La bendición de Moisés segunda parte
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· 41 viewsLa bendición de Moisés sobre el pueblo de Israel revela ocho verdades que son aplicables a la iglesia.
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La bendición de Moisés segunda parte
La bendición de Moisés segunda parte
Introducción
Introducción
La semana pasado comenzamos a estudiar el capítulo 33 de Deuteronomio, donde Moisés se despide del pueblo soltando una bendición sobre cada una de las tribus.
De estas bendiciones encontramos ocho verdades aplicables a la iglesia.
Ya vimos las primeras cuatro:
El amor de Dios
Lo inevitable del conflicto
La prioridad del servicio
La garantía de ayuda.
Hoy veremos las ocho verdades restantes que podemos aplicar a la iglesia.
La alegría de ser fructíferos
La alegría de ser fructíferos
Deuteronomio 33:13–16
13 A José dijo: Bendita de Jehová sea tu tierra, Con lo mejor de los cielos, con el rocío, Y con el abismo que está abajo.
14 Con los más escogidos frutos del sol, Con el rico producto de la luna,
15 Con el fruto más fino de los montes antiguos, Con la abundancia de los collados eternos,
16 Y con las mejores dádivas de la tierra y su plenitud; Y la gracia del que habitó en la zarza Venga sobre la cabeza de José, Y sobre la frente de aquel que es príncipe entre sus hermanos.
La bendición de Moisés declara la fertilidad de la tierra, la cual promete producir frutos en abundancia con lo mejor de la tierra.
Promete la provisión de las lluvias a su tiempo, de ríos y manantiales de agua, Esta bendición solo proviene de Dios, pues el hombre con todos sus recursos y ciencia no puede hacer caer la lluvia.
Pero esta bendición es sobre los hijos de José, aquel que fue fructífero, exaltado sobre sus hermanos. Sin embargo debemos recordar que pagó un alto precio para alcanzar esta bendición.
Los Israelitas debía recordar que la bendición es precedida de un esfuerzo, de un precio a pagar. Los israelitas debieron esperar durante cuarenta años en el desierto para obtener esta bendición. La cual sabrían apreciar por la experiencia vivida.
La iglesia también debe recordar que alcanzar la bendición de Dios requiere un esfuerzo de nuestra parte, perseverancia, paciencia y fe. Para que cuando llegue esta bendición sepamos atesorarla y apreciarla.
Santiago 5:7 “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía.”
Israel tenía la esperanza de alcanzar una bendición terrenal, pero la iglesia pone su mirada en la promesa de bendición espiritual. No nos quedemos esperando solamente la bendición material.
Colosenses 3:1–2 “1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.”
La promesa de seguridad
La promesa de seguridad
Deuteronomio 33:18–19
18 A Zabulón dijo: Alégrate, Zabulón, cuando salieres; Y tú, Isacar, en tus tiendas.
19 Llamarán a los pueblos a su monte; Allí sacrificarán sacrificios de justicia, Por lo cual chuparán la abundancia de los mares, Y los tesoros escondidos de la arena.”
Dios promete a su pueblo un futuro feliz en la tierra prometida.
Moisés con esta bendición les exhorta a alegrarse anticipadamente pues estarán seguros en la tierra, protegidos de sus enemigos.
Una de las amenazas que debían enfrentar era la de los saqueadores, que se aparecían en el tiempo de la siega para robar sus frutos.
Dios promete guardar a su pueblo del devorador si se mantenían fieles a Él.
Esta bendición les fue quitada en el tiempo de Gedeón. (Jueces 6) Los madianitas venían contra Israel y robaban sus cosechas y ganados.
Dios promete guardarlos cuando debían realizar algún viaje, pues en esto también hay peligro.
La iglesia tiene esta promesa, ser guardados del mal: Juan 10:27–28 “27 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, 28 y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.”
En esta promesa nos preguntamos por qué hay personas justas que mueren en accidentes o por violencia. La garantía plena de protección de Dios es en lo espiritual, pues la carne de una u otra manera debe morir.
Mata el cuerpo: Mateo 10:28 “Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.”
Dios permitió a Satanás tocar el cuerpo de Job, pero no su alma:
Job 2:4–7 “4 Respondiendo Satanás, dijo a Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. 5 Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 6 Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida. 7 Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.”
Un pueblo satisfecho
Un pueblo satisfecho
Deuteronomio 33:23 “A Neftalí dijo: Neftalí, saciado de favores, Y lleno de la bendición de Jehová, Posee el occidente y el sur.”
La acumulación de bienes materiales no es evidencia de bendición, pues muchos están colmados de bendiciones materiales pero no están satisfechos. Proverbios 27:20 “El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.” El hombre sin Dios no está satisfecho, así como la muerte y la destrucción.
Dios promete a su pueblo estar saciado, pues al estar satisfecho, no tendrá pensamientos de codicia y ambición.
Cuando no estamos satisfecho con lo que tenemos, tomamos decisiones basados en la ambición y la codicia, y estos nos llevan a la ansiedad, intranquilidad y dolor.
Para la iglesia Dios promete suplir nuestra necesidades: Mateo 6:31–33 “31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Si tu has creído en Jesucristo, entonces esta promesa es para ti.
No tendrás lo que codicias, sino lo que necesitas, por tanto confía en Dios. Por eso se nos alienta a tener contentamiento para estar felices y satisfechos. 1 Timoteo 6:6–8 “6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8”Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto.”
Un pueblo dichoso
Un pueblo dichoso
Deuteronomio 33:29 “Bienaventurado tú, oh Israel. ¿Quién como tú, Pueblo salvo por Jehová, Escudo de tu socorro, Y espada de tu triunfo? Así que tus enemigos serán humillados, Y tú hollarás sobre sus alturas.”
Israel era un pueblo dichoso, pues Dios los había escogido y colmado de muchas bendiciones sin que ellos lo merecieran. Deuteronomio 7:6-7 “7 Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. 7 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos.”
Que gran privilegio y dicha gozaban los israelitas, tenían garantizado el bienestar y la bendición material si se mantenía obedientes a los mandatos de Dios.
De igual manera, nosotros hemos sido escogidos por Dios sin que lo merezcamos, es solo por su amor y misericordia.
1 Pedro 2:9-10 “9 Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
Tenemos el futuro asegurado, tenemos las promesas de Dios a nuestro favor, esto nos hace personas dichosas.
Esta verdad debe alegrarnos y fortalecer nuestra fe.