¿Natural, carnal o espiritual?
INTRODUCCIÓN:
TRANSFORMACION POR EL ESPIRITU SANTO
Jn. 3:1–21; 10:7–16; Hch. 16:13–15, 25–34; 2 Cor. 5:17; Col. 3:10.
En el Japón existe una muy curiosa invención que consiste en tablillas delicadas de madera o de paja, las cuales, por medio de cierto procedimiento, cuando se ponen en una vasija con agua se extienden y forman flores y otras figuras de vivos colores. Al ponerlas en el recipiente están secas completamente, y no se puede saber qué figuras son; pero tan pronto como tocan el agua parece que se les inyecta vida y se transforman en una figura de extraordinaria belleza. De parecida manera obra el Espíritu Santo con su poder: Cuando el alma humana está fría, seca, y recibe el Espíritu Santo, adquiere un celestial entusiasmo y se presenta nueva, lozana, hermosa, y dispuesta a ser con Dios una bendición para el mundo.—El Exp. Bíbl.
El señor Jorge Whitefield estaba predicando una vez en Exeter, Inglaterra. Un hombre, allí presente, llevaba los bolsillos llenos de piedras para arrojárselas al señor Whitefield. Sin embargo, oyó con paciencia su oración; pero no bien había anunciado su texto cuando el hombre sacó una piedra y la retuvo en la mano esperando una buena oportunidad para tirársela; pero Dios mandó una palabra a su corazón y la piedra cayó de su mano. Después del sermón fue a ver al señor Whitefield y le dijo: “Señor, hoy vine a oirlo con el propósito de quebrarle la cabeza, pero el Espíritu Santo, por medio de usted, ha quebrantado mi corazón.” El hombre probó más tarde ser un sincero convertido y vivió honrando el evangelio.—Whitecross.