La ley de la siembra y la cosecha

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Pequeño repaso

La semana pasada hemos comenzado a conversar sobre la sección de Gálatas que abarca desde el capítulo 5:1 hasta el 6:10.
En esta sección, Pablo está contrastando la vida en el Espíritu versus la vida en la carne.
La vida en la carne es la que da rienda suelta al pecado y los deseos desordenados de cada uno.
La vida en el Espíritu es la que es guiada por el Espíritu Santo en obediencia a la Palabra de Dios.

Cuatro principios de Gálatas 6:1-5

La semana pasada, vimos en detalle los primeros 5 versículos de Gálatas 6, de los cuales obtuvimos cuatro principios de vida cristianos:
Se debe confrontar el pecado, pero para restaurar.
Debemos tener empatía hacia los demás.
Debemos tener una autoimagen correcta.
No podemos eludir la responsabilidad personal.
Hoy vamos a continuar con los siguientes versículos de la carta a los Gálatas, dónde vamos a descubrir la ley de la siembra y la cosecha.
Leamos Gal 6.7-10
Galatians 6:7–10 NVI
No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos. Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
Estos cuatro versículos de Gálatas nos enseñan una ley universal establecida por Dios:

Cada uno cosecha lo que siembra.

Con eso en mente, vamos a desglozar este pasaje brevemente.

1. “De Dios nadie se burla”

El apóstol Pablo comienza esta sección utilizando una palabra con amplio significado.
“Burlarse” es la traudcción de una palabra que puede significar:
Tratar con desprecio.
Querer ser más listos.
Esta es una fuerte advertencia que llega inmediatamente después de la instrucción de vivir en el Espíritu y no para la carne.
Aun más, esta advertencia llega inmediatamente después de la orden de los versículos 4 y 5 de que cada uno examine su propia consciencia… y cargue con su propia responsabilidad.
Lo que Pablo está enseñando aquí es muy claro:
No somos más listos que Dios, Él lo sabe todo. El pretender engañar a Dios es equivalente a tratarlo con desprecio. El que hace esto se engaña a sí mismo, ya que tarde o temprano cosechará el resultado de sus actos.
Esta es una fuerte advertencia a no pensar que podemos “salirnos con la nuestra”, debemos saber que a su tiempo recibiremos la paga de nuestras decisiones.

2. Cada uno cosecha lo que siembra

Una vez que Pablo nos recuerda acerca de la soberanía y la omniciencia de Dios, ahora pasa a exponer de manera explícita cómo es que se aplica la ley de la siembra y la cosecha.
Galatians 6:8 NVI
El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna.
Es fundamental aquí tomar en cuenta el contraste que Pablo está haciendo en este versículo:
A) Sembrar semillas de pecado = cosechar destrucción.
B) Sembrar semillas del Espíritu = vida eterna.
El contraste tiene implicaciones temporales, pero su mayor énfasis está en lo que sucederá cuando la persona se encuentre con Dios.
En otras palabras, es evidente que aquel que vive para el Espíritu, cosechará en esta vida el fruto del Espíritu y algunas promesas de Dios.
Al mismo tiempo, es evidente que aquel que vive para la carne, cosechará en esta vida el resultado de sus acciones.
Sin embargo, el enfoque principal de Pablo en este pasaje no es en algo tan efímero como las consecuencias inmediatas, sino en algo que dura para siempre.
Aquel que vive para sí mismo, eventualmente cosechará la absoluta destrucción de su alma; pero aquel que vive para el espíritu, eventualmente cosechará la vida eterna en el Reino de Dios.
Eso nos lleva al tercer punto de Pablo en este pasaje.

3. Debemos perseverar

Dado que la cosecha no será algo que llegue de manera instantánea, muchos serán tentados de levantar las manos y echarse para atrás.
Por eso, el versículo 9 nos advierte:
Galatians 6:9 NVI
No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos.
La carrera que Dios nos invitó a correr no es una pista corta de velocidad, es una maratón que requiere resistencia y estrategia.
Igualmente, cualquiera que haya sembrado una semilla, sabe que esta tarda mucho en germinar, y aun más, una vez que la planta crece, la misma requiere de mucho tiempo antes de dar fruto.
Muchas veces nos desesperamos porque vemos que hacer mal las cosas parece más fácil que seguir a Dios y aprender a obedecerle. Por eso es que el apóstol nos recuerda que llegará un tiempo de la cosecha para nosotros, pero ese tiempo no será ahora.

4. Debemos buscar hacer el bien

El apóstol Pablo concluye esta sección con una cláusula de inferencia “por lo tanto.”
Leamos Ga6.10
Galatians 6:10 NVI
Por lo tanto, siempre que tengamos la oportunidad, hagamos bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
El griego al principio de este versículo es bastante enfático, en español formaría una redundancia que sería, entonces como resultado...
No podemos pasar por alto esta importante cláusula que concluye toda esta sección.
Lo que el la Palabra de Dios nos dice en este versículo es lo siguiente:
Ustedes viven para el Espíritu y no para la carne.
Vivir para el Espíritu es vivir una vida que agrada a Dios y no al pecado.
Ya que Dios lo ve todo, nadie escapará de la consecuencia de sus actos.
Al final de los tiempos, todos cosecharemos aquello que sembramos, sea vida eterna o completa destrucción.
Cosechar vida eterna requiere perseverancia, no podemos darnos por vencidos.

Por lo tanto...

Ahora que entendemos estos principios espirituales, lo que nos corresponde hacer es el bien a todos, y en especial a los de la familia de la fe.
Nota que el Espíritu Santo, por medio de Pablo, está volviendo a repetir la regla de oro enseñada por Jesús en Mateo 7:12
Matthew 7:12 NVI
Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas.
Pero, ahora la regla de oro es puesta en el contexto de consecuencias eternas; además, tiene una cualidad en particular, hagan el bien a todos; pero en especial a los de la familia de la fe.
El hacer el bien no es algo que hacemos buscando una recompensa inmediata o una retribución; el hacer el bien es el resultado de entender que somos personas espirituales que viven bajo la guía del Espíritu Santo.

Conclusión

La ley de la siembra y la cosecha no tiene nada que ver con transacciones financieras ni con retribución inmediata.
No se trata de regalarle algo a alguien esperando que Dios nos de algo mejor.
Tampoco se trata de dar diezmos o ser generosos pensando que con eso “cosecharemos” bendiciones especiales de parte de Dios.
La ley de la siembra y la cosecha se trata de entender que Dios es soberano y que nada escapa a su conocimiento, tarde o temprano, todos recogeremos el resultado de nuestras acciones. Más aun, las consecuencias son eternas mucho más que inmediatas.
Entonces, la ley de la siembra y la cosecha no es un insentivo a corto plazo para motivarnos a hacer cosas buenas; es un incentivo a largo plazo para recordarnos la perspectiva adecuada.
Mientras esperamos la cosecha eterna, nos toca sembrar semillas del Espíritu, haciendo el bien a todos cada vez que podamos.
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