Enséñanos a Orar 1

Enséñanos a orar I  •  Sermon  •  Submitted
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Al orar busca un lugar y tiempo. No uses palabrería. Dios ya sabe lo que necesitas

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La herramienta más poderosa que Dios nos ha dado es la oración, y aunque la mayoría de los cristianos sabemos esto, aun así, no oramos todo lo que podríamos o deberíamos orar, quitando todas las razones por las cuáles es así, quiero enfocarme en una: se deja de orar por desconocer qué o cómo es la oración. Y de eso hablaremos las siguientes semanas, los miércoles estamos estudiando el Sermón del Monte y ahí está el tema de la oración.
¿Cuántos recuerdan su primera oración? Quizá de niños todos hicimos una oración que no era más que repetir lo que decían los padres y casi siempre eran las mismas palabras, tan repetidas que creímos que era una fórmula.
Si evaluamos nuestras oraciones la mayoría de las palabras son esdrújulas: ayúdame, bendíceme, sáname, escúchame. Pedimos por nosotros, la familia, los amigos de vez en cuando y por los alimentos, después oramos por el día, gracias por la playa, gracias por la lluvia gracias porque me amas. Se trata de “nosotros”.
Algunos crecieron sin saber qué es orar y otros dejaron de orar porque ¡Dios no respondió! Pediste algo y no obtuviste lo que querías y dejaste de orar porque ¡para eso es la oración! ¿qué no? Oras para tener lo que quieres, como meter monedas a la máquina y recibir loque pediste. A veces la intensidad de la oración va en proporción a lo que estamos pidiendo. Si tan solo tengo el 20% de lo que pido, orar habrá servido de algo.
Cuando oraste por la sanidad de alguien que no sanó, por un problema que no se solucionó pensaste que Dios no está interesado en ti o no te ama y dejaste de orar ¡pérdida de tiempo! Dios no contesta o ni existe. Dios no hizo lo que pensé que debía hacer. No sabemos porque a veces responde y otras no. A veces se vuelve una rutina para la buena suerte y muchos siguen orando con esa intención.
A veces suceden cosas raras al orar. De pronto quien ora por un trabajo, tiene toda una familia que sostener, han orado por mucho tiempo para que Dios les permita conseguir trabajo y ¡no pasa nada! Pero una mamá ora que su hija consiga zapatos burgundy o borgnoña para que haga juego con el vestido y lo encuentra a la primera. En esos momentos puedes pensar ¿qué no es más importante el trabajo que los zapatos? Dios no se cómo decides contestar con un sí o un no, pero pudiste poner más empeño en el trabajo que en los zapatos.
Hay muchas cosas que no sabemos o no entendemos de cómo funciona la oración, pero seguimos orando. Otros dicen que el problema es que ¡no tienes suficiente fe! Eso te pone una carga extra, nos dicen que es la única razón y nos citan un verso cuando Jesús dice: Si tuvieras fe, tan poca como un grano de mostaza…
Imagina ¿Qué pasaría si nada de eso que hemos estado haciendo tiene que ver con la oración? ¿qué pasaría si la oración no se trata de que Dios haga o deje de hacer algo? ¿qué tal si hemos mal entendido la oración? ¿qué si la razón de la oración no tiene nada que ver con obtener algo?¿qué si es más que palabras esdrújulas y peticiones? ¿qué tal si es algo más que eso y nos pasamos la vida pensando que es sólo para pedir?
Y de acuerdo con la Escritura ¡sí se trata de algo más! Veremos un pasaje dónde Jesús enseña ¡cómo orar! Es la única parte en que enseña a otros cómo orar. Los discípulos piden a Jesús que les enseñe a orar, pero ellos como judíos adultos ¡ya sabían orar! Lo aprendieron de pequeños. Alguna tarde ven a Jesús orar y escuchan que ora de forma diferente por eso le pide que les enseñe. Y Jesús no les dice: así como lo hacen está bien, sino que les dice: Muy bien, les voy a enseñar, pero antes les diré el contexto porque es importante. Les dice que, hacemos algunas cosas con respecto a la oración que no están en la prioridad correcta. Esto es parte del tema de los miércoles.
»¡Tengan cuidado! No hagan sus buenas acciones en público para que los demás los admiren, porque perderán la recompensa de su Padre, que está en el cielo.” (Mateo 6:1, NTV)
Vamos por partes ¿dónde puedes orar? En cualquier lugar, el camión, el baño, maquillándote. Sin embargo, Jesús antes de enseñar a orar, les dice donde orar. Por el contexto de la forma de orar de Jesús mismo, más bien está hablando con qué actitud orar, porque a algunos les encantaba orar y ser visto por los hombres. Era un grupo religioso que quería que la gente los viera orar. El texto dice que ser vistos será toda su recompensa, y listo, eso es todo. Jesús dice: muy bien, todos te vieron orar ¡recompensado! Y ¿qué me dará Dios? ¡nada! Ya tuviste tu recompensa ¿qué más quieres? La gente los vio orando media ora en la calle, bajo la lluvia y los admiraron ¡recompensa recibida!
Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado...” (Mateo 6:6, NTV)
Entonces ¿puedo orar en cualquier lugar? ¡claro! Siempre y cuando sea con la actitud correcta; porque no leemos de Jesús en un cuarto orando, pero sí que va a la montaña a orar. El punto es que va a un lugar específico para orar. Podemos decir ¿Por qué? ¿acaso Dios no está en todos lados? ¡Claro! Pero hay detalles importantes y son importantes por tu propio bien. Si oras de forma constante, disciplinada tu vida va a revolucionar, por eso Jesús empieza aclarando antes.
Además, eso de apartar un tiempo para platicar lo haces con personas importantes o que amas. Imagina que toda la comunicación que tienes con esa persona es camino a la escuela, al mercado, en el cine, si así fuera, estarías pasando tiempo con esa persona, pero ¡no la conocerías! Estarán juntos pero desconectados, porque no tienes un momento íntimo de comunicación con esa persona.
Hay diferencia entre conversar camino al mercado y hablar a solas en la cocina. Hay diferencia cuando hablas sobre los hijos camino al trabajo y cuando lo haces con calma sólo los dos en la recámara.
Ese tipo de relación y comunicación la creó Dios como un reflejo de lo que desea con nosotros; puedes pasar el resto de tu vida orando así, de pasada, a prisa, sólo pidiendo y nunca sentirte conectado, esa conexión se dará hasta que pases tiempo a solas en tu cuarto y cierres la puerta de las distracciones.
…Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.” (Mateo 6:6, NTV)
Tu Padre que todo lo ve, que ve lo que haces en secreto te dará recompensa. Te dará algo y esta parte sí te gusta. ¡Por fin algo bueno! La recompensa a que se refiere no es que te dará lo que estás pidiendo. Dios que te ve en lo secreto, que te ve buscando intimidad con ÉL y no solo que te bendiga. Tu Padre Celestial te escuchará, Jesús lo dijo y es una promesa. Te recompensará, pero no necesariamente será tener lo que pides, y muchas veces oramos ¡precisamente para eso! Para que nos de lo que le estamos pidiendo.
»Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta sólo por repetir las mismas palabras una y otra vez.” (Mateo 6:7, NTV)
Si al estar a solas con Dios no sabes qué decir, Jesús te dice: no tienes que impresionarme, no tienes que decir cosas teológicas o 20 versos de la Biblia, o frases de memoria repetitivas; a veces escuchas personas que oran de manera impresionante y decimos: ¡oíste cómo oró! Y pensamos que esa oración tan chulada de oración que seguro Dios sí la escuchó. En su Trono dijo: ¡Silencio, alto, va a orar fulano! Shhh.
Otros dicen oraciones tan sencillas, pero son oraciones que reflejan intimidad con Dios. No se trata de gritar, de tardar más de 40 minutos, llorar moqueando. No vas a mover el corazón de Dios por las palabras, el tiempo, los gritos o las lágrimas. Cuando Dios te ve con la actitud correcta en ese pequeño lugar pasando tiempo con ÉL, entonces hay intimidad.
No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo que necesitas, incluso antes de que se lo pidas.” (Mateo 6:8, NTV)
Este verso de que sabe lo que necesito nos lleva a la pregunta, entonces ¿para qué oro? Para qué voy a orar. O entonces al orar ¿qué digo, pido o hago? Ya sabe todo. Si voy a mi cuarto y sabe lo que voy a pedir, entonces ¿qué voy a decir? Si preguntas eso, es porque vas aprendiendo que hay algo más en la oración que hasta ahora quizá no habías comprendido o hecho.
No se trata de pedir porque Dios no lo sepa, no oras para informar. Como si Dios te dijera: pídeme lo que quieras, tus necesidades, dime de tus heridas, pero no pases todo el tiempo de la oración en eso ¡YO ya se todo eso!
Entonces ¿qué digo? Hasta ahora, pensé que orar era sólo pedir, e informar, me estoy perdiendo de algo y eso es lo que Jesús está aclarando. Es lo que quiere que sepamos, como si dijera: mi Padre tiene para ustedes mucho más que sólo responder a sus peticiones.
Lo más importante en el mundo no es el trabajo, las finanzas, ni siquiera la familia, lo más importante es tu relación con ÉL. La recompensa es esa paz de saber que Dios está contigo cuando te dice sí o cuando te dice no o cuando ¡no dice nada!
Todos hemos escuchado predicas que nos hacen sentir culpables…por un rato. Porque después de la comida volvemos a estar igual que antes. Hay temas que nos hacen sentir incómodos, pero ¡no hacemos nada para cambiar! Para algunos esa es la única relación o experiencia que tienen con Dios: sentirse culpables ir a Dios y seguir viviendo igual. Dios, culpa, vivir.
Lo contrario de ir a Dios por sentirte culpable por haber hecho algo o porque sabes que eres responsable de darle cuentas es ¡confianza! Dios quiere que pases a una relación de confianza. Que pases de una relación de culpa a una de confianza.
El tipo de responsabilidad en que sabes que Dios quiere comunicarse contigo. La responsabilidad de saber que Dios tiene un plan para ti, que incluye tu trabajo, matrimonio, familia y esa relación se da sólo cuando pasas tiempo con ÉL, tiempo para conocer a tu Padre Celestial.
Si hasta ahora tu experiencia con Dios es cuando escuchas a alguien más hablar sobre Dios y haces una oración de vez en cuando. Es verdad que ÉL escucha tus oraciones ¡lo ha prometido! Y puede que responda tu oración de acuerdo con Su Soberanía con un sí. Y puedes pasar así el resto de tu vida, pero ¡no lo conocerás! Recibir cosas, que tu oración sea respondida a veces sí y te emocionas y estás agradecido, a veces no y te desanimas, te quieres alejar y ese ¡no es el propósito de la oración! Recibir es sólo una pequeña parte de la oración, pero hay algo mucho más grande, hay una perla mayor para ti. Después Jesús dice: Así es como debes orar:
Ora de la siguiente manera:...” (Mateo 6:9, NTV)
Todo lo anterior fue lo preliminar, la introducción, poner las bases: tiempo y lugar. No te preocupes del tiempo ni de las palabras. Cuando estés en tu cuarto a solas con Dios, recuerda que ÉL ya sabe todas tus necesidades. Y tal parece que Jesús preparó el escenario para la oración. Agárrate porque te diré cómo orar.
Esto hace toda la diferencia del mundo ¿no será que hemos vivido nuestra vida de oración como en una esquina, cuando Dios tiene algo mucho más grande para nosotros?
¿Por qué oramos sólo para pedir? Porque no hemos entendido la forma de orar. Hemos estado en pañales, en la orillita de la oración y sabes ¡es legítimo! Está bien, no está mal hacer lo que hemos podido, pero ¡eso no es todo! Hemos estado en la banqueta de la oración creyendo que estamos en la recámara principal y ¡no es así! No hemos pasado de la entrada, siendo que ya te ha dado todo el juego de llaves de la casa para ti. Vamos, demos un paso adentro de la oración. Atrévete a entrar a esa intimidad para estar a solas con Dios.
Mucha de nuestra oración actual se resume en palabras esdrújulas, en pedir y pedir y cuando Dios responde con un no a esas oraciones te frustras, te desanimas o te desesperas.
Seamos una iglesia de oración, pasemos más tiempo de intimidad con Dios y ¡nuestra vida cambiará! La iglesia cambiará, tu familia cambiará, la ciudad cambiará y cuando tu Padre que te ve en lo secreto te recompensará, esa es una promesa. Aprendamos a orar, pero eso será la próxima semana.
Palabra de Dios
Oremos
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