Enfrentando las dificultades con Dios

Sermon  •  Submitted
0 ratings
· 9 views

Dios escucha y responde la oración

Notes
Transcript
¿Cuáles son tus luchas? ¿Estás enfrentando luchas en tu vida?
Les llamamos de diferentes maneras: problemas, dificultades, obstáculos, conflictos… Consideramos que “la vida no es perfecta” y enfrentamos las diferentes tribulaciones que se nos presentan en el camino.
Los cristianos necesitamos recordar esto:
Efesios 6:10–13 RVR60
10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Efesios 6:10–13 NVI
10 Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.
Efesios 6:10–13 NTV
10 Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. 12 Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes.
Efesios 6:10–13 NBLA
10 Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza. 11 Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
La Palabra de Dios nos advierte: sí, enfrentamos conflictos, y debemos recordar que nuestros verdaderos enemigos no son las personas que vemos, los titulares aparentes de la oposición, sino las fuerzas espirituales de la oscuridad. Y para enfrentar cada situación, Dios nos ha provisto de armas espirituales, poderosas en Él, que nos capacitan para andar en victoria, conforme a sus planes y a su poder.
Las luchas que enfrentamos, nuestros problemas, consumen mucha de nuestra energía emocional y espiritual. Pero debemos recordar que Dios prometió estar con nosotros.
Salmo 27:1 RVR60
1 Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
Salmo 27:1 NVI
1 El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
Salmo 27:1 NTV
1 El Señor es mi luz y mi salvación, entonces ¿por qué habría de temer? El Señor es mi fortaleza y me protege del peligro, entonces ¿por qué habría de temblar?
Salmo 27:1 NBLA
1 El Señor es mi luz y mi salvación; ¿A quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿De quién tendré temor?
Dios ha prometido estar con nosotros, y eso hace toda la diferencia.
Tú crees en Jesús, Él es tu Salvador, y por tanto eres hijo de Dios. ¿Entiendes que pase lo que pase Dios está contigo? ¿Cómo te hace sentir la presencia de Dios en tu vida, en tu hogar, en tus circunstancias?
Consideremos delante de Dios esta poderosa historia, este testimonio de la presencia y la obra de Dios con sus hijos, para aprender de la manera en que Dios obra y seguir los buenos ejemplos que se nos presentan.
2º Crónicas 20:1 RVR60
1 Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra.
2º Crónicas 20:1 NVI
1 Después de esto, los moabitas, los amonitas y algunos de los meunitas le declararon la guerra a Josafat,
2º Crónicas 20:1 NTV
1 Después de esto, los ejércitos de los moabitas y de los amonitas, y algunos meunitas le declararon la guerra a Josafat.
2º Crónicas 20:1 NBLA
1 Aconteció después de esto, que los moabitas, los amonitas, y con ellos algunos de los meunitas, vinieron a pelear contra Josafat.
Los relatos anteriores nos muestran a Josafat ejerciendo su gobierno sobre Judá. No había sido perfecto, pero sí había hecho muchas cosas bien. Como pocos reyes de Israel y Judá, Josafat se había preocupado por que su pueblo buscara a Jehová y conociera su Palabra. Tenía presente a Dios y procuraba que los suyos aprendieran de Él.
Pero aun cuando uno hace las cosas bien se pueden presentar los problemas. ¿Te ha sucedido? ¿Has tenido que enfrentar situaciones en las que has procurado hacer cosas buenas, incluso servir al Señor y sin embargo se han presentado problemas?
A veces, cuando esto sucede, llegamos a preguntarnos: “¡Ay, Señor! ¿Por qué me pasa esto, si estoy procurando agradarte y servirte?” Nuestro concepto es que si hacemos las cosas bien nos tienen que ocurrir cosas buenas, tenemos que experimentar buenos resultados, y podemos caer en el error de creer que “nos merecemos” que todo nos salga bien, o que “no nos merecemos” los problemas que se nos presentan.
Pero en esta vida no se trata de que lo merezcamos o no. Especialmente nosotros, los hijos de Dios, estamos involucrados en un conflicto espiritual con las tinieblas, y es justamente cuando procuramos servir a Dios cuando más se nos oponen.
En aquel caso, a Josafat y al pueblo de Judá se opusieron los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas. Pode¿Cómo reaccionamos cuando nos vemos asaltados por el conflicto? ¿Qué hacemos cuando sobrevienen los problemas? Observemos con atención estos versículos.
Siempre hay alguien que trae las malas noticias:
2º Crónicas 20:2 RVR60
2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.
2º Crónicas 20:2 NVI
2 y alguien fue a informarle: «Del otro lado del Mar Muerto y de Edom viene contra ti una gran multitud. Ahora están en Jazezón Tamar, es decir, en Engadi.»
2º Crónicas 20:2 NTV
2 Llegaron mensajeros e informaron a Josafat: «Un enorme ejército de Edom marcha contra ti desde más allá del mar Muerto; ya está en Hazezon-tamar» (este era otro nombre para En-gadi).
2º Crónicas 20:2 NBLA
2 Entonces vinieron algunos y dieron aviso a Josafat: «Viene contra ti una gran multitud de más allá del mar, de Aram y ya están en Hazezon Tamar, es decir, En Gadi».
No importa quién fue. No se mencionan los nombres. Lo cierto es que le anunciaron al rey que él y la nación estaban en problemas muy severos. Ahora, observemos de qué manera se lo anunciaron.
Lo que parece sonar fuerte es que se refirieron a una gran multitud.
No era un problema pequeño. No era una situación que podría resolverse chasqueando los dedos. Era un problema grande, que podía llegar a tener consecuencias nefastas para muchas familias y personas.
¿Te ha pasado que “venga contra ti una gran multitud”? Tal vez no así específicamente, pero sí has tenido o tienes que enfrentar dificultades serias, que podrían tener pesadas consecuencias para ti, tu familia u otras personas.
¿Cómo reaccionó el rey Josafat ante estas noticias?
2º Crónicas 20:3 RVR60
3 Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá.
2º Crónicas 20:3 NVI
3 Atemorizado, Josafat decidió consultar al Señor y proclamó un ayuno en todo Judá.
2º Crónicas 20:3 NTV
3 Josafat quedó aterrado con la noticia y le suplicó al Señor que lo guiara. También ordenó a todos en Judá que ayunaran.
2º Crónicas 20:3 NBLA
3 Josafat tuvo miedo y se dispuso a buscar al Señor, y proclamó ayuno en todo Judá.
Primero, él tuvo temor. La Palabra del Señor es tremendamente honesta en su relato. A lo largo de la historia, las crónicas de los reyes y los gobernantes generalmente han tratado de presentar su mejor costado, mostrándolos como héroes y buenas personas, aunque eso no fuera la completa verdad. Pero la Biblia nos presenta a nuestros héroes de la fe como personas genuinas, con defectos y virtudes, como nosotros. Josafat tuvo temor. ¿Sabes como quién? ¡Como yo, y como tú! Sí, muchas veces, las amenazas de nuestras vidas y los problemas que nos toca enfrentar nos llenan de temor. El problema no es llegar a sentir temor, porque eso es algo que nos sucede a todos. El asunto es qué hacemos con el temor cuando empieza a llenar nuestro corazón.
Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová. Esta clave es radicalmente importante. La podemos llamar “la primera reacción”. ¿Cuál es nuestra primera reacción cuando recibimos las malas noticias o nos enteramos de las amenazas? Seamos honestos: a veces, nuestra primera reacción no es la de buscar a Dios. Primero “buscamos soluciones”, consultamos a alguien más, analizamos quién nos podría ayudar. Josafat podría haberse puesto a pensar a qué otro reino pedirle apoyo para enfrentar a sus enemigos, pero no lo hizo así. Primero (y esto seguramente atestiguado por quienes estaban a su alrededor y pusieron por escrito estas crónicas) humilló su rostro para consultar a Jehová. Quiere decir que el rey escuchó la noticia e inmediatamente lo vieron inclinarse, probablemente doblar sus rodillas o postrarse, y ponerse en oración, consultando a Dios, buscando la intervención de Dios para enfrentar los problemas. Este es el ejemplo a seguir: antes de buscar soluciones o alianzas, necesitamos poner a Dios en primer lugar, humillar nuestro rostro ante su presencia y buscarle como nuestro refugio y fuente de sabiduría. Sigamos el ejemplo de Josafat.
Entonces el rey hizo pregonar ayuno a todo Judá. Aquí sí lo vemos al rey buscando ayuda. Pero no está buscando alianzas estratégicas, ni convocó al concilio de guerra, sus generales, para planificar una estrategia militar. No le escondió su situación al pueblo sino que hizo anunciar que todo el pueblo tenía que apoyar la búsqueda de Dios. Su clamor inmediato fue “¡Ayúdame a orar! ¡Apóyame en oración!”. El apoyo en oración es vital para cada cristiano, y por eso es que Dios nos colocó en la posición de apoyarnos unos a otros. Dios no tiene hijos aislados; somos su iglesia, su pueblo, y Él obra en nosotros unidos.
Cuando el temor empieza a llenar nuestro corazón como resultado de las malas noticias o las amenazas que recibimos, tenemos que buscar a Dios y buscar apoyo en oración.
Sigamos el ejemplo.es...”. Sí, así sucede, sin previo aviso, sin advertencia para la preparación más de la que encontramos en la Palabra de Dios.
El desafío -- y lo que tenemos que aprender aquí -- es de qué manera enfrentar la situación, como reaccionar, qué pasos dar, contando con la presencia de Dios con nosotros.
¿Es importane que los creyentes se reúnan y oren?
Sí, radicalmente importante. A lo largo de toda la historia encontramos el ejemplo de personas, hijos de Dios, que se reunieron a buscarle en oración, y Él obró poderosamente en respuesta a sus oraciones. Eso fue lo que sucedió con los primeros cristianos de los que se nos relata en el libro de Hechos. Ellos se reunieron espontáneamente para orar.
Recordemos que Josafat había enviado la invitación a esta reunión de oración. No era una convocatoria para asistir a un banquete. No se trataba de una fiesta, sino que por el contrario, los llamó a ayunar. El ayuno se identifica con la preocupación, con la angustia, con la expresión del alma preocupada, alterada por las amenazas o dificultades que le toca enfrentar.
4 Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová. (2 Crónicas 20:4)
Algo que debemos destacar aquí es la buena respuesta que tuvo aquella convocatoria a la reunión de oración. En muchas iglesias, las reuniones de oración no son muy populares, y son pocos los que asisten. En aquella ocasión, sin embargo, no solamente vinieron a participar los locales, los que estaban cerca, sino que de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.
¡Seamos ese pueblo! ¡Respondamos a la convocatoria a la oración como lo hizo Judá!
Tomemos conciencia de que nosotros también estamos siendo atacados, enfrentamos la lucha, el conflicto espiritual y material igual que ellos. Los hijos de Dios hoy en día también necesitamos reunirnos para pedir ayuda a Jehová.
Lo que vamos a presenciar en este pasaje es el tipo de reunión de oración en la que una persona dirige la oración y todos los participantes apoyan, acompañan, manifiestan su acuerdo con la oración que es expresada en voz alta. Hay muchas maneras de experimentar la reunión de oración: se puede orar en parejas, pueden orar todos los presentes por turno, se pueden pedir oraciones a diferentes personas por diferentes motivos. Pero en este caso, como puede suceder a veces, una persona, el rey Josafat, eleva la oración delante de su pueblo reunido. Y es una oración muy sincera.
Los versículos 5 al 12 contienen su oración:
2º Crónicas 20:5–12 RVR60
5 Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa de Jehová, delante del atrio nuevo; 6 y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista? 7 Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre? 8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: 9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás. 10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; 11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. 12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
2º Crónicas 20:5–12 NVI
5 En el templo del Señor, frente al atrio nuevo, Josafat se puso de pie ante la asamblea de Judá y de Jerusalén, 6 y dijo: «Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! 7 ¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? 8 Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: 9 “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás.” 10 »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. 11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! 12 Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»
2º Crónicas 20:5–12 NTV
5 Josafat se puso de pie ante la comunidad de Judá en Jerusalén, frente al nuevo atrio del templo del Señor, 6 y oró diciendo: «Oh Señor, Dios de nuestros antepasados, sólo tú eres el Dios que está en el cielo. Tú eres el gobernante de todos los reinos de la tierra. Tú eres fuerte y poderoso. ¡Nadie puede hacerte frente! 7 Oh Dios nuestro, ¿acaso no expulsaste a los que vivían en esta tierra cuando llegó tu pueblo Israel? ¿Acaso no les diste esta tierra para siempre a los descendientes de tu amigo Abraham? 8 Tu pueblo se estableció aquí y construyó este templo para honrar tu nombre. 9 Ellos dijeron: “Cuando enfrentemos cualquier calamidad, ya sea guerra, plagas o hambre, podremos venir a este lugar para estar en tu presencia ante este templo donde se honra tu nombre. Podremos clamar a ti para que nos salves y tú nos oirás y nos rescatarás”. 10 »Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo. Tú no permitiste que nuestros antepasados invadieran esas naciones cuando Israel salió de Egipto, así que las rodearon y no las destruyeron. 11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! 12 Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».
2º Crónicas 20:5–12 NBLA
5 Entonces Josafat se puso en pie en la asamblea de Judá y de Jerusalén, en la casa del Señor, delante del atrio nuevo, 6 y dijo: «Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en los cielos? ¿Y no gobiernas Tú sobre todos los reinos de las naciones? En Tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte. 7 »¿No fuiste Tú, oh Dios nuestro, el que echaste a los habitantes de esta tierra delante de Tu pueblo Israel, y la diste para siempre a la descendencia de Tu amigo Abraham? 8 »Y han habitado en ella, y allí te han edificado un santuario a Tu nombre, diciendo: 9 “Si viene mal sobre nosotros, espada, juicio, pestilencia o hambre, nos presentaremos delante de esta casa y delante de Ti (porque Tu nombre está en esta casa), y clamaremos a Ti en nuestra angustia, y Tú oirás y nos salvarás”. 10 »Y ahora, los amonitas y moabitas y los del monte Seir, a quienes no permitiste que Israel invadiera cuando salió de la tierra de Egipto (por lo cual se apartaron de ellos y no los destruyeron), 11 mira cómo nos pagan, viniendo a echarnos de Tu posesión, la que nos diste en heredad. 12 »Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti».
Josafat ora con las personas adecuadas (el pueblo de Dios) y en el lugar adecuado (en el templo, donde reconocían la presencia de Dios, es decir que se presentaron ante Dios).
Esta oración, como todas las oraciones bíblicas, es digna de nuestro análisis. ¿Para qué? ¿Para “aprender más”? No; para aprender y aplicar a nuestra propia vida de oración. ¿Cómo oró Josafat?

1. Reconoce a quién le estás orando.

¿A quién le oras cuando elevas tu oración? Jesús destacó una oración, la del fariseo de su parábola, que “oraba consigo mismo” (Lucas 18:11). Su oración no llegaba más que a sus propios oídos. No sabía a quién le estaba hablando. El discípulo de Jesús debe saber a quién le está orando, y muchas veces en su oración va a expresar la grandeza de Dios, a quién se está dirigiendo. Esto es algo que también hizo el apóstol Pablo:
Efesios 3:14–15 RVR60
14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,
Efesios 3:14–15 NVI
14 Por esta razón me arrodillo delante del Padre, 15 de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra.
Efesios 3:14–15 NTV
14 Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, 15 el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra.
Efesios 3:14–15 NBLA
14 Por esta causa, pues, doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien recibe nombre toda familia en el cielo y en la tierra.
A los hijos de Dios nos hace bien reconocer la grandeza de Dios cuando le hablamos. Observa como lo hace Josafat en el versículo 6:
2º Crónicas 20:6 RVR60
6 y dijo: Jehová Dios de nuestros padres, ¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?
2º Crónicas 20:6 NVI
6 y dijo: «Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte!
2º Crónicas 20:6 NTV
6 y oró diciendo: «Oh Señor, Dios de nuestros antepasados, sólo tú eres el Dios que está en el cielo. Tú eres el gobernante de todos los reinos de la tierra. Tú eres fuerte y poderoso. ¡Nadie puede hacerte frente!
2º Crónicas 20:6 NBLA
6 y dijo: «Oh Señor, Dios de nuestros padres, ¿no eres Tú Dios en los cielos? ¿Y no gobiernas Tú sobre todos los reinos de las naciones? En Tu mano hay poder y fortaleza y no hay quien pueda resistirte.
Josafat le habla:
Al Dios de sus padres. Hay una conexión, una historia. Se está dirigiendo a Aquel que ya ha intervenido poderosa y milagrosamente en su vida y la de su familia antes.
A Dios en los cielos. Dios no es “uno más de la multitud”, sino que se distingue porque su trono está en los cielos, desde donde gobierna por sobre todo.
A quien tiene dominio sobre todos los reinos de las naciones. La autoridad de Dios no tiene límites. Los cristianos haremos bien en recordarlo cuando oramos. Podemos decirle a Dios (claro que Él ya lo sabe, pero nosotros necesitamos repetirlo) que Él tiene toda la autoridad y el poder sobre todo lo que existe.
Al que tiene todo el poder (...¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?). ¡Oh, Señor! ¡Cuánto bien nos hace reconocer que para ti todo es posible! No existe oración que Dios no pueda responder, ni cosa que Él no pueda hacer, por más que a nosotros nos parezca o resulte imposible. A Dios nadie se le puede oponer, y haremos bien si lo recordamos en oración.

2. Recuerda las maravillas que Dios ya ha hecho.

No será la primera vez que Dios interviene, ni en nuestra vida ni en las vidas de sus hijos, ni la primera ni la última. ¿Recuerdas alguna ocasión en la que Dios ya respondió tu oración? ¡Presta atención y recuérdalo en oración! ¡Tú ya lo hiciste, Señor! ¡Aquí estoy otra vez! Dios había traído a Israel, librándole de la esclavitud en Egipto y derrotando naciones delante de ellos. Dios les había dado aquella seguridad, en aquella misma tierra que entonces pisaban. De la misma manera Dios ya ha obrado en nuestras vidas. Nos ha dado conquistas, victorias, bendiciones, en las que ahora nos apoyamos. Parte de nuestra oración tiene que contener la celebración de esas victorias, porque anticipan los nuevos triunfos. Tengamos presente que la oración de Josafat manifiesta conocimiento de la palabra de Dios (cuando menciona a Abraham está citando la Palabra).

3. Recuerda las promesas de Dios.

Dios ha hecho promesas, y no es de los que prometen y no cumplen. Al contrario, Dios se caracteriza por cumplir su Palabra.
2º Crónicas 20:8–9 RVR60
8 Y ellos han habitado en ella, y te han edificado en ella santuario a tu nombre, diciendo: 9 Si mal viniere sobre nosotros, o espada de castigo, o pestilencia, o hambre, nos presentaremos delante de esta casa, y delante de ti (porque tu nombre está en esta casa), y a causa de nuestras tribulaciones clamaremos a ti, y tú nos oirás y salvarás.
2º Crónicas 20:8–9 NVI
8 Ellos la habitaron y construyeron un santuario en tu honor, diciendo: 9 “Cuando nos sobrevenga una calamidad, o un castigo por medio de la espada, o la peste o el hambre, si nos congregamos ante ti, en este templo donde habitas, y clamamos a ti en medio de nuestra aflicción, tú nos escucharás y nos salvarás.”
2º Crónicas 20:8–9 NTV
8 Tu pueblo se estableció aquí y construyó este templo para honrar tu nombre. 9 Ellos dijeron: “Cuando enfrentemos cualquier calamidad, ya sea guerra, plagas o hambre, podremos venir a este lugar para estar en tu presencia ante este templo donde se honra tu nombre. Podremos clamar a ti para que nos salves y tú nos oirás y nos rescatarás”.
2º Crónicas 20:8–9 NBLA
8 »Y han habitado en ella, y allí te han edificado un santuario a Tu nombre, diciendo: 9 “Si viene mal sobre nosotros, espada, juicio, pestilencia o hambre, nos presentaremos delante de esta casa y delante de Ti (porque Tu nombre está en esta casa), y clamaremos a Ti en nuestra angustia, y Tú oirás y nos salvarás”.
Justamente, Josafat y el pueblo estaban en el templo, donde reconocían la presencia de Dios. Dios había prometido responder la oración en ese lugar. Cuando el templo fue dedicado, Salomón oraba así:
2º Crónicas 6:20 RVR60
20 Que tus ojos estén abiertos sobre esta casa de día y de noche, sobre el lugar del cual dijiste: Mi nombre estará allí; que oigas la oración con que tu siervo ora en este lugar.
2º Crónicas 6:20 NVI
20 ¡Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre este templo, el lugar donde decidiste habitar, para que oigas la oración que tu siervo te eleva aquí!
2º Crónicas 6:20 NTV
20 Que día y noche tus ojos estén sobre este templo, este lugar del cual tú has dicho que allí pondrías tu nombre. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar.
2º Crónicas 6:20 NBLA
20 »Que Tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta casa, sobre el lugar del cual has dicho que allí pondrías Tu nombre, para que oigas la oración que Tu siervo hará hacia este lugar.
Nosotros también tenemos promesas de Dios. Sabemos que Dios ha prometido eescuchar y responder a la oración de sus hijos, y que sus promesas no fallan. Haremos bien, mientras oramos, en recordar y pronunciar las promesas de Dios.

4. Pide específicamente lo que necesitas.

Entrégale a Dios lo que te preocupa. Es lo que Dios nos anima a hacer en su Palabra:
1 Pedro 5:6–7 RVR60
6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:6–7 NVI
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los exalte a su debido tiempo. 7 Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
1 Pedro 5:6–7 NTV
6 Así que humíllense ante el gran poder de Dios y, a su debido tiempo, él los levantará con honor. 7 Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes.
1 Pedro 5:6–7 NBLA
6 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, 7 echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes.
Josafat le habló a Dios específicamente de lo que estaba sucediendo.
2º Crónicas 20:10–12 RVR60
10 Ahora, pues, he aquí los hijos de Amón y de Moab, y los del monte de Seir, a cuya tierra no quisiste que pasase Israel cuando venía de la tierra de Egipto, sino que se apartase de ellos, y no los destruyese; 11 he aquí ellos nos dan el pago viniendo a arrojarnos de la heredad que tú nos diste en posesión. 12 ¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.
2º Crónicas 20:10–12 NVI
10 »Cuando Israel salió de Egipto, tú no le permitiste que invadiera a los amonitas, ni a los moabitas ni a los del monte de Seír, sino que lo enviaste por otro camino para que no destruyera a esas naciones. 11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, viniendo a arrojarnos de la tierra que tú nos diste como herencia! 12 Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!»
2º Crónicas 20:10–12 NTV
10 »Ahora mira lo que los ejércitos de Amón, Moab y del monte Seir están haciendo. Tú no permitiste que nuestros antepasados invadieran esas naciones cuando Israel salió de Egipto, así que las rodearon y no las destruyeron. 11 ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! 12 Oh Dios nuestro, ¿no los vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».
2º Crónicas 20:10–12 NBLA
10 »Y ahora, los amonitas y moabitas y los del monte Seir, a quienes no permitiste que Israel invadiera cuando salió de la tierra de Egipto (por lo cual se apartaron de ellos y no los destruyeron), 11 mira cómo nos pagan, viniendo a echarnos de Tu posesión, la que nos diste en heredad. 12 »Oh Dios nuestro, ¿no los juzgarás? Porque no tenemos fuerza alguna delante de esta gran multitud que viene contra nosotros, y no sabemos qué hacer; pero nuestros ojos están vueltos hacia Ti».
“Vienen contra nosotros, Señor”, clamaría Josafat. Pide directamente la intervención de Dios (“¿No los juzgarás tú?”). ¡Hazlo tú también! Pídele al Señor que participe de tu vida, que intervenga en las situaciones de tu familia, que obre en medio de tus circunstancias.
Ahora, prestemos particular atención a la manera en que Josafat termina su oración. Algunos podrían interpretar sus palabras como una muestra de debilidad.

Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.

1. Reconoce que no tiene fuerza.

Sí, es una muestra de debilidad y está haciendo este reocnocimiento ante todo su pueblo. Es muy sencillo: cuando nosotros no podemos, no podemos. No debemos darle vueltas al asunto. Y delante de Dios, en oración, tenemos que reconocer no solamente la grandeza de Dios sino también nuestra pequeñez, nuestras limitaciones. A veces, en nosotros no hay fuerza. No te avergüences de confesarlo delante del Señor.

2. Reconoce su ignorancia.

¿Por qué no le dices a Dios, como Josafat, que no sabes qué hacer? “¡No sé qué hacer, Señor!”. Cuando oramos así, estamos reconociendo la limitación de nuestra perspectiva. Nosotros no vemos todo, como Dios sí lo ve. A veces procuramos mostrarnos seguros de nosotros mismos, conocedores de los pasos adecuados, pero delante de Dios tenemos que reconocer nuestra ignorancia. ¡No sabemos qué hacer! ¿Qué es lo mejor? ¿Qué pasos traerán la superación y la victoria? ¡No sabemos!

3. Dirige a Dios su mirada.

Esta es la actitud del hijo ante su Padre. Los hijos miran a los padres, a ver qué hacen ante las diferentes situaciones. Esta es una mirada de expectación, esperando la intervención del que sí puede hacer algo. Dirige a Dios tu mirada, para ver lo que Él va a hacer, y díselo en oración: “¡Señor, te miro a ti!”. Esta es la definición de lo que la Palabra menciona tantas veces, de la persona que “espera en Dios”. Dirigimos a Él nuestra mirada en oración y esperamos su dirección y su intervención. Muchas veces su intervención nos va a involucrar, dirigiéndonos a actuar conforme a su voluntad y sus planes, pero seguirá siendo su intervención. ¡Míralo a Dios! El propósito de Dios es que lo conozcas en acción al verlo intervenir en las diferentes situaciones de tu vida.
2º Crónicas 20:13–19 RVR60
13 Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos. 14 Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17 No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros. 18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.
2º Crónicas 20:13–19 NVI
13 Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del Señor, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. 14 Entonces el Espíritu del Señor vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea. 15 Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el Señor: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. 16 Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. 17 Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el Señor les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el Señor, estaré con ustedes.” » 18 Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al Señor, 19 y los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al Señor a voz en cuello.
2º Crónicas 20:13–19 NTV
13 Mientras todos los hombres de Judá estaban de pie ante el Señor junto con sus esposas, sus hijos y aun los niños pequeños, 14 el Espíritu del Señor vino sobre uno de los hombres allí presentes. Se llamaba Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, un levita, quien era un descendiente de Asaf. 15 Dijo: «¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de Dios. 16 Mañana, marchen contra ellos. Los encontrarán subiendo por la cuesta de Sis al extremo del valle que da al desierto de Jeruel. 17 Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones; luego quédense quietos y observen la victoria del Señor. Él está con ustedes, pueblo de Judá y de Jerusalén. No tengan miedo ni se desalienten. ¡Salgan mañana contra ellos, porque el Señor está con ustedes!”». 18 Entonces el rey Josafat se inclinó rostro en tierra y todo el pueblo de Judá y de Jerusalén hizo lo mismo en adoración al Señor. 19 Después los levitas de los clanes de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar a viva voz al Señor, Dios de Israel.
2º Crónicas 20:13–19 NBLA
13 Todo Judá estaba de pie delante del Señor, con sus niños, sus mujeres y sus hijos. 14 Entonces el Espíritu del Señor vino en medio de la asamblea sobre Jahaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, 15 y dijo Jahaziel: «Presten atención, todo Judá, habitantes de Jerusalén y tú, rey Josafat: así les dice el Señor: “No teman, ni se acobarden delante de esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios. 16 ”Desciendan mañana contra ellos; pues ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallarán en el extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. 17 ”No necesitan pelear en esta batalla; tomen sus puestos y estén quietos, y vean la salvación del Señor con ustedes, oh Judá y Jerusalén”. No teman ni se acobarden; salgan mañana al encuentro de ellos porque el Señor está con ustedes». 18 Entonces Josafat se inclinó rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del Señor, adorando al Señor. 19 Y se levantaron los levitas, de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al Señor, Dios de Israel, en voz muy alta.
Algo muy importante: cuando ores, espera que Dios responda. No se te ocurra orar sin esperar una respuesta de parte de Dios.
Sí, a veces nos puede suceder, que oremos, los levantemos luego de orar, y que no esperemos que Dios nos responda y nos pasemos por alto sus respuestas. Es posible que ya nos haya ocurrido antes.
Cuando oramos - siempre - Dios responde. No existe algo así como una oración a Dios que no sea respondida. Sí puede responder que no, que esperemos o intervenir de inmediato en nuestras situaciones, pero siempre responderá.
Dios respondió de inmediato a la oración de Josafat y el pueblo.
Josafat acababa de elevar su oración, y el relato describe a las familias enteras de pie en la presencia de Dios. Entonces sucede algo especial en la vida de uno de los asistentes. Este es identificado con mucho detalle, Jahaziel, y se mencionan los detalles de su familia. En medio del silencio posterior a la oración del rey, Jahaziel eleva la voz con un mensaje profético.
A esto es a lo que nos referimos: cuando oramos Dios responde.
Pero a esto debemos agregar algo bien importante: la oración es un diálogo. Cuando oramos, Dios nos habla.
Esto es algo muy importante: espera que Dios te hable como respuesta a tu oración.
En aquella ocasión lo hizo así, poniendo en el corazón y la vida de Jahaziel la respuesta para Josafat y el pueblo.
Fue Jahaziel, y podría haber sido cualquiera de los presentes. ¿Y si Dios en alguna ocasión te quisiera utilizar a ti como forma de responder a su pueblo?
Por medio de Jahaziel, Dios le comunica al pueblo (no le habla solamente al rey) un mensaje muy alentador.

No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande…

Dios siempre tiene un mensaje para combatir nuestros miedos. Nos invita, siempre, a volvernos a Él con confianza, sabiendo que Él es nuestro refugio. Dios sabe que la multitud es grande. Dios sabe que la amenaza es grave. Dios conoce cuán pequeños nos sentimos ante las dificultades de la vida. Y nos pide que, a pesar de eso, no le demos lugar al temor en nuestros corazones. Su mensaje es muy enfático, al llamar al pueblo diciendo No temáis ni os amedrentéis. Este mensaje es tan enfático que lo vuelve a repetir en el versículo 17: ...Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis.... Esto es coherente con toda la revelación de la Palabra, con la que Dios combate nuestros temores.

...no es vuestra la guerra, sino de Dios.

Dios se apropia de las batalles de su pueblo. No son del pueblo, de Israel, de la iglesia, sino de Dios. No es lo mismo pelear las batallas propias, que las de Dios. Para que esto sea realidad en nuestras vidas, tenemos que consagrarnos al Señor, y nuestra vida tiene que ser suya. No podemos vivir nuestras vidas a nuestra manera, conforme a nuestros propios planes y conveniencia, y esperar que Dios pelee nuestras batallas. Pero cuando nos comprometemos con vivir conforme a su voluntad, bajo su señorío, podemos confiar en que las batallas que se presenten serán las suyas.

Mañana descenderéis

Dios no se conforma con hacer promesas. Tiene un plan. El mañana está ante su mirada, y no se pierde detalle de lo que para nosotros va a suceder.

No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros.

Dios quiere pelear por ti. Hay casos, como aquel, en que no hará falta que pelees, porque Él lo hará. Esto es lo que se refleja en aquellas palabras del Salmo 46:
Salmo 46:10 RVR60
10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; Seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra.
Salmo 46:10 NVI
10 «Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!»
Salmo 46:10 NTV
10 «¡Quédense quietos y sepan que yo soy Dios! Toda nación me honrará. Seré honrado en el mundo entero».
Salmo 46:10 NBLA
10 Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios; Exaltado seré entre las naciones, exaltado seré en la tierra.
Ahora, debes saber que cuando te sientes en peligro no es fácil estar quieto. Ese llamado a la quietud tiene que ver con la confianza que Dios pide que tengamos en Él.
Escúchalo, por favor. Dios te está diciendo: “Hazte a un lado; ¡déjame actuar!”. ¿Le vas a escuchar?
Las respuestas de Dios no implican inactividad. Habrá que hacer algo, habrá que moverse, ir al frente de batalla, enfrentar las situaciones. Lo maravilloso será, justamente, encontrarse con la poderosa obra de Dios.
¿Qué hicieron Josafat y el pueblo de Dios al escuchar la voz de Dios como respuesta a la oración? Se humillaron, se inclinaron ante la grandeza de Dios, y le adoraron.
2º Crónicas 20:18–19 RVR60
18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz.
2º Crónicas 20:18–19 NVI
18 Josafat y todos los habitantes de Judá y de Jerusalén se postraron rostro en tierra y adoraron al Señor, 19 y los levitas de los hijos de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar al Señor a voz en cuello.
2º Crónicas 20:18–19 NTV
18 Entonces el rey Josafat se inclinó rostro en tierra y todo el pueblo de Judá y de Jerusalén hizo lo mismo en adoración al Señor. 19 Después los levitas de los clanes de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar a viva voz al Señor, Dios de Israel.
2º Crónicas 20:18–19 NBLA
18 Entonces Josafat se inclinó rostro en tierra, y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron delante del Señor, adorando al Señor. 19 Y se levantaron los levitas, de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar al Señor, Dios de Israel, en voz muy alta.
Aprendamos a adorar a nuestro Señor, reconociendo su grandeza, su amor, su bondad.
2º Crónicas 20:20–30 RVR60
20 Y cuando se levantaron por la mañana, salieron al desierto de Tecoa. Y mientras ellos salían, Josafat, estando en pie, dijo: Oídme, Judá y moradores de Jerusalén. Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados. 21 Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. 24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. 25 Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. 26 Y al cuarto día se juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. 27 Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos de sus enemigos. 28 Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová. 29 Y el pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había peleado contra los enemigos de Israel. 30 Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.
2º Crónicas 20:20–30 NVI
20 Al día siguiente, madrugaron y fueron al desierto de Tecoa. Mientras avanzaban, Josafat se detuvo y dijo: «Habitantes de Judá y de Jerusalén, escúchenme: ¡Confíen en el Señor, y serán librados! ¡Confíen en sus profetas, y tendrán éxito!» 21 Después de consultar con el pueblo, Josafat designó a los que irían al frente del ejército para cantar al Señor y alabar el esplendor de su santidad con el cántico: «Den gracias al Señor; su gran amor perdura para siempre.» 22 Tan pronto como empezaron a entonar este cántico de alabanza, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte de Seír que habían venido contra Judá, y los derrotó. 23 De hecho, los amonitas y los moabitas atacaron a los habitantes de los montes de Seír y los mataron hasta aniquilarlos. Luego de exterminar a los habitantes de Seír, ellos mismos se atacaron y se mataron unos a otros. 24 Cuando los hombres de Judá llegaron a la torre del desierto para ver el gran ejército enemigo, no vieron sino los cadáveres que yacían en tierra. ¡Ninguno había escapado con vida! 25 Entonces Josafat y su gente fueron para apoderarse del botín, y entre los cadáveres encontraron muchas riquezas, vestidos y joyas preciosas. Cada uno se apoderó de todo lo que quiso, hasta más no poder. Era tanto el botín, que tardaron tres días en recogerlo. 26 El cuarto día se congregaron en el valle de Beracá, y alabaron al Señor; por eso llamaron a ese lugar el valle de Beracá, nombre con el que hasta hoy se le conoce. 27 Más tarde, todos los de Judá y Jerusalén, con Josafat a la cabeza, regresaron a Jerusalén llenos de gozo porque el Señor los había librado de sus enemigos. 28 Al llegar, entraron en el templo del Señor al son de arpas, liras y trompetas. 29 Al oír las naciones de la tierra cómo el Señor había peleado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellas. 30 Por lo tanto, el reinado de Josafat disfrutó de tranquilidad, y Dios le dio paz por todas partes.
2º Crónicas 20:20–30 NTV
20 Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! Crean en el Señor su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito». 21 Después de consultar con el pueblo, el rey nombró cantores que caminaran delante del ejército cantando al Señor y alabándolo por su santo esplendor. Esto es lo que cantaban: «¡Den gracias al Señor; su fiel amor perdura para siempre!». 22 Cuando comenzaron a cantar y a dar alabanzas, el Señor hizo que los ejércitos de Amón, de Moab y del monte Seir comenzaran a luchar entre sí. 23 Los ejércitos de Moab y de Amón se volvieron contra sus aliados del monte Seir y mataron a todos y a cada uno de ellos. Después de destruir al ejército de Seir, empezaron a atacarse entre sí. 24 De modo que cuando el ejército de Judá llegó al puesto de observación en el desierto, no vieron más que cadáveres hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo enemigo había escapado con vida. 25 El rey Josafat y sus hombres salieron a recoger el botín. Encontraron una enorme cantidad de objetos, vestidos y otros artículos valiosos, más de lo que podían cargar. ¡Había tanto botín que les llevó tres días sólo para juntarlo! 26 Al cuarto día se reunieron en el valle de la Bendición, el cual recibió ese nombre aquel día porque allí el pueblo alabó y agradeció al Señor. Aún se conoce como valle de la Bendición hasta el día de hoy. 27 Luego todos los hombres volvieron a Jerusalén, con Josafat a la cabeza, rebosando de alegría porque el Señor les había dado la victoria sobre sus enemigos. 28 Entraron a Jerusalén al son de arpas, liras y trompetas, y se dirigieron al templo del Señor. 29 Cuando todos los reinos vecinos oyeron que el Señor mismo había luchado contra los enemigos de Israel, el temor de Dios se apoderó de ellos. 30 Así que el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le había dado descanso por todo el territorio.
2º Crónicas 20:20–30 NBLA
20 Se levantaron muy de mañana y salieron al desierto de Tecoa. Cuando salían, Josafat se puso en pie y dijo: «Óiganme, Judá y habitantes de Jerusalén, confíen en el Señor su Dios, y estarán seguros. Confíen en Sus profetas y triunfarán». 21 Después de consultar con el pueblo, designó a algunos que cantaran al Señor y a algunos que le alabaran en vestiduras santas, conforme salían delante del ejército y que dijeran: «Den gracias al Señor, porque para siempre es Su misericordia». 22 Cuando comenzaron a entonar cánticos y alabanzas, el Señor puso emboscadas contra los amonitas, los moabitas y los del monte Seir, que habían venido contra Judá, y fueron derrotados. 23 Porque los amonitas y los moabitas se levantaron contra los habitantes del monte Seir destruyéndolos completamente, y cuando habían acabado con los habitantes de Seir, se pusieron a destruirse unos a otros. 24 Cuando Judá llegó a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y solo vieron cadáveres tendidos por tierra, ninguno había escapado. 25 Al llegar Josafat y su pueblo para recoger el botín, hallaron mucho entre los cadáveres, incluyendo mercaderías, vestidos y objetos preciosos que tomaron para sí, más de los que podían llevar. Estuvieron tres días recogiendo el botín, pues había mucho. 26 Al cuarto día se reunieron en el valle de Beraca, porque allí bendijeron al Señor. Por tanto llamaron aquel lugar el valle de Beraca hasta hoy. 27 Y todos los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat al frente de ellos, regresaron a Jerusalén con alegría, porque el Señor les había hecho regocijarse sobre sus enemigos. 28 Entraron en Jerusalén, en la casa del Señor, con arpas, liras y trompetas. 29 Y vino el terror de Dios sobre todos los reinos de aquellas tierras cuando oyeron que el Señor había peleado contra los enemigos de Israel. 30 El reino de Josafat estuvo en paz, porque su Dios le dio tranquilidad por todas partes.
Dios obra de maneras inesperadas, diferentes a lo que somos capaces de entender o imaginar.
Efesios 3:20–21 RVR60
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.
Efesios 3:20–21 NVI
20 Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, 21 ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén.
Efesios 3:20–21 NTV
20 Y ahora, que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros. 21 ¡Gloria a él en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones desde hoy y para siempre! Amén.
Efesios 3:20–21 NBLA
20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros, 21 a Él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.
Trato de imaginar a aquellos israelitas que se levantaron aquella mañana para ir a la batalla. Iban a la guerra. Esperaban violencia, peligros, muerte, dolor. Encontraron que Dios había cumplido literalmenete lo que había prometido.
No, no hay mucho que decir a este respecto, solamente que Dios mostró su fidelidad.
Pero observa que los hijos de Dios de todas maneras tuvieron que poner de manifiesto su confianza en el Señor, tuvieron que vivir su fe, ponerla en práctica. Lo hicieron al adorar a Dios, al poner un coro al frente del ejército, al avanzar a la batalla confiando en Dios.
Observa que la victoria se produjo cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, no antes.
¡Tu alabanza importa! ¡Tu adoración a Dios es escuchada y produce un impacto en el mundo espiritual!
Dios no solamente les dio la victoria sino que los enriqueció. Tres días de recoger el botín fueron una inmensa recompensa para la fe.
Dios sigue mostrando su fidelidad a sus hijos. Podemos confiar.
Él sigue escuchando la oración.
Empecemos por integrarlo, primero que nada y por sobre todo, a cada una de las situaciones que enfrentamos.
¡Suya es la victoria!
Related Media
See more
Related Sermons
See more