ESCUELA DOMINICAL 14 AGOSTO
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EL CONTENTAMIE
EL CONTENTAMIE
Pag. 101
CONTENTOS EN PRIVADO
Filipenses 4.11 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.”
“contentarme” “estar satisfecho”
Proverbios 27.20 “El Seol y el Abadón nunca se sacian; Así los ojos del hombre nunca están satisfechos.”
El Seol, el lugar donde el hombre va cuando muere...Abadón, el lugar donde se encuentra la destrucción total. Ambos lugares nunca se llenan. Estos lugares siempre desea que otro muera. el punto es, que los ojos del hombre nunca están satisfechos. Constantemente la gente quiere ver y poseer cosas nuevas.
PAG 102
2 Corintios 2.1-4 “Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza. Porque si yo os contristo, ¿quién será luego el que me alegre, sino aquel a quien yo contristé? Y esto mismo os escribí, para que cuando llegue no tenga tristeza de parte de aquellos de quienes me debiera gozar; confiando en vosotros todos que mi gozo es el de todos vosotros. Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contristados, sino para que supieseis cuán grande es el amor que os tengo.”
2 Corintios 7.8-13 “Porque aunque os contristé con la carta, no me pesa, aunque entonces lo lamenté; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo, os contristó. Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa, qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto. Así que, aunque os escribí, no fue por causa del que cometió el agravio, ni por causa del que lo padeció, sino para que se os hiciese manifiesta nuestra solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios. Por esto hemos sido consolados en vuest…”
EL PUNTO ES, QUE EL NO ESTAR CONTENTO, TRAE TRISTEZA. DIOS ESPERA QUE NOS ARREPINTAMOS.
No somos ESTOICOS (UNA FILISOFÍA DE AUTOSUFICIENCIA. LES VALE COMO VIVEN)
Filipenses 4.13 “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.”
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Filipenses 4.6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”
¡Imagínese no tener que estar «afanoso» jamás por nada! Esto parece imposible, todos tenemos preocupaciones en nuestro trabajo, en nuestros hogares, en el colegio. Pero Pablo nos aconseja cambiar nuestras preocupaciones en oraciones. ¿Quiere usted preocuparse menos? ¡Entonces ore más! En el momento en que empiece a preocuparse, deténgase y ore.
Si en vez de afanarnos, oramos, recibiremos esta promesa:
Filipenses 4.7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
La paz de Dios es diferente a la paz del mundo. La paz verdadera no se encuentra en el pensamiento positivo, en la ausencia de conflictos o en buenos sentimientos. Ella es producto de saber que Dios controla. Nuestra ciudadanía en el reino de Cristo está asegurada, nuestro destino está determinado y podemos tener victoria sobre el pecado. Permita que la paz de Dios guarde su corazón de toda ansiedad.
El afan y falta de contentamiento es por no cumplir los dos principios de fe y obediencia. El Señor, antes de entrar a la tierra prometida, les da las reglas a los judíos con dos versículos como la porción más importante de la Escritura; los tienen inscritos en sus filacterias, y se sienten obligados a repetirlos por lo menos dos veces cada día, lo que expresa, en una bienaventuranza, el gozo extraordinario que tal repetición les proporciona: Bienaventurados somos los que cada mañana y cada tarde decimos:
Deuteronomio 6.4-5 “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Deuteronomio 6.5-9 “Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.”
Ojo…Dios nunca dijo que en una cajita ni en una filanteria. Eso lo agregaron los rabinos para ser vistos por los hombres.
Deuteronomio 6.10-12 “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste,y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies,cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.”
Cuando el hombre llega a un lugar que no le costó nada, hay abundacia, se olvidan de Dios.
Volvamos al libro
Filipenses 3.14 “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
Pablo empleó imágenes atléticas para marcar su punto.
Hay q enfocarse para dónde vamos. No en lo terrenal, sino en lo celestial. “Prosigo a la meta”
1 Corintios 9.24 “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.”
El premio esperado por todo creyente se menciona en la Biblia en la figura de coronas que serán concedidas a los creyentes. La carrera cristiana se desarrolla en la tierra, pero la meta está en el cielo.
Prosiga a la meta. No vuelva a ver a atrás:
Filipenses 3.13 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,”
Pablo tenía razón para olvidar lo que estaba atrás: él cuidó la ropa de los que apedrearon a Esteban, el primer mártir cristiano (Hechos 7.57, 58; aquí Pablo es llamado Saulo). Todos hemos hecho cosas de las que nos avergonzamos y vivimos en la tensión de lo que hemos sido y de lo que queremos ser. Como nuestra esperanza está en Cristo, sin embargo, podemos olvidar la culpa pasada y proyectarnos a lo que Él nos ayudará a ser. No se estanque en su pasado. Más bien, crezca en el conocimiento de Dios, concentrándose en su relación con Él ahora. Sepa que ha sido perdonado, y muévase en dirección a una vida de fe y obediencia. Proyéctese hacia una vida plena y de mayor significado gracias a su esperanza en Cristo.
Filipenses 4.11 “No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.”
Pablo no estaba descontento. No importaba que fuera prisionero, que viviera en un recinto pequeño, que estuviera encadenado a un soldado romano, ni que subsistiera con una escasa alimentación. Nada de eso afectó a su contentamiento, porque estaba satisfecho con lo poco que tenía. Su contentamiento no menguaba por causa de sus privaciones materiales.
La palabra griega traducida contentarme en el versículo 11 sólo aparece aquí en el Nuevo Testamento. El verdadero contentamiento solo viene de Dios, y faculta a los creyentes para estar safisfechos y tranquilos en medio de cualquier dificultad.
Las personas no están contentas ni con mucho ni con poco. De hecho, parece como si los más adinerados fueran casi siempre los más infelices e insatisfechos. Las personas están más bien obsesionadas con hablar de sus necesidades y exigir a viva voz la satisfacción de las mismas. La exigencia se ha convertido en el valor número uno de nuestra cultura. Con base en la premisa humanista de que Dios no existe y de la supremacía del hombre, el objetivo de la existencia se ha vuelto suplir las necesidades.
Además del descontento, ya casi ha desaparecido la distinción entre necesidades y deseos. En la práctica, casi todo se ha convertido en una “necesidad”. Por consiguiente, los hombres “necesitan” mejores empleos, autos más lujosos y casa más amplias, y las mujeres “necesitan” una carrera fuera del hogar, y, paradójicamente, “necesitan” niños. Los niños “necesitan” la libertad de expresarse fuera del “yugo” del control parental. Como un hámster que gira sin parar en una rueda sin llegar a ninguna parte, las personas persiguen con desesperación el contentamiento que siempre parece estar fuera de su alcance. Incluso la iglesia ha empezado a edificar el ministerio en función de las “necesidades percibidas” de las personas.
Sin embargo, Pablo sabía que el fin último del hombre no consiste en satisfacer sus necesidades, sino en glorificar a Dios y gozarse en Él para siempre. Por eso, él estaba contento con todo lo que Dios en su gracia le concediera. Esto escribió a Timoteo:
1 Timoteo 6.8“Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”
La psicología enseña: “El hombre será feliz si sus necesidades son satisfechas”
Filipenses 4.12 “Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad.”
!UNA PERSONA CONTENTA NO DEPENDE DE LAS CIRCUNSTANCIAS!
¿Cuántas veces aparece la palabra SÉ? DOS VECES
“sé” revela que había sido enseñado, por experiencia y madurez espiritual, a vivir por encima de sus circunstancias y a no permitir que afectaran a su contentamiento. Esa es una lección importante que deben aprender los creyentes, pues son las circunstancias difíciles de la vida las que más nos roban el contentamiento.
La declaración de Pablo sé vivir humildemente… tener hambre… padecer necesidad señala que había sufrido pobreza. Él sabía lo que era arreglárselas con poco. También sabía tener abundancia, estar saciado y tener abundancia cuando Dios dispuso darle más de lo que necesitaba. Esas seis expresiones describen necesidades materiales y terrenales, no necesidades espirituales.Su vida no era precisamente una demostración del evangelio de la prosperidad.
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Hebreos 5.8 “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;”
Hebreos 5.9-10 “y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.”
Jesús tenía que aprender ciertas cosas por medio del sufrimiento. No fue exento para nada del dolor y las dificultades. Aunque era el Hijo de Dios, Dios en carne humana, estaba llamado a sufrir. Aprendió el significado completo del costo de la obediencia hasta la muerte por lo que padeció, y por lo tanto, Dios lo confirmó como sumo sacerdote perfecto.
Esa es la clase de sumo sacerdote que necesitamos, uno que sepa y entienda lo que estamos pasando. Cuando vamos al Señor en oración, nos arrodillamos y decimos: “Dios, este problema, esta pérdida, este dolor, está rompiendo mi corazón”, es maravilloso sentir sus brazos alrededor de nosotros y sentir en nuestro corazón que nos dice: “Lo sé, lo sé”. “Aprendió a obedecer mediante el sufrimiento” incluye todo su sufrimiento a lo largo de su vida, pero se centra específicamente en la noche de agonía en Getsemaní y la agonía en la cruz que culminó con su muerte.
En un sentido muy concreto, pero no del todo comprensible, la encarnación dio al ya de por sí infinitamente perfecto y sabio Hijo de Dios la experiencia de conocer todo lo relacionado con la condición humana. De esta manera, el sufrimiento llegó a ser una realidad que el Señor probó y en virtud de ella, puede compadecerse profundamente de sus seguidores.