El Mensaje de Dios
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EL MENSAJE DE DIOS
La autoridad dada por el Señor Mateo 10:1-7
Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.
A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado.
El Señor había enviado a sus doce discípulos ahora llamados apóstoles (Mt. 10:1-4), a quienes también se les había dado autoridad (Mat. 10: 1, 7-8), a predicar acerca del reino de los cielos, pero les da una serie de instrucciones y algunas advertencias para que sepan cómo deben de llevar a cabo la predicación del mensaje.
(Aplicación práctica)
De la misma manera que el Señor da autoridad a sus discípulos para la predicación del mensaje, también otorga esta autoridad a quienes habían de seguir después de ellos (Ef. 4:10-16; Mt. 28:18-20), con el fin de transmitir un mensaje que perfeccione y edifique a la iglesia, Su cuerpo. La autoridad que ha sido delega a los apóstoles para la predicación del mensaje del Señor ha sido transmitida a los discípulos que los sucedieron y así hasta llegar hasta hoy (2Tim. 2:2) el pastor a quien también le fue otorgada por la autoridad divina por la imposición de manos para ejercer su ministerio, también puede delegar autoridad a quienes ocupan un lugar en el pulpito para predicar un mensaje que perfeccione y edifique a la iglesia.
El trabajo de la perfección y la edificación de la iglesia con lleva en medio de un mensaje no solo palabras suaves, o que por equivocación algunos piensan que deben ser reprimidas por el predicador para no ofenderles, sino que también el predicador está llamado a redargüir, reprender, exhortar (2Tim. 4:1-6).
¿Como percibimos el mensaje de Dios? ¿Aceptación o negación? Mateo 10:12-15
En primer lugar había quienes habían de rechazar el mensaje (Mat. 10:12-15) que de cierto su castigo sería peor que el de Sodoma y Gomorra.
hay una advertencia para quienes rechazan el mensaje, escuchar el mensaje de Dios e ignorarlo trae consigo consecuencias gravísimas, en el contexto histórico del pasaje, el rechazo de la predicación de los apóstoles traería condenación para aquellos lugares que rechazaran el mensaje de salvación, específicamente para la casa de Israel (Mat.10:5-6).
(Aplicación práctica)
La aplicación práctica para nosotros en este pasaje es que el ignorar el mensaje de Dios trae consecuencias graves también para nosotros. (verlo desde las dos perspectivas, tanto para los salvos como para los que aún no han tomado decisión por Cristo).
Jesús envió a sus discípulos con un mensaje especifico, a un lugar específico; eso nos muestra la puntualidad del Señor, él tiene un mensaje específico para ti y en un punto especifico de tu vida. En ti está el rechazarlo o aceptarlo las consecuencias dependerán solo de ti, bendición para los que obedecen o maldición, castigo para los que rechazan.
¿De quién es el mensaje? Mateo 10:16-20
He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.
En segundo lugar, El Señor advierte a los discípulos de la oposición de algunos ante el mensaje de Dios, la advertencia puntualmente es hacía los hombres (Mt. 10:16-18), no solo rechazo sino también advertencia de represalias; y aunque esto puedo asustarles, el propósito central es para ser de testimonio (v.18). Entonces les fortalece para que en medio del temor y la preocupación reposen en el poder del Espíritu Santo que hablaría a través de ellos (Mt. 10:19). El Señor les aclara a sus apóstoles que no son ellos los que hablan a través de las predicación del mensaje, sino el Espíritu Santo (Mt. 10:20).
(Aplicación práctica)
Para quienes predican el mensaje: no son ustedes los que hablan sino el Espíritu Santo, por lo tanto no debe haber temor a la hora de compartir el mensaje de salvación (esto incluye familiares, amigos, compañeros, en el trabajo, etc.).
Para los que oyen el mensaje: ¿De quién es el mensaje? (Mt. 10:20) El llamado de atención está en que no son los hombres quienes transmiten el mensaje sino Dios mismo a través de Su Espíritu.
¿Has venido para escuchar a Dios? o ¿Has venido para escuchar a un hombre? Si has venido para escuchar a un hombre, este mensaje no surtirá en ti ningún efecto.
La predicación de la Palabra de Dios, que en su totalidad es útil (2 Timoteo 3:16-17) es provista a con el fin de enseñar, redargüir, corregir, instruir; a fin de alcanzar perfección o mejor dicho madurez espiritual, para dar como resultado frutos visibles.
El mensaje de Dios constantemente tiene un llamado a la fidelidad, al compromiso, a la santidad y al arrepentimiento.
Donde algunos han podido disfrutar de la benignidad del Señor que guía al arrepentimiento (Ro. 2:4) y podemos ver su paciencia (Ap. 2:20-23). Cuando recibimos el mensaje de Dios e ignoramos su advertencia solo queda el castigo por nuestra necedad y rechazo de Su reprensión.
Lo que deben saber los que llevan el mensaje Mateo 10:34-39
No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.
La realidad del compartir el mensaje y la condiciones para quienes comparten el mensaje son cosas muy claras que el Señor deja a sus discípulos.
En tercer lugar el Señor les aclara a Sus discípulos que a quien reciben a través de la predicación del mensaje no es a ellos sino a Él mismo.