Pablo; ministro del Evangelio

Gálatas: El evangelio y nada más  •  Sermon  •  Submitted
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En la mañana de hoy nos ocuparemos de los primeros cinco versículos de la carta los cuales constituyen el saludo introductorio del apóstol Pablo. Pero este no es cualquier saludo. Pudiéramos incluso afirmar que todo el bosquejo del contenido está contenido aquí y hay varios elementos que vamos a considerar con detenimiento.

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Alguien dijo una vez a cerca de la epístola a los Gálatas, que si por alguna razón todo lo que conocemos de la Biblia desapareciera de nuestros registros y nuestras memorias, las cartas de Romanos y Gálatas serían suficientes para traer de vuelta todo lo necesario para nuestra salvación.
Esta carta ocupa un lugar especial en el corazón de esta iglesia local. Fue un estudio detenido y detallado de su contenido lo que hace años trajo convicción acerca de la necesidad de que el evangelio fuera central en nuestra teología, en la predicación, en nuestra comunión y en nuestro compromiso con la misión. Gálatas fue el vehículo que nos llevó del pesado yugo de un evangelio de obras, a una libertad modelada por la cruz y la gracia de Dios. Así que, personalmente estoy lleno de gratitud y sobrecogido de volver a esta importante porción de las Escrituras con algunos de los que estuvieron con nosotros entonces y otros que ahora el Señor ha añadido, pero que rogamos que el Señor pueda llevar al mismo entendimiento y devoción.
A lo largo de las siguientes semanas estaremos abordando cada uno de los temas, esperamos, en el tono y énfasis que su autor original quiso que tuvieran, Nosotros hoy con un privilegio mayor que su principal audiencia. Aunque ellos recibieron la carta para ser leída una vez y tal vez unas pocas veces más; nosotros hoy podemos sentarnos y desmenuzar cada frase de su contenido, de modo que podamos extraer de ella todo lo que el Señor tenga para decirnos acerca de nuestra común salvación.
En la mañana de hoy nos ocuparemos de los primeros cinco versículos de la carta los cuales constituyen el saludo introductorio del apóstol Pablo. Pero este no es cualquier saludo. Pudiéramos incluso afirmar que todo el bosquejo del contenido está contenido aquí y hay varios elementos que vamos a considerar con detenimiento.
Veremos entonces estos primeros versículos a la luz de los siguientes puntos:
1. La autoridad del remitente
2. La identidad de los destinatarios
3. La trascendencia del saludo

La autoridad del remitente

Como toda carta de la época esta contiene los elementos típicos: un remitente, un destinatario y el contenido y desarrollo. Sin embargo, hay mucho más que simples menciones. Varias cosas están detrás del tono, el carácter directo y la verticalidad que el Apóstol emplea en este caso y que no se ve en ninguna otra que él haya escrito.
Tal como lo veremos más adelante, uno de los problemas con los que Pablo continuamente tuvo que lidiar fue con los cuestionamientos acerca de su apostolado y la veracidad de sus palabras. Esto es algo que se vio muy marcado en la iglesia de los corintios, pero también aquí, en las iglesias de Galacia.
Después de su primer viaje misionero y luego de dejar establecidas algunas iglesias en la región sur de la provincia de Galacia (Antiquía de Pisidia, Derbe, Listra e Iconio), el apóstol Pablo tuvo que lidiar con el hecho de que algunos judíos, aparentemente familiarizados con el cristianismo, comenzaron a infiltrarse en estas iglesias para enseñar que además de creer en Cristo se requería la observancia de algunos rituales judíos para poder completar la salvación. Esto por supuesto era algo que atentaba contra el evangelio, pero una de las estrategias que ellos usaron fue desprestigiar a Pablo como apóstol para luego cuestionar que el mensaje que él había llevado no era completo. Aunque esto lo desarrollaremos más a fondo en los capítulos 1 y 2, por ahora veremos que esa es la razón por la que el apóstol inicia la carta hablando sobre su autoridad apostólica.
Lo primero que vemos es que Pablo señala que su apostolado no fue algo que él hiciera por su cuenta y ni siquiera a través de algún otro hombre, sino que al igual que los otros doce, su apostolado era avalado por el Señor Jesucristo y por el Padre que lo resucitó de entre los muertos.
El llamado de Pablo fue particular. Él era un perseguidor de la iglesia, pero un día, cuando iba camino a Damasco para buscar a cristianos y matarlos, el mismo Señor se le apareció y le dejó él era el Señor de Su iglesia y que si él perseguía a sus hijos, entonces lo estaba persiguiendo a él y eso no iba a resultar en un buen negocio. Después de eso, el Señor confirma ese llamado por medio de un hombre llamado Ananías y aunque ciertamente intervinieron hombres para convalidar su ejercicio apostólico, su autoridad provenía directamente de Dios y tenía el mismo valor y relevancia que el de los otros apóstoles.
Algo importante que aclarar aquí es que efectivamente no existen apóstoles sino aquellos que fueron reconocidos por el Señor en las Escrituras y quienes fueron los encargados de poner el fundamento sobre el cual la iglesia ha sido edificada. Una de las cosas que dejó el carismatismo del siglo pasado fue una oleada de hombres que se autoproclamaban a sí mismo apóstoles y se atribuían la autoridad para encomendar a otros; así que, si tan solo pagabas algunas afiliaciones y mostrabas ciertas habilidades entonces podías escalar a ese nivel. Eso es algo que hizo y de hecho sigue haciendo mucho daño. La Biblia es clara en que aquellos que fueron constituidos apóstoles lo fueron con una misión específica y fue poner el fundamento de la iglesia y siguiendo con la analogía del edificio, debido a que el fundamento de una edificación solo se pone una sola vez, no es posible que podamos esperar que existan más apóstoles en ese sentido hoy en día.
Otra cosa que podemos destacar aquí es la autoridad que Pablo reclama. Noten que Pablo no reclama que su autoridad tenga que ver con su reputación o con su propio nombre. La autoridad de Pablo descansaba en el contenido de su mensaje, en que era alguien que proclamaba la Palabra de Dios. Y esto es algo que aplica para todo ministro encargado de predicar la Palabra. La autoridad no descansa en los títulos, ni en el carisma, ni en su edad o en sus gritos (un error muy común), la autoridad de alguien que proclama la Palabra descansa en su mensaje, así que entre más fiel sea el mensajero al mensaje, más válida será su autoridad porque en efecto estará ligada a Dios y no a ninguna otra cosa humana o terrenal.
Otro detalle que no quiero pasar por alto, es el hecho de que Pablo se refiere a unos “hermanos que están conmigo”. Esto puede referirse a algunos colaboradores o miembros de alguna iglesia desde donde estaba escribiendo. Como quiera que sea, este no es un detalle menor. Lo que Pablo le escribe a los Gálatas son cosas fuertes, en un tono inusual; pero Pablo tenía testigos. Aunque él era inspirado por el Espíritu también se cuidó de ser prudente y de usar correctamente las Palabras, especialmente porque era consciente que su celo podía jugarle una mala pasada así que optó por el camino de la prudencia al lidiar eso con las personas que le rodeaban.
No sé si. Lo notan, pero a diferencia de las otras cartas uno puede detectar el tono de Pablo. Uno sospecha que está molesto. Él empieza dejando claro lo que sabía era un rumor que había calado en sus destinarios y quiere dejarlo claro desde las primeras líneas. Esto estaba preparando a la audiencia y sin duda nos prepara a nosotros para lo que será el resto de la carta.
Veamos a hora, los destinatarios.

La identidad de los destinatarios

a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo
¡Confirmado! El apóstol está molesto. No necesitas escuchar esto en griego para percibir el tono claro y directo de Pablo. Solo basta compara todas las demás salutaciones de Pablo a las otras iglesias y ver como cada una de ellas contenía una nota de alabanza (a los fieles, hermanos amados, a los que están en Cristo, incluso a una iglesia tan problemática como la de Corinto). Y es cierto que eso por sí mismo podría no ser concluyente. Puede que sea una casualidad al tratarse de la primera carta en ser escrita; sin embargo, cuando se entra al contenido de la carta se entiende que no es una mera casualidad sino que Pablo está dejando ver su molestia y sentido de urgencia.
Ha habido cierto debate acerca de a qué se refiere el texto con las “iglesias de Galacia”. Galacia era una región de hacia menor; sin embargo, algunos dicen que Pablo se refiere a las iglesias del norte de la región, las cuales fueron plantadas en el segundo viaje misionero; sin embargo, por la referencia al primer concilio de Jerusalén, es posible que se trate de las iglesias plantadas en el sur de esa provincia durante el primer viaje misionero de Pablo y Bernabé. Como quiera que sea, estamos claros que se trataba no de una iglesia, sino de varias iglesias que existían en una misma región.
Sin embargo; por muy enojado o indignado que Pablo estuviera, él les desea a ellos Gracia y Paz, el típico saludo de sus cartas pero que sabemos que no era un mero cliché. No era como el “Hola ¿cómo estás?” de nuestro tiempo, sino un genuino deseo que el Señor hiciera manifiesta Su Gracia entre ellos.
En efecto mis amados; no importa que tan grandes puedan ser nuestras diferencias con algún hermano, nunca podemos perder de vista que estamos lidiando desde una perspectiva divina y que solo la gracia y la paz del Señor pueden traer fin al conflicto.
Sin embargo; Pablo aprovecha para dejar una segunda declaración clavada en sus mentes, Parecía alguien que dejaba claro su propósito de entrada para que todos supieran de qué iba a hablar estrictamente. Él les dice que la fuente de esa Gracia y Paz no era otra cosa sino el evangelio de Cristo, lo que nos lleva al tercer punto:

La trascendencia del saludo

El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, 5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Una de las cosas que habíamos mencionado con anterioridad, es que a las iglesias de Galacia habían entrado algunos judaizante a enseñar que además de creer en Cristo era necesario guardar ciertas obras de la ley; así que Pablo aprovecha para aclarar que si bien el desea gracia y paz para ellos, esta no vendrá si ellos tienen una doctrina equivocada acerca de como agradar a Dios y que la verdadera fuente del perdón de la gracia y la reconciliación con Dios es la obra de Cristo y no nuestras obras.
Este pasaje contiene una de las definiciones más claras del Evangelio que encontramos en toda la Escritura. Es el mensaje que anuncia que Cristo se dio a si mismo por nuestros pecados, conforme a la voluntad del Padre la cual se estableció antes de la fundación del mundo, para rescatarnos de la maldad, de modo que ahora vivamos para su gloria.
Por increíble que parezca, esta verdad que parece simple, es tal vez de las menos reconocidas incluso entre los que se dicen cristianos. Muchas personas al ser preguntadas acerca de “qué es el evangelio”, no pueden dar una definición acertada. Ellos piensan en reglas que cumplir, en alguna especie de poder o hasta en reunirse en una iglesia; per el evangelio es un mensaje que debe ser creído: nosotros éramos pecadores, Cristo murió voluntariamente por nosotros para salvarnos y ahora debemos vivir para su gloria.
No nos equivoquemos. El mensaje no es lo básico de la fe, el evangelio es el camino de la fe y podemos tener a olvidarlo o reemplazarlo por una vida de religiosidad.
Nosotros debemos recordarnos continuamente esto porque si no lo hacemos, nuestro corazón puede conducirnos a medios personales de justicia. Vamos a caer en el círculo de buscar la aprobación de Dios por nuestras obras y eso termina convirtiéndose en algo desgastante. Como vemos, el Evangelio no es acerca de lo que yo hago, sino acerca de lo que Cristo ya hizo. Es en base a eso que somos justificados y recibidos por Dios como sus hijos.
Los Gálatas fueron seducidos, a ellos se los dijo que necesitaban algo más que creer, que la santidad debían producirla por ellos, que el evangelio era limitado, que necesitaban hacer cosas, guardar fiestas, días, años etc. Pero NO. Pablo aquí enérgicamente les dice: todo está en Cristo y en lo que él hizo para librarnos. Nuestra justicia está completa. No necesitamos nada más que Cristo e incluso si hay obras, ellas serán el resultado de la obra de Cristo en nosotros que nos impulsa a hacerlas y por eso a él es la gloria por los siglos de los siglos. Y ese es el punto precisamente: si nosotros podemos poner o añadir algo a nuestra salvación, entonces la gloria es compartida. Es como si el Señor pusiera la mitad y nosotros otra y al final ambos reclamáramos el premio, pero eso está cerca de la herejía.
Querido hermano. Esto es liberador. A veces llevamos nuestra fe como una pesada carga sobre nuestros hombres. Nunca disfrutamos de Cristo, nunca encontramos gozo porque estamos compartiendo con él. Queremos igualar lo hecho por él con nuestras obras para estar a mano. Eso amarga el corazón y es frustrante porque por más que lo intentamos siempre caemos en nuestra debilidad. Pero cuando confiamos en Cristo hay gratitud. Somos libres y en dicha libertad ahora estamos livianos para agradarle y servirle. Ahora tenemos gratitud y gozo. Este entendimiento lo cambia todo.
Entender el evangelio hace la diferencia entre disfrutar la fe o sufrirla. Entre tener gozo o amargura. Entre frustrarnos por el pecado o levantarnos para seguir peleando. Entre el cansancio y la paz. Entre la duda y la esperanza. Entre el sentirnos gozoso por nuestra salvación segura o sentir miedo porque la perderemos. Mi amado hermano, tú y yo necesitamos recordarnos el evangelio todos los días de nuestra vida hasta.
Amigo que estás aquí; es justo esto lo que tú debes creer si aún no lo has hecho. La fe no es una lista blanca de cosas que debes hacer y una negra que están prohibidas. No. Es acerca de Jesús, de lo que él hizo por nosotros y como poner nuestra fe en él nos hace aceptos delante de Dios. Cree en Jesucristo hoy.
Nota final:
Algo que mencionamos en principio era que en este saludo encontrábamos el bosquejo de la carta y en efecto así es.
Los capítulos 1 y 2 son acerca de la defensa de la autoridad apostólica de Pablo.
Los capítulos 3 y 4 son acerca de la defensa con argumentos del apóstol de que la gracia del perdón y la paz con Dios vienen por medio de lo que Cristo y hizo al rescatarnos y no por nuestras obras.
Y finalmente, los capítulos 5 y 6 son acerca de cómo en libertad vivimos para su gloria y no en una competencia de la carne por ver quien es más santo o más espiritual. Vivimos para dar gloria a él.
Yo confío que el Señor nos llevará de su mano en este recorrido y que juntos podremos crecer en su gracia y en su verdad.
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