Memorial Uriel

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Memorial Uriel
Este día amanecimos con la noticia del fallecimiento del cantante del grupo argentino: Rescate.
El fallecimiento de nuestros seres queridos, siempre impacta nuestras vidas y también nos lleva a formular preguntas que quizá unas no tengas respuestas y otras sí, pero aún así no quitará la tristeza y el dolor.
Hay un verso que por mucho tiempo me hizo meditar y lo quiero compartir con ustedes.
Estimada a los ojos del Señor Es la muerte de Sus santos.” (Salmo 116:15, NBLA)
Al meditar me preguntaba ¿Por qué algo que es tan doloroso para nosotros es estimado a los ojos del Señor? ¿Por qué nos es difícil conciliar la idea que algo estimado para ÉL es tan doloroso para nosotros? Cuando alguien fallece, con el deseo de consolar a la familia decimos frases como ¡ahora está en un mejor lugar! Y el familiar quizá piensa ¡yo sé, pero quiero que esté aquí conmigo! O dicen ¡Dios necesitaba un ángel a su lado! Y decimos ¡no es cierto! Esa no es la razón, y claro, se agradecen las palabras, pero no quitan el dolor ni la tristeza.
¿Qué más hay sobre la muerte que ignoramos? Y llegué al libro de Isaías:
La gente buena se muere; muchas veces, los justos mueren antes de que llegue su hora. Pero a nadie parece importarle el por qué, tampoco se lo preguntan a sí mismos. Parece que nadie entiende que Dios los está protegiendo del mal que vendrá. Pues los que andan por el camino de la justicia descansarán en paz cuando mueran.” (Isaías 57:1–2, NTV)
Desde SU perspectiva, Dios permite que algunos fallezcan cuando han cumplido su propósito y a otros, por amor, los llama a Su presencia, porque vendrían y verían sufrimientos que los lastimarían y en un acto de amor, de protección, los lleva a SU presencia. Eso dice la Biblia.
Meditando en esta parte, entonces, surge una pregunta obvia ¿por qué yo aún no? ¿quiere Dios que yo sí sufra? ¿no soy suficiente bueno? ¿cuál es mi condición? ¿acaso Dios no me ama a mí? En nuestro caso, los que quedamos, debemos saber que el amor de Dios no es para mimarnos, sino para perfeccionarnos.
El pensador Danés Soren Kierkegaard creador del existencialismo se hace esa pregunta ¿qué es ser humano? ¿cuál es la razón del ser humano? ¿cuál debe ser el actuar del ser humano?
El profeta Isaías sigue describiendo acciones, de las que protegió a quien falleció, lo pueden leer en casa; describe la condición humana, la búsqueda espiritual del ser humano. Blaise Pascal dijo: “el corazón del hombre tiene un hueco en forma de Dios, que sólo Dios puede llenar”. En esa búsqueda por llenar el vacío del alma, el ser humano se embarca en todo tipo de excesos o intentos.
Isaías describe a un pueblo de Israel que no quiere nada con Dios, lo ha abandonado, han preferido buscar sus propios caminos y a ellos les dice:
He visto lo que hacen, ¡pero aun así, los sanaré y los guiaré! Consolaré a los que se lamentan, llevando palabras de alabanza a sus labios. Que tengan paz abundante, tanto cerca como lejos —dice el Señor que los sana—.” (Isaías 57:18–19, NTV)
Lo que vemos es una demostración de amor, porque ese Dios a quién han despreciado ¡les da otra oportunidad! Quizá para uno de quienes está aquí, está palabra es la que necesita, porque aun sabiendo que la vida es breve, hace actos externos religiosos, pero en su interior sigue despreciando a quién dio la vida en la cruz por él o ella.
¿Por qué es estimado a los ojos del Señor la muerte de sus santos? Porque finalmente Uriel llegó al lugar para el que verdaderamente fue creado.
Pero el reto sigue para nosotros, a cumplir nuestro propósito. Sabiendo que un día, cuando nuestro Dios lo decida, seremos llamados a SU presencia. Por eso la tragedia no es morir, la tragedia es vivir y no encontrar el propósito para nuestra vida.
Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.” (Salmo 90:12, NVI)
Para quienes quedamos, este verso representa todo un reto. Nuestros días están contados, no por nosotros, sino por Dios. ¿Qué si nuestros días que restan son 2? ¿cómo vivirías? ¿a quién perdonarías? ¿a quién le pedirías perdón? ¿qué prioridades cambiarían en tu vida? Si sabes que en 2 días te presentarás ante tu Señor ¿cómo vivirías esos 2 días? Y esa es la realidad, que nuestros días están contados.
Como si lo supiera, Uriel vivió y se entregó cada día a Su Señor, como si fuera el último, vivió con prisa, con pasión, con luchas como todos, pero con un solo objetivo, influir en tantos como fuera posible, para vivir una vida de alabanza, de adoración. Vivió en pocos años, lo que a otros les llevará muchos.
En estos tiempos convulsos lo que más necesitamos es un corazón sabio, un corazón que tenga la certeza de la vida eterna, un corazón que anhele llegar a su hogar.
Termino con esta reflexión.
¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en ustedes y al que han recibido de parte de Dios?...;” (1 Corintios 6:19, NVI)
Habla del cuerpo, no de tu sistema de creencias, tu cuerpo, algo práctico, no es sólo creer, sino ejecutar. Quiero ahondar un poco, porque creo que es importante para saber quiénes somos en Cristo y porque la mejor forma de honrar la memoria de Uriel es celebrando que Dios ha vencido la muerte, a través de SU Hijo Jesucristo.
Al leer esto, lo interpretamos con nuestra cosmovisión, diferente a los lectores del 1er siglo. Para ellos no fue fácil entender ¿mi cuerpo un templo? No es cierto, conozco los templos griegos, algunos romanos, esos son templo y mi cuerpo es…un cuerpo. El templo para ellos es un lugar sagrado, es el lugar donde el cielo se encuentra con la tierra. Pablo dice: ¡exacto! Así es, Dios ha hecho algo radicalmente nuevo, de ahora en adelante, por esa muerte y resurrección de Jesús, la persona que está sentada junto a ti es más sagrada que cualquier otro lugar sagrado que hayas visitado. Dios hizo algo tan radical que las personas se han vuelto más sagradas que los lugares sagrados.
…Ustedes no son sus propios dueños;” (1 Corintios 6:19, NVI)
Si le preguntas a ellos ¿A quién pertenecen los templos? Te dirían: pues ¡a Dios! Ahora tú eres el templo, por lo tanto ¡no te perteneces! No eres tuyo. Ahora bien, en el 1 er siglo quizá pensaron: esto me suena como a esclavitud. Pablo continúa:
fueron comprados por un precio. Por tanto, honren con su cuerpo a Dios.” (1 Corintios 6:20, NVI)
Esto para ellos era más ofensivo, porque muchos de ellos habían sido esclavos literalmente, algunos aun lo eran y Pablo les dice: aunque suene ofensivo y por terrible que parezca, deben entender que no se pertenecen a ustedes, al poner su fe en Cristo ¡le pertenecen! Porque fueron comprados con precio y eso de que tenemos precio, también suena ofensivo.
¿Cuál es nuestro precio? veamos unas definiciones de economía: “El valor percibido de algo depende de lo que otorga”. El valor percibido de algo, depende de lo que da a cambio, de lo que otorga. No se trata de un valor real, solo de valor percibido, así es como se determina el precio de algo, por lo que otorga.
El valor percibido determina el precio que una persona está dispuesta a pagar por un producto o un bien. Si crees que al tener mi reloj te otorga estatus estarías dispuesto a pagar bastante dinero. Si crees que no te significa nada y yo te lo quiero vender, me darías unos pocos pesos. Eso es valor percibido.
Pablo te dice ¡fuiste comprado! Se te puso precio y ese precio determina tu valor. El precio que Dios pagó por ti y por mí ¿qué es? ¡SU Hijo!
Los de Corinto, romanos, al leer esto, se sorprenden, esto no lo sabían ¡y quizá tú no lo habías visto así! Al enviar a SU Hijo a pagar por mi pecado, ÉL expresó mil valor, puso un valor en mí ¿cuánto vales? Fuiste comprado con la Sangre del Hijo de Dios. El Hijo de Dios entregó Su Vida, por ti.
El valor que puso Dios a tu vida es de la Sangre de Su Hijo, ¡así de valioso eres para ÉL! Por eso sabemos que Uriel no fue víctima de un virus, no fue un daño colateral de una pandemia, Uriel fue llevado a la presencia de quién siempre lo valoro, siempre le dio el valor y en Su providencia y Soberanía decidió que sus días se cumplieron en esta tierra.
Termino con esto, ese es el valor que Dios te puso, la sangre de Su Hijo. Ahora va la pregunta del millón ¿qué valor le pones tú a SU Sacrificio? A Su Muerte y resurrección.
¿Lo valoras más a ÉL que tus sueños? ¿lo valoras más a ÉL que tus propiedades? ¿Qué tus talentos y dones? Aunque digas que son para ÉL, realmente te gusta la sensación que provoca en ti. ¿lo valoras más que tu propia vida? ¿lo valoras más que a tu familia? ¿tus hijos?
Entendiendo esto, cobra otro sentido las palabras de Pablo: ¿qué nos podrá separar del Amor de Dios?
Tú no eres tuyo ¡has sido comprado a precio! Quizá valoras y te aferras más a otra cosa que a tu Salvador ¡que dio Su Vida por ti! ¡Te aferras a una persona, te aferras a un hábito, a una adicción, a un pecado!
¿Por qué es agradable ante Dios, la muerte de sus santos? Porque vivieron, aun con todo y sus luchas, con un corazón entregado, dándole la honra y el valor a Dios por sobre todas las cosas. Y ahora, disfrutan de Su presencia, porque Jesús venció la muerte, tenemos la certeza de la Vida Eterna.
Qué mejor forma de honrar la memoria de Uriel que tomando la misma decisión: Honrar a Dios con cada día de nuestras vidas. Celebrar cada día las misericordias y bondades de nuestro Dios. Amar y decirlo a quienes nos rodean cada día.
Si te has alejado de Dios y hoy quieres restaurar tu relación con Dios ¡el momento es ahora! ahí en tu lugar, levanta tu mano y acepta el perdón de tu Señor. Y oraremos ahh, pero después, nos uniremos a celebrar así como aprendimos con Uriel, con todo el corazón, con todas nuestras fuerzas, porque nuestro Dios merece la mejor de nuestras alabanza.
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