Glorioso Intercambio

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Introducción

Cita bíblica: 2 Corintios 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.”

I. Un ser Justo

“Al que no conoció pecado”
En la ley del Antiguo Testamento encontramos algo particular sobre el cordero pascual en el tiempo de Moisés y la salida de Egipto. En el tiempo de Noé, posteriormente al diluvio, nos encontramos a él ofreciendo sacrificios tipológicos. Si bien el texto no nos dice, creemos que este sacrificio tiene que ver con apaciguamiento de la ira de Dios, entendiendo el contexto del sacrificio.
Los sacrificios mencionados por Noé debían ser limpios. En el sentido del término y en base a la tipología se comprende que el sacrificio debía ser santo.
No podía usarse como sacrificio animales impuros, no designados por Dios. Esto se amplía más en Éxodo 12:5 “El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras.” En esta parte también encontramos la referencia.
Jesucristo llegó al mundo sin pecado, 1 Pedro 2:22-23 nos menciona que él no cometió pecado alguno (Is. 53:9), él era el candidato perfecto para cumplir con la ley a cabalidad.

II. Un ser Pecador

“Por nosotros”
La gran verdad en las Escrituras es que alguien debía cumplir a cabalidad la ley. Necesitamos justicia para ser aceptables para Dios. Pero no la tenemos. Lo que tenemos es pecado. El pecado que yace en nosotros nos separa completamente de él (Ro. 3:23). Estamos perdidos, puesto que desde que el pecado entró en la humanidad no hay justo ni aún uno (Ro. 3:10-11). Entonces, Dios tiene lo que necesitamos y no merecemos: Justicia; y nosotros tenemos lo que Dios odia y rechaza: pecado.
¿Cuál es la respuesta de Dios a esta situación?
Su respuesta es Jesucristo, el Hijo de Dios que murió en nuestro lugar y llevó nuestra condenación. (Ro. 8:3)
¿Cuál carne llevó la condenación? La suya.
¿Los pecados de quién fueron condenados? Los nuestros.
Dios pone nuestros pecados en Cristo y los castiga en él. Y en la muerte obediente de Cristo , Dios cumple y reivindica su justicia y nos la atribuye.
Nuestro pecado sobre Cristo; Su justicia sobre nosotros .

III. Una gracia

“Para que fuésemos hechos justicia de Dios en él.”
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