A los que corren les espera un premio (1 Corintios 9:24-27)

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En este mensaje veremos que hay preparadas recompensas celestiales para aquellos que perseveran corriendo y luchando hasta el fin.

Notes
Transcript

Introducción

Antes de poder adentrarnos en nuestro texto tenemos que concoer porque Pablo se pone a soltar esas palabras aparentemente tan motivadoras, hasta tal punto que parece un entrenador personal motivando a sus alumno antes del encuentro.
Lo que estaba sucediendo es que algunas personas en la iglesia de Corinto pensaban que los apóstoles no tenían derecho de recibir un salario por su trabjo, no tenían derecho de llevar consigo a sus respectivas esposas en los viajes misioneros y no tenían derecho de trabajar en otra cosas que no fuera su voación.
Por esta razón, Pablo se ve con la obligación de desarrollar un tema que yo diría que es super relevante para nuestros días aunque aparentemente no encuentres ahora esa conexión. El tema que va a tratar son los derechos, obligaciones y la libertad que tenemos en Cristo.
¿Qué derechos tenemos los critianos? Es sorprendente que sobre todo en adolescentes y jóvenes casi siempre el desafío con nuestra iglesia local o con algunos líderes cristianos de otras iglesias es este ¿No estoy en mi derecho de hacerlo? ¿Qué pasa que porque sea cristiano no puedo hacerlo? En la mayoría de campamentos cristianos siempre se encuentra la pregunta ¿Hasta dónde puedo llegar sexualemente con mi novio/a? En realidad lo que estamos queriendo saber es ¿Dónde llega mi libertad en el Señor para que nadie pueda entrometerse ni decirme que lo estoy haciendo mal? Otras preguntas que han dondado por vuestra cabeza y también en algún momento de la vida en la mia son las siguientes: ¿Puedo dejar de asistir a mi iglesia local porque me parece super aburrida? ¿Un cristiano puede salir de fiesta con sus amigos? ¿Un cristiano puede fumar de forma esporádica sin que sea un vicio? ¿Cuantas copas de alcohol me puedo tomar? Estas y muchas otras preguntas pasan por nuestra cabeza teniendo como objetivo conocer cuáles son nuestros derechos y libertades que hozamos sin que nadie debiera decirnos nada.
Sin embargo, el texto que hemos leído, los versículos 24-27 es muy fácil que caigan en oídos sordos dado que vivimos en una era de hedonismo, entretenimiento y mucho tiempo libre.

Premios terrenales

Pablo empieza la sección haciéndoles una pregunta retórica a su audiencia, Pablo saca la ilustración del deporte para luego sacar la moraleja que hay detrás para aplicarlo a nuestra vida cristiana. Pero ¿Porqué Pablo escoge el tema del deporte para hablar de una realidad espiritual, no podría contar una parábola tal y como hizo Jesús cuando estuvo aquí en la tierra? Bueno, la razón por la que Pablo escoge este tema es porque en el mundo griego antiguo, después de los juegos olímpicos se encontraban en importancia los juegos ístmicos, los cuales se llevaban a cabo a unos 16 km de Corinto. Los juegos se celebraban cada 2 años. Por lo tanto, los habitante de Corinto estaban muy familiarizados con esta ilustración que Pablo les está contando ya que muchos de los habitantes de Corinto tenían una fuerte participación en los juegos ístmicos. Estaban muy bien informados de los que corrían carreras cortas de velocidad o largas de resistencia. Ellos sabían que aunque todos los atletas corrieran en una carrera, solo uno recibía el premio, aquel que llegara primero a la meta.
Pablo quiere hacerles saber a su audiencia que cada uno de ellos participan en una carrera espiritual. Pablo quiere explicarles cuáles son las normas para esa carrera. En aquella época había una persona que pregonaba la competición que se iba a desarrollar, decía las normas y los participantes, en esta ocasión Pablo es ese pregonero que nos anuncia a cada uno de nosotros que estamos participando de una carrera y pasará a decirnos las normas que hay en esa carrera ya que todo no vale. Los creyentes de Corinto debían de dedicarse a hacer que su vida espiritual progesara, como si corrieran en una carrera de tal forma que quisieran ganar el premio.
La primera norma de esta carrera espiritual es que no solo hay premio para el primero, sino que hay premio para toda aquella persona que llegue a la meta. Sin embargo, Pablo también quiere recalcar muy fuerte mente cuando dice «Corred de tal manera que lo obtengáis» que no por el simple hecho de participar en la carrera ya te da garantía de obtener premio. Comenzar una carrera no te garantiza la victoria, ni siquiera te garantiza que termines la carrera, hay muchas personas que han comenzado la carrera y con el paso del tiempo la han abandonado y renunciado a ello, lo importante no es tomar la decisión de comenzar la carrera, sino el terminarla. Aunque seas el último y estés gateando, pero por amor a Dios y por amor a tu alma termínala, esfuérzate y se valiente. Pablo dice esto porque al igual que en nuestros días algunos de los corintios habían comenzado la carrera cristiana en su profesión, pero hacía falta que se esforzaran y corrieran con toda su energía para logar el premio, hace falta disciplina y dominio propio para ello.
Pablo nos recuerda que los desportistas terrenales con tal de alcanzar el premio terrenal, se esfuerzan de tal manera que luchan absteniéndose voluntariamente de todo aquello que le puede apartar de alcanzar el premio. El verbo que pablo utiliza aquí para luchar es «Agon» de esta palabra es donde proviene nuestra palabra agonizar, y que verdad es que los deportistas para alcanzar su logro antes han tenido que someter su cuerpo a tremendas agonizaciones. En el campo deportivo, el atleta somete su cuerpo y mente a una lucha severa. El competidor tiene que lograr un dominio propio completo para ganar. El atleta mantiene mente y cuerpo centrados en una menta: ganar el premio. Se sabe por los registros históricos que los atletas de los juegos ítsmicos en Corinto tenían que jurar ante las autoridades que habían dedicado los 10 meses previos al entrenamiento.
¿Y cuál es el propósito por el cual todos estos atletas se esfuerzan? Pues sorprendentemen toda agonía que soportan es para conseguir un premio corruptible, un premio perecedero, un premio que se marchita. Los atletas del tiempo de Pablo se esforzaban por ganar una corona hecha de pino o laurel. Que esfuerzo tan grande tenían que hacer por una corona de laurel que con el tiempo se acababa secando. Aparte de la victoria del momento, la guirnalda no tiene valor porque se marchitaba. Además, los espectadores pronto se olvidarían del vencedor, pues en el futuro vienen otros vencedores, por lo tanto todo esfuerzo, toda agonía, toda disciplina es para conseguir sus minutos de gloria y ya está.

Premios celestiales

Pero en el texto, nos encontramos con un cambia super drástico, Pablo pasa de hablar de la tercera persona del plural (ellos) ha hablar en primera persona del plural (nosotros), ese contraste está intencionado no es casualidad. Los desportistas, los atletas llevan ese estilo de vida y tienen esa motiviación, pero nosotros los cristianos tenemos otra forma de ver la vida. Existe un contraste enorme entre la meta de los deportistas y la meta de los creyentes, ellos se esforzaban por ganar una corona de laurel o pino, por conseguir una corona perecedera, pero los cristianos nos esforzamos para conseguir una que dura para siempre. Y que triste realidad que teniendo una recompensa mayor que la de los atletas y deportistas nos esforcemos menos que ellos. Que triste realidad es que nos esforzamos en la vida para todo menos para nuestra santidad y crecimiento espiritual, nos esforzamos por ser los mejores académicos, nos esforzamos para ser los mejores trabajadores en nuestro puesto laboral, nos esforzamos por ser los mejores deportistas, nos esforzamos por sentirnos más atractivos físicamente, nos esforzamos por guardar un tiempo de ocio en nuestras vidas para ver series y películas, nos esforzarmos para sallir con nuestros colegas y no perder ni una fiesta, nos esforzamos para todo menos para lo que realmente tiene importancia que es crecer en santidad.
Los adolescentes y jóvenes de nuestro tiempo en esta nación estamos muy acomodados, un autor de himnos cristianos muy famoso llamado Isaac Watts compuso un himno que cuya estrofa expresaba los ioguiente: «¿Deberé ser llevado al cielo sobre pétalos de rosas, mientras otros luchan por ganar el premio navegando por mares de sangres?» Chicos y chicas cómo se os queda la cara al saber que muchas personas al emprender esta carrera por el simple hecho de participar los asesinaron y prefierieron ser encarcelados, tortunados, asesinados o quemados antes que renunciar al premio que hay al finalizar esta carrera, pero nosotros queremos llegar como dice Isaac Watts sobre pétalos de rosas.
Esfuérzate porque merece la pena, si los deportistas son capaces de someterse a una tremenda disciplina con tal de conseguir un premio corruptible cuanto no más va a merecer la pena todo el esfuerzo y disciplina que hagamos para obtener los premios celestiales. Ellos luchan por lo perecedero, nosotros nos esforzamos por lo que no puede perecer. Como dijo Jim Elliot un misionero que fue asesinado atravesándole una lanza en su pecho en Ecuador por lllevar el evangelio a una de las tribus que allí vivían, dijo lo siguiente «No es ningún necio el que da lo que no puede guardar para ganar lo que no puede perder»
Y ahora de repente Pablo en el versículo 26 pasa todavía a profundizar más en el tema y ahora no va a hablar ni de ellos, ni de nosotros, ahora va a hablar del «yo». ¿Sabéis por qué? Porque lo importante delante de Dios respecto a nosotros no es lo que hagan los demás, sino lo que yo haga, Dios no te va a juzgar en base a los demás, sino que te va a juzgar a ti individualmente, vas a ser recompensado no en base a lo que hagan los demás, sino en base a lo que tú hayas hecho, en base a lo que te hayas esforzado y luchado. Y ¿Qué tiene que contarnos Pablo de su experiencia en esta carrera cristiana? Pues para enseñarnos nos pone dos ilustraciones la del atleta y la del luchador, la del boxeador.
Pablo como atleta que corre, tiene puesta su mirada en la meta, a lo largo de toda su carrera, la meta estaba siempre delante de él, un lenguaje muy similar lo encontramos en Filipenses 3:13-14 “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” No se si os habéis fijado cuando son las olimpiadas y se producen las carreras atléticas, pero ningún atleta cuando corre pierde de vista la meta final, no hay un atleta en las olimpiadas que mientras esté corriendo esté mirando a las gradas o a las cámaras o a sus contrincantes, lo que hacen es poner sus ojos en la meta e intentar alcanzarla antes que nadie. Si muchos de nosotros nos desviamos tanto en nuestra carrera cristiana se debe a que han quitado su vista en la meta, han dejado de ver el premio, y han empoezado a ver a sus alrededores y han perdido toda la motivación por la cuál habían empezado la carrera que era obtener dicho premio. El libro de Hebreos nos amina y alienta a no apartar la nuestros ojos, nuestra mirada de nuestro mayor tesoro que podamos tener, Cristo, Hebreos 12:1-2 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.”
La segunda metáfora que usa Pablo es la del boxeador. En ocasiones los luchadores dan un golpe pero no golpean al contrincante exponiéndose de esa forma a un contragolpe que podría porvocarle el KO. Pablo les dice a los lectores que él no gasta sus golpes pegándole al aire. Más bien se comporta como un profesional que boxea con precisión y hablilidad. Pablo quiere que cada uno de nosotros en nuestra lucha diaria no perdamos las oportunidades de presentar el evangelio a los demás. Nosotros no podemos estar por ahí dando golpes como si nada hasta dar con la tecla, el tiempo es limitado y el mejor consejo que os puedo dar es orad, buscar la voluntad de Dios, escuchar el consejo de personas espirituales, conoceros a vosotros mismos, vuestros donoes y habilidades y luego después de eso entonces sí ponéos a dar golpes, pero no os pongáis a dar golpes al terminar este campamento como locos hasta dar con la tecla, así no funciona las cosas.
Pablo puede ponerse de ejemplo porque fue una persona que se esforzó física y mentalmente para el beneficio del evangelio, vida solo tuvo una y la quiso usar para Cristo. El evangelio que predicaba Pablo era una realidad en su vida, por eso puede decir estas enseñanzas que hemos meditado en este mensaje. Un dicho que se decía en el siuglo anteriore era «Padre Gatica, predica pero no practica» ese es el desafío que los incrédulos le dan a cualquiera que es creyente. Es como si los cristianos vivieramos en casa de cristal y todo el mundo estuviera viendo si vivimos en el evangelios que predicamos y enseñamos.
Por último, el deseo de Pablo era no caer descalificado de esta carrera que el anuncia y quedarse sin su corona corruptible. Pablo no quería mostrar a otros el camino del premio y que él se quedara sin dicho premio por no transitar la senda que predicaba y anunciaba. Y auqnue la mayoría de los que estamos aquí conocemos en rasgos generales la vida de Pablo, yo cuando estaba preparando el mesnaje me preguntaba ¿Qué pasoó con Pablo? ¿Lo consiguió o se hizo realidad su mayor pesadilla? Según se cree esta carta la escribió Pablo a mediados de la década de los 50. Sin embargo, su último escrito lo tenemos una década más tarde a mediados de la década de los 60 con sus egunda carta a Timoteo. Ya había pasado más de 10 años desde que escribió estas palabras y ya estaba muy próxima su muerte porque lo habían sentenciado a muerte ¿Y qué sabemos de Pablo, después de 10 años ha sido capaz de conseguir aquello que se propuso? Pues leemos una de sus últimas palabras en 2 Timoteo 4:7-8 “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” Al finalizar sus años de vida aquí en la tierra Pablo es capaz de ver su pasado y ver que ha peleado esa buena batalla que se propuso pelear y ha terminado esa carrera que comenzó desde que aceptó a Cristo, después de mirar hacia atrás ahora lo que hace es mirar hacia adelante y ver la enorme recompensa que le espera en el reino de los cielos y no solo a él, sino a todos los que caminan en la tierra como él anduvo. Que el Señor nos bendiga y nos ayude a poner en práctica este mensaje y podamos como Pablo ver nuestro pasado de forma orgullosa porque hicimos lo que teníamos que hacer y por lo tanto podemos mirar el futuro con una esperanza gloriosa.
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