MUERTE FÍSICA Y ESPIRITUAL

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I. LA MUERTE
Las escrituras hablan de tres clases de muerte: (1) la muerte física, (2) la muerte espiritual y (3) la muerte segunda o muerte eterna.
A. La Muerte FIsica.
La muerte física es cuando se separa el alma del cuerpo y constituye la transición del mundo visible al invisible. Para el creyente, marca su entrada al paraíso y a la presencia de Cristo Jesús (II Cor. 5:1–8; Fil. 1:23); para el incrédulo, la muerte es su entrada al Hades (Lc. 16:22, 23; Mt. 10:28; Ap. 20:13). La muerte física no es el final de la existencia, sino solamente un cambio en el estado de existencia. Para el creyente, la muerte física es el efecto final del pecado y el último efecto del pecado a ser cancelado por la obra redentora de Cristo (Rom. 5:12–15; I Cor. 15:26). Aunque todos los hombres mueren físicamente, para el creyente la muerte y resurrección de Cristo le robó a la muerte su aguijón (I Cor. 15:54–57; II Ti. 1:10; Heb. 2:9, 14–15; 9:15), y más aun, el creyente puede triunfantemente declarar que para él “el morir es ganancia” (Fil. 1:21).
B. La Muerte Espiritual
La muerte espiritual es la separación de Dios, tanto en este mundo como en el mundo venidero. Por ejemplo, Adán “murió” como resultado de su desobediencia de acuerdo con la advertencia de Dios: “… porque el día que tu comas, ese día morirás” (Gn. 2:17) Sin embargo, su muerte (excluido del jardín) no consistió en su muerte física inmediata, pese a que su estado de mortalidad comenzó, su muerte fue muerte espiritual. Cuando Jesús dijo “dejad que los muertos entierren a los muertos” (Mt. 8:22), quiso decir, “deja que los espiritualmente muertos entierren a los físicamente muertos;” Por espiritualmente muerto hizo referencia a aquellos separados de Dios por la incredulidad. Pablo, escribiendo a los efesios, dijo: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1). Anteriormente, como pecadores, ellos existían en la “muerte” espiritual; mas cuando vinieron a conocer a Cristo, fueron hechos vivos. Cuando uno viene a la comunión con Dios por medio de la fe en Cristo, pasa de “muerte a vida” (I Jn. 3:14).
En el juicio final de los incrédulos ante “El Gran Trono Blanco”, el cual toma lugar después de los mil años (milenio), los muertos malvados todavía existirán y estarán ante Dios en juicio; y aunque podrán estar en juicio, su estado se llama de “muerte” porque están enajenados de Dios (Ap. 20:13–15). (Vea también Ap. 3:1; I Ti. 5:6).
C. La Muerte Eterna.
Cuando aquellos que están “muertos en … delitos y pecados” mueren físicamente y no se arrepienten, entran al estado de muerte eterna. Santiago se refiere a esta muerte, explicando cómo puede ser prevenida: “Sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvara de muerte un alma …” (Stg. 5:20). Claramente, la muerte eterna no es el fin de la existencia; es un castigo eterno. Pablo advierte de esta eventualidad en II Tesalonicenses:
… Cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder … (II Tes. 1:7–9)
En el juicio del “gran trono blanco” todos los muertos malvados serán echados en el lago de fuego lo cual es llamado la “muerte segunda” (Ap. 20:13–15). La muerte eterna es descrita en la escritura como el fuego eterno (Jud. 7; Mt. 18:8; 25:41); el castigo eterno (Mt. 25:46); el juicio eterno (Heb. 6:2); y la eterna perdición (II Tes. 1:9).1
Lecciones de doctrina bíblica, Tomo 2 I. ¿Qué es el infierno?

I. ¿Qué es el infierno?

La primera pregunta que contestaremos es: “¿Qué es el infierno?” Hay cuatro palabras en la Biblia que se han traducido infierno. Sus significados nos ayudarán a clarificar la enseñanza bíblica sobre el infierno.

A. Cuatro palabras traducidas infierno

1. Seol: En el Antiguo Testamento la palabra hebrea Seol es traducida “infierno”, “sepulcro” (Salmos 9:17; 16:10; Jonás 2:2, Reina - Valera Antigua). En Génesis 37:35, Reina - Valera Antigua, la misma palabra está traducida “sepultura” o “sepul-cro” en la Nácar - Colunga. Números 16:30, en la versión Reina - Valera Antigua se tradujo “abismo”.

Esta palabra tiene a veces la connotación de castigo, pero la palabra se refiere mayormente al “sepulcro” o “la morada de los muertos” sin que necesariamente se esté refiriendo a castigo. Por ejemplo, Salmos 16:10, que es una profecía tocante a Jesús, dice: “Porque no dejarás mi alma en el Seol (sepulcro, R—V Antigua); ni permitirás que tu santo vea corrupción”. El apóstol Pedro cita esto en Hechos 2:31 refiriéndose a la estancia temporal de Jesús entre su muerte y su resurrección. Muchas versiones modernas de la Biblia usan la palabra Seol en lugar de infierno, sepulcro o sepultura en la mayoría de las referencias al Antiguo Testamento. Esto es porque la palabra no se refiere al futuro lugar de castigo. La Nueva Versión Internacional traduce Seol con más frecuencia como sepulcro.

2. Hades: La palabra Hades en el Nuevo Testamento es sinónimo de la palabra Seol en el Antiguo Testamento. El apóstol Pedro usa la palabra griega Hades para traducir la palabra hebrea Seol. La palabra Hades literalmente significa “no visto”, “oculto” o “mundo invisible”. Se refiere a la morada de los muertos y no al lugar eterno de castigo (cf. Mateo 11:23; 16:18; Lucas 16:23; 1a a los Corintios 15:55).

1 Duffield, G. P., & Van Cleave, N. M. (2006). Fundamentos de Teologı́a Pentecostal (pp. 552–553). San Dimas, CA: Foursquare Media.
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