Una poderosa invitación
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¿Cuántas invitaciones has recibido en tu vida? Seguramente han sido muchas. Algunas invitaciones son más relevantes que otras. Es posible que una invitación haya determinado el establecimiento de una relación permanente en tu vida, y la recuerdes especialmente. También hay invitaciones irrelevantes. Todos los días encuentro invitaciones que dicen cosas como: “Dale like a mi página”, “Sígueme en Instagram/Facebook/YouTube”. Estas últimas pueden ser invitaciones que consideramos irrelevantes y con frecuencia las ignoramos. Los que se dedican al marketing han tratado de mejorar la calidad de sus invitaciones para que de alguna manera caigamos en sus redes o compremos sus productos. Nos ofrecen recompensas, trabajo, dinero, todo si hacemos aquel “click”.
Por otra parte, hay invitaciones que podríamos decir que tendrían que ser irresistibles, que su atractivo tendría que ser tan poderoso para todos que nadie tendría que resistirse. Sin embargo, muchos rechazan las invitaciones realmente importantes.
Hoy vamos a considerar una poderosa invitación, una que muchos de nosotros consideramos haber aceptado y que tal vez tengamos que volver a aceptar. Es también una invitación que tenemos que aprender a extender a otros, que hasta ahora no han aceptado.
1 A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. 2 ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. 3 Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
1 »¡Vengan a las aguas
todos los que tengan sed!
¡Vengan a comprar y a comer
los que no tengan dinero!
Vengan, compren vino y leche
sin pago alguno.
2 ¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
y su salario en lo que no satisface?
Escúchenme bien, y comerán lo que es bueno,
y se deleitarán con manjares deliciosos.
3 Presten atención y vengan a mí,
escúchenme y vivirán.
Haré con ustedes un pacto eterno,
conforme a mi constante amor por David.
1 »¿Alguien tiene sed?
Venga y beba,
¡aunque no tenga dinero!
Vengan, tomen vino o leche,
¡es todo gratis!
2 ¿Por qué gastar su dinero en alimentos que no les dan fuerza?
¿Por qué pagar por comida que no les hace ningún bien?
Escúchenme, y comerán lo que es bueno;
disfrutarán de la mejor comida.
3 »Vengan a mí con los oídos bien abiertos.
Escuchen, y encontrarán vida.
Haré un pacto eterno con ustedes.
Les daré el amor inagotable que le prometí a David.
1 «Todos los sedientos, vengan a las aguas;
Y los que no tengan dinero, vengan, compren y coman.
Vengan, compren vino y leche
Sin dinero y sin costo alguno.
2 »¿Por qué gastan dinero en lo que no es pan,
Y su salario en lo que no sacia?
Escúchenme atentamente, y coman lo que es bueno,
Y se deleitará su alma en la abundancia.
3 »Inclinen su oído y vengan a Mí,
Escuchen y vivirá su alma.
Y haré con ustedes un pacto eterno,
Conforme a las fieles misericordias mostradas a David.
El autor de la invitación es Dios, y haremos bien al considerar cuidadosamente sus palabras.
A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. (Isaías 55:1)
¿A quiénes va dirigida esta invitación? ¿Es para ti?
Se invita a los sedientos y a los que no tienen dinero. ¿Estarás tú entre el público meta de esta invitación?
¿Eres uno de los sedientos?
1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? (Salmos 42:1-2)
Así se sentía David delante de Dios. Tenía una ansidad por la presencia de Dios, una necesidad especial por su presencia, su intervención, su voz, su gracia. ¿Sientes tú también esta sed?
Observa que en este llamado, en la invitación, Dios ofrece exactamente lo que la persona necesita: las aguas.
¿Cómo se hace para saciar esa sed? ¡Aceptando la invitación de Dios! ¡Viniendo a Él! ¿Dónde? ¡En Cristo Jesús!
13Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; 14mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4:13-14)
¿Eres tú uno de los que no tienen dinero?
Pues si tienes con qué comprar u obtener lo que tu alma necesita, no necesitarías a Dios. Sin embargo, ningún dinero del mundo sería capaz de comprar la salvación de nuestras almas.
Dios nos invita a “comprarle a Él”. El detalle es que lo que vende no tiene precio, y no cobra nada por ello. El precio lo pagó Jesús en la cruz.
Lo que Dios ofrece es lo mejor. Aquí hace referencia a “vino y leche”, como para que quede claro que no ofrece cosas innecesarias, sino lo que hace falta para cubrir la necesidad y hacer una fiesta.
Pero entonces, Dios tiene una pregunta muy importante:
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?
En otras palabras, Dios te está preguntando si vale la pena todo tu esfuerzo por lo que estás intentando obtener en tu vida. ¿Lo vale?
Muchas veces podemos caer en este tremendo error, el de dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a lo que realmente no vale.
Es por eso que Dios insiste en que le prestemos atención:
Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí: oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
Sí, Dios insiste. ¿Escuchas su grito? ¿Estás atento a su voz? ¿Percibes su desesperación de Padre extendiendo sus manos hacia ti en la cruz? ¡Ya no lo ignores! ¡Ya no te alejes! Él tiene exactamente lo que tu alma necesita, lo que llevará deleite y saciedad a lo más profundo de tu ser. Quiere hacer contigo un pacto que no tiene fecha de vencimiento, y que está sellado por su misericordia en la cruz.
4 He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones. 5 He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
4 Lo he puesto como testigo para los pueblos,
como su jefe supremo.
5 Sin duda convocarás a naciones
que no conocías,
y naciones que no te conocían
correrán hacia ti,
gracias al Señor tu Dios,
el Santo de Israel,
que te ha colmado de honor.»
4 Vean cómo lo usé a él para manifestar mi poder entre los pueblos;
lo convertí en un líder entre las naciones.
5 Tú también darás órdenes a naciones que no conoces,
y pueblos desconocidos vendrán corriendo a obedecerte,
porque yo, el Señor tu Dios,
el Santo de Israel, te hice glorioso».
4 »Lo he puesto por testigo a los pueblos,
Por guía y jefe de las naciones.
5 »Tú llamarás a una nación que no conocías,
Y una nación que no te conocía, correrá a ti
A causa del Señor tu Dios, el Santo de Israel;
Porque Él te ha glorificado».
¿De quién hablan estos versículos? ¿A quién se refieren?
El primer versículo (4) habla de Él, y el otro (5) le habla a Él.
Sí, son referencias a nuestro Salvador, a Jesús.
Observa como lo describe en el versículo 4:
...testigo a los pueblos...
...jefe...
...maestro a las naciones...
Ese es Jesús, así es nuestro Maestro y Salvador.
Entonces le habla a Él, anunciándole cuántos correrán a Él, personas que antes no le habían conocido. Nos encontramos con Dios al abrazar a Jesús en la cruz del Calvario, a la salida de la tumba que dejó vacía.
6 Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. 7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
6 Busquen al Señor mientras se deje encontrar,
llámenlo mientras esté cercano.
7 Que abandone el malvado su camino,
y el perverso sus pensamientos.
Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
que es generoso para perdonar,
y de él recibirá misericordia.
6 Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo;
llámenlo ahora, mientras está cerca.
7 Que los malvados cambien sus caminos
y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal.
Que se vuelvan al Señor, para que les tenga misericordia.
Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.
6 Busquen al Señor mientras puede ser hallado,
Llámenlo en tanto que está cerca.
7 Abandone el impío su camino,
Y el hombre malvado sus pensamientos,
Y vuélvase al Señor,
Que tendrá de él compasión,
Al Dios nuestro,
Que será amplio en perdonar.
Dios insiste. Está hablando en serio y el riesgo es grande.
Para nosotros, si aceptamos su invitación, y para todos los que viven a nuestro alrededor, esta insistencia es vital, y tiene que ser escuchada hasta que Cristo Jesús regrese en las nubes.
¿Cuándo hay que buscar a Dios? ¿La semana que viene? ¿El ao que viene? ¿Cuando uno es viejo y parece acercarse la muerte? ¡No! ¡El momento de buscarlo es AHORA!
La primera orden aquí es “Buscad a Jehová”.
Sí, Dios nos invita a buscar lo invisible, lo que nuestras manos no pueden tocar. Tal vez una pista en cuanto a cómo hacerlo se encuentra en la segunda parte de su orden: “llamadle”.
¿Has llamado a Dios? ¿Ha escuchado el Señor tu voz llamándole?
Ahora, observa atentamente que las personas no siempre podrán responder a esta invitación.
Hay que buscar a Dios mientras puede ser hallado, en tanto que está cercano. Llegará un momento en que no podrá ser encontrado, en que ya no estará cercano. Es por eso que Juan el Bautista y Jesús anunciaron que el Reino de los cielos se había acercado.
Quítate la duda. Llámalo hoy, ahora. No dejes pasar la oportunidad ni esperes a que sea demasiado tarde. El propio Jesús anunció que llegaría el momento en que muchas personas van a querer entrar donde Él está o acercarse a Él y será muy tarde.
Esto es válido para nosotros, los que escuchamos su voz en este momento, y para cada persona que conocemos. ¿Vamos a dejar que la timidez, los prejuicios o el temor al rechazo nos detengan a la hora de invitarlos a buscar a Dios? ¡Puede ser que les queden muy pocas oportunidades!
El llamado de Dios es claro y contundente. Es una invitación al cambio.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos...
No mires alrededor. Dios te está hablando a ti. Los corruptos, impíos e inicuos somos nosotros. ¿No lo entiendes? Pídele al Espíritu Santo de Dios que te vuelva a convencer de pecado, para que entiendas la magnitud de tu pecado, para volverte a Él de todo corazón.
Porque esa es su invitación, a cambiar, a volvernos a él.
Hay cosas que dejar, como nuestros planes y pensamientos, nuestras malas acciones, la vida a nuestra manera. Conságrate hoy, para que puedas vivir la vida a la manera de Dios.
¿Qué va a hacer Dios si nos volvemos a Él?
...tendrá de él misericordia...
...será amplio en perdonar.
Eso es exactamente lo que necesitamos: misericordia y perdón. Dios te quiere restaurar, enseñarte a caminar, como un padre enseña a un hijo. Abandona toda actitud de soberbia y disponte a dejar que Dios te enseñe cómo y por dónde andar.
8 Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 9 Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
8 «Porque mis pensamientos no son los de ustedes,
ni sus caminos son los míos
—afirma el Señor—.
9 Mis caminos y mis pensamientos
son más altos que los de ustedes;
¡más altos que los cielos sobre la tierra!
8 «Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos
—dice el Señor—.
Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.
9 Pues así como los cielos están más altos que la tierra,
así mis caminos están más altos que sus caminos
y mis pensamientos, más altos que sus pensamientos.
8 «Porque Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes,
Ni sus caminos son Mis caminos», declara el Señor.
9 «Porque como los cielos son más altos que la tierra,
Así Mis caminos son más altos que sus caminos,
Y Mis pensamientos más que sus pensamientos.
A veces llegamos a pensar que “no estamos tan mal”. Gran parte del problema es que tenemos que reconocer hasta que punto nuestros pensamientos son influenciados por entidades espirituales de maldad, el mundo que nos rodea y nuestra propia carne. Es algo muy sutil, y justamente por eso tenemos que ser celosos para reconocerlo.
Dios señala dos cosas que son diferentes entre Él y nosotros: los pensamientos y los caminos. Tenemos que acercarnos a Dios en busca de esos.
6Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. 7Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, 8la que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria. 9Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,
Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.
10Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios. 11Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.
14Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. 15En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. 16Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2:6-16)
Dios quiere que aprendamos de Él, quiere enseñarnos sus pensamientos y sus caminos.
1Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. (Romanos 12:1-2)
Esto sí que no lo merecemos, pero Dios ha querido bendecirnos de esta manera. Dios quiere hablar a tu corazón, influenciar en tu manera de pensar, de tal manera que pudas reconocer sus pensamientos a diferencia de los tuyos, y sus caminos a diferencia de los tuyos.
¡Anótate! Acércate y busca a Dios ahora, para que su santa influencia llene todo tu ser. Él no va a imponerse sobre tu voluntad. Te invita a buscarlo. ¿Lo vas a hacer?
Reina Valera Revisada (1960) Capítulo 55
10Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,c 11así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
10 Así como la lluvia y la nieve
descienden del cielo,
y no vuelven allá sin regar antes la tierra
y hacerla fecundar y germinar
para que dé semilla al que siembra
y pan al que come,
11 así es también la palabra que sale de mi boca:
No volverá a mí vacía,
sino que hará lo que yo deseo
y cumplirá con mis propósitos.
10 »La lluvia y la nieve descienden de los cielos
y quedan en el suelo para regar la tierra.
Hacen crecer el grano,
y producen semillas para el agricultor
y pan para el hambriento.
11 Lo mismo sucede con mi palabra.
La envío y siempre produce fruto;
logrará todo lo que yo quiero,
y prosperará en todos los lugares donde yo la envíe.
10 »Porque como descienden de los cielos la lluvia y la nieve,
Y no vuelven allá sino que riegan la tierra,
Haciéndola producir y germinar,
Dando semilla al sembrador y pan al que come,
11 Así será Mi palabra que sale de Mi boca,
No volverá a Mí vacía
Sin haber realizado lo que deseo,
Y logrado el propósito para el cual la envié.
Una de las maravillas que tenemos que agradecer siempre es el acceso que tenemos a la Palabra de Dios. ¡Gracias a Dios por su preciosa Palabra!
La Palabra de Dios es poderosa, desde siempre y para siempre. Lo que sale de la boca de Dios tiene la capacidad de trasformarlo todo, sin excepciones.
Dios compara su Palabra con el ciclo del agua. Cuando cae la lluvia, produce un efecto, trae en resultado. Los campos no son indiferentes a la caída de la lluvia.
Así tampoco lo son los corazones que reciben la Palabra de Dios: siempre produce un resultado, tiene un efecto.
La Palabra de Dios no vuelve vacía. Sus promesas no son en vano.
¿Hay en este mundo palabras vacías? Sí, las hay, y muchas.
¿Has recibido o escuchado alguna vez palabras vacías? Si, muchas veces.
La Palabra de Dios hace la diferencia: HACE LO QUE ÉL QUIERE. Son sanidad y medicina para el que cree, y muerte para el que la rechaza.
4Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
8y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. (1 Pedro 2:4-8)
Dios nos da la oportunidad de acercarnos a Él en Jesús, y ha hecho llegar su Palabra a nuestros corazones. Podemos recibirla y dejar que produzca en nosotros el fruto eterno de la salvación, viviendo para Él, ya no conforme a nuestros caminos sino conforme a los suyos.
Escúchalo, te está invitando a vivir.
12 Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso. 13 En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.
12 Ustedes saldrán con alegría
y serán guiados en paz.
A su paso, las montañas y las colinas
prorrumpirán en gritos de júbilo
y aplaudirán todos los árboles del bosque.
13 En vez de zarzas, crecerán cipreses;
mirtos, en lugar de ortigas.
Esto le dará renombre al Señor;
será una señal que durará para siempre.»
12 Ustedes vivirán con gozo y paz.
Los montes y las colinas se pondrán a cantar
y los árboles de los campos aplaudirán.
13 Donde antes había espinos, crecerán cipreses;
donde crecía la ortiga, brotarán mirtos.
Estas cosas le darán gran honra al nombre del Señor;
serán una señal perpetua de su poder y de su amor».
12 »Porque con alegría saldrán,
Y con paz serán conducidos.
Los montes y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo delante de ustedes,
Y todos los árboles del campo aplaudirán.
13 »En lugar del espino crecerá el ciprés,
Y en lugar de la ortiga crecerá el mirto.
Y esto será para gloria del Señor,
Para señal eterna que nunca será borrada».
Es lindo recibir promesas, en especial cuando tenemos confianza en quien nos las entrega, sabiendo que serán cumplidas. Las promesas de Dios siempre se cumplen.
Estas son promesas para los que creemos en Jesús, el Hijo de Dios, a quién Él señaló como Jefe, Salvador, Rey eterno.
¿Vas a recibir estas promesas?
Son promesas de alegría y paz. ¡Justamente lo que queremos y necesitamos más que ninguna otra cosa!
Observa como se nos anuncia un cambio con respecto a esta vida quebrantada que vivimos hasta ahora.
8Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. (Isaías 25:8)
15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. (Apocalipsis 7:15-17)
3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:3-4)
¿Serán tuyas estas promesas? ¡Por favor! No permitas que nada ni nadie te impida recibir el cumplimiento de las poderosas promesas de Dios.
Recuerda a aquel:
39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:39-43)
Hagámosle compañía. Aquel es el lugar donde Dios cambia la maldición del Edén por la bendición en Jesús. La tierra ya no nos producirá cardos y espinas, sino que será Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.
¿Vas a estar ahí? Asegúrate en Jesús.
6 Busquen al Señor mientras se deje encontrar,
llámenlo mientras esté cercano.
7 Que abandone el malvado su camino,
y el perverso sus pensamientos.
Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios,
que es generoso para perdonar,
y de él recibirá misericordia.
6 Busquen al Señor mientras puedan encontrarlo;
llámenlo ahora, mientras está cerca.
7 Que los malvados cambien sus caminos
y alejen de sí hasta el más mínimo pensamiento de hacer el mal.
Que se vuelvan al Señor, para que les tenga misericordia.
Sí, vuélvanse a nuestro Dios, porque él perdonará con generosidad.
6 Busquen al Señor mientras puede ser hallado,
Llámenlo en tanto que está cerca.
7 Abandone el impío su camino,
Y el hombre malvado sus pensamientos,
Y vuélvase al Señor,
Que tendrá de él compasión,
Al Dios nuestro,
Que será amplio en perdonar.
Una de las maravillas que tenemos que agradecer siempre es el acceso que tenemos a la Palabra de Dios. ¡Gracias a Dios por su preciosa Palabra!
La Palabra de Dios es poderosa, desde siempre y para siempre. Lo que sale de la boca de Dios tiene la capacidad de trasformarlo todo, sin excepciones.
Dios compara su Palabra con el ciclo del agua. Cuando cae la lluvia, produce un efecto, trae en resultado. Los campos no son indiferentes a la caída de la lluvia.
Así tampoco lo son los corazones que reciben la Palabra de Dios: siempre produce un resultado, tiene un efecto.
La Palabra de Dios no vuelve vacía. Sus promesas no son en vano.
¿Hay en este mundo palabras vacías? Sí, las hay, y muchas.
¿Has recibido o escuchado alguna vez palabras vacías? Si, muchas veces.
La Palabra de Dios hace la diferencia: HACE LO QUE ÉL QUIERE. Son sanidad y medicina para el que cree, y muerte para el que la rechaza.
4Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa, 5vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. 6Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
7Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
8y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados. (1 Pedro 2:4-8)
Dios nos da la oportunidad de acercarnos a Él en Jesús, y ha hecho llegar su Palabra a nuestros corazones. Podemos recibirla y dejar que produzca en nosotros el fruto eterno de la salvación, viviendo para Él, ya no conforme a nuestros caminos sino conforme a los suyos.
Escúchalo, te está invitando a vivir.
Es lindo recibir promesas, en especial cuando tenemos confianza en quien nos las entrega, sabiendo que serán cumplidas. Las promesas de Dios siempre se cumplen.
Estas son promesas para los que creemos en Jesús, el Hijo de Dios, a quién Él señaló como Jefe, Salvador, Rey eterno.
¿Vas a recibir estas promesas?
Son promesas de alegría y paz. ¡Justamente lo que queremos y necesitamos más que ninguna otra cosa!
Observa como se nos anuncia un cambio con respecto a esta vida quebrantada que vivimos hasta ahora.
8Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. (Isaías 25:8)
15Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. 16Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; 17porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. (Apocalipsis 7:15-17)
3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:3-4)
¿Serán tuyas estas promesas? ¡Por favor! No permitas que nada ni nadie te impida recibir el cumplimiento de las poderosas promesas de Dios.
Recuerda a aquel:
39Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. 40Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? 41Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. 42Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas 23:39-43)
Hagámosle compañía. Aquel es el lugar donde Dios cambia la maldición del Edén por la bendición en Jesús. La tierra ya no nos producirá cardos y espinas, sino que será Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída.
¿Vas a estar ahí? Asegúrate en Jesús.