El desafío de la esperanza

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Anclas

Se dice que fueron los egipcios y persas quienes por el año 600 AC usaron las anclas de metal, aunque desde el 3000 AC los chinos ya usaban un tipo de ancla que consistía en canastos llenos de piedras pequeñas.
El ancla es uno de los elementos más importantes en las embarcaciones, tiene muchos usos pero entre los más comunes están el mantener el barco frenado en la orilla y darle seguridad a la embarcación cuando hay tormentas.
Usamos la ilustración del ancla como algo de lo que nos sostenemos cuando sentimos que la vida es como un mar impetuoso y necesitamos sostenernos.
Hay diversas anclas que usamos en momentos semejantes, permítame repasar algunas de ellas:
La firmeza de carácter. Desarrollar un carácter firme es indispensable para los malos momentos. El carácter firme nos sostiene cuando otros se han rendido, nos hace perseverantes y nos enseña a destacar nuestra confianza propia.
La mentalidad positiva. Creer que las cosas irán mejor y ser optimistas es una ayuda cuando atravesamos momentos duros. Nos ayuda a mantenernos enfocados y a combatir los pensamientos negativos para tener una mejor salud mental en medio del caos.
Talento y conocimientos. Lo que se ha aprendido, la experiencia y el talento desarrollado son opciones para crear otras vías que nos ayuden a amortiguar los golpes de la vida y el alto costo de la vida.
Recursos y oportunidades. Aunque se trata de aspectos externos, el tener solvencia financiera es una ayuda en momentos difíciles, nos ayuda incluso a pagar asesores o a hacer maniobras para mejorar las condiciones, mejorar las opciones y crear nuevas oportunidades.
Otras personas. Nos anclamos en las personas en quienes confiamos. Elegimos personas como un cónyuge o un amigo para sostenernos en momentos de necesidad. De hecho, los amigos y la familia son un recurso invaluable para cuando estamos atravesando momentos difíciles.
Distracciones. Dejar de ver los problemas nos ayuda a no saturarnos de ellos. Darle respiro a la mente y separarse temporalmente de lo que pasa hace que estimulemos la creatividad en la búsqueda de soluciones o que pase algo de tiempo para que vayamos acoplándonos mejor a lo que nos pasa.
Dios. Finalmente nos anclamos en Dios cuando sentimos que ya no hay otro remedio. A veces es nuestra única alternativa porque se convirtió en la última. Nos sostenemos de él y de su poder porque sentimos que solo él puede meter su mano en la circunstancia y resolverla…con un milagro.
¿Por qué debemos confiar en Dios? ¿Por qué debemos poner nuestra confianza en él? ¿Sabemos confiar en Dios? ¿Qué significa que Dios sea nuestra ancla? ¿Debiéramos dejar a Dios como la única opción porque es la última o podríamos hacerlo la primera aunque hayan muchas más?

Anclados en Dios

Hebreos 6:18–20 NTV
18 Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. 19 Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma; nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. 20 Jesús ya entró allí por nosotros. Él ha llegado a ser nuestro eterno Sumo Sacerdote, según el orden de Melquisedec.
Referencia a Abraham
El escritor hace referencia a la promesa que Dios le dio a Abraham para que todos comprendieran a lo que se refería pues todos consideraban al patriarca como un pilar dentro de sus creencias y en la constitución de ellos como nación (todos se consideraban hijos de Abraham)
El autor de Hebreos quiere que sus lectores sepan que Dios cumple lo que promete y que ellos pueden estar seguros y confiados en que Dios hará lo que dijo tal como sucedió con Abraham.
La naturaleza de Dios es la fidelidad.
Es imposible que Dios mienta. Simplemente no puede. Él cumplirá lo que prometió.
Está estableciendo la inmutabilidad de Dios. Los otros puntos para anclarnos pueden cambiar, fallar y faltar pero Dios no.
Las circunstancias, el tiempo, el contexto ni la influencia afectan a Dios. Ni siquiera tu pecado hace cambiar a Dios.
La esperanza puesta en Dios.
El ancla se tira con la esperanza de que la embarcación quede sujeta al suelo y no se mueva. El barco puede moverse pero quedará sostenida por el ancla.
La esperanza puesta en Dios está delante de nosotros, no atrás. Dios va delante, él conoce el camino y el destino y si el ancla está puesta en él entonces Dios nos está llamando a avanzar en medio de la crisis.
La confianza en Dios no nos estaciona, al contrario, nos desafía. Nos invita a continuar. Está delante de nosotros. Él guía nuestro rumbo.
La esperanza es un ancla.
Estamos anclados en Dios. Él es inmutable, fiel y real. Las circunstancias de la vida cambian pero Dios no. Nosotros cambiamos pero Dios no. Las personas a nuestro alrededor cambian pero Dios no. El tiempo y las épocas cambian pero Dios no. En él estamos anclados.
Debemos quitarnos la idea de una esperanza dubitativa, esta es una esperanza segura.
Es una esperanza sobre el futuro (para nosotros) pero no para Dios, él ya está en el futuro y sabe cómo termina todo y nos garantiza que todo marchará para bien si seguimos su voz.
Esta es una esperanza que no nos detiene sino que nos hala, nos lleva a navegar en medio de la tormenta y los tiempos difíciles.
Somos dirigidos por la intimidad.
Esta esperanza (ancla) no se trata de razonamientos, certezas lógicas del pensamiento humano. No es una esperanza en palabras o conceptos. Se trata de una esperanza basada en la intimidad.
Nos conduce a través de la cortina al santuario interior de Dios. Esto nos habla de relación, de intimidad.
Dios no quiere ser la única opción porque es la última. Él quiere que dependas de una relación con él. Si lo conoces sabrás que no te dejará nunca.
Dios quiere mostrarte su presencia, su corazón. Quiere tener relación contigo porque es esa relación íntima la que te sostendrá cuando la razón no tenga argumentos y cuando las dudas te quieran detener.
La esperanza en Dios no se trata de palabras, conceptos o razonamientos sino de relación. Como conozco a Dios y tengo relación íntima con él, sé que puedo confiar en él.
Jesús ya lo hizo.
Por si nos quedan dudas, por si no conocemos a Dios. Por si sentimos que Dios está en el cielo, distante y que es un espíritu que no vemos, entonces el autor cierra diciendo que Jesús creó esa vía hacia Dios.
Vemos a Jesús y vemos a Dios. Queremos conocer a Dios, conozcamos a Jesús.
La esperanza es un ancla que está en la intimidad de Dios y podemos anclarnos en ella gracias al sacrificio de Jesús.
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