EL CRISTIANISMO UNA FE RAZONABLE

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TEXTO: 1 JUAN 1:1-4

Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida (pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó); lo que hemos visto y oído, os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo.

INTRODUCCION

El apóstol Juan está escribiendo esta carta entre el año 90 y 95 d.C. su edad es avanzada y su carrera de la fe puede acabarse en cualquier momento. Y tal vez las cosas no están saliendo como esperaba. Las iglesias que están bajo su supervisión están enfrentado diferentes problemas. El orgullo y rivalidad están afectando la comunión de estas jóvenes iglesias. Diotrefes es un ej. de esto, le gustaba ser el primero en la congregación, no aceptaba los consejos del apóstol ni de las autoridades legitimamente instituidas por Dios y no aceptaba a los hermanos sino que los expulsaba de la iglesia (3 Jn. 7-10). Solo un pastor puede saber lo sofocantes que pueden ser estos problemas pero enfrentarlo al final de la vida puede ser un verdadero desafío.
Pero hay más, un mal mayor está amenazando la iglesia de entonces, hubo personas que estuvieron dentro de la iglesia y se fueron por estar en desacuerdo con la doctrina apostólica. Pero el problema se agravó cuando los que se fueron decidieron volver con el propósito de engañar a los hermanos (1 Jn. 2:26; 2 Jn. 7). A estos engañadores Juan sin reserva los llama anticristos y mentirosos (1 Jn. 2:18,22). Aquellos que piensan que la unidad debe prevalecer por encima de la verdad deben leer muy bien está epístola.
Lo cierto es que el asunto doctrinal predominante tiene que ver con la naturaleza de Cristo. Con eso en mente Juan escribe para fortalecer y animar a los hermanos. A la misma vez que les instruye con todo lo que deben saber respecto a como luce una verdadera vida cristiana a fin de que no crean a todo espíritu, sino que los prueben "...para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo.” 1 Jn 4:1.
Recordemos que el gnosticimos era una herejía dominante en aquel entonces, y una de las formas en la que amenazaba a la iglesia se llamaba docetismos. Una corriente dentro del gnosticismo que enseñaba que Jesucristo no podía ser humano y divino al mismo tiempo, apelando al antiguo dualismo filosófico del espíritu y la materia.
Uno de los maestros más reconocidos de ese tiempo era Cerinto, que según solía contar un discípulo de Juan llamado Policarpo el apóstol un día se lo encontró en un baño público en Éfeso y al verlo salió corriendo y gritando: “Huyamos, no sea que el edificio se derrumbe, porque Cerinto, el enemigo de la verdad, está adentro” .
Según Ireneo Cerinto “[era] hombre educado en la sabiduría de los egipcios, enseñaba que el mundo no había sido hecho por el Dios primordial, sino por un cierto Poder muy separado del mismo, y distanciado de aquella Principalidad que es suprema sobre el universo [...] El [Cerinto] describía a Jesús no como nacido de una virgen, sino como hijo de José y María según el curso natural de la generación humana, aunque él fue de todos modos más justo, prudente y sabio que otros hombres. Además, después de su bautismo, Cristo descendió sobre él en forma de una paloma que venía del Gobernante Supremo, y que desde entonces él proclamó al Padre desconocido e hizo milagros. Pero al fin el Cristo dejó a Jesús, y que después Jesús sufrió y resucitó, en tanto que el Cristo permaneció impasible, por cuanto él era un ser espiritual [Y no podía sufrir] [1].

I. EL ASUNTO ESENCIAL DE LA CARTA

A. LA DOBLE NATURALEZA DE JESUCRISTO Y CÓMO FUE PERCIBIDA.

Ante un ambiente tan tenso como el de aquella época algunos comentaristas ven que la expresión Lo que existía desde el principio, con la que Juan inicia su carta tiene como intensión contrastar la preeminencia del evangelio con respecto a estas novedosas y mezcladas herejías. Es como si Juan les estuviera diciendo, “No hay nada novedosos en nuestro mensaje. Lo que les anunciamos no proviene de nuestras propias ideas, sino que es el mensaje que ha existido desde el comienzo, es el glorioso evangelio de Dios.” Y esto es muy cierto.
Pero pienso que la expresión implica más que eso. Tiene que ver con la propia naturaleza del Verbo de vida. Así fue como Juan inicia su evangelio: “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio con Dios.” Jn 1:1–2. Juan aborda su evangelio destacando la realidad del verbo, su preeminencia y personalidad propia. Lo mismo hace aquí en su carta. Lo primero que tenían que tener en cuenta sus lectores era que el Verbo de vida siempre ha existido. En otra palabras Juan está endosando a Jesucristo la incomunicable virtud de la eternidad, lo está proclamando como Dios. Que los lectores entendieran que mucho antes de que Cerinto apareciera con sus invenciones, antes de que el gnosticimos egipcio y sirio se hubiera dado a conocer e incluso mucho antes del comienzo del tiempo este Jesucristo era Dios. Ese es el fundamento de esta carta, del evangelio y de toda la religión Cristiana.
Juan no permite que los lectores de aquella carta ni los detractores del cristianismo piensen que esto es una conclusión caprichosa a la que él y unos cuantos pescadores ignorantes han llegado, él no deja espacio para eso. Él procede a explicar como todos los sentidos y la razón estuvieron involucrados en el conocimiento del Verbo de vida. Además, Juan sabía que aunque los enemigos de la fe cristiana de aquel entonces aceptaban la naturaleza celestial del Cristo, su tesis era que este Cristo Divino no pudo haber sido humano debido a que el cuerpo estaba constituido por una materia esencialmente mala. Así que Juan audazmente declara a sus lectores: lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida. En nuestros días a estas bellas palabras se les puede considerar apropiadamente como método científico.
Este Verbo de Vida quien es Dios eterno, se encarnó, y lo hizo de tal manera que poseía todas las facultades de un humano. De hecho, se comunicó de manera razonable y lógica por lo que Juan pudo decir lo hemos oido. El verbo oir, significa escuchar con atención u oir para hacer caso. A diferencia del gnosticismos que promovía el conocimiento intuitivo y esotérico, el Verbo de Vida habló de manera razonable, enseñaba e instruía. Jamás pidió a sus seguidores que dieran un salto al vació o que violaran la naturaleza de su conciencia y razón. Dios ha hablado claramente a través del Verbo de Vida y los apóstoles lo habían oido. Quienes hoy piensen que la religión cristiana es para gente irracional o ignorante, lo han confundido todo.
Además, Juan les dice que no se requirió de un “tercer ojo” para ver al Verbo de vida. Sino que lo “hemos visto con nuestros ojos.” Él apóstol ratifica que lo que él les enseñó y que ellos creyeron no es el producto de la reflexión o la meditación humana. No es el resultado de un ejercicio elevado de alma que busca los misterio del universo. No es algo que alguien más se lo enseñó o trasmitió como solía hacerse con las tradiciones orales, sino que él, junto con otra nube de testigos vieron al Verbo de Vida con los ojos de la cara. Eso es algo decisivo, concluyente y demoledor en una cultura tan irracional como la que vivimos.
John Gill comenta que Juan con sus ojos lo vió en “las acciones comunes de la vida que hizo, como comer, beber, caminar, etc. y sus muchos milagros; lo vieron resucitar a los muertos, limpiar a los leprosos, devolver la vista a los ciegos, hacer andar a los cojos, hablar a los mudos y oír a los sordos; y lo vieron transfigurado en el monte. Juan fue uno de los que estuvo presente en ese momento, y vio su gloria, como también lo fue cuando colgaba de la cruz, y lo vio sangrando, jadeando y muriendo allí; lo vieron después de su resurrección de entre los muertos, se les mostró vivo, y se les apareció cuarenta días; lo vieron subir al cielo […] lo hemos mirado; con nostalgia y atención, una y otra vez, y mil veces, y con el mayor placer y deleite; y lo conocieron perfectamente bien, y pudieron describir exactamente su persona, estatura, facciones y los rasgos de su cuerpo.” La fe cristiana cuenta con la evidencia más fidedigna que se pueda requerir para creer algo.
A esto Juan añade dos cosas más, la primera es que además de oír y ver con los ojos lo han comtemplado. La expresión no significa que Juan ha alcanzado el estado “contemplativo del alma” a través del cual se experimenta a Dios en silencio y el alma recibe los méritos de algún misterio. La raíz gr. θεάομαι, Juan lo ha usado en otra ocasión cuando escribió en su evangelio: “ Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos [ἐθεασάμεθα] su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1:14). En ambos casos la palabra significa observar. De nuevo, así como un científico observa el objeto de su estudio. Juan y el resto de los discipulos hicieron a Jesús y a su gloria el objeto de una rigurosa observación y análisis. Lo observaron detenidamente y ese análisis les permitió concluir que en efecto Jesús de Nazaret, el Verbo de vida era quien decía ser, Dios encarnado.
La segunda cosa que Juan añade a todo esto es que sus manos también participaron de aquella experiencia, lo que han palpado nuestras manos, acerca del Verbo de vida. Y esto es cierto en todo el sentido que permite la expresión. Debieron ser incontables las veces que las manos de Juan tocaron el bendito cuerpo de Jesús y eso es lo que el intenta trasmitir. De hecho, no solo sus manos, aún su rostro pudo recostar en el pecho de Jesús durante la última cena (Jn 13:23). Su amigo Pedro se aferró de aquellas santas manos cuando se hundía en el mar (Mt. 14:31). Luego de su resurrección Tomás metió el dedo en los huecos que dejaron los clavos y la mano entera en su costado (Jn 20: 27). Aun Lucas nos cuenta que todos los discipulos fueron invitados por el Señor cuando les dijo: “Mirad mis manos y mis pies, que soy yo mismo; palpadme y ved” (Lc 24:39). por cierto, “Mirad y ved” es verbo (ἴδετε) y significa presente atención, además, está en modo imperativo, es una orden. Jesús no está interesado en un grupo de fanáticos ciegos que no saben a quien están siguiendo.
En definitiva Juan dice que con sus oidos escuchó, con sus ojo vió, con sus manos tocó, y con su mente analizó al Verbo de Vida. En un solo versículo derriba las supersticiones acerca de la naturaleza de Jesucristo, y en su lugar establece la firme e inalterable verdad de que Jesucristo el Hijo de Dios es verdaderamente Dios y verdaderamente hombre.

B. LA DEFINICIÓN DE LA VIDA

1. La clase de vida que posee Jesucristo el Verbo

Lo siguiente que encontramos en la carta de Juan es una nota en paréntesis que viene a funcionar como una definición de la vida que posee este Verbo. Él dice, “(pues la vida fue manifestada, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre y se nos manifestó)” En su definición el apóstol resalta tres aspectos fundamentales de esta vida. La primera de ella es su clase. Hay varios términos en griego que se podía usar para referirse la vida, como es el caso de bio de donde proviene nuestra palabra biología y que básicamente se refiere a la vida biológica del hombre. Pero Juan utiliza el término zoe que se refiera a la vida de Dios. Esta es la clase de vida que el Verbo de vida posee, no es la vida biológica de la cual toda la humanidad ha sido hecha partícipe, sino de una clase de vida más especial y elevada la vida de Dios. De hecho, no debemos pasar por alto el artículo nominativo “la” que acompaña a vida. Para Juan no es cualquier vida, sino “LA VIDA”, lo que le da un sentido único de plenitud. La idea es que en Jesucristo está la vida plena y verdadera. Esta clase de vida no se puede hallar en ninguna otra parte, no estaba en los rituales ni ceremonias del AT, ni en las leyes ni tradiciones, ni en ninguno de los placeres a los que el hombre acostumbra a entregarse con desenfreno.
Pero el milagro es este, que a pesar de tal vida no puede ser hallada ni vista por los hombres en ninguna parte “nosotros la hemos visto” dice Juan. En la persona de Jesús la vida plena ha irrumpido el curso mortal de la historia y se ha dado a conocer. Pablo le escribió a Timoteo: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Él fue manifestado en la carne, vindicado en el Espíritu, contemplado por ángeles, proclamado entre las naciones, creído en el mundo, recibido arriba en gloria. 1 Ti 3:16.

2. El alcance de la vida que posee Jesucristo el Verbo

Además de su clase, Juan nos habla de su alcance. El apóstol continua diciendo: “...y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna”. La eternidad es su alcance. No solamente Jesús posee la vida plena y única sino que además no tiene fin. No está suscrita a las condiciones temporales de cualquier otra vida el que se apropie de ella por la fe, tiene el disfrute de ella en esta vida y mas allá de ella.

3. La calidad de la vida que posee Jesucristo el Verbo

Pero Juan no está satisfecho solo con anunciarnos la clase y el alcance de la vida de Jesucristo, también nos indica su calidad: la cual estaba con el Padre y se nos manifestó. La preposición con (πρὸς) da la idea de estar cara a cara con, junta a. Esta es la vida que posee Jesús quien está cara a cara con el Padre.
El verbo de Vida es tanto un mensaje que se anuncia como una persona divina-humana, llamada Jesucristo. En Él y solo en Él esta vida sin fin, y cercana al Padre se manifiesta. Son a través de Jesucristo el hombre puede vivir donde Dios vive y como Dios vive.

II. EL PROPÓSITO DE LA CARTA

Al decirles estas cosas a sus lectores Juan tiene un propósito más allá de informarles, de hecho tiene un doble propósito. El continúa diciendo “os proclamamos también a vosotros, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y en verdad nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Este es el primer propósito, que exista una comunión horizontal con los hermanos y una vertical con El Padre y con su Hijo Jesucristo. Todo esto con el Espíritu de adopción el cual lo hace receptores de todos los beneficios de la membresía de la familia de Dios.
John Gill le da este sentido a las palabras de Juan:
“…verdaderamente nuestra comunión es con el Padre; el Padre de Cristo, el Dios del pacto y Padre de su pueblo; y que tienen con él, cuando bajo la influencia y el testimonio del espíritu de adopción, pueden en la fuerza de la fe llamarlo su Padre, acercarse a él a través de Cristo […] y ser complacidos con su presencia, y los descubrimientos de su amor […] y con su Hijo Jesucristo; estando en unión con él, se hacen partícipes de él y de sus bendiciones; reciben de su plenitud, y gracia sobre gracia; son admitidos a una intimidad y familiaridad con él; son llevados a sus cámaras de retiro secreto; son llevados a su casa de banquetes, donde su estandarte sobre ellos es el amor, y donde él cena con ellos, y ellos con él; ya esta comunión son llamados por la gracia de Dios, a través del Evangelio; como también tienen comunión con el Espíritu bendito, aunque no se menciona aquí; ver 2 Corintios 13:14.
Y el segundo propósito se desprende necesariamente del primero,  Os escribimos estas cosas para que nuestro gozo sea completo. Para Juan estas verdades hacen que el alma de los creyentes alcancen el pleroma del gozo. La plenitud del gozo. Juan quiere que los creyentes se regocijen en estás verdades y que la experimenten en una comunión más intima con el Padre y con los hermanos.

APLICACIONES PARA LA VIDA

Juan nos dice que Jesucristo el Verbo de vida siempre ha existido Pero la pregunta aquí es ¿Cómo ha sido su existencia? En la eternidad no hay dolor, sufrimiento, engaño, traición, etc. Como dijimos la existencia del verbo era cara a cara con Dios. Entre más cerca se está de Dios mas alejado estas de todas estas cosas y más cerca de la felicidad plena, de la belleza, de la santidad de la justicia se está. Esto se explica muy bien en el libro de proverbios cuando Salomón nos habla de Cristo personificando a la sabiduría. Él dice: El SEÑOR me poseyó al principio de su camino, antes de sus obras de tiempos pasados. Desde la eternidad fui establecida, desde el principio, desde los orígenes de la tierra. Yo estaba entonces junto a Él, como arquitecto; y era su delicia de día en día, regocijándome en todo tiempo en su presencia Pr. 8:22,23,30. Notamos que en la eternidad Cristo solo sabía de delicia y regocijo indecible. Fue este ambiente que el Señor abandonó por venir a vivir en un mundo sumergido en el pecado y la miseria. En ningunos de sus evangelios se le ve riendo, muchas veces bajo angustia y unas tantas llorando, pero jamás riendo. Consideremos todo esto como parte del precio que el pago para venir a salvar a su pueblo. ¿Es demasiado pedir que en gratitud a este precioso don usted entregue toda su vida? ¿No nos acusa nuestra conciencia al contemplar tal sacrificio y la vida ligera que hoy queremos vivir?. No deberíamos unir nuestras voces a la del apóstol Pablo y decir: “Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.Gal 2:20
En lo días de Juan la naturaleza humana de Jesucristo era rechazada. Hoy en la mayoría de los casos se acepta esa verdad. ¿Pero como es que el creyente ve relevante esa verdad en su vida hoy?. Pienso que de dos maneras, primero, es relevante en un sentido de esperanza. Jesús ascendió al cielo con un cuerpo físico. El es primicia y garantía de nuestra resurrección. Del mismo modo en que el tiene un cuerpo glorificado nosotros también lo tendremos. Estas enfermedades y debilidades que hoy nos afligen tienen sus días contados. Segundo, en forma de consuelo. El pueblo de Dios a lo largo de toda su historia a encontrado profundo consuelo en el hecho de que su Salvador-Rey es también hombre y que se puede identificar en todos sus padecimientos porque el fue hecho semejante a nosotros pero sin pecado. No es la omnisciencia de Jesús la que nos conecta tiernamente con él, sino su obra como mediador humano.
3. Nuestra fe cristiana es razonable y en ocasiones más allá de razonable, pero nunca irracional. Hago énfasis en esto porque estamos viviendo tiempos donde el sustantivo “ciencia” ha venido a tomarse como sinónimo de objetividad y de racionalidad. En ese sentido nuestra cultura supone que todo lo que no es “científicamente comprobado” no es razonable. Pero, si consideramos a la ciencia como el estudio de algún fenómenos a través de un método científico estructurado de manera sistemática y que parte de la observación y la experimentación. Tenemos que concluir que, el cristianismo es madre de la ciencias (por que su objeto de estudio es revelado y no conocido empíricamente). Y que el resto de la ciencias no puede ser exacta, ni infalible, ni 100% objetiva. Es simplemente un método de estudio, que por cierto, depende en ultima instancia de las presuposiciones del científico que observa. Un científico teista puede partir de cualquier punto de universo y demostrar el diseño de un Creador Inteligente, mientras que un científico ateo partiendo del mismo punto puede negar la existencia de Dios.
Con todo esto quiero llamar su atención al hecho sorprendente de que los cristianos hemos sido relegados a personas de segundo plano. Se no ha hecho creer que por ser gente de fe no tenemos nada que aportar en este “mundo científico” en el que vivimos. Piensan: !A los cristianos déjenlos con sus templos y sus cantos. En el terreno de la razón no tiene nada con que contribuir! Pero no es cierto, el pacto que Dios hizo con su pueblo implica un “pacto de conocimiento” por así decirlo. En Cristo están escondidos todos los tesoros del conocimiento y la sabiduría. Nadie que rechaza a Cristo puede saber lo que debería saber y como debería saberlo. Pero el cristiano ha encontrado al “eslabón perdido” de la ciencia, a Cristo. Es Cristo quien sustenta y preserva en perfecta armonía toda su creación. Si usted quita a Cristo solo se quedará con conocimientos fragmentados y mas o menos oscuros. Pero el cristiano tiene la capacidad y el deber de unir esos fragmentos en la persona de Cristo y traer gloria a su Nombre.
Cuando el Señor nos salva y restaura la imagen de Dios en nosotros también renueva el mandato cultural que nos ha sido encomendados. El antiguo mandamiento de “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra.” (Gn. 1:28) no ha claudicado, al contrario, en Cristo es vigorizado y llevado a su estado original. El cristiano tiene armas poderosas en Dios para llevar cautivo todo argumento que se levante en contra del conocimiento de Dios. El mandato no es abandonar el mundo y esconderse en un templo hasta que Cristo vuelva. Sino ir con la libertad que tenemos como hijos de Dios a dominar cada empresa de la vida, someterla a la total voluntad de Cristo y reclamarle su señorío a los hombres.
Debemos reclamar la gloria de Dios en todo lo que compete a nuestra realidad. La joven universitaria, la ama de casa, el joven en su escuela, el empresario en su negocio, todos sin distinción alguna debes estar obsesionado con responder a la pregunta: ¿De qué manera puede ejercer dominio sobre todas las áreas de mi vida para traer gloria a un Cristo que dice “es mío”, “es mío”? Nuestra fe es una fe que razona que piensa, Juan a demostrado en su carta que lo que enseña y proclama no es el producto de superstición ni proviene de una mente débil sino que ha sido revelada y percibida a través de la razón humana.
4. El Verbo de Vida es tanto un mensaje que se proclama como una persona, Jesucristo. El mensaje es el siguiente: Que a causa del pecado del hombre el mundo fue condenado a muerte. No se está esperando un veredicto, el veredicto ya fue dado. El mismo día en que Adán desobedeció a Dios la sentencia a comenzado a cumplirse. comenzó con la muerte espiritual del hombre en esta vida y se consumará con el infierno en la vida venidera. Pero Dios que es grande en misericordia y amor a través de Jesucristo ha manifestado la vida eterna. En Jesucristo Dios se ha propuesto reconciliar consigo a los Hombres. Ahora les está pidiendo que confíen en Cristo como su único Señor y Salvador entregando su vida a Él y que abandonen sus estilo de vida pecaminoso. Quienes decidan rechazar la oferta divina lo único que le queda es un terrible expectación de la ira de Dios, debe esperarla por ciertamente ya viene.
[1] Ireneo. Contras las herejías 1. 26. 1.
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