qué...? sino ¿Por qué no...?
De esta manera podemos estar seguros que Dios está al control de todo lo que nos sucede en la vida y aún así, como Job, no pecar con nuestro labios ni culparlo. El hombre merece la muerte eterna nada menos, por su pecado se ha hecho merecedor del más alto castigo y del dolor indecible. Cualquier otra cosa que el hombre reciba es un acto de infinita gracia.