Un llamado a la perseverancia
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Introducción:
Introducción:
a lo largo de nuestra vida como cristianos, enfrentamos diferentes obstáculos, diferentes pruebas e inclusos sucesos que marcan nuestras vidas, y a veces esas cosas nos hacen que nosotros perdamos el animo, nos lleva a una especia de “depresión espiritual” y no precisamente porque no nos estemos nutriendo con un alimento solido, sino que es parte de nuestra naturaleza humana, es por eso que esta sección de libro de los hebreos nos hace un llamado a la perseverancia a estas firmes y recordad el motivo por el cual debemos perseverar.
I. Un sacrificio que nos lleva a perseverar. 19-21.
iniciando estos versículos aparece una frase que es importante considerase “ entonces” o “consiguiente” esta frase es una conjunción es decir esta uniendo algo ya dicho en versículos atrás, aqui nos esta haciendo un recordatorio a mirar el sacrificio hecho por cristo, el cual nos ofrece perdón. interesante como emplea esta frase el escritor, porque conlleva a que nos examinemos profundamente como nosotros estamos mirando el sacrificio de Cristo, si lo vemos suficientes o no, este sacrificio debe de ser lo bastante suficiente para que nosotros vivamos felices, vivamos confiados, nada nos puede quitar el gozo de que Jesus murió por nuestros pecados. pero si esto no es suficiente el autor sigue con otra frase que nos exhorta a mirar el sacrificio de Cristo “tenemos confianza” la palabra confianza a simple vista podemos definirla como, depositar nuestra fe en alguien no? pero es interesante su definición en el idioma original παρρησία que unos de sus diferente significados, podemos encontrar 2 que me llamaron la atención “en publico” “abiertamente” recordemos que el lugar santo, tenia que ver con el tabernáculo, y solamente entraban los sacerdotes a este lugar, es decir personas especificas que Dios llamaba, y que aun asi tenían el riesgo de morir, por eso entraban amarrados de una cuerda de los pies. ahora nosotros como cristianos somos privilegiados al tener acceso al lugar santo de Dios, en el momento que deseemos podemos hacerlos, pero desaprovechamos eso, enfocándonos en cosas que quitan nuestros ojos en el sacrificio de cristo.
a) sacrificio aceptado.
20 El camino por el cual ellos entran a la presencia de Dios es un camino nuevo, que no existía hasta que él lo abrió y entró él mismo allí. Por lo tanto es un camino nuevo; también es un camino “vivo”. Porque en efecto, el mismo y eterno Cristo, como sacrificio y sacerdote de su pueblo, es el camino a Dios; el pasaje presente es la contrapartida de nuestro autor a la afirmación de Jn 14:6: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí.” Es un camino (para continuar con el simbolismo del tabernáculo y templo) que lleva “a través del velo” al Lugar Santísimo.
b) 21 Su confianza de poder entrar a la presencia de Dios debería verse acrecentada por el hecho de que allí Jesús cumple su ministerio como “un gran sacerdote sobre la casa de Dios”. La expresión “gran sacerdote” es la traducción literal del título hebreo más común para el sumo sacerdote; “gran” tiene aquí fuerza superlativa, denotando “el sacerdote que es grande por encima de sus hermanos” (de acuerdo con la traducción más literal de Lv. 21:10). La “casa de Dios” sobre la cual él ejerce su sumo sacerdocio es, por supuesto, la comunidad del pueblo de Dios
II. Nuestra actitud al acercanos a la presencia de Dios.
Hebreos (1. En plena certidumbre de fe (10:19–22))
Cuando el escritor de Hebreos dice que nos acercamos a Dios “con corazones rociados para limpiarnos de una conciencia culpable” y con “cuerpos lavados con agua pura”, él se está refiriendo a lo interno (corazones) y a lo externo (cuerpos). La frase lavados con agua pura nos hace recordar el bautismo. Pero el bautismo en sí mismo es solamente un acto externo experimentado objetivamente. Su contrapartida es el rociamiento de nuestros corazones con la sangre de Cristo (Heb. 9:14). Este rociamiento es un acto interno que se apropia subjetivamente. Se nos exhorta a acercarnos a Dios con el cuerpo y el alma purificados de pecado.El corazón es el centro de nuestra vida moral. Dice el escritor de Hebreos: “Nuestros corazones [están] rociados [con la sangre de Cristo]
para limpiarnos de una conciencia culpable”. Esa sangre libera al creyente. El puede ahora libremente acercarse al trono de gracia porque su conciencia está limpia. Por fe él se ha apropiado del perdón del pecado por medio de Cristo. El sabe que Cristo ha quitado para siempre la culpa que le impedía acercarse a Dios
III. 3 exhortaciones finales
La exhortación es triple: “acerquémonos … mantengamos firme … considerémonos unos a otros”. La importancia de mantenerse firme en la confesión cristiana ya ha sido enfatizada: es sólo “si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” que somos casa de Dios (cap. 3:6); es sólo si retenemos “firme hasta el fin nuestra confianza del principio” que somos hechos participantes de Cristo (cap. 3:14). El poderoso incentivo que el conocimiento del sumo sacerdocio de Cristo provee para mantener firmemente la confesión de él también ha sido enfatizado (cap. 4:14); aquí se repite junto con los otros incentivos unidos con su sumo sacerdocio, incluyendo por sobre todo la fidelidad de Dios cuyas promesas, corporizadas y cumplidas en Cristo, están expuestas en el evangelio para aliento y ayuda de su pueblo. “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza” dice la RVR, haciendo justicia a la construcción griega en la cual el adjetivo “influctuante” está de acuerdo con “profesión”; pero si la profesión fluctúa es porque los profesantes fluctúan y así surge también en la VP (“Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos”). Nuestra esperanza está basada en la promesa de Dios que no falla; ¿por qué no vamos a recibirla con confianza y a confesarla confiadamente?